Sevilla. Homenaje y reconocimiento a Francisco Rodriguez Ledesma. 42º aniversario de la muerte.

hoy sábado 4/01/2020 a las 12 horas, como en otras ocasiones, colocaremos unos claveles en el lugar donde fue herido…. de muerte Francisco Rodríguez Ledesma y de camino denunciar el incuplimiento de la norma sobre “lugares de memoria de Andalucía” a pesar de ser denominado así, y publicado en el BOJA, aún NO SE HA COLOCADO LA SEÑALIZACIÓN correspondiente por parte de la Junta de Andalucía.
 
La asamblea de La Gavidia se ha autoconvocado en el Cerro del Aguila mañana
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+ informción

LA ESQUINA DEL CERRO DEL AGUILA.

Uno de los disparos al aire de la Transición mató a un albañil en este barrio de Sevilla

La Marea / Olivia Carballar / Diciembre 2017

La casa está cerrada a cal y canto, la puerta es de chapa marrón. “Sí, soy yo”. La puerta chirria cada vez que la mujer asida a ella, da un paso hacia adelante o hacía detrás. “Yo no quiero recordar eso”. Tiene ganas de cerrar pero se resiste a hacerlo. “Yo no, yo no”. Observa con miedo al vacío, sin entender por qué han venido a peguntarle 40 años después. No quiero hablar. Adiós. Muy amable”. Aquello de lo que no quiere hablar septuagenaria –tal vez octogenaria- ocurrió el 8 de julio de 1977 en Sevilla, unos meses antes del disparo que acabó con la vida de Manuel José García Caparros en Málaga, del que tanto se ha hablado en estos días; y unos meses después del disparo que acabó con la vida del joven almeriense Javier Verdejo, al que no dejaron terminar de escribir “Pan, trabajo y libertad”, y del que tampoco se ha hablado estos y todos los días. Yo fui a coger a mi hijo, que se me había escapao”, suelta a apresurada la mujer. El disparo podría haberle alcanzado a ella. Tal vez al niño.

La esquina donde sucedieron los hechos ve pasar los días como si nada. “Alquilo piso por 450 euros”. “Vendo piso por 82.000 euros”, anuncian varios papeles pegados a una señal de ceda el paso. Son otros tiempos. Hay otros nombres. Avenida de Hytasa con calle Diamantino García, entonces Comandante Castejón. El tiro, tan fallido en la Transición cuando iba dirigido al aire, alcanzó esta vez a Francisco Rodríguez Ledesma, un albañil que se había acercado a la manifestación contra el cierre de la fábrica textil del mismo nombre que la avenida y que tantos uniformes para el Ejercito franquista había confeccionado. Queipo de Llano había puesto la primera piedra. El dictador las había visitado, Hoy, frente a aquella esquina hay un edificio de la Junta de Andalucía. Al lado, Casa Arcadio pone desayunos como si no hubiera un mañana. Un cartel indica una peluquería de caballeros y niños a escasos metros. Y en la esquina, justo en la esquina, se levanta una escuela infantil con ladrillos vistos.

La mujer que no quiere hablar vio caer justo ahí, a su lado, al albañil militante de CCOO. Murió en el hospital en enero de 1978. Mil personas acudieron a su entierro, según las crónicas periodísticas de la época, que ya auguraban también que aquella muerte, como la de Caparros o la de Verdejo, quedaría impune.

Estamos en el Cerro del Águila, un barrio obrero de Sevilla. Pueden llegar hasta aquí en autobús. El 26 va directo desde el Prado de San Sebastián. Si están en la céntrica Plaza del Duque, una opción es el 32 con parada en la Ciudad Jardín, desde donde puede ir dando un paseo. Si están más cerca de la Puerta Jerez, el metro o el tranvía son una solución para parte de trayecto. Es 5 de diciembre. Varios miembros de la Asociación Aire Libre acaban de renovar el cartel que colocaron en 2015 como homenaje a Rodríguez Ledesma, que fue nombrado también cerreño del año por la Velá del Cerro del Águila. “Pusimos un clavel en la imagen porque su hermana nos contó que le dejaban todos y cada uno de los días que pasó en el hospital”, cuenta Pepe Verdón. La Junta de Andalucía tiene previsto catalogar en breve esta esquina como Lugar de la Memoria.

