Un valle de dolor. La tragedia de la Sauceda

El Faro de Ceuta | Francisco Sánchez Montoya | 18-1-2015

El investigador ceutí Luis García Bravo, es uno de los pioneros en la investigación sobre la recuperación de la Memoria Histórica en nuestro país, y nos vuelve a sorprender con otro valioso y documental libro sobre la guerra civil. Luis es sobrino del historiador Juan Bravo, quien fuera director del Instituto de Estudios Ceutíes y toda una institución en la investigación arqueológica.

Nuestro paisano García Bravo, comenzó allá por 1997 a investigar la guerrilla antifranquista en la provincia de Cádiz, Serranía de Ronda y Campo de Gibraltar, lo que le ha llevado a conocer no solo a supervivientes guerrilleros, si no a sus familiares y a quienes les ayudaron.

El nuevo libro “Un valle de belleza y dolor. La tragedia de la Sauceda”. Es una obra, imprescindible para conocer la realidad de aquellos años, patrocinada por el Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo de la Sauceda y el Marrufo. Esta obra es una visión personal sobre el proceso que culminó con la exhumación de 28 restos humanos de víctimas de la represión, fusiladas sin formación de causa a finales de 1936 en el cortijo del Marrufo, en el valle de la Sauceda, en la confluencia de las provincias de Cádiz y Málaga, cerca del término de Ubrique.

El historiador Alberto Ramos escribió sobre Luis García: “… Uno de los pilares en la provincia para la consolidación de la Memoria Histórica sobre la represión franquista, mantuvo siempre una perseverancia a prueba de contrariedades e incomprensiones, para lograr que se investigara, primero, y se excavara finalmente, la fosa común que, era conocido, existía en La Sauceda. Allí, en el cortijo de El Marrufo, en el valle de La Sauceda, entrada natural desde la sierra de Cádiz hacia Málaga, se formó un frente de resistencia republicana, aplastado finalmente por varios bombardeos, a los que siguieron una enorme e inhumana represión.

Tras años de trabajo riguroso, honesto y fiel a las fuentes documentales y orales, el objetivo se logró cuando, en el verano de 2011, aparecieron los primeros restos humanos enterrados en la fosa común, cerca de un acebuche. Ahora, Luis ha cerrado parcialmente —nunca lo hará del todo— este capítulo de su vida que comenzó con su primera visita, hace ya muchos años, a La Sauceda, y lo ha hecho escribiendo un libro pleno de emotividad, en el que da cuenta de lo que ocurrió en el lugar.

Un libro que, estoy convencido, le ha costado escribir, al tiempo que ha debido ser una liberación, un libro en el Luis cuenta desde la leyenda del zorro, hasta los trabajos de localización de la fosa de El Marrufo, pasando por la vida cotidiana del lugar, la represión y la presencia simbólica del acebuche. Ya puede decir Luis García Bravo, con legítimo orgullo, que cumplió su promesa personal, con las víctimas de la represión franquista en La Sauceda de hacer resplandecer “Verdad, Justicia y Reparación”.

Luis García Bravo, ha sido delegado de la asociación Archivo, Guerra y Exilio para la provincia de Cádiz y Málaga. Fundador y responsable de la Asociación Foro por la Memoria en Andalucía y en la provincia de Cádiz, y formó parte del Comité Técnico de la Junta de Andalucía para la Recuperación de la Memoria Histórica. Autor de artículos tanto sobre la Memoria Histórica como de investigación sobre la guerrilla antifranquista, ha intervenido en seminarios y conferencias por todo el país. Autor de libros como: Rescatar la Memoria y I Encuentro de Investigadores sobre la Memoria, Cuadernos de la Guerrilla Antifascista, Jimena de la Frontera (1939-1954), y este ultimo “Un valle de belleza y dolor, La tragedia de la Sauceda”.

