Una miliciana extremeña.

Una miliciana extremeña

Se ha escrito tanto sobre la guerra civil y, sin embargo, qué pocos testimonios de mujeres. Para todas ellas, el final de la guerra supuso una doble derrota. A la pérdida de un gobierno democrático para España, las mujeres tuvieron que añadir la pérdida de sus derechos como personas que el franquismo borró de un plumazo haciendo a la historia y a nuestro país retroceder medio siglo. María de la Luz Mejías Correa lo contó en primera persona en el libro Así fue pasando el tiempo (Editorial Renacimiento).

Mujeres de armas tomar. Imanol
Julia Rípodas / 25 jun 2020 18:15

“— Uy, ¡qué guapina eres! ¿Por qué te fuiste a la guerra con lo guapa que tú eres?
Porque tuve ganas, contesté. Salieron sin más y me quedé tranquila.

Así fue pasando el tiempo es el testimonio de una mujer extremeña que con veinte años se unió a las milicias republicanas al comienzo de la guerra civil española. El libro es la transcripción de las grabaciones que su nieto realizó de su abuela contando toda su vida: su infancia de niña huérfana en los pueblos de Alconchel, Higuera de Vargas y Olivenza, sus años de adolescente trabajando como criada en varias casas y en un sanatorio de la ciudad de Badajoz, su lucha en el frente durante toda la guerra, los meses de cárcel tras la derrota y las infinitas penurias sufridas después, durante los años más duros del franquismo, para sobrevivir, para tener con qué alimentar a sus hijos y para salir adelante con dignidad entre tanta miseria y barbarie.

En la mentalidad beata de entonces, que una mujer se pusiese pantalones era un travestismo y una inmoralidad. Así que a las que lo hacíamos nos llamaban “machos pericos”

Su relato, que tiene el ritmo y la calidez propias de la narración oral y espontánea, arroja un retrato valiosísimo de los cambios vividos por la población rural extremeña antes, durante y después de la guerra civil.

En la mentalidad beata de entonces, que una mujer se pusiese pantalones, era un travestismo y una inmoralidad. Así que a las que lo hacíamos nos llamaban “machos pericos”, que es lo que decían a las mujeres que para ellos no eran femeninas. Y es que en general las mentalidades estaban muy atrasadas entonces.”

En la vida de María se encarna el éxodo de los pueblos a las ciudades a lo largo de gran parte del siglo XX. Ella fue una de las avanzadas porque con tan sólo trece años se instaló en la capital para trabajar . Allí conoció a su novio y se unieron a las Juventudes Socialistas Unificadas y, más tarde, al comienzo de la guerra, a las milicias republicanas.

La mirada de María nos sirve también de memoria viva de la matanza de Badajoz y del desarrollo del conflicto visto desde la resistencia en Madrid, donde pasó la mayor parte del tiempo que duró la guerra.

Cuando estábamos en la milicia estábamos comidos de piojos y casi ni podíamos vivir de la miseria que teníamos. Hacía mucho frío. Era pleno invierno y nada más nos abrigábamos con las ropas que teníamos puestas. No teníamos calefacción, ni teníamos lumbre, ni teníamos nada…..Caían obuses que tiraban con los cañones y bombas de la aviación. Sonaban las sirenas de alrma para esconder a la población en los refugios, en los sótanos. Yo nunca hice caso, y me quedaba fuera oyendo los motores de los aviones pasar. Las calles de Madrid siempre estaban vacías.”

Todavía a fecha de hoy, ningún gobierno de España nos ha pedido perdón por el error cometido, las torturas y el sufrimiento, ni por los familiares fusilados o desaparecidos

Se ha escrito tanto sobre la guerra civil y, sin embargo, qué pocos testimonios de mujeres. Para todas ellas, el final de la guerra supuso una doble derrota. A la pérdida de un gobierno democrático para España, las mujeres tuvieron que añadir, durante más de cuarenta años, la pérdida de sus derechos como personas, conquistados no sin dificultad durante la República , y que el franquismo borró de un plumazo haciendo a la historia y a nuestro país retroceder medio siglo.

Nada había hecho para merecer cárcel y estuve casi un año presa, con condena de seis años y un día que finalmente no cumplí. Nada había hecho Juan y lo absolvieron, pero estuvo en un campo de concentración en Madrid y tuvo tres meses de prisión en Olivenza. Todavía a fecha de hoy, ningún gobierno de España nos ha pedido perdón por el error cometido, las torturas y el sufrimiento, ni por los familiares fusilados o desaparecidos.

La guerra también fue para ellas, para las que, como María, se unieron a las milicias y para las que no. Dar voz y visibilidad al recuerdo de tantas Marías silenciadas es una cuestión de justicia social y humanitaria.

[María de la luz Mejías Correa (Olivenza, Badajoz, 1916) es una mujer extremeña que durante la guerra civil española formó parte de las milicias repúblicanas perteneciendo a la llamada columna de Pedro Rubio.]

https://www.elsaltodiario.com/memoria-historica/una-miliciana-extremena