“Mira, estos son los que mataron en aquellas fechas”, muestra en un papel escrito a boli Juan Morillo. Dice que a uno de ellos, a su amigo Aurelio Fernández lo asesinaron en París en 1979. “Las manifestaciones eran asiduas”, añade Verdón. Esta fría mañana, ellos dos y tres compañeros, Jesús Teo y José, recogen firmas contra el cierre de un conservatorio. Hablan de Miguel Hernández, y de Mandela, y de cómo se está deteriorando el barrio, y de la próxima función del teatro de la memoria del Aguaucho. Ponen una bandera republicana y otra andaluza para hacerse la foto. Se acerca un hombre. “Conozco la historia por mi suegra”. Pero su suegra, ya han leído que no quiere hablar. La mujer, finalmente, echa el cerrojo a la puerta de chapa marrón.

Otro barrio en el que no hubo guerra.

El historiador José María García Márquez destaca un caso en el Cerro del Águila. “Especialmente importante fue la muerte de Francisco Portales Casamar, de 35 años, empleado del Matadero y afiliado a Unión Republicana, detenido por orden de Queipo el 10 de agosto de 1936, junto a su cuñado Rafael Herrera Mata. Lo juzgaron en Consejo de Guerra el 21 del mismo mes y lo condenaron a muerte. Al día siguiente, 22, Queipo aprobó la sentencia y el 23 fue asesinado a las seis y media de la mañana en la muralla de la Macarena. Rafael, impresor que trabajó en El Cerro en la imprenta de Luis Barral, fue puesto en libertad poco después, aunque en 1937 sería nuevamente detenido y asesinado el 29 de enero de 1938.

La hermana de Francisco, Luisa Portales, fue una mujer muy conocida en el barrio por su militancia política en Unión Republicana; y su hermano Luis, activo miembro de las Juventudes Libertarias, estuvo a punto de ser capturado, aunque no lo detuvieron hasta enero de 1938 y lo condenaron a veinte años de prisión, indica García Márquez.

Muy cerquita, añade el historiador, se lleva a cabo el fusilamiento, en dos grupos de 11, de 22 miembros de la columna minera de Huelva, que llegó a Sevilla el 19 de Julio y fue traicionada por la Guardia Civil. “Se quiso que toda la ciudad tuviese conocimiento de la ejecución como escarmiento público y por eso los dividieron en grupos por distintos barrios. Las desapariciones se sucedían una tras otra. Llantos, gritos de desesperación, búsqueda de familiares por todos los centros de reclusión de Sevilla, etc., se convirtieron en algo cotidiano y repetido en aquel verano y otoño de 1936”.

https://www.lamarea.com/2018/02/01/francisco-albanil-victima-tiros-trans…

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40 años del asesinato de Rodríguez Ledesma

El 4 de enero de 1978 fallecía este albañil, que recibió un disparo de un policía de paisano medio año antes durante las movilizaciones de trabajadores de la empresa Hytasa

EL CORREO DE ANDALUCÍA, Horacio Raya /Sevilla /03 ene 2018 / 18:49 h – Actualizado: 04 ene 2018 / 08:28 h.

La esquina de la avenida de Hytasa con Diamantino García Acosta será en breve señalizada como Lugar de Memoria. A la derecha, el callejón donde cayó desplomado. / Manuel Gómez

  • El rostro de Paco y un clavel en el montaje para la Velá del Cerro de 2015

Tal día como hoy, hace 40 años languidecía y fenecía en la habitación número 112 de la residencia García Morato –actual Hospital Universitario Virgen del Rocío– un albañil del Cerro del Águila. «Francisco Rodríguez Ledesma acaba de fallecer, a las veintiuna horas del 4 de enero de 1978», rezaba el último parte emitido por el equipo médico de la Unidad de Cuidados Intensivos del citado centro sanitario.

Una muerte de tantas pero no una más. Paco, como le conocían sus amigos y familiares –eran siete hermanos–, había sido «víctima del terrorismo de Estado» tras ser «herido mortalmente por bala policial», al menos así lo entienden y reclaman sus vecinos de este popular barrio de la periferia –al menos lo era en aquellos años setenta– donde ocurrieron los hechos que desencadenaron su pérdida. Para explicarlos hay que situarse en el contexto de tensión que se vivía en Sevilla en el verano de 1977 a cuento del expediente de regulación de empleo presentado por Hilaturas y Tejidos Andaluces, S.A. (Hytasa) tras dos años de pérdidas.