También es de destacar su trabajo en los “Cuadernos de la guerrilla antifascista”, el plan general de esta obra consta de varios cuadernos. El primer volumen de esta serie estuvo dedicado a los guerrilleros que actuaron en la zona de Jimena de la Frontera. “Consideré que el primer libro debía ser el dedicado a la zona de Jimena por la proximidad con la fosa del Marrufo, también toca muy de cerca la actividad llevada a cabo por el que había sido alcalde pedáneo de Cortes de la Frontera. Pretendo que sea un libro de consulta pero también el reflejo de la vida de unas personas, los guerrilleros, que lucharon por unos ideales de libertad y cuyo único objetivo era derrocar al régimen franquista impuesto por la ley, se trató del último brazo armado de la República” destaca el autor.

Este trabajo, es el fruto de 14 años de investigación de Luís García Bravo que aún hoy en día continúa investigando para conocer la realidad de aquellos años, el contenido de esta obra es considerada fundamental e imprescindible para conocer las actividades y la lucha que desarrollaron los conocidos como “maquis” en la provincia de Cádiz.

Se trata de rescatar la memoria de unos hechos, de las trayectorias personales de unos guerrilleros que no estaban olvidados, pero sí apartados.

Memoria olvidada

Está ubicada geográficamente en la Sauceda en la parte más occidental de la provincia de Málaga y limitando con la provincia de Cádiz. Pertenece al término municipal de Cortes de la Frontera, a caballo, por el término de Jerez de la Frontera y de Jimena de la Frontera, y asentada en la sierra del Aljibe, deslindando a un tiempo las cuencas hidrográficas de los ríos Guadalete, y Bárbate, rodeada por bosques de los llamados de galerías, donde están presentes los sauces, alcornoques, quejigos, brezos, acebuches, fresnos, lentiscos. El punto más alto, al cual se le conoce por «Pilita de la Reina», que según testigos de la época es la tumba medieval, a la que la historia dio algunas leyendas, como aquella de que fue utilizada por la reina Isabel de Castilla como baño. Así pues, todas estas condiciones unidas a su orografía hicieron que el valle de la Sauceda fuera una zona ideal para el asentamiento de batallones de los llamados desahuciados o bandoleros, quienes supieron aprovechar la incertidumbre política del momento. El origen de donde procede el nombre de la «Sauceda» es un tanto controvertido, pues mientras unos sostienen que es por la existencia de sauces en el valle, hay quienes sostienen que procede de la evolución de la palabra «desahuciados». Un autor como Juan Pino Palma, en su novela histórica “Nubes en el corazón”, consigue que el lector viaje por entre los paisajes y la historia de este valle tan especial.

García Bravo, entre las historias y el terror

Han sido muchos los años que el ceutí Luis García Bravo, ha dedicado a la investigación sobre la Memoria Histórica y las fosas comunes. En numerosas ocasiones visitó la fosa del cementerio de Santa Catalina en Ceuta, para recabar información y elaborar investigaciones sobre los represaliados en nuestra ciudad. Largas horas en archivos y entrevistas con familiares de los represaliados, fueron los llevados a cabo para realizar este testimonial libro sobre la represión en el Valle de la Sauceda.

En la presentación del libro dejó claro su planteamiento: “… Hacía algunos meses que se había exhumado la fosa del Marrufo y que también se había rehabilitado el Cementerio de la Sauceda. Los compañeros habían hecho un gran trabajo, del cual estaban merecidamente muy orgullosos, y yo en cierto modo me sentía muy feliz pues todo tal y como habíamos previsto que fuera se había cumplido; exhumaríamos la fosa, saldría a la luz la historia publicada y se trasladarían los restos a aquel pequeño cementerio blanco, ya dejado en el tiempo para que poco a poco se fuera derrumbando. Pero esto último no fue así y gracias al trabajo de los compañeros, vuelve a ser un cementerio renovado, donde han encontrado descanso los restos de aquellos hombres y mujeres que fueron asesinados y arrojados a una oscura fosa.

Todo cuanto ha rodeado al Valle de la Sauceda, la fosa en la finca del Marrufo, el fiel guardián el acebuche que nació y se crió justo al pie de la fosa y el cementerio, me hacen sentir tal cúmulo de sensaciones que cuando pasan algunos meses, muy pocos, siento una necesidad imperiosa de visitar el valle y bajar por el nuevo camino hasta el cementerio, y desde la lejanía miro hacia el lugar donde estaba la fosa y veo a mi amigo el acebuche, que aún sigue allí guardando el lugar donde fueron asesinadas y enterradas las vidas de jóvenes y menos jóvenes, vidas llenas de esperanzas, de ilusiones y de proyectos, que no verían más a sus hijos, maridos, esposas y demás familiares.

