Valladolid. La dignidad del maestro libertario

Francisco Portales Sirgado murió a causa de una paliza en la Cárcel de Valladolid, en 1941; su nieta lucha por exhumar sus restos, depositados en la fosa de los pobres del cementerio de El Carmen.

EL NORTE DE CASTILLA | ENRIQUE BERZAL | VALLADOLID | 25-2-2019

Aquel era uno de los pocos ramos de flores que alguien depositaba en la fosa de los pobres. Lo traía María Luisa Hernández Portales, sevillana de Montequinto, junto con la esperanza de poder exhumar los restos de su bisabuelo. Era verano; más aún, era 18 de julio, una fecha cargada de significado para los familiares de quienes, como Francisco Portales Sirgado, murieron a manos de los militares que se sublevaron ese mismo día de 1936. Frente a la fosa de los pobres –parcela 89– del cementerio municipal de El Carmen, María Luisa no pudo contener la emoción. Y justo en ese mismo instante, el cielo tronó: «Fue mágico, como si mis lágrimas se mimetizaran con la lluvia», recuerda al otro lado del teléfono.

Aquel 18 de julio de 2018, 82 años después del golpe militar que provocó la Guerra Civil y desató las tempestades que acabarían con la vida de su bisabuelo, María Luisa pudo por fin encontrar sus restos. Llevaba más de un año dando palos de ciego, preguntando en puertas equivocadas, rastreando en archivos de media España y persiguiendo rastros incompletos: «En mayo de 2017, visitando el cementerio de Zahínos, municipio de la provincia de Badajoz, vi la lápida de mi bisabuela, Luisa, pero no estaba la de él. Pregunté y me dijeron que lo habían matado después de la Guerra, cuando iba en una cuerda de presos en Guadalajara. Pero otros me decían que murió en Valladolid. Y comencé a buscar».

Lo cierto es que el bisabuelo Francisco no era un hombre que pasara desapercibido. Nacido el 10 de mayo de 1871 en Zahínos, había recibido de sus padres la vocación por la enseñanza, que comenzó a ejercer como interino en la escuela de su pueblo, pero también el compromiso político. Como recuerda el Grupo de Memoria Histórica de la CNT de Valladolid, que ha reconstruido su biografía, fue elegido concejal en 1902 y 1906 y ejerció la Alcaldía en dos ocasiones, en 1909 y entre enero de 1910 y diciembre de 1911. También tuvo tiempo de participar en la creación de la Sociedad Civil ‘El Progreso’, fundada en 1902, y de ejercer la vicepresidencia en su junta directiva.

Se afilió a CNT y FAI en plena contienda y participó del lado de los republicanos

Padre de 14 hijos –no todos llegarían a la edad adulta–, les inculcó sus ideales progresistas y libertarios al tiempo que ejercía la docencia como maestro nacional en Santas Martas (León), Sesnández de Tábara (Zamora) , finalmente, en Guadalajara, donde le sorprendió el estallido de la Guerra Civil. Una de sus hijas, Suceso Portales Casamar, afiliada a la CNT desde 1934, fue la fundadora de Mujeres Libres. Francisco se afilió al sindicato único de enseñanza de CNT a finales de julio de 1936 y a la FAI en octubre de 1938, en plena contienda, y participó al lado de las autoridades republicanas hasta la definitiva caída de Guadalajara, el 28 de marzo de 1939, en manos de las tropas franquistas.

Por eso no pudo escapar. Desde la prisión de Brihuega fue conducido a la de la capital guadalajareña. Sometido, en mayo de 1940, a un implacable Consejo de Guerra, argumentos como haberle visto con un gorro anarquista fueron suficientes para condenarle a 20 años y un día de prisión por el delito de «auxilio a la rebelión». Un mes más tarde, el Ministerio de Educación ratificaba su separación definitiva de la profesión. Al menos le conmutaron la pena por la de 12 años y un día. El 10 de marzo de 1941 se ordenó su traslado a la colonia penitenciaria de la Isla de San Simón, frente a la ría de Vigo, junto a otros cinco presos. Pero nunca llegó. La tragedia le esperaba en la prisión vallisoletana, donde ingresó como preso en tránsito y donde, según testigos del momento, varios guardias le propinaron una brutal paliza por enseñar a leer a otros presos. Era el 18 de marzo de 1941. Falleció ese mismo día a las tres de la madrugada; le faltaban un mes y veintitrés días para cumplir 70 años.

Vía judicial

Horas más tarde, el cadáver de Francisco Portales era depositado en la fosa de los pobres del cementerio municipal de El Carmen (parcela 89). Y a continuación, el silencio; un silencio que ha durado 77 años, concretamente hasta el 18 de julio pasado, cuando su bisnieta, María Luisa Hernández Portales, vino a Valladolid con un ramo de flores y una doble petición para el Ayuntamiento: exhumar sus restos para darles una sepultura digna y colocar una placa conmemorativa en la antigua Cárcel Nueva –edificio que actualmente acoge el centro cívico de la Calle Madre de Dios– en homenaje a las víctimas del Franquismo.

A día de hoy, sin embargo, todo han sido dificultades, pues ni siquiera la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid, con la que contactó, le dio garantías de poder realizar la exhumación. Le dijeron, entre otras razones, que esa gran fosa podía haber sido levantada en los años 80 para su ampliación y venta de sepulturas a particulares. Ello le llevó a interponer una demanda ante el Juzgado de Instrucción número 2, solicitando la exhumación de los restos de su bisabuelo, que a principios de agosto fue sobreseída y archivada por no ser «competencia de este Juzgado».

Lejos de arredrarse, María Luisa sigue fiel a su cometido y está siendo apoyada por el Grupo de Memoria Histórica de la CNT vallisoletana, que además de sumarse a la petición de exhumar los restos de Francisco Portales «aprovechando las actuaciones que el consistorio vallisoletano, por medio de la ARMH, está realizando en el cementerio de El Carmen», reclama la «participación activa» en dichos trabajos tanto de las organizaciones históricas como de las propias familias afectadas. El último paso que ha dado María Luisa ha sido recurrir a la justicia argentina a través de su Consulado en Cádiz. Dice que no se rendirá, que removerá lo que sea necesario para restañar la dignidad herida de su bisabuelo, el maestro libertario.

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