Un antídoto contra el olvido para que nadie vuelva a silbar el ‘Cara al Sol’ en Las Merindade
He veraneado siempre en Medina de Pomar. Qué verbo tan bonito y privilegiado: veranear. Mi padre iba de niño, mi tía se echó un novio de allí y yo guardo grandes recuerdos en la chopera. Benditos aquellos veranos largos. Luego, claro, la vida. A pesar de haber pasado tanto tiempo por allí, la verdad es que desconocía por completo la historia reciente de la zona. Me he comprado estos días Del arrebol a las tinieblas, de José Álvarez Gutiérrez, un libro en el que se recogen los acontecimientos históricos más relevantes de la comarca de Las Merindades desde la década de 1930 hasta el inicio de la dictadura. El libro es consecuencia del trabajo ingente que han hecho en el blog Memoria de Las Merindades. En su presentación dicen que se les ha hecho ya tarde, pero no desisten. Buscan “recuperar a la memoria a ciudadanos de nuestros pueblos que han sido olvidados” y darles un reconocimiento “cívico” que selle la convivencia “sobre bases de respeto y tolerancia”.
La información sobre este territorio “es escasa” y que cualquier dato “es una joya”. Su objetivo es recopilar testimonios, reconstruir los hechos y compartirlos “para entender lo que ocurrió”. ¿Para qué? Para lo más importante: para que no vuelva a ocurrir. El contexto histórico pesa. Los sublevados de 1936 se esforzaron en reconocer la memoria de sus caídos, levantaron monumentos