Cuando voy bajando hacia el cementerio y veo lo bien que ha quedado todo, si empre recuerdo cuando hace muchos años bajé por primera vez y me dije a mí mismo que ese sería el lugar donde si alguna vez se exhumaba la fosa deberían estar los restos, y me siento feliz pues gracias a todos mis compañeros se ha conseguido. Al llegar cerca de la puerta miro siempre hacia los árboles que hay a la parte derecha.

En ese lugar era donde los compañeros que trabajaron en la rehabilitación del cementerio se sentaban a comer, y aunque yo no tuve la suerte de verlo me contaron una anécdota muy curiosa. Al empezar éstos a comer aparecía un zorro, el cual no tenía miedo alguno a los humanos y se colocaba cerca de quienes estaban comiendo para que éstos le dieran comida hasta tal punto que incluso se pudo fotografiar; el animal después desaparecía y no volvía hasta que de nuevo se sentaban a comer. Yo siempre miro por si algún día tengo la suerte de verlo, pues cuando voy al cementerio tengo la sensación de que aunque no lo puedo ver él está por los alrededores quizás vigilando…”, manifestó en la presentación de su última obra.

Hasta los pájaros callaron…

En el libro “Un valle de belleza y dolor. La tragedia de la Sauceda”, dejó escrito García Bravo: “…  fueron aquellos meses de noviembre de 1936 a finales de febrero de 1937 los que harán que aquel valle de luz y belleza se convirtiera en un lugar de oscuridad, tristeza y mucho dolor. Tras los incansables bombardeos de los aviones rebeldes que destruirían para siempre aquellas casas hechas con mucho sudor, de muros de piedra y techos de brezos, los molinos, la ermita y todo cuanto fue la aldea de la sauceda, dando lugar a que familias enteras huyeran despavoridas sin saber a dónde ir o dónde ocultarse, cada familia padeció la tragedia y el dolor que duraría tres largos años de guerra y una larga posguerra, con el sabor del miedo y el silencio obligado.

Todo quedó arrasado; ya no se escuchaba ni tan siquiera el graznido de las águilas y hasta los pájaros callaron, los arroyos enmudecieron; solo el frío viento de invierno y el miedo estaban presentes en aquella tragedia de horror y muerte que envolvió a todo el valle de la sauceda. Solo quedó la presencia oscura de muerte, de fusiles, bombas, voces de mando y miedo, mucho miedo, que, al llegar las atardecidas de noviembre a febrero, solo eran interrumpidas por lamentos, gritos desgarradores y el sonar de disparos, que provenían del cortijo del Marrufo, allí donde eran pasados por las armas, sin juicio, hombres y mujeres, vilmente asesinados. Así quedaban grabados para siempre en el silencio del valle sus gritos y lágrimas.

Aquel lugar, «El Cortijo del Marrufo», el que no hacía mucho tiempo dio trabajo a los vecinos del valle, y donde se celebraron bodas alegres y festivas, pasó desde primero del mes de noviembre hasta finales de febrero de 1937 a convertirse en un lugar de hacinamiento masivo, de terror y de muerte, al cual iban llegando detenidos hombres y mujeres, incluso niños, vecinos de todos los pueblos de los alrededores.

Se convirtió el lugar en un destacamento al mando de quien había dirigido una de las columnas rebeldes que ocuparon la zona, el teniente de la Guardia Civil y jefe de la línea de Ubrique, José Robles Ales.

Conforme iban llegando las familias, hombres y mujeres, al Marrufo, a los hombres se les encerraba en los pabellones anexos al cortijo y a las mujeres y los niños en la ermita del mismo cortijo. A las mujeres se las torturaba con la intención de sacarles información sobre sus familiares que consiguieron huir. Muchas de esas mujeres serían fusiladas y arrojadas a las fosas comunes”.