Valladolid. La trasmisión de la Memoria Histórica como antídoto para repetir los errores

Los historiadores reivindican la «memoria» frente a la «historia» en el congreso que sobre el franquismo se celebra en Valladolid

EL NORTE DE CASTILLA | 20-11-2017

Conocer y traspasar el conocimiento a los más jóvenes ayuda a prevenir que se repitan errores. Los expertos reclaman que la memoria tiene un valor de transmisión muy necesario hoy en día. Fueron ideas que ayer se desarrollaron en Valladolid, en la primera jornada del Congreso Internacional Territorios de la Memoria. Es tiempo de memoria, insisten. Porque aunque Franco murió hace 42 años –y ayer aún se publicaban esquelas de aniversario–, ideologías similares parecen extenderse incluso en ámbitos aparentemente tan democráticos y libres como la Unión Europea. El ejemplo más contundente lo aportaba ayer el belga Philippe Raxhon, que quiso distinguir entre «memoria» e «historia» para dejar claro por qué es relevante la primera de ellas.

Para Raxhon, la «memoria» es un concepto que incluye la capacidad de transmisión a las generaciones más jóvenes, de impregnar su conocimiento, en este caso, de lo que fue el franquismo, como antídoto para no repetir episodios oscuros. «El concepto de memoria es algo que debería adquirir más valor, más presencia dentro del ámbito social por la capacidad que tiene de hacernos pensar en el pasado y analizar cuáles son las herencias que vamos a recibir del pasado», explicaba a El Norte Matteo Tomasoni, historiador que participará hoy en la jornada ciudadana, complementaria al Congreso, sobre los aliados ideológicos del franquismo.

El programa de hoy

Recuperar esa memoria es, a juicio de Tomasoni y de los expertos que desfilaron ayer por el aula Lope de Rueda de la Facultad de Filosofía y Letras, «un trabajo que hoy en día es más necesario que nunca teniendo en cuenta la época que estamos viviendo con esas rápidas transformaciones políticas e ideológicas que vuelven a surgir incluso en el contexto de la UE».

En Bélgica, lugar del que proviene Raxhon, que inauguró el Congreso, el ascenso de la ultraderecha es una evidencia irrebatible. Como ocurre en Francia con el partido de Marie Le Pen y como ha ocurrido en otros países de Centro Europa. Formaciones que se aferran al miedo, al temor a la inmigración, a la criminalidad, al terrorismo del islamismo radical, para fortalecerse y optar a gobernar en países que han perdido parte de su soberanía en beneficio de un conglomerado multinacional como la Unión Europea.

Las imágenes del franquismo

Las ideologías que sustentaron al franquismo fueron otra de las constantes durante la jornada, tanto en las sesiones de la mañana, con una mesa en la que Alfonso Botti, de la universidad de Módena-Reggio, estableció la relación entre el franquismo y el nacionalcatolicismo, como en la jornada ciudadana vespertina. En la segunda, Manuel González, teniente de alcalde con el socialista Tomás Rodríguez Bolaños, repasó esa misma ligazón con la iglesia. «En las escuelas había dos imágenes, el retrato de Franco y el crucifijo, juntos. Y en ayuntamientos y otros lugares», comenzó. Y a partir de ahí desgranó cómo se quiso consturir esa identidad común que permitía al régimen franquista encontrar el apoyo moral que necesitaba.

«Franco, que era inteligente, supo que un levantamiento militar tenía difícil andadura si no encontraba un apoyo moral y lo encontró en la iglesia católica. Consiguió convertir a la iglesia en la base moral del régimen. La labor de las parroquias obreras tiene su imprtancia [en el tardofranquismo] porque si se derribaba el pedestal del franquismo tenía que ser a través de estas».

Esa construcción del nacionalcatolicismo tiene, para Manuel González, una fecha de nacimiento, por así decirlo, 1940. «Franco tiene un ministro, De Lequerica, filonazi, y lo cambia por Martín Artajo, un propagandista católico. Lo hace por indicación del obispo de Madrid y da entrada rápidamente a curas en todos los ámbitos del régimen, colegios, medios de comunicación…».

El ejemplo máximo del nacionalcatolicismo, su expresión culmen, es para Manuel González «la creación del Valle de los Cáidos, como elemento visual, en el centro de la Península, con la mayor cruz del mundo asentada en una basílica cuyo fundamento, en su base, es el cuerpo del dictador».

Frente a eso surgió la iglesia obrera. «Romper ese lazo entre Franco y el crucifijo era romper la raíz del sistema», resumía Manuel González.Y se rompió con la aparición de las parroquias obreras, que sobre todo eran espacios en los que poder organizarse. «Espacios». Un concepto que también utilizó en su alocución Roberto Fernández de la Reguera cuando habló de la creación de la Librería Villalar en Valladolid. «Se trataba de crear espacios», dijo. Y puso el ejemplo de los periódicos, en los que se crean esos espacios a través «de los talleres de creación, de pensamiento, de opinión y de encuentro. en Valladolid aparecen núcleos en torno a las universidades, fáabricas, casas parroquiales y colegios profesionales y van gestando una nueva España con una generación que quiere y reclama cambio y progreso».

«En este contexto se crea la Librería Villalar», añade, y de inmediato se convierte en uno de esos espacios, no sin antes pasar por algunas vicisitudes. «Carmen Delgado, Isabel Gijón y Ana Carbajo ofrecen poder montar esta librería, pero el arzobispado da marcha atrás con el local». Entonces aparece la familia Villa con su ofrecimiento de un local amplio en la Plaza de la Universidad y lo que iba a ser un pequeño espacio se convierte en un lugar en el que «cubrir lagunas culturales, que se pudieran vender libros de otras editoriales afincadas en el extranjero» y en el que, incluso, los ciudadanos acudían para conocer y dar noticias.

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