Setenil de las Bodegas (Cádiz). Homenaje a los seis fusilados de la primera fosa franquista del cementerio

Setenil ha dado un entierro digno este sábado 4 de septiembre (84 años después de su fusilamiento) a los seis vecinos cuyos restos han aparecido en la primera fosa franquista exhumada en el cementerio de San Sebastián. Sus nombres eran Juan Manuel Vilches Bastida (44 años), Juan Corbacho Bastida (31), José Bastida Bastida “Saliré” (51), Juan Rocha RivasAntonio León Muñoz (“Cojo León”, 27 años) y José Domínguez Rosa (José el de la Rosa, 38 años), que fueron sentenciados a muerte en una farsa de juicio sumarísimo, sin defensa, sin prueba inculpatoria alguna, y ejecutados el 30 de junio de 1.937, acusados de participar en la vida pública de la Segunda República y de mantenerse fieles a la democracia frente al autoritario golpe de Estado de 1936.

07.09.2021/ imaginasetenil.org/ Ángel Medina Linares – Pedro Andrades

La conmovedora emoción de los familiares durante el acto organizado por el Ayuntamiento de Setenil y la Asociación de la Memoria Histórica solo es comparable a la contumacia que ellos mismos mostraron durante décadas llevando flores, año tras año, a la fosa común en la que enterraron a sus antepasados de manera impune. Una excavación dirigida por el arqueólogo Jesús Román en 2018 permitió hallar los restos en un hoyo de unos 10 metros de largo, donde los cuerpos de las víctimas estaban dispuestos en línea y con claros signos de muerte violenta, con orificios de bala en varios cráneos. Aparecieron debajo de la tumba vacía dedicada a Juan Manuel Vilches Bastida, erigida por su viuda, María Luna Escalante, también hermana de Juan Luna Escalante, el secretario de la Falange Local y miembro de la comisión gestora del Ayuntamiento franquista durante varios años. Ni siquiera este hombre de talante moderado, Juan Manuel Vlches, muy conocido en la época porque regentaba un bar y porque siendo concejal medió para evitar la muerte de varios derechistas detenidos tras el golpe militar, logró la clemencia.

El sepulcro vacío de Juan Manuel Vilches ha sido durante décadas el símbolo del olvido de una sociedad que optó por mirar hacia otro lado. Estaba allí, casi en la misma entrada del cementerio, casi paso obligado en la visita a nuestros difuntos. La conciencia de la existencia de esta fosa no estaba solo en la memoria de los familiares, en el sufrimiento heredado por las vidas truncadas. Estaba también en los archivos oficiales, en los registros municipales. Fue el propio Ayuntamiento franquista el que aportó, sin pretenderlo, una relación de vecinos ajusticiados. Seis municipios de Cádiz, entre ellos el nuestro, facilitó en 1958 una lista para la Causa General con las víctimas de los “caídos por la patria”, en la que incluyeron por error a los fusilados republicanos y señalaban el lugar de la fosa en el cementerio. En el listado incluían a varios de los vecinos ahora enterrados dignamente y otros que aún no han sido encontradosJosé Marín Camacho, José Reina Barriga, Manuel Castaño Marín, Francisco Anaya Mingolla y Antonio Morales Jiménez. Y que, según el propio archivo oficial, están en “enterramientos colectivos” en el mismo camposanto, lo que nos obliga moralmente a hacer todo lo posible por su localización. Los otros nombres que aparecen en la lista, los de aquellos que fueron víctimas de la violencia revolucionaria en el Puerto del Monte tras el golpe militar, recibieron en su día el entierro digno que se merece toda persona o, como es el caso del sacerdorte Luis Tovar Hita, una placa le rinde homenaje en la iglesia parroquial.

A continuación os contamos quiénes eran, uno a uno, los vecinos a los que tan tardíamente homenajeamos.

JUAN MANUEL VILCHES BASTIDA (1893-1937). Residente en la Plaza de la República, casado con María Luna Escalante, con quien tenía cuatro hijos (Juan, José, María y Alberto) y con quien regentaba un bar-café y un puesto de masa frita. Con el inicio de la Segunda República en Setenil, su local se convirtió en el lugar de reunión de los dirigentes y militantes socialistas, con los que entabló una buena amistad, que le llevo a afiliarse al PSOE. Durante los años de gobierno republicano se mantuvo fiel a sus principios cristianos y a la buena relación que tenía con el sector más conservador de la derecha local, ya que, su mujer, María Luna Escalante pertenecía a una de las familias más acomodadas del municipio. Su destaca oratoria, así como sus estudios y experiencia en la gestión comercial, le llevó a la palestra política a finales de 1935, representando el ala conservadora del socialismo de Setenil y siendo uno de los mayores colaboradores del líder socialista, José Domínguez Camacho. El éxito obtenido por el Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, le valió la elección como concejal en el Ayuntamiento de Setenil, siendo designado como gerente de la comisión de la comisión de hacienda local. Tras el golpe de estado de julio de 1936, Juan Manuel puso su cargo de concejal y su propio local a servicio del Gobierno de la República. Su experiencia en la gestión de recursos, fue la excusa perfecta para su elección como miembro del “Comité de Abastos” encargado de la economía local.

Fue detenido seis meses después de la caída de Setenilencarcelado en Jerez de la Frontera y sometido a un tribunal militar junto a otros dos concejales de Setenil, Cristóbal Andrades Anaya y Antonio Jiménez Ortiz, ambos de Izquierda Republicana, que fueron absueltos. El proceso sumarísimo contra Juan Manuel Vilches Bastida está repleto de testimonios y declaraciones contradictorias. Ni la Guardia Civil, ni la Comisión Gestora Municipal del momento y ni siquiera la Falange Local redactaron un informe inculpatorio. Muy al contrario, se llegaba a agradecer la mediación del acusado, que evitó la muerte de varios derechistas detenidos, entre ellos Sebastián Zamudio Ortega, Juan Valencia Guzmán y Juan Luna Escalante, cuñado de Juan Manuel y secretario de la Falange local.