Los empleados llevaban varios días concentrándose a las puertas de la empresa de forma pacífica tras concluir su jornada laboral, pero aquel 8 de julio la movilización fue masiva, ya que se convocó a vecinos de otros barrios como Los Pajaritos, La Candelaria, Su Eminencia y Polígono Sur, a las 22.00 horas a las puertas de Hytasa. Lo que sucedió en la hora siguiente no está claro, pero la cuestión es que Francisco Rodríguez Ledesma, que trabajaba como yesero, regresaba a su hogar, sito en la calle Comandante Castejón, número 17 [cabe aclarar en este punto que esta vía pasó a denominarse años más tarde Diamantino García Acosta ya que el comandante Castejón fue un militar de terrible crueldad durante la represión franquista], cuando recibió un tiro por la espalda.

Los testigos señalaron que el autor de este y otros cuatro disparos ¿al aire? fue un hombre alto con gafas y pantalón y cubana claros que había bajado de un coche Seat 1500 con matrícula gaditana, al que identificaron como un policía de paisano.

El fatal disparo ocurrió en la esquina de Héroes de Toledo –actual avenida de Hytasa– con Comandante Castejón y atravesó la zona dorsal de Paco, provocándole el estallido del bazo, la perforación del colon y una hemorragia en el polo superior del riñón izquierdo, según el primer parte ofrecido desde el hospital, al que fue trasladado desde la Casa de Socorro de Nervión. La víctima avanzó hacia su casa pero cayó justo en el cruce con el callejón Rafael Porlán, donde dejó un reguero de sangre.

A partir de ahí, transcurrió casi medio año con Rodríguez Ledesma ingresado con pronóstico grave en García Morato, donde sus familiares le visitaban y le dejaban cada día un clavel. Al día siguiente del suceso, unas 1.500 personas se manifestaban en silencio en el Cerro en repulsa por el incidente, pero no se supo mucho más hasta el fatal desenlace del 4 de enero de 1978. Paco había sido operado por cuarta o quinta vez y llevaba días en estado comatoso e inconsciente hasta que le sobrevino la muerte anunciada, no se sabe muy bien a qué edad –la prensa de la época habla de 56 y 58 años y en 2015, cuando le homenajearon en la Velá del barrio, de 53–. Un millar de personas acudió a su entierro y el asesinato quedaría impune, en el olvido, durante décadas.

LUGAR DE MEMORIA

Hasta que por fin, en los últimos años, el colectivo Aire Libre que preside José Verdón ha promovido iniciativas encaminadas a dignificar su persona. En enero de 2016 esta entidad solicitó a la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta que declarase el lugar donde fue disparado como Lugar de Memoria, lo cual fue aprobado por el Consejo de Gobierno el 18 de julio pasado. Señalizarlo será el próximo paso.

‘CERREÑO DEL AÑO’ 2015, AUNQUE SE HA QUEDADO SIN CALLE POR AHORA

Francisco Rodríguez Ledesma ya fue designado Cerreño del Año por la comisión de festejos de la 74ª edición de la Velá de Nuestra Señora de los Dolores del Cerro del Águila, celebrada en 2015. El 24 de septiembre de aquel año, coincidiendo con la inauguración de las fiestas del barrio, se le concedió tal distinción y se entregó a sus familiares un recuerdo; dos días después hubo un multitudinario acto en homenaje a Paco en la fatal esquina de la Avenida de Hytasa con Diamantino García Acosta. Las entidades vecinales del Cerro, en especial Aire Libre, no han cejado un momento en reclamar que se recupere su memoria y en este sentido solicitaron al Ayuntamiento que se le pusiera su nombre a la calle Mariano Mota, a la que se iba a cambiar de denominación, si bien se ha decidido recientemente que pase a llamarse Cine Candelaria.

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+ INFORMACIÓN

Caso Rodríguez Ledesma La historia del albañil que fue tiroteado por la Policía en una protesta a plena luz del día

Se cumplen 40 años de la muerte de Francisco Rodríguez Ledesma, albañil de 54 años del barrio obrero del Cerro del Águila (Sevilla). Fue asesinado en una manifestación por un agente de paisano de la Brigada Político y Social. 

SEVILLA / 04/01/2018 17:34 / MARÍA SERRANO

Eran las cinco de la tarde de aquel 9 de julio de 1977. Francisco Rodríguez Ledesma. Albañil. Currante y vecino en paro del barrio obrero del Cerro del Águila se encontraba en una de las asambleas celebradas ante el expediente de crisis que amenazaba los dos mil puestos de trabajo de la fábrica textil de Hytasa (Sevilla). La instalación había sido inaugurada cuarenta años antes por el general Gonzalo Queipo de Llano.

