El nieto de uno de los hombres arrojados a la fosa de Puerto Real aguarda los restos de su abuelo, Pedro Alarcón
A Pedro Alarcón le mataron con 53 años. Estaba en la cárcel de El Puerto de Santa María y se lo llevaron a declarar. Así se llamaba entonces a cuando te iban a pegar un tiro en la cabeza y a arrojarte a una fosa común. Mataron a un hombre de bien. Es lo que dice su nieto, Juan, ahora que las excavacaciones en el cementerio de Puerto Real están a punto de sacar el cuerpo de su abuelo.
Todos los recuerdos que Juan guarda de su abuelo los ha recibido en herencia de su abuela María, la que quedó viuda en agosto del 36. “No aguantó ni un mes el golpe militar. Otros se marcharon al campo pero él se quedó en la ciudad porque pensaba que no había hecho nada malo”. Había sido secretario de oficios varios de la CNT y ésa fue la razón de su condena, la excusa de su muerte.
Juan guarda una foto de su abuelo, los relatos tristes de su abuela y el amargor de los de su tía abuela Isabel Alarcón, hermana de Pedro, quien sobrevivió a la represión, pero fue condenada 30 años a la cárcel por anarquista. Testimonios con los que ha ido confeccionando la inquietud de conocer dónde están los restos de su abuelo. “Lo que sabemos es que le mataron y le arrojaron a esa fosa como a un perro. Fue uno de los primeros en caer, con lo que debe estar entre los últimos que salgan”.
Los antropólogos creen que en esa fosa hay más de 200 personas. 104 ya han sido localizadas. Seguramente por estar al fondo de la fosa, el cuerpo de Pedro Alarcón no está en ese centenar. Su nieto no tiene prisa después de tanto tiempo. “Murió con 53 años, ya le he superado en edad”, asume con resignación.
Una vez encuentren todos los cuerpos, vendrá la siguiente fase, que es la identificación con ADN de familiares. A Juan ya le han avisado de que tendrá que aportar su saliva próximamente. Será entonces, si las pruebas son positivas, cuando la familia Alarcón cumpla su deseo de un entierro digno. Su nieto ya piensa en ese momento. “Queremos que sea algo sencillo, una despedida en familia, con un pequeño homenaje”. La despedida a ese hombre de bien, al que le gustaba ayudar a los demás. Así le recordaban los que le conocieron. Así quiere su nieto que se le recuerde.
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