‘Álora, el duelo interrumpido’, de la historiadora Raquel Zugasti

“En el antiguo cementerio de Álora fueron ejecutadas y enterradas en fosas comunes 165 personas, de entre ellas 162 hombres y tres mujeres, una de ellas en avanzado estado de gestación”

“Las intervenciones arqueológicas han revelado que se siguió enterrando en los siguientes años sin miramiento a los que yacían allí, entendamos que por desconocimiento y dejadez, la pala del enterrador sacaba la tierra junto con los restos de los pobres y los represaliados para introducir nuevos féretros y volver a volcar la tierra sobre ellos”

28/06/21. Opinión. La historiadora Raquel Zugasti escribe en esta Tribuna Abierta para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la recuperación de los restos de los represaliados por el franquismo en Álora: “El proceso de recuperación de la memoria histórica de Álora ejemplifica claramente el formato general adoptado durante los últimos veinte años, con un final inacabado y abierto… …que plantea la necesidad de buscar nuevas formas de resolver un duelo nuevamente aplazado”.

El castillo de Álora, testigo inclemente de la represión franquista, deja en carne viva las heridas de la dictadura, perpetuadas en el olvido de la democracia.

El proceso de recuperación de la memoria histórica de Álora ejemplifica claramente el formato general adoptado durante los últimos veinte años, con un final inacabado y abierto que plantea la necesidad de buscar nuevas formas de resolver un duelo nuevamente aplazado.

Si nos atenemos a los casos documentados, en el antiguo cementerio de Álora fueron ejecutadas y enterradas en fosas comunes 165 personas, de entre ellas 162 hombres y tres mujeres, una de ellas en avanzado estado de gestación, a los que debemos sumar el enterramiento de la mayor parte de los 10 guerrilleros que cayeron a manos de la guardia civil durante los años de la postguerra.

Aún permanece el recuerdo de la subida de los reos por la empinada Calle Ancha, el ruido de los disparos y la valentía de una mujer que se atrevió a asomarse para conocer el destino de su hermano.

Recuerdos que al principio sólo fueron susurros en los hogares, cuando el miedo y las represalias no permitían hablar libremente. Recuerdos que la transición y la democracia fueron relegando a un olvido cada vez más profundo, del que sólo salieron gracias al tesón y al esfuerzo de los familiares de las víctimas de la represión, primero luchando en solitario, luego formando parte de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Málaga y, finalmente, conformando una asociación propia, “Memoria Histórica de Álora, la llama sigue viva”. Siempre con el objetivo de recuperar los restos para darles una sepultura digna y que los nombres de los represaliados sean conocidos; han conseguido meter la memoria histórica en la agenda política y favorecer su conocimiento y difusión en el pueblo.

El Ayuntamiento de Álora, entretanto, ha respondido a las reivindicaciones de los familiares y vecinos demostrando cierta empatía y sensibilidad, que ha crecido con el paso de los años; comenzó por sumarse a la “moda” de los monolitos que recorrió la geografía andaluza durante los primeros años de la década del 2.000, los cuales, con sus leyendas genéricas y su deslocalización (aquí, como en muchos otros pueblos, se encuentra en el cementerio nuevo, en las afueras del municipio), no contentaron a nadie, y pretendieron dar carpetazo a las reclamaciones de las asociaciones de memoria histórica. Posteriormente, desde el cabildo, se procedió a favorecer el conocimiento subvencionando un proyecto de investigación que sacó a la luz, a través de testimonios orales y fuentes escritas, la magnitud que alcanzó la represión en el municipio; además de invertir en unas jornadas divulgativas y un documental repleto de testimonios, entre los años 2007 y 2008.

Por último, desde el año 2011 todos los esfuerzos de familiares y ayuntamiento han ido encaminados a la localización y exhumación de los restos enterrados en las fosas comunes del franquismo, tras una campaña de localización a través de catas, una prospección geofísica mediante georradar y una última campaña de excavación arqueológica, llevadas a cabo por las empresas Aratispi S.L. y Drakkar Consultores, con la colaboración de la Universidad de Granada, los resultados no pueden ser más desalentadores.

Las fosas se encontraban en la parte más alta del castillo, en el Patio de Armas, en el lugar usado para enterrar a los que no podían costearse los nichos; un espacio limitado donde las intervenciones arqueológicas han revelado que se siguió enterrando en los siguientes años sin miramiento a los que yacían allí, entendamos que por desconocimiento y dejadez, la pala del enterrador sacaba la tierra junto con los restos de los pobres y los represaliados para introducir nuevos féretros y volver a volcar la tierra sobre ellos.

De esta forma, los restos de las 165 personas contabilizadas a través de fuentes documentales, han quedado reducidos a pequeños trozos inconexos, dejando tras de sí una estela de frustración y tristeza, un duelo nuevamente interrumpido. Además de plantear la necesidad de buscar nuevas fórmulas que aporten dignidad y honren su recuerdo.

https://revistaelobservador.com/opinion/51-tribuna-abierta/16727-alora-el-duelo-interrumpido-la-historiadora-raquel-zugasti-escribe-sobre-el-intento-frustrado-de-recuperar-los-restos-de-los-represaliados-por-el-franquismo-en-alora?fbclid=IwAR3nviT-jGzn7IJMNQtb7jhJ4HbBTzOmNveV34-pcRKUf1yDtUjMLmVJXfI