Aquella tarde unas cien personas al grito de ‘No al cierre de la textil‘ alterarían, tras meses de protesta, al Seat 1500 color crema que llegaba a cada concentración con tres agentes de la Brigada Político Social. La nota del Gobernador Civil relata al día siguiente de aquella revuelta como “supuestamente lanzaron piedras al vehículo los manifestantes” de Hytasa. Más tarde, cayeron disparos. Gritos. Y un solo herido que termina muerto. A Ledesma, de 54 años de edad, le estalló el bazo y tuvo perforación de colon a causa del disparo de uno de los agentes de la BPS a menos de veinte metros de distancia.

Murió el 4 de enero de 1978. Hoy se cumplen cuarenta años 

Seis meses de lenta agonía y seis operaciones más no le salvaron de “sufrir un agravamiento considerable, con infección abdominal y una afección renal aguda”. Murió el 4 de enero de 1978. Hoy se cumplen cuarenta años de su asesinato. Casos como el del albañil Francisco Rodríguez Ledesma confirman como a las puertas de la Transición, y con el dictador muerto hacía dos años, el terror no había pasado. Una de sus modalidades eran los tiros al aire en medio de manifestaciones que costaron la vida a trabajadores a plena luz del día.

El escritor Juan José Téllez relata sobre el caso de este albañil del Cerro del Águila la impunidad que nunca ha salido a la luz. El agente “era un tipo con gafas que bajó de un coche policial. Así describieron a su asesino. Nunca identificado, jamás condenado”.

La explicación oficial llegaría días más tarde en uno de los comunicados lanzado por el entonces gobernador civil José Ruiz de Gordoa.: “Dispersada la concentración, un grupo de unas 100 personas, identificó un coche policial dirigiéndose contra el mismo y arrojándole piedras con propósitos claramente agresivos, viéndose obligados los ocupantes a salir del coche y efectuar disparos al aire. Posteriormente se tuvo conocimiento de que en la Casa de Socorro de Nervión había ingresado un hombre herido de bala y que resultó ser Francisco Rodríguez Ledesma…”.
“Se habían buscado la vida en este barrio obrero y en aquella etapa buscaba por las tardes chapuzas que le salieran en la casa de algún vecino”, dice un antiguo vecino

La prensa de la época se hizo también eco de los terribles sucesos. “Las cargas de la Policía Armada sembraron el desconcierto entre los miles de manifestantes. Entre el tumulto, cinco disparos de bala salieron de la pistola de un policía de paisano hiriendo de muerte a Ledesma”.

Los obreros de la textil de Hytasa, una de las fábricas más grandes del sector, llevaban varias semanas de concentraciones. En sus puertas se reunían miles de vecinos de todos los barrios obreros, los Pajaritos, La Candelaria, Polígono Sur, Su Eminencia, Rochelambert y el Cerro.

Cinco disparos al aire

Aquella tarde del 9 de julio, Ledesma llegó a la concentración como un trabajador afiliado a Comisiones Obreras, aunque se encontraba en paro y nunca había sido de la plantilla de la textil. Esa tarde había pasado por la bodeguita donde hablaba con otros albañiles de posibles chapuzas que podían salir en el barrio.

Su hermana aún guarda en el cajón de su habitación el carné de afiliado a CCOO, las gafas y las 50 pesetas que llevaba encima 

Sin dar apenas tiempo a los convocados, comenzaron las carreras, las cargas, el humo, todo por unos gritos que alteraron a aquella Policía Armada. Nadie olvida que los agentes de la BPS estaban a tan solo a veinte metros de distancia de los trabajadores de la textil. “De la calle Héroes de Toledo surgió un Seat 1500 color crema. De él se bajó un hombre que rondaba la cincuentena. Parece que algunas de las personas recriminaban a la Policía su enérgica, incontrolada e inconsecuente represión”, aclaraban los periódicos.

