Arte contemporáneo con Memoria: lápices, plastilina, cámaras y objetos desenterrados para retar al silencio
Una visión transversal y feminista de la desmemoria y el “legado” del franquismo y sus víctimas a través de artistas como María Rosa Aránega, Regina de Miguel y María Amparo Gomar
Juan Miguel Baquero
22.11.2023
Hay herramientas para contar el mundo que junto a ingredientes artísticos tantean preguntas a menudo perturbadoras. Caso de los objetos desenterrados de las fosas comunes con víctimas del franquismo. O un lápiz y una libreta que descarnan la violencia fascista, plastilina amarilla que reescribe el paisaje urbano y fotografías que retan al silencio. Un emergente chequeo con memoria del arte contemporáneo que trazan María Rosa Aránega, Regina de Miguel, María Amparo Gomar y una autora anónima.
Dice el diccionario que cultura –en su primera acepción– es el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. ¿Y cómo recuerda y reconstruye España su pasado traumático? Remover esta interrogación desde la expresión plástica sirve para generar cambios, ya sea en modos de vida y costumbres, en conciencias o espíritu colectivo. O para visibilizar, al menos, estos atributos sociales. ‘Que mi nombre no se borre de la Historia’ – María Rosa Aránega
Es la clave que abordan artistas como Aránega, De Miguel o Gomar a través de obras que diseñan una mirada crítica y constructiva a la Memoria Histórica desde la transversalidad feminista. Porque el arte, entienden, debe combatir el olvido sistémico e impuesto a los represaliados, la impunidad enquistada de los golpistas españoles y hasta el amaestramiento comunitario en la desmemoria.Dibujos antifascistas
“Grafito y antifascismo”, define María Rosa Aránega (Almería, 1995) su perfil en redes sociales. Con una cuartilla y un lapicero explora la justicia social y los Derechos Humanos y sus violaciones. La artista ejecuta en sus trabajos un especial sondeo a la guerra civil y la dictadura de Francisco Franco. Y lo hace usando archivos, hemerotecas y testimonios orales como vías para “reconocernos en el presente como consecuencia de la historia”, apunta.
Como la obra –expuesta ahora en la sevillana galería Berlín– que replica el reportaje de Público titulado “Nunca encontrarán la fosa”, sobre el entierro digno a víctimas del franquismo que rompe el maleficio falangista. “Mi principal lenguaje es el dibujo y uno de los hitos de la memoria es la fotografía y revisarlas me facilita mucho para darles otra expresividad”, sintetiza. Un desafío bajo mínimos: “Un lápiz y un papel son fácil de conseguir, incluso en cárceles o como pasó en los campos de concentración nazis donde hubo miles de dibujos y sirvieron de prueba”.Dibujo del reportaje de Público “Nunca encontrarán la fosa” – María Rosa Aránega
Esta “recuperación y reactualización” crea nuevos diálogos entre las imágenes y relecturas para activar “sentidos críticos” y “asimilar el pasado de un modo más vivo”. Aránega recrea un “mapeado” de las “memorias periféricas” a nivel “de clase, género, territorial”, enumera. O la “violencia machista del franquismo, que es el margen de los márgenes”. El fin es “retar al silencio” y conectar el “legado” de la dictadura “con un sistema patriarcal mayor”, global. “Y trabajando este tema me he dado cuenta que quienes custodian la memoria y llevan el relato familiar son mujeres”, subraya.
Una exploración con “mirada feminista” a la política, la violencia, los abusos de poder… a la memoria y su transmisión intergeneracional. “Mi abuela me contaba casos de mujeres rapadas en el pueblo”, historias que asimila en casi un lustro “hasta que me veo capacitada a contarlo”, confiesa. Ahí, en el hogar, recibe la herencia del recuerdo, como “esos antiguos álbumes familiares” con imágenes en blanco y negro que atesoran “un contenido político, más en tiempos donde la foto no estaba tan democratizada”.Basura franquista
“Plastilina amarilla contra la desmemoria”, sintetiza Blanca Ibáñez –nombre ficticio–, que realiza intervenciones para “transformar y reescribir el paisaje urbano”. Como la doble actuación en la estatua del exrector de la Universitat de València Fernando Rodríguez-Fornos (en mayo y noviembre de 2022). “Cubro estas cosas franquistas con bolsas de escombro para significar estos vestigios como basura, como debería ser tratado y no como una escultura”, dice.
