Teruel. Entre pizarras de clase, máuseres, multicopistas y ansias de libertad

 

La visita al campamento escuela de la AGLA en los Pinares de Rodeno dentro de las Jornadas de Memoria Histórica constata que queda mucho por conocer sobre la historia de la guerrilla antifranquista

No cuesta mucho echarse al monte de la imaginación, entre las inmensas rocas que envuelven el campamento escuela de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) en los montes de rodeno próximos a Tormón y Bezas, para hacerse una idea de cómo era la vida de la guerrilla antifranquista.

F.J.M. Tormón / 01/05/2016

 
   

No cuesta mucho echarse al monte de la imaginación, entre las inmensas rocas que envuelven el campamento escuela de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA) en los montes de rodeno próximos a Tormón y Bezas, para hacerse una idea de cómo era la vida de la guerrilla antifranquista. La visita que ayer se hizo a este emplazamiento dentro de las XII Jornadas de Memoria Histórica organizadas por la Asociación Pozos de Caudé, ayudó a arrojar más luz sobre el maquis, que todavía cabalgan en el imaginario popular entre la criminalización que sufrieron por parte de la dictadura, la propaganda comunista y cierta magnificación de sus gestas.

Pisar el campamento escuela de la AGLA incita a reflexionar sobre un momento de la historia de España que hay que relacionar inevitablemente con lo que estaba pasando en Europa y en el mundo, en lugar de concebirlo de forma aislada. Es algo que se planteó ayer durante la visita que algo más de un centenar de personas realizaron a este lugar de la memoria tan próximo a Teruel y tan desconocido todavía por la mayor parte de los turolenses.

El sitio fue acondicionado durante los gobiernos socialistas de la Comunidad Autónoma dentro del programa Amarga Memoria, y constituye un escenario que permite al visitante pisar la historia y empaparse de ella. No es la primera vez que la Asociación Pozos de Caudé organiza una visita a este enclave, en medio de los Pinares de Rodeno, para conocer quiénes fueron los maquis y rendirles también un homenaje.

Durante la visita de ayer se palpaba la emoción en el ambiente, sobre todo en el más veterano de la expedición, Marcelino Tino Miguel, que a pesar de sus 76 años, los tres ictus que ha sufrido y una reciente operación en la pierna, llegó hasta el campamento al que algunos autores se refieren como la Plaza de Toros por la forma que tiene.

Tino militó en el Partido Comunista de España durante la dictadura franquista y aunque no combatió con los maquis porque él era muy joven, desde finales de los años 50 cruzó 25 veces los Pirineos para traer a España desde Francia información y propaganda. Lo hacía cuatro veces al año y sabe lo que es moverse por la montaña.

Ayer, al llegar al campamento escuela, aseguró que lo veía como un “sitio donde estaban muy seguros”. Pero en cambio, los maquis permanecieron pocos meses allí antes de ser descubiertos. Uno de los guerrilleros que vivió aquella experiencia, José Manuel Montorio, conocido con el apodo de El Chaval, dejó escrito en sus memorias que se confiaron demasiado, por lo que la imagen de seguridad que puede dar hoy día la base guerrillera no fue tanta.

El campamento se encuentra en una cima, hasta la que llegaron a pie los asistentes a las Jornadas de Memoria Histórica desde la masía de Ligros. Guiados por el presidente de la Asociación Pozos de Caudé, Francisco Sánchez, pudieron conocer los lugares donde estaba la cocina, que fue uno de los que mayor expectación creó y por el que todo el mundo preguntaba, las zonas para dormir y de adiestramiento, y las rutas de escape, que es por las que pudieron huir cuando en la madrugada del 20 de diciembre de 1947 los sorprendió un destacamento de la Guardia Civil.

La leyenda dice que el general Pizarro movilizó a 3.000 guardias civiles para tomar el campamento, pero Luis Ginés, de la asociación valenciana de la AGLA creada en democracia para recuperar la memoria de la agrupación guerrillera, asegura que se “ha magnificado todo” en torno a los maquis, como que se llegaran a hacer 5.000 ejemplares de cada número del boletín El Guerrillero que se imprimía con multicopistas desde el campamento escuela. “Si se hicieron a lo largo de toda su historia, sería ya mucho”, comentó ayer.

Ginés cree que la guerrilla tendría que haber desaparecido ya en 1947 o al año siguiente porque no recibía apoyo externo, por más que el Partido Comunista alentara a sus hombres y les aleccionara en el marxismo y las doctrinas stalinistas. Cuenta que Montorio, El Chaval, le confesó que aquello se veía venir porque habían sido abandonados y tenían que ingeniárselas para conseguir dinero y alimentos con los que subsistir en el monte.

Fue eso lo que provocó que el considerado en principio inexpugnable campamento de los Pinares de Rodeno acabara siendo encontrado, porque les delató la pista dejada por el ganado que robaban para alimentarse.

Ginés opina que es “muy importante preservar esta parte de nuestra historia en lugares como este campamento, porque son episodios que no se pueden olvidar hasta que la historia oficial los recoja”.

De opinión similar es Rafael Gil, quien valoró que con iniciativas como esta se conserve la memoria de los guerrilleros, sobre los que aseguró que eran militares profesionales que hostigaban al régimen y que por ese motivo tenían un campamento escuela en el que aprendían tácticas de combate.

Ginés, Gil, o Eduardo Pencique, de Alobras, llegaron a conocer una vez recuperada la democracia a quienes estuvieron al frente de este movimiento guerrillero, como Grande, excapitán republicano que comandaba el campamento escuela junto con Pepito El Gafas. De ellos valoran el coraje que tuvieron para mantener un movimiento de resistencia a la dictadura hostigando durante años al régimen.

No obstante, durante la visita de ayer se cuestionó también el absoluto control que el Partido Comunista ejercía sobre estas agrupaciones guerrilleras, lo que provocó que quienes se unieron a ellas sin ser militantes comunistas acabaran abandonándolas.

Los maquis fueron el último foco de resistencia al franquismo después de que en Europa se derrotara al nazismo alemán y al fascismo italiano. Al huir los guerrilleros del campamento de Bezas dejaron atrás pizarras, máuseres, explosivos, equipos para editar un boletín de propaganda y, probablemente también, la ilusión truncada de que cayera la dictadura en su ansia de libertad, porque el comunismo los abandonó a su suerte.

http://www.diariodeteruel.es/noticia/72340/entre-pizarras-de-clase-mauseres-multicopistas-y-ansias-de-libertad