Sevilla. 8 fosas comunes. 4000 represaliados (Asesinados/Fusilados).

El cementerio de San Fernando alberga ocho fosas comunes donde se apilan unos 29.000 cadáveres. De ellos, alrededor de 4.000 serían de represaliados del franquismo

El correo de Andalucía/Horacio Raya/29/11/2015

El pleno municipal del pasado 30 de octubre supuso un punto de inflexión en la recuperación de la memoria histórica y el reconocimiento de las víctimas de la represión franquista. A instancias de Izquierda Unida y Participa Sevilla, y no sin sobresaltos, se aprobó una moción que, entre otras cuestiones, encomendaba al Ayuntamiento de Sevilla la misión de «localizar y señalizar las cinco fosas comunes» del cementerio de San Fernando donde se hallan los restos de los asesinados tras el golpe militar de julio de 1936.

Una misión que será menos engorrosa y ardua gracias a la prolija labor investigadora desarrollada por el historiador José Díaz Arriaza, autor ya en 2011 del libro Un rojo amanecer. El Cementerio de San Fernando durante la guerra civil y la posguerra, y que tiene en imprenta, a punto de publicarse, su segunda obra sobre esta temática, que se titulará Ni localizados ni olvidados. Las fosas del Cementerio de San Fernando (1936-1958).

El trabajo de Díaz Arriaza serviría de guía para señalizar las ocho fosas.

Un libro que arrojará luz sobre esta delicada cuestión y que, entre otras cosas, aclarará que no son cinco sino ocho las fosas comunes que alberga el camposanto, en las que se apilan nada menos que 29.000 cadáveres, entre los que el autor identifica unos 4.000 correspondientes a represaliados.

«No son fosas exclusivamente de represaliados sino que también contienen restos de personas procedentes de los hospitales, indigentes, gente sin familia… Serían cerca de 4.000 represaliados con nombre y apellido o con las fechas de las ejecuciones», explica el historiador, que matiza: «Se venía hablando de cinco fosas porque era lo único que se había publicado en un artículo de prensa, pero no estaban bien ubicadas, se hablaba de una fosa del tamaño de un campo de fútbol o de sitios como delante de la tumba de Martínez Barrio y allí no hay fosas». Si bien asevera con humildad: «Yo no he descubierto nada, las fosas estaban ahí. Lo que sí he hecho es un análisis riguroso con documentación y planos de los años 1915, 1920 o 1940, donde se ve la evolución de las fosas».

Esas ocho fosas comunes las pudo conocer sobre el terreno un grupo de familiares de víctimas en una visita guiada de la mano del propio Díaz Arriaza, a la que también asistió este periódico.

El itinerario comienza, según se entra en el cementerio, en el ala derecha, donde se localizan las dos primeras fosas: en el Paseo de la Libertad e halla el cementerio de los disidentes o poza antigua, que se construye al mismo tiempo que el católico, separado por un muro. «Es muy bonito porque está muy recogido», recalca el historiador, que ubica allí 43 víctimas contabilizadas: seis procedentes de la cárcel, 25 por sentencia y 12 por bando de guerra. Una placa, colocada en abril de 2007, sitúa en esta fosa a tres miembros del comité regional del PCE fusilados en las tapias del cementerio el 12 de marzo de 1949.

Abierto en los años veinte, en 1945 se separa el cementerio judío, donde se halla la segunda fosa, la poza nueva o moderna. No hay testimonios válidos en este caso, pero lógicamente los restos que yacen allí no son de la comunidad judía porque no echan en fosas los cadáveres, los entierran.

Tomando la calle principal que recorre el cementerio hacia el fondo, y una vez se llega a la rotonda de la Piedad, hay otro par de fosas hacia cada lado: hacia la izquierda tenemos la llamada Fosa del Pico Reja, abierta en 1936, entre el fatídico 18 de julio y hasta finales de agosto. Contiene 1.104 cadáveres. Se llena rápidamente y los últimos que se meten allí son los de 70 mineros apresados en el Cabo Carvoeiro. Aquí se hallan asimismo los restos de más de 30 concejales del Ayuntamiento de Sevilla que fueron fusilados.