O aplicar al mismo busto una sustancia moldeable de color amarillento y un bigote negro que evoca a Adolf Hitler. La artista multidisciplinar ha operado también en la Universidad Complutense de Madrid: “En la Facultad de Filología hay una pintada que homenajea a Franco, no debería estar ahí, y la operación fue para subrayar y señalar a la vez tapando” el vestigio de la dictadura.Intervenciones urbanas sobre “basura franquista” – Cedidas
Los símbolos, y los remedios, siempre atados a la memoria. Y a la tierra. Porque las fosas comunes revelan “la represión y el ensañamiento brutal, programático, intencionado” del franquismo, explica Regina de Miguel (Málaga, 1977). “Son modelos implantados globalmente”, narra en el documental Nekya. Una película río (2023) que excava “violencias ancestrales” hasta dar con la historia en los huesos de la fosa de Pico Reja y los mineros que querían parar el golpe fascista.
“En mi caso hay un acto fundacional –de llegada a la Memoria Histórica–, cuando mi abuela María me confiesa que en realidad se llama Libertad, que así le puso su padre, que era anarquista, y que tuvo que quitarse el nombre para salvar la vida y borrar ese rastro político que era peligroso”, desvela. Ahí emerge “la cuestión del trauma generacional, cómo se transmite la ley del silencio y qué va a pasar con esa herida”.Tierra de fosas
“Mi abuela era muy habladora y me contó mucho de la guerra, de la posguerra, del hambre, de la lucha y la supervivencia de las clases trabajadoras… hacía patente que quería dejar ese legado y me generó muchísima conciencia política solo con sus relatos de por la tarde, sentadas en la mesa camilla”, describe. “Mi propia generación está despolitizada y alejada, la jugada le salió bastante redonda al golpista de Franco”, denuncia De Miguel desde Berlín (Alemania).Los remedios de la memoria, cita organizada por TBA21 – Regina de Miguel
En la misma ciudad reside y trabaja María Amparo Gomar (Valencia, 1983), que estos días responde a este periódico desde Valencia. Las artistas coinciden en que, igual que las mujeres hacen la labor transmisora del pasado, “el ensañamiento es más fuerte con sus cuerpos”. Una realidad que casa “con la estructura patriarcal y se eleva a la máxima potencia esa expresión de violencia, que es además ejemplarizante”.
“La memoria no se puede entender de otra forma sino desde una perspectiva de género, los cuidados siempre han sido muy feminizados y en este caso sucede lo mismo”, según Gomar. “En mi proceso de trabajo he ido comprobando que la mayoría de personas que encuentro son mujeres, y ya no solo las familiares sino las artistas”, incide. Que aplican, como en su caso, “una mirada feminista, por supuesto, porque no podría hacer un trabajo que no fuera feminista, es un aspecto fundamental en cada proyecto que hago”.
María Amparo Gomar suma libros, exposiciones, charlas, proyecciones… caso de Objetos (des)aparecidos, una obra audiovisual que reflexiona sobre las consecuencias de la violencia extrema desde la cultura material que aparece en las fosas del franquismo. O Últimes paraules, donde recopila cartas de despedida de presos republicanos antes de su asesinato.’Objetos (des)aparecidos’ – María Amparo Gomar
“Y regalo rosales y tierra de fosa a gente que me encuentro en este proceso de memoria”, continúa. “La mayoría son mujeres”, detalla. Como las familiares que custodian y sacan los escritos últimos de las víctimas. “Ellas me mandan fotos cuando brotan las rosas, ya tengo una colección de 300 imágenes que envían mis compañeras, es un cuidado que estamos compartiendo entre todas y de forma muy bonita”, culmina.