La Guardia Civil hace cumplir la Ley de Memoria Histórica y reclama el DNI a los nostálgicos del franquismo que hacen el saludo fascista en la basílica del Valle de los Caídos
“Ya sabe usted por qué le he identificado. Y si no lo sabe, léase el artículo 16 de la ley”, dice un teniente a una de las personas a las que pidió el carné
Antes de que acabara la misa, uno de los religiosos dio las instrucciones en nombre de la “comunidad benedictina”. Había sido una ceremonia religiosa normal pero sin sermón para no jugársela, pero al final llegaron las advertencias. Hubo un guiño a la audiencia con una referencia a la “lógica indignación social” por los planes de traslado del cuerpo y una petición clara para que nadie hiciera “lo que no es propio de una iglesia”. Es decir, nada de “gritos y cánticos”, nada de presentarse de cara al astro compuesto de hidrógeno y helio con una camisa a estrenar. Les recordó también que en una hora se celebraría allí una boda. Vamos, que no se eternizaran.
Las cerca de cuatrocientas personas reunidas en la misa se dirigieron a la tumba de Franco, situada justo detrás del altar, porque a fin de cuentas toda la basílica es un homenaje al dictador. Los asistentes se arremolinaron para hacerse fotos en torno a la sepultura, casi totalmente cubierta por flores (la de José Antonio Primo de Rivera, de menos éxito, sólo contaba con unos cuantos ramos con pocas flores). Hasta ese momento, todo era parecido a cuando la gente se acerca a la tumba de Jim Morrison en el cementerio de Père Lachaise en París. Fotos, muchas fotos con los móviles. Una mujer pasó el cordón para ponerse en cuclillas y que le hicieran la foto al lado de la losa. Obviamente, faltaba el toque franquista e inmediatamente después el giro de la trama que no esperaban los adeptos a la causa.
Cuando la tumba estaba totalmente rodeada de personas, algunos levantaban un poco el brazo, muy rápidamente, como si fuera un tic. Después, llegaron los más entusiastas.
Multa más lecturas recomendadas por el mismo precio.
El tipo se quedó un poco frito. No respondió de forma airada. Estaba allí, entre otras cosas, para protestar contra esa ley y lo que había conseguido era que le tomaran los datos para que le enviaran una multa a casa a causa de esa misma ley. Multado por franquista a dos metros de la tumba de Franco.
Una mujer que estaba al lado sí tenía algo que decir: “La Ley de Memoria Histórica es una vergüenza”. Para eso también tenía respuesta el teniente: “Señora, yo estoy aquí para hacer cumplir la ley”. Y ya no había más que decir.
Alguien se acercó a la persona que había hecho el saludo y le preguntó por qué le habían pedido el DNI. “Por levantar el brazo”, dijo. No estaba pidiendo un taxi precisamente, pero el interlocutor sabía a qué se refería.
Los franquistas no iban a llegar muy lejos así hasta que otra mujer se rindió un poco más y soltó lo último que le quedaba en la mente: “Sí, pero también se puede hacer la vista gorda”. Ese es un argumento que no suele tener mucho peso ante la Policía y la Guardia Civil si alguien está cometiendo un presunto delito. Y no es que no se haya intentado antes.
Estaban también los que planteaban alternativas: “¿Y qué pasa si levanto el puño?”. “Entonces también lo identifico”, escuchó. Esa pregunta era fácil de responder.
Al preguntar a uno de los testigos de estos diálogos, el periodista recibió una respuesta llena de ironía involuntaria: “Así vamos a acabar en una dictadura”, comentó. Esta persona que había acudido a la basílica para mostrar su reconocimiento a un dictador fallecido no pretendía ser sarcástico. Resulta que hablaba en serio. Lo intentaba.
Hubo más identificaciones y más diálogos reveladores con el teniente. Una persona de pelo blanco y aspecto apacible al que también se le había disparado el brazo preguntó sorprendido si le iba a multar por eso. “Yo no le voy a sancionar. Le sanciona la Delegación del Gobierno. Yo voy a proponerle para una sanción”, respondió el guardia civil, interesado en dejar claros los pequeños detalles legales.
Por unos breves instantes, la cosa se desmandó cuando dos chicas se plantaron ante la tumba para realizar el saludo fascista con el brazo bien recto. El guardia civil se fue a por ellas y dejó sin multa al hombre del pelo blanco al que su mujer le agarraba del brazo para que aprovechara la confusión y se fuera sin multa. En ese momento, una persona de la fundación o la basílica levantó la voz y dijo: “Por favor, no levanten el brazo”. Los pocos que quedaban le hicieron caso.
En ese momento, media hora después del fin de la misa, ya no había muchos en torno a la tumba. Uno de los últimos candidatos a multa fue un hombre de gran barba blanca clavado al célebre guionista de cómics Alan Moore. Al menos, era un contrapunto estético frente a tanto hombre con la cabeza rapada o el pelo muy corto. El Alan Moore franquista tuvo un último gesto de resistencia y pidió el número de identificación al cabo de la Guardia Civil que le tomó los datos. El agente señaló el trozo de tela en el uniforme donde estaba bien claro el número.
No había tiempo para más. En los bancos de la basílica ya estaban sentados los invitados más rápidos de la boda.
Ya pueden presentarse los de la mudanza cuando quieran.