Se cumplen 89 años del asesinato y su cuerpo sigue desaparecido. “Este hecho es bien representativo de la injusticia histórica que sufren las víctimas del franquismo”, reflexiona la investigadora Pura Sánchez.
- “Hay un discurso en Andalucía que frente a la radicalización enarbola el pensamiento infantiano como trinchera y como refugio”, expone el escritor Antonio Manuel.

- Raúl Bocanegra/ Sevilla–
En la madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936, Blas Infante, de 51 años, fue fusilado en el kilómetro 4 de la carretera de Carmona. Ocho días antes había sido detenido por los golpistas en su casa de Coria del Río (Sevilla) y trasladado a la cárcel que habían improvisado en el cine Jáuregui, ubicado en el centro de Sevilla. El lugar es hoy un supermercado.
El cadáver de Infante jamás ha sido hallado, aunque varios expertos creen que está en alguna de las fosas del cementerio de Sevilla. En fechas recientes se ha exhumado la de Pico Reja, de la que se han extraído miles de cuerpos. “En una visita al cementerio de Sevilla de mi abuela Angustias [viuda de Infante] se le acercó un sepulturero que le dijo que había tenido que depositar el cadáver en la fosa común”, recuerda en conversación con Público Javier Delmás, presidente de la fundación que lleva su nombre.
Este domingo Infante recibe en la efeméride de su asesinato un homenaje. Infante fue nombrado por el Parlamento de Andalucía Padre de la Patria Andaluza el 14 de abril de 1983, día de la República. Su labor como precursor de la autonomía fue así reconocida tras los años de plomo de la dictadura franquista.
Así lo expone la fundación: “En 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular, se reinicia el intento autonomista en Andalucía: en esta ocasión, el acuerdo entre todas las fuerzas políticas democráticas prácticamente es unánime. Las fechas y los acuerdos discurren rápidamente: se celebra en Sevilla una asamblea el 5 de julio donde los ayuntamientos andaluces aprueban un proyecto de Estatuto que se usa de base para el definitivo y se nombra a Infante como presidente de honor de la junta organizadora del proceso. Se preveía incluso ya la celebración de un plebiscito. Sin embargo, el golpe de Estado del 18 de julio y la posterior Guerra Civil paralizan el intento”.
“La reivindicación andalucista —asegura Delmás a Público— de Infante está de plena actualidad. Incluso planteándonos que nunca el pueblo andaluz tuvo una tendencia claramente nacionalista, él trató por todos los medios de impulsar una regeneración cultural y económica, por ejemplo a través de la municipalización de productos agrarios y de la autonomía de los ayuntamientos para gestionar sus propios recursos. Él tenía también un marcado matiz ecologista. En 1919 [cuando se firma el manifiesto de Córdoba] ya planteaba todo este tipo de cuestiones”.
Un año antes, en 1918, se había celebrado la Asamblea de Ronda en la que los andalucistas se reunieron para fijar sus tesis. Allí “se aprobaron los símbolos andaluces (escudo, bandera y lema, los mismos que Andalucía reconoce en la actualidad) y se aprobó un programa político, social, económico y cultural que definirá el andalucismo del futuro”, según la fundación.
Pensamiento “heterodoxo y vanguardista”
Delmás, eso sí, puntualiza: “La obra de Infante hay que contextualizarla en los años que él la desarrolla. [Aquella Andalucía] bien poco tiene que ver con la actual”, señala Delmás. “[Él vio] diferencias abismales entre clases, entre las pudientes y las demás. Aquella era una Andalucía que carecía por completo de coberturas sociales. Había hambre y contemplar cualquier tipo de educación y sanidad era pura quimera“, agrega el presidente de la fundación.
Andalucía y sus símbolos están hoy vivos y presentes: “Hace cuestión de semanas —expone el escritor y profesor de Derecho Antonio Manuel, vocal de la fundación— Lola Índigo cantó el himno de Andalucía. Poco tiempo después lo hizo Viva Suecia, antes lo hizo David Broncano en la televisión. Y yo me pregunto qué lleva a personas y grupos de esta magnitud y trayectoria, que no se han caracterizado específicamente por una reivindicación andalucista, a cantar el himno”.
