Sevilla. “Será como abrir la puerta de un campo de concentración”.

El equipo de (la empresa) Aranzadi ha excavado un 7% de los 671 metros cuadrados que tiene la fosa de Pico Reja, en el cementerio de San Fernando
  • Hallan las primeras “hipótesis muy fuertes” de un enterramiento colectivo con evidencias de que los allí enterrados fueron tratados “con desprecio”
  • “Hay que trabajar sin ideas preconcebidas”, dice el coordinador

En una esquina de los primeros metros cuadrados en los que han empezado las tareas de exhumación de la fosa Pico Reja, en el cementerio de San Fernando, ya se acumulan perfectamente enumeradas las primeras “hipótesis muy fuertes y razonables de que estamos ante un enterramiento colectivo” en el que las personas fueron enterradas “con un desprecio total”.

Hay que ser honestos con las familias y decirles que se va a pelear y luchar para su reparación, pero que la fosa es una sorpresa

Juan Manuel Guijo, uno de los tres coordinadores de los trabajos de exhumación que realiza la empresa Aranzadi en Pico Reja desde el pasado 20 de enero, sabe que este miércoles tienen que afrontar uno de los momentos más delicados de todo el proceso, en el que se invertirán en torno a dos años. Los familiares de los represaliados (más de 1.100, según las estimaciones de los historiadores, encabezados por José Díaz Arriaza) participarán en la jornada de puertas abiertas que la Oficina de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Sevilla ha organizado esta mañana para que puedan ver de primera mano qué y cómo se está trabajando en la que es considerada la mayor fosa de represaliados del Franquismo.

Hay que ser honestos con las familias y decirles que se va a pelear y luchar para su reparación, pero que la fosa es una sorpresa”, sostiene Guijo. Ni se ha escatimado en medios, ni en empatía por parte de las instituciones, especialmente del Ayuntamiento de Sevilla, cuyo gobierno socialista ha trabajado para conseguir que ochenta años después haya esperanzas de cerrar heridas para cientos de familias.

Por el momento, Aranzadi (con más de 200 fosas exhumadas a sus espaldas) ha excavado un 7% de los 671 metros cuadrados de Pico Reja y sostiene que es “la primera vez que nos encontramos algo así”. Con esta expresión, Juan Manuel Guijo alude a que los primeros cuerpos del enterramiento colectivo hallado fueron enterrados sin siquiera “tomarse las molestias de tácticas de ocultación”. Las primeras evidencias de que podría tratarse de un enterramiento colectivo (para llegar a determinar que son restos de los represaliados entre el 22 de julio y el 31 de agosto de 1936 quedan muchos meses de trabajo concienzudo, riguroso y científico) están en que no hay restos de niños, no hay señales de haberse seguido un mínimo protocolo como se hacían en las fosas de caridad y las posiciones de los cuerpos.

De lo que no le cabe duda a Juan Manuel Guijo es que cuando se llegue a la zona con más restos “será como si se abrieran las puertas de un campo de concentración”.

Aranzadi y el Ayuntamiento están ahora trabajando en encontrar un espacio público en el que los forenses de la empresa puedan hacer los análisis de ADN, una de las partes claves del trabajo. “Estamos en ello”, subraya Juan Tomás de Aragón, coordinador del Área de Igualdad, Educación, Participación Ciudadana y Coordinación de Distritos. La Oficina de Memoria Histórica ha recogido el material genético de 300 familiares, no sólo de represaliados que están en Pico Reja sino también en la fosa Monumento y en otras que hay en el cementerio.  

En Pico Reja, el equipo que trabaja bajo las carpas grises instaladas lo hace “sin actuar con ideas preconcebidas. Hay que hacerlo desde la imparcialidad, que no neutralidad”, afirma Juan Manuel Guijo. Y también hay que actuar, apostilla, sabiendo que todos los restos que se encuentren tienen la misma importancia. Así lo pidió uno de los nietos de Blas Infante que visitó la fosa donde los historiadores sitúan el cuerpo del padre de la patria andaluza, fusilado el 11 de agosto de 1936.

Entre los trabajadores que limpian y retiran tierra en los primeros metros cuadrados de Pico Reja está Lucía Sosa Campos (Lucía Sócam como es conocida en el mundo de la música esta cantautora), familia de una de las 17 rosas de Guillena, 17 mujeres que fueron víctimas de la represión franquista. En el silencio del cementerio, Lucía no tararea. El único ruido que se oye es el de los aviones que ya vuelan bajo buscando la pista de aterrizaje de San Pablo; o los grifos de las fuentes donde familiares rellenan los cubos de plástico con los que acicalan las tumbas de sus seres queridos. Pero en Pico Reja, hay un millar de voces que llevaban demasiado tiempo silenciadas y que manos como las de Lucía intentan sacar a la luz. 

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