Sevilla. El Archivo Histórico Militar, un tesoro para la historia y la memoria.

Guarda 100.00 causas penales y 120.000 nombres de procesados 

El indulto a Sanjurjo y la condena a muerte del “chequista” García Atadell, los sumarios más consultados 

Amanda Glez. de Aledo 07 Agosto, 2021 – 05:00h

El Archivo Histórico del Tribunal Militar de Sevilla guarda 100.000 causas penales y los nombres de 120.000 procesados. La gran mayoría, de juicios celebrados en toda Andalucía entre los años 1936 y 1941, por lo que se convierte en una valiosa herramienta para los historiadores y también para los ciudadanos que desean conocer la suerte que corrieron sus antepasados durante la Guerra Civil y postguerra. 

También ha solucionado cuestiones más crematísticas como las ayudas económicas a encarcelados por el franquismo o los objetores de conciencia que estuvieron en prisión y ahora ven reconocido ese tiempo a efectos de cotización para su jubilación.

El archivo, situado en la avenida Eduardo Dato de Sevilla, ha ido acumulando los legajos de otras sedes militares andaluzas, principalmente del IX Cuerpo del Ejército (republicano) con sede en Úbeda (Jaén). En la actualidad cuenta con tres personas trabajando y nueve puestos de lectura donde se realizan dos mil consultas al año.

Su responsable es el archivero Ángel García Villaraco, quien explica a este periódico que el 70% de sus consultas son para trabajos sobre Memoria Histórica, en la que últimamente observa un nuevo interés hacia  la represión por motivos religiosos y los fallecidos mártires. 

Entre los familiares de personas ejecutadas durante la Guerra Civil, señala que todavía hay personas procedentes de pueblos pequeños que “quieren enterarse de quién denunció a su antepasado”.

“Aquí no se le niega información a nadie”, afirma Ángel.

En sus 15 años en este archivo, ha vivido momentos emotivos como el de una mujer que entre aquellos legajos se enteró de quienes habían sido sus verdaderos progenitores, que habían sido procesados tras la guerra y otros familiares criaron a sus hijos para que no se viesen perjudicados por aquellos antecedentes políticos.

Entre la gente que acude al archivo, su responsable percibe que “todavía hay quienes ven el pasado con resentimiento, pero suelen ser jóvenes, lo que demuestra que es un rencor adquirido”. En cambio, las víctimas  tienden a verlo como “algo que no fue solo culpa de una parte”.

Una lima escondida dentro de un bocadillo

Inmaculada Benavente, presidenta del Tribunal Militar Segundo con sede en Sevilla y jurisdicción sobre toda Andalucía, declara a este periódico que este archivo “no es solo un almacén de papeles sino que descubre innumerables historias personales”. Los procedimientos (manuscritos en su casi totalidad hasta 1940) “dan una imagen de la composición de los tribunales, como era la investigación, la vista oral y la propia sociedad”, afirma.

Muchos sumarios llevan incorporadas pruebas tales como cartillas de racionamiento o placas de partidos políticos. Una de las causas se abrió contra unos padres que intentaron meter en prisión una lima escondida dentro de un bocadillo para que su hijo escapase limando los barrotes.

Uno de los sumarios más consultados es el indulto que el gobierno de la República concedió al general Sanjurjo tras su condena a muerte por el levantamiento militar de agosto de 1932 en Sevilla. 

También el juicio contra Agapito García Atadell, que dirigió una de las “checas” más sanguinarias de Madrid al comienzo de la Guerra Civil. Tras un intento de fuga en barco a Sudamérica, fue detenido en Canarias, juzgado en un consejo de guerra en Sevilla, condenado a muerte y ejecutado en julio de 1937 en la cárcel de Sevilla.

El archivo ha perdido muchos de los procedimientos militares de la República, que se destruyeron voluntariamente cuando se replegaba. En lo poco que queda, García Villaraco percibe que los nacionales intentaron recuperar la documentación para identificar a miembros de los tribunales populares. Otro motivo de pérdida es que los legajos se incorporaban a una causa posterior o que los recursos e indultos obligaban a enviar el expediente a un tribunal central en Madrid y luego no regresaba.

Proceso por asociar a Franco con un “sublime engaño”

El archivo descubre curiosas anécdotas, como el procedimiento abierto en Málaga porque alguien colocó en una pared un cartel de la película norteamericana “Sublime engaño” (1936) junto a una foto de Franco.

En Sevilla, se expedientó a un hombre por no arrodillarse al paso de la Custodia por la calle Sierpes pero luego se archivó al comprobar que el acusado era cojo, recuerda García Villaraco.

Aunque el archivo guarda documentación del reinado de Alfonso XIII (1902-1931), la mayoría corresponde a la Guerra Civil y postguerra.

Relata el archivero que después de la guerra hubo muchas diligencias de solo uno o dos folios abiertas para comprobar los antecedentes de quienes volvían a su pueblo. Pero “a mucha gente de izquierdas que no habían cometido delitos no se les procesó” tal vez porque una de las conclusiones de quienes consultan el archivo es que  bastantes denuncias respondían a rencillas vecinales o infidelidades matrimoniales.