La Fosa de la Rontonda es la que contiene más cadáveres: cerca de 11.000

A unos metros está la Fosa del Monumento, la más conocida, ya que es el lugar donde cada año se realiza un homenaje el 14 de abril por parte de la asociación de represaliados del franquismo. Se abre en septiembre de 1936 y hasta enero de 1940. Contiene 7.441 cadáveres de represaliados, pero también gente corriente que había muerto en los hospitales.

De vuelta a la rotonda de la Piedad, hacia la derecha se encuentra la Fosa antigua, una explanada de gran tamaño que se empieza a utilizar cuando se llena la del Monumento, entre febrero de 1940 y junio de 1942. Contiene 5.596 cadáveres, la mayoría procedentes de la cárcel. Unos metros a la derecha, la Fosa de la Rotonda, junto a la llamada Rotonda de los Fusilados, abierta de julio de 1942 a febrero de 1952 y que alberga 10.841 cadáveres: fusilados, procedentes de consejo de guerra, muertos en prisión, maquis…

En los años 50 se acomete la ampliación del cementerio con la anexión de la Huerta de las Pitas, un terreno que pertenecía a la Unión Explosiva de Riotinto. En esa parte nueva, hacia San Jerónimo, se hallan las dos últimas fosas: la Fosa primera de la ampliación, abierta de marzo de 1952 a mayo de 1955, donde hay 2.153 enterrados, entre los cuatro guerrilleros por sentencia; y la Fosa segunda de la ampliación, que se encuentra bajo un edificio municipal que se utiliza como crematorio, que funcionó del 14 de mayo de 1955 a diciembre de 1958 y donde hay 1.860 restos, aunque ningún represaliado.

La valiosa aportación de José Díaz Arriaza debe servir en adelante, aunque él mismo advierte que «una cosa es la historia y otra la política. La investigación que proponen los partidos políticos ya está realizada, pero esa es la cuestión teórica. Ahora quedaría hacer un estudio geodésico para detectar las alteraciones del subsuelo, delimitar y señalizar las fosas, pero eso correspondería a la oficina que se quiere crear. Queda mucho trabajo por hacer en el sentido memorialista. La exhumación son palabras mayores, es un tema delicado», concluye.

«Queremos que se señalicen y protejan»

«Estaremos muy pendientes de las fosas del cementerio, para que se señalicen, se protejan y se exhumen las que se puedan». Quien así habla es Paqui Maqueda, presidenta de la asociación Nuestra Memoria y familiar de una de tantas víctimas del fascismo, que valora el avance que implica la identificación de las fosas, si bien «somos conscientes del largo camino que aún nos queda por recorrer. En Sevilla y su provincia hay más de 100 fosas comunes, que guardan cientos de personas que fueron asesinadas tras el golpe del 18 de julio del 36. Las familias aún esperan que el Estado abra las fosas, exhume los cadáveres, los identifique a través de pruebas de ADN y sean enterrados con la dignidad que se les debe», dice. Maqueda considera que ya es hora de que se mojen las instituciones de nuestro país: «Las distintas administraciones, la Junta de Andalucía y los ayuntamientos de estos pueblos pueden y deben llevar a cabo una política pública para que las fosas sean exhumadas, para que los símbolos sean retirados, para que las vecinas y vecinos de estos pueblos conozcan estos hechos y los incorporen a la memoria colectiva», resume.

Cecilio Gordillo, responsable del portal web www.todoslosnombres.org, denuncia que «la guía del cementerio no hace ni una sola referencia a la existencia de estas fosas comunes ni a su localización». Para Gordillo, «es inconcebible que, mientras el Ejército sigue rindiendo año tras año homenaje a los militares golpistas y colocando coronas de flores cada 1 de noviembre, no haya ni una sola referencia a los otros fallecidos, sobre todo porque el cementerio es público. Por eso llevamos mucho tiempo solicitando al Ayuntamiento que señalice las fosas», reclama.