Horacio Fuentes Quiñones

Hinojares
Jaén
Fuentes Lara, Encarnación

Mi abuelo Horacio Fuentes Quiñones vivió en Hinojares, provincia de Jaén. Era un hombre sencillo, del campo, viudo y padre de tres hijos. Pensó que la sociedad podría organizarse de manera que la riqueza y los recursos estuviesen equitativamente repartidos y que tenía que estar unido a los demás campesinos para defender sus derechos y sus ideales. Por ese motivo se afilió a la UGT y simpatizó con los partidos políticos llamados de izquierdas. Lo mismo hicieron algunos de su s hermanos, Gregoria Fuentes Quiñones y Antonio Fuentes Quiñones.

Al acabar la guerra civil, todos ellos fueron represaliados. Él y su hermano Antonio fueron juzgados por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Granada. Desde el Centro Documental de la Memoria Histórica, Archivo de Salamanca, me han enviado el expediente de mi abuelo, de 1939, en el que indican que lo consideraban culpable por ser una persona de «exaltadas ideas marxistas», y le imponían una sanción económica a pesar de que ellos mismos decían haber comprobado que no poseía ningún bien y era insolvente, y su situación era difícil al hallarse viudo con tres criaturas. Hay otro expediente de 1960 en el que finalmente le indultan y le eximen del pago de la sanción impuesta.

En los años 50 emigró junto a mi tía a Cataluña y allí se reunió con mi padre que había sido enviado a hacer el servicio militar a la provincia de Lérida. Mi otra tía había fallecido siendo adolescente.

Jamás regresó a su pueblo natal. Ni siquiera cuando mi padre recuperó para la familia la casa y los olivares de mi abuela…

Vivió y actuó en coherencia con sus ideas. Jamás se doblegó, aunque su actitud le llevase muchas veces a ser incomprendido por la mayoría de familiares. Nunca entró en una iglesia, ni para la boda de mi padre ni para mi comunión… Me dijo con una sonrisa que «misa» era nombre de gato y que vendría a estar conmigo en la fiesta.

Con el paso del tiempo y gracias a la Recuperación de la Memoria Histórica he podido comprender mejor las «rarezas» de mi abuelo, entender su sufrimiento y aclarar el porqué de tantos silencios…

Un abrazo y un beso para ti, allá donde quiera que estés, abuelo.