El recuerdo de los vecinos

“Nadie olvida aquella tarde. Fue para todos un día muy traumático. La muerte de un compañero que, sin ser trabajador, fue aquella tarde a ayudar a sus vecinos que se veían amenazados a irse a cola del paro” relata a Público Pepe Verdón, vecino del barrio en aquella época. Ledesma había llegado al barrio junto a sus siete hermanos desde Morón de la Frontera. “Se habían buscado la vida en este barrio obrero y en aquella etapa buscaba por las tardes chapuzas que le salieran en la casa de algún vecino. Sin familia y sin trabajo, este albañil intentaba salir adelante como todos”.
“No tenía viuda ni hijos pero la familia que tenía sufrimos mucho, sobre todo mi madre, que nunca dejó de recordarlo”, recuerda su hermano

Miguel Rodríguez Ledesma, hermano de Francisco, recuerda como en aquella etapa su hermano mayor tuvo la peor suerte del mundo. “En aquella época vivía con mi madre. Después de tantos meses en el hospital solo queríamos descansar de un episodio tan difícil”, relata. El mayor de los Ledesma pertenecía como trabajador de la construcción al sindicato de CCOO. Su hermana Rosario aún guarda en el cajón de su habitación el carné de afiliado, las gafas y las 50 pesetas que llevaba encima en el momento que se cometió el asesinato.

“No tenía viuda ni hijos pero la familia que tenía sufrimos mucho, sobre todo mi madre, que nunca dejó de recordarlo”, destaca Miguel. Encarna, su mujer, afirma en conversación telefónica, cómo su suegra luchó largos años en un pleito con el policía que disparó a su hijo, “ganando cinco millones de las antiguas pesetas” como compensación por parte del gobierno ya en democracia.

Mil personas acompañaron al cuerpo de Ledesma

Verdón habla del dolor de una familia que no vio a los culpables sentarse en el banquillo hasta casi tres años después de su muerte. “El día del juicio estaban sentados en el banquillo el jefe de la BPS en Sevilla que aún está vivo y un agente de Cádiz de la Brigada que recalcó que aquel disparo a 15 metros de la espalda de Ledesma se hizo para salvaguardar su seguridad”. Los responsables no cumplieron condena, quedando otro asesinato de la Transición impune.

Ledesma murió en el Hospital Virgen del Roció donde ingresó la misma tarde del 9 de julio

Ledesma murió en el Hospital Virgen del Roció donde ingresó la misma tarde del 9 de julio. Seis meses después con el pulmón infectado, el riñón y los intestinos no se pudo hacer nada por él. Hoy su hermana Rosario ha sido la única que ha mantenido su legado y reivindica la lucha de su familia por conseguir una respuesta a pesar del paso de los años. “El sindicato de Comisiones ayudó a la familia con una ayuda que hacían los trabajadores para la familia de Ledesma, esperando una lenta recuperación que nunca llegaría y que no le permitió a este albañil salir con vida”, afirma Verdón a Público.

Rosario Rodríguez Ledesma no olvida el día de la muerte de su hermano, cuarenta años después. “Cientos de personas quisieron acompañar a la familia desde el hospital al cementerio en una especie de cortejo que no fue finalmente permitido”. Cientos de personas fueron de todas formas y vociferaron delante de la policía pidiendo responsabilidad a “aquellos fascistas en una larga caminata hasta el camposanto”.

Víctima de la Transición. Víctima del franquismo

El colectivo Aire Libre, presidido por Verdón, junto al grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT (RMHSA) han exigido a la Junta que esta ‘víctima colateral’ del régimen tenga su Lugar de la Memoria, concretamente en la esquina donde fue alcanzado, la de la avenida de Hytasa con Diamantino García. Hoy lugar de entrada de un centro de educación primaria.
El colectivo Aire libre repone cada mes una placa improvisada que recuerda a los vecinos del barrio la esquina de su asesinato.

La solicitud trasladada a la Dirección General de la Memoria Democrática, para su inscripción en el Catálogo de Lugares de la Memoria Histórica de Andalucía fue aprobada el pasado mes de julio, aunque Verdón recuerda que “se encuentran a la espera de que se coloque la placa oficial”. La nueva ley de Memoria ha aceptado como víctima de la dictadura a este albañil al haber sido asesinado antes de 1982, tal y como marca la nueva ley de Memoria Democrática andaluza.

Desde 2015, el colectivo Aire libre repone cada mes una placa improvisada que recuerda a los vecinos del barrio la esquina de su asesinato. “Nos la tiran, se cae, se moja con la lluvia pero una vez más la volvemos a poner hasta que llegue la definitiva”.

Cecilio Gordillo, coordinador de la RMHSA, añade a Público la importancia de este caso y de su recuerdo en esta etapa tan oscura. “La necesidad de que las víctimas de la Transición sean víctimas de la represión del régimen, aunque sí podríamos decir que el golpe tiene una fecha concreta, 18 de julio del 36 no así el nacimiento del modelo creado (franquismo) y mucho menos su muerte y represión”.

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