Tras las huellas de papel de la memoria histórica extremeña

El pasado 21 de marzo, la ARMHEX presentaba Tras las huellas de la memoria histórica de Extremadura, un libro coordinado por José M. Corbacho y Ángel Olmedo que conecta el pasado de la Guerra Civil con nuestro presente a través de la memoria de las víctimas y sus familiares.

ELSALTODIARIO.COM | IRENE OLMEDO DEL SOL | 4-4-2019

La obra Tras las huellas de la memoria histórica en Extremadura (1936/2019) surge como fruto de la exposición homónima que desde 2017 ha recorrido numerosos puntos de la región con paneles informativos que tratan de mostrar al público el rastro de la memoria histórica en la región, y del ciclo de cine y conferenciasArte y política en el cine de la II República.

Quinientos ejemplares han sido publicados en esta primera edición por la ARMHEX con el apoyo de la Diputación de Badajoz. Tanto el libro como la exposición han sido coordinados por José M. Corbacho Palacios (actual presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura) y Ángel Olmedo Alonso (miembro de la ARMHEX y coordinador director de los Campos de trabajo de memoria histórica de la ARHMEX). Además, los textos están enriquecidos con las aportaciones de otros expertos en la materia como Julián Chaves, Justo Vila, Candela Chaves, Juan Antonio Aranda, Silvia Herrero, Celia Chaves, Cayetano Ibarra o Javier Martín Bastos.

Esta obra realiza un barrido cronológico por todas aquellas épocas que tocan a la memoria histórica, de algún modo, en la región. De esta forma, está dividida en cuatro grandes bloques: Introducción, Dictadura, Fosas tras la muerte del dictador, asociacionismo y voluntariado, Familias y rescate de la memoria y, finalmente, uno de cierre. Además de los 21 paneles explicativos que conforman estos bloques, la edición impresa de esta exposición cuenta con una presentación a cargo de Miguel Ángel Gallardo Miranda (presidente de la Diputación de Badajoz), prólogo de José M. Corbacho y una reflexión sobre el concepto de “memoria histórica” por Ángel Olmedo.

Desde el prólogo ya queda clara, bajo las palabras de José M. Corbacho, la necesidad de reparar el recuerdo y dar justicia, pues “el drama de las víctimas de la represión franquista es el haber permanecidos ocultos, sin rostro, a partir de esa brutal política de deshumanización que pusieron en marcha los sublevados en la guerra y que continuó durante todo el franquismo”. Asimismo, insta a recordar la Extremadura (especialmente Badajoz) de antes de la dictadura, que destacaba por “la vibrante la actividad política que tenía nuestra Comunidad en los inicios de los años treinta”, desaparecida bajo el yugo de la dictadura. Aún hoy, cuando ya la represión franquista es un tema tratado y conocido, el concepto de “memoria histórica” es motivo de polémica incluso entre los historiadores, como explica al comienzo del libro Ángel Olmedo.

El historiador define este concepto historiográfico como “un esfuerzo por conocer nuestro pasado más reciente, a través de un procedimiento de investigación de los documentos pero también prestando especial atención a los testimonios orales de las personas que vivieron aquellos acontecimientos personalmente”. Ante el debate que suscita el concepto, defiende la importancia de los testimonios orales debido a “la parcialidad y las carencias de las fuentes escritas”. Además, justifica la necesidad de las fuentes orales por las estrategias que el bando sublevado utilizaba “para enmascarar muertes utilizando eufemismo o falsedades como ‘muerto en choque con la fuerza pública’, ‘causa de la muerte por hemorragia aguda’, ‘muerto a consecuencia de la guerra’, ‘heridas por arma de fuego’ o ‘desaparecido’, ocultan que en la mayoría de los casos, se trataba de personal civil, sacados de sus casas de forma arbitraria para ser asesinados en cualquier tapia o cuneta”.

La ARMHEX, primera asociación memorialista extremeña, fue fundada en 2002, y desde entonces ha venido desarrollando numerosas actividades tanto de excavación de fosas comunes, como de atención a víctimas y familiares del franquismo; denuncias para la retirada de simbología franquista; reconocimiento de lugares de la memoria, un ejemplo fue la campaña para la declaración de BIC (Bien de Interés Cultural) de las Colonias Penitenciarias de Montijo o la recuperación y divulgación del patrimonio audiovisual como Los Yunteros de Extremadura, rodado en 1936, perdido después de la guerra y que apareció en 2012 en un archivo ruso.