“Pienso —agrega Antonio Manuel— que todos ellos y otros muchos representan a una generación que conoce la letra del himno [compuesta por Infante], que lo cantaron en los colegios y lo toman ahora como alternativa a discursos antipolíticos, radicalizados y de extrema derecha que intentan monopolizar la palabra España”.
Pura Sánchez reivindica el pensamiento “heterodoxo, vanguardista y transformador” de Infante, “características que —señala— suelen resultar indigestas para quienes tratan de presentarlo como un hombre bueno, que sin duda lo era, en un intento de edulcorar o descafeinar el carácter revolucionario de sus ideas políticas y sociales“.
“Frente a una generación sin esperanza —agrega Antonio Manuel— que trata de negar al otro y persigue al diferente, hay personas que han encontrado en el discurso andalucista, exactamente infantiano, es decir, humanista, abierto, respetuoso, no excluyente, su discurso político. Y me parece muy esperanzador porque están bebiendo de las fuentes de Infante. Lo que cantan es Infante“.
Luego, Antonio Manuel abrocha: “Me parece muy revelador que lo que servía hace un siglo sirva hoy. Cuando alguien me pregunta qué queda de él, de Infante, pues eso: que la gente enarbole la bandera de Andalucía no para arrojarla contra el otro, no para taparse frente al otro, sino para arroparlo porque tiene más frío que él. No creo que sea casualidad que quienes levantan esa bandera sean los mismos que defienden al pueblo palestino. Hay un discurso en Andalucía que frente a la radicalización enarbola el pensamiento infantiano como trinchera y como refugio”.
Pura Sánchez abunda en esta idea y alerta del peligro que ella detecta, en la Andalucía de Juan Manuel Moreno Bonilla, de que la memoria de Infante pueda ser manipulada, no solo por las derechas, sino también por las izquierdas, y recuerda que existen hoy “intentos de apropiación de su legado intelectual y político e incluso de las razones por las que fue asesinado” con el objetivo de “adecuar algunos aspectos de su vida y de su pensamiento a intereses partidistas y espúrios“.
El catedrático de Economía Aplicada Manuel Delgado Cabeza es uno de los más precisos estudiosos de Infante. “Blas Infante —afirma en conversación con Público— es una persona excepcional. Tenía una manera de mirar el mundo fuera de la casa del amo. Estaba fuera totalmente del pensamiento dominante. [Sus ideas] están absolutamente en consonancia con las necesidades que hoy tiene el mundo. Tiene una actualidad rabiosa el pensamiento de Blas Infante“.
Uno de los últimos estudios de Delgado Cabeza sobre Infante se refiere a su enfoque ecologista, que hoy cobra más relevancia en pleno debate sobre nuevos vertidos mineros al Guadalquivir y sobre la conservación de Doñana. “Fue ecologista hace más de un siglo”, afirma el catedrático.
En este artículo titulado Ecologismo y espiritualidad en el andalucismo de Blas Infante, que fue publicado en La Marea, Delgado Cabeza expone: “Blas Infante muestra en sus textos un extraordinario respeto, admiración, incluso veneración y reverencia por todas las formas de vida existentes, de modo que los elementos de la naturaleza son todos una necesidad para lo que él llama la plenitud existencial”.
“Hasta tal punto —añade el catedrático— que el amor a la naturaleza y a todo lo creado es para él el fundamento de toda la existencia. Una visión que se opone a esa concepción de la naturaleza que tiene el hombre moderno, para el que, como señala el propio Infante en Cuentos de animales, la naturaleza es, simplemente, la proveedora de su almacén”.
“Su mirada está así en la otra cara del utilitarismo economicista que reduce la noción de riqueza solo a los objetos económicos, que son los apropiables, valorables en términos monetarios y productibles —concebidos para ser consumidos—, excluyendo al resto con independencia de su valor intrínseco para mantener y reproducir la vida”, escribe Delgado Cabeza.