Un grupo de noruegos homenajea en Arándiga a ocho fusilados en el pueblo durante la Guerra Civil

Los participantes, una treintena, recibieron placas de agradecimiento a sus compatriotas que lucharon en las Brigadas Internacionales.

Un grupo de 32 personas llegadas de Noruega han participado este jueves en un homenaje a las ocho personas fusiladas en Arándiga y cuyos cuerpos fueron recuperados en 2014 de una fosa común adyacente a la carretera que une Morata de Jalón y Calcena. También participaron varios familiares de los represaliados.

Junto al monolito allí levantado, que recuerda sus nombres y que fueron asesinados el 25 de agosto de 1936, la delegación ha recibido sendas placas que reconocen “eterna gratitud a los voluntarios noruegos de las Brigadas Internacionales” por “defender la legalidad democrática de la II República Española frente al fascismo internacional”.

A ellos les acompañaba una quincena de personas, integrantes de grupos a favor de la memoria democrática y representantes políticos. “Ellos contactaron con los exhumadores hace ocho años y lo mantienen como algo personal, aunque no tengan vínculos directos con la zona”, explica Antonio Maestro, uno de los impulsores del acto. “Para ellos es un sitio más, como Gandesa, Belchite o cualquier otra batalla”, argumenta Maestro apuntando que “ojalá le dé valor para hacerlo en el futuro”. Lo decía antes de que se pronunciarse un pequeño discurso, en español y en noruego, al pie del memorial.

En él intervino la diputada provincial de Izquierda Unida Elena García que defendió el acto por la necesidad de “dignificar la memoria, en lugares siempre necesario que se conozca y sepan el desastre”. Tras ella participó Rolf Saether, que valoró que el lugar es “ejemplo del horror de la guerra” pero también “llena de esperanza para los activistas que no pararon”. “La verdad nunca se puede enterrar”, concluyó.

“Arandiga es importante para entender la guerra civil española, la dictadura y la democracia, y más aún a la luz de la nueva legislación sobre memoria histórica”

Entre los familiares presentes se encontraban Antonia Ostariz, que perdió a su tío que tenía 22 años, y Alberto Trasobares, quien a sus 91 años recordaba a su hermano que fue asesinado con 25. “Son más de 200 personas las que han venido desde hace ocho años”, detallaba Jostein Moen, otro de los organizadores llegados desde Noruega.

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