JUAN CORBACHO BASTIDA. (1901-1937). Natural de Setenil de las Bodegas, residente en la calle Ladera, trabajaba en el campo. Tenía dos hijos: Josefa y Alonso. Durante los meses de agosto y julio de 1936, trabajó como dependiente de uno de los comercios incautados por el Comité Local republicano. En septiembre de 1936, con la llegada de las tropas sublevadas, se marchó junto a su familia a El Burgo, donde estuvo tres meses. Posteriormente, se refugió en Marbella y Fuengirola viviendo de la mendicidad hasta que se unió a las milicias locales para poder sobrevivir. Con la ocupación de Málaga, se vio obligado a volver a Setenil, donde fue detenido. Durante el juicio que lo sentenció a muerte el 16 de mayo de 1937, no se pudo corroborar su participación en los asesinatos ocurridos en la retaguardia republicana, ya que las acusaciones se basaban en rumores propagados por vecinos derechistas.

JOSÉ BASTIDA BASTIDA, Saliré(1886-1937). Residente en la calle Triana, jornalero durante toda su vida, formó parte de la Junta directiva de Izquierda Republicana en 1935 y obtuvo el puesto de concejal en las elecciones de febrero de 1936 en la victoria del Frente Popular. Tras el golpe franquista de julio de 1936 y durante los dos meses de resistencia republicana, participó activamente como dirigente republicano en el Comité Local, realizando guardias armadas, así como registros en las fincas y cortijos del término municipal. Con la llegada de los sublevados en septiembre de 1936 puso rumbo a San Pedro, trabajando en diferentes puntos de Marbella y Fuengirola, hasta que finalmente tras la ocupación de Málaga, se vio obligado a volver en Setenil. Aunque sobrevivió varias semanas escondido en la sierra, se entregó a las autoridades sublevadas en marzo de 1937Durante su encarcelamiento en la cárcel municipal intentó quitarse la vida el 27 de abril, y debido a las heridas sufridas fue trasladado al hospital militar de Cádiz. Tras su recuperación, fue sentenciado a muerte en un juicio celebrado el 17 de mayo de 1937, acusado de asaltar y detener al vecino Francisco Guzmán Zamudio, que posteriormente fue asesinado en el cortijo de las Limosnas. En todo momento defendió su inocencia y denunció los abusos recibidos en el interrogatorio, pero las suplicas no fueron escuchadas y finalmente era fusilado. En el momento de su muerte estaba casado con Francisca Reina Barriga y dejo huérfanos a cuatro hijos: Antonio, Francisco, María y Sebastián.

JUAN ROCHA RIVAS, Juan Venta, (1891-1937). Residente en la calle Jabonería, jornalero, militante de UGT, casado con María Durán Ruiz, con la que compartía siete hijos. Su militancia en el sindicato socialista de la localidad le llevó a participar en manifestaciones y en los incidentes de diciembre de 1933, que provocó su posterior detención. Durante los meses de resistencia republicana en el verano de 1936 estuvo con los milicianos. A principios de septiembre, con la ocupación de Ronda, marchó junto a toda su familia a Málaga, donde trabajó construyendo refugios subterráneos y defensas antiaéreas. Durante cuatro meses tuvo que vivir de las ayudas del hospital de la ciudad, ya que su mujer tuvo que ser ingresada tras complicaciones en su séptimo parto. Tras ser ocupada la capital malagueña por los sublevados decidió volver a Setenil. Fue sentenciado a muerte el 16 de mayo de 1937, por el simple hecho de ser considerado una persona “habitual al hurto y al robo”.

ANTONIO LEÓN MUÑOZ, Cojo León, (1910-1937). Natural de Setenil de las Bodegas, residente en la calle Villa, jornalero y militante de UGT, estaba casado con Isabel Domínguez Ramos, con la que tenía un hijo. Durante los meses de resistencia republicana, en el verano de 1936, participó realizando guardias armadas y trabajos agrícolas. En septiembre, con la llegada de las tropas fascistas, se marchó en solitario a el Burgo, donde trabajó como cocinero de las milicias, logrando alimentos y ropa. Con la caída de Málaga, no tuvo otro remedio que volver a Setenil, donde fue detenido acusado de ser uno de los encargados de detener entre otros, al cura Luis Tovar Hita y otros derechistas asesinados en el Pilar Alto.

JOSÉ DOMÍNGUEZ ROSA, José el de Rosa, (1900-1937). Jornalero y militante de UGT, estaba casado con Concepción Ávila López, teniendo una hija común, Josefa Domínguez Ávila. Durante los años de la República participó activamente en los actos de las organizaciones socialistas, pero siempre de manera tímida y presencial, ya que trabajaba sin descanso en el campo. Tras el golpe militar de julio de 1936, se puso a disposición del Comité Local realizando guardias armadas y labores agrícolas. Con la llegada de los golpistas en septiembre, se refugió junto a su mujer y su hija en la finca la Píldora, para posteriormente marchar en solitario a el Burgo, donde se unió a las milicias de la zona para poder sobrevivir. Con la caída de Málaga no tuvo otro remedio que volver a Setenil, siendo detenido a finales de febrero e internado en la cárcel municipal. Durante el “juicio” que lo sentenció a muerte no se pudo demostrar su participación en ninguno de los crímenes ocurridos en la retaguardia republicana, siendo acusado únicamente de alardear de sus ideales socialistas en los lugares de ocio del municipio.