Andalucía celebra (en silencio) los 20 años de su primera exhumación pública de víctimas del franquismo

Los trabajos en 2004 en El Bosque, en la Sierra de Cádiz, recuperaron a 13 desaparecidos con un equipo arqueológico de la delegación de Cultura de la Junta, pero no hay recuerdo oficial a la efeméride

Andalucía celebra 20 años de su primera exhumación pública de una fosa común con víctimas del franquismo. Pero conmemora en silencio, desmemoriada. No existe recuerdo oficial, nota de prensa o mención institucional sobre la efeméride. En el año 2004 fueron recuperadas 13 personas en El Bosque, en la Sierra de Cádiz, con el trabajo de un equipo arqueológico de la delegación de Cultura de la Junta.

Unas obras en el cementerio del pueblo gaditano dan entonces la voz de alarma: de la tierra afloran “restos óseos de origen humano”. Las familias de los desaparecidos reclaman una investigación y la administración asume el deber de una “intervención urgente” que culmina, en una primera fase, hace justo dos décadas.

La excavación inaugural —con criterio científico— en suelo andaluz tiene además un testimonio clave: José Vázquez, un joven en 1936 al que los golpistas obligan a cavar aquellas tumbas ilegales. La memoria del anciano señalará el lugar donde yacen enterrados los cuerpos que forman parte de la cartografía del terror que cubre el sur de Europa con al menos 900 fosas y 50.000 civiles asesinados, como reconoce el Ejecutivo de Juanma Moreno (PP).

lavozdelsur.es ha preguntado sobre el asunto a la consejería de Turismo, Cultura y Deporte, de quién dependen estas políticas regionales, sin obtener respuesta. Por su parte, quedó denegado uno de los proyectos presentados a la convocatoria de subvenciones de la secretaría de Estado de Memoria Democrática del Gobierno de España que proponía recordar el aniversario.

Diputación de Cádiz “sí tiene la idea sobre la mesa”, que concretará en un congreso a final de año, es el objetivo, coordinado desde el Servicio de Memoria Histórica y Democrática que pertenece al Área de Desarrollo a la Ciudadanía, según las fuentes consultadas por este medio. El Gobierno andaluz sí presentó días atrás las cifras del I Plan de Memoria Democrática, con doce fosas abiertas, 2.181 víctimas recuperadas y 25 identificadas tras el análisis de muestras de ADN.

La memoria de Pepe Vázquez

José Vázquez, Pepe, doblega al silencio. Pasan decenios desde que es testigo de la barbarie fascista, cuando los tiros matan en la zona desde agosto del 36 y suman en unos meses un puñado de ejecuciones. Las víctimas son “los 13 de Ubrique, de Benamahoma se estimaba que unos 17, de Grazalema y de Prado del Rey”, enumera el arqueólogo Jesús Román.

“Estos últimos estarían en una fosa bajo uno de los bloques de nichos construidos en los 80 y 90 según el testimonio de Pepe, por tanto aún podrían ser exhumados en un futuro”, aclara. Los franquistas fuerzan a Vázquez y otros paisanos a abrir las fosas donde arrojan los cadáveres.

Y ya anciano, con más de 90 años de edad, el testigo no duda en marcar los enterramientos colectivos. Las mismas manos coaccionadas a quebrar la tierra derrotan la desmemoria impuesta. Los “valiosos testimonios” hacen “saltar las alarmas”, escriben Virginia Pinto y Alfonso Pando en la revista Trivium (número 1, junio de 2004). Pepe ha marcado el camino.

“Tras 68 años de temeroso silencio, se ha declarado testigo directo y activo de los acontecimientos acaecidos en ese lugar, puesto que tuvo que abrir personalmente fosas y enterrar cuerpos”, describen. Ahí nace la primera intervención arqueológica en Andalucía.

Un total de 22 víctimas

La secuencia arranca cuando familias de Ubrique busca “pistas” del paradero de sus seres queridos asesinados y los indicios conducen al cementerio bosqueño. Y a un testigo fundamental, Pepe Vázquez. “Con 24 años fue obligado a enterrar a varias víctimas de la represión franquista”, relata Jesús Román.

Corre diciembre de 2003 y el tiempo apremia por la construcción de nichos en los puntos de inhumación clandestina. “El arrojo de los familiares con el apoyo de Emilio Silva, Cecilio Gordillo, Fernando Romero o el recordado Carlos Perales”, especifica Román, hacen posible el compromiso de la administración pública para que arranque esta primera intervención.

El 29 de diciembre de 2003 hay una primera reunión en la Delegación Provincial de Cultura de Cádiz. Sobre la mesa queda el deber de hacer una “intervención urgente”. Los trabajos arqueológicos se desarrollan de enero a mayo de 2004 y entre abril y mayo de 2005.

Dos campañas que suman un total de 22 personas recuperadas de cinco fosas comunes. La primera fase –coordinada por Alfonso Pando– rescata 13 cuerpos, hace ahora 20 años, y la segunda –dirigida por Román– suma nueve represaliados más en 2005.

Una franja de cal como prueba

Pepe Vázquez “narra la existencia de varias pequeñas fosas” con un “número indeterminado” de asesinados. Entre tres y nueve por sepultura, recuerda. Las zanjas discurren paralelas al muro perimetral del camposanto. Aporta también datos como las fechas de los asesinatos: desde el 9 de agosto del 36, el 15 del mismo mes, el 12 de septiembre, mediados de noviembre… hasta alcanzar los albores del año 37.

En una de las fosas quedó tirado el cuerpo de una mujer, Ana Gil. Cerca deben estar los esqueletos de Manuel Salguero y su hijo, un chaval de 15 años que se llama igual que su padre. O de José Bazán, concejal de Izquierda Republicana, y una retahíla de nombres de la comarca. La búsqueda de desaparecidos devuelve vidas arrancadas de cuajo.

Una “franja de cal” que tiñe la tierra marca los “primeros vestigios” de las sepulturas, explican los informes de la época, a los que ha tenido acceso este periódico. Dos de los depósitos aparecen alterados por la dinámica de uso de la necrópolis, con enterramientos posteriores e incluso un muro de ladrillos para edificar un nicho.

Los esqueletos de las víctimas están, muchos, “en posiciones muy forzadas en una amalgama en la que se entrecruzan las extremidades superiores con las inferiores”. Algunos bocabajo. La cultura material queda relegada a botones, hebillas, restos de ropa, enganches de tirantes y suelas de zapatos hechas con trozos de neumático.

El “hallazgo” casual de huesos “de origen humano” origina así el inicio de la primera exhumación de víctimas de la represión franquista bajo criterio arqueológico y respaldo de la Administración pública —que tira entonces del Decreto 334/2003, de 2 de diciembre, para la coordinación de actuaciones en torno a la recuperación de la Memoria Histórica— en la región. Un acontecimiento que registra El Bosque, cumple 20 años y Andalucía celebra… en silencio.

Sobre el autor:

Juan Miguel Baquero_ Periodista. Especializado en Memoria Histórica y Derechos humanos. Autor de ‘El país de la desmemoria’ (Roca Editorial) y de los libros ‘Las huellas en la tierra’ y ‘Que fuera mi tierra’–reconocido con el Premio Chaves Nogales al mejor libro periodístico del año 2016–, sobre intervenciones en fosas comunes del franquismo en Andalucía.

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