Y es que como se cita en el libro, durante la guerra (1936/1939) y la posterior dictadura, hubo un proceso sistemático desde las instituciones franquistas para borrar de la memoria colectiva a todas las personas “desafectas” al régimen. Extremadura y, más concretamente, la provincia de Badajoz fueron algunos de los más dolorosos escenarios de esta tragedia. Entre los temas tratados en el libro destaca la mirada del periodista portugués Mário Neves, testigo de la matanza de Badajoz y que escribió numerosos artículos narrando la dura represión: “Quiero dejar Badajoz cueste lo que cueste, lo más rápido posible y con la firme promesa de que ya no volveré aquí (…). Donde la paz no volverá, con seguridad, a reinar tan temprano —digo paz y no sosiego— (…)”. Aunque el periodista regresó a Portugal, hay también testimonios recogidos por la asociación de aquellos que se quedaron tras el estallido del conflicto y que lo sufrieron. Uno de ellos fue José Valverde Cerro, preso en Santo Domingo y en el campo de concentración de Castuera: “Te ponían —a estilo guarro, atado por las muñecas y por los pies y con la culata de los fusiles (…)”. Se ilustra, además, en el libro, la represión contra las mujeres, pues “fue también un ataque al nuevo modelo de mujer libre e independiente y con derechos que había propugnado la República”, dice José M. Corbacho.

Y es que, como explica Ángel Olmedo, “el franquismo puso en marcha un amplio proceso de reescritura del pasado favorable a sus intereses y la construcción de su propia ‘memoria’ (…), para hacer una interpretación favorable a sus intereses y depurar a los elementos afectos a la causa republicana”. Y añade: “En mayo de 1939, una ley franquista daba las instrucciones para buscar y devolver a las familias los cadáveres de sus seres queridos, facultaba a los ayuntamientos para no cobrar impuestos que ‘gravan las inhumaciones, exhumaciones y traslados de cadáveres víctimas de la barbarie roja’”. Será a partir de 1975, y tras el fin de la dictadura,cuando comienzan algunos tímidos intentos de recuperar los cadáveres de familiares yacentes en fosas. El primer ejemplo conocido es el de Casas de Don Pedro, donde ya en 1978, con medios muy precarios, comenzó esta labor que más tarde trataría de asumir la ARMHEX. La asociación lleva desde 2003, con la apertura de la fosa de la mina Vadihuelo (que contó con la implicación de las administraciones públicas extremeñas), realizando esta labor ya no solo desde una perspectiva social sino histórica e investigadora. Se utiliza, para ello, una metodología científica, y se cuenta con expertos como historiadores, arqueólogos, antropólogos, y, por supuesto, voluntarios y algunas administraciones. “Abriendo fosas, cerrando heridas”, titula uno de los paneles la asociación. Esta es la máxima que puede ilustrar lo que han significado los campos de trabajo Recuperación de la Memoria Histórica tanto para la asociación como para las víctimas. Desde que la actividad de la ARMHEX comenzase en 2002, otros numerosos grupos orientados a recuperar la memoria histórica de distintos lugares han surgido, como AMECADEC (Castuera), AMECECA (Cáceres), ARMH de Santa Amalia, Zafra, Mérida, colectivos en Alburquerque, Villanueva de la Serena, Navas del Madroño, etc.

Aunque recientemente ha sido aprobada la Ley de Memoria Histórica de Extremadura, como concluye José M. Corbacho en este trabajo, aún queda mucho por hacer. Apunta, además, que “la ONU vuelve a tirar de las orejas al Gobierno español por seguir ignorando las recomendaciones que le hizo el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias cuando visitó España en 2013”.

En definitiva, como concluye el historiador Ángel Olmedo, “se trata de contribuir a dar voz a todas ellas personas que no la tuvieron, pues a medida que desaparece la memoria viva de las personas que vivieron o sufrieron directamente los acontecimientos, perdemos su testimonios y su historia de forma irremediable(…). Por eso tiene justificación la idea de publicar este libro, para transformarse en una herramienta de conocimiento y difusión de nuestra historia más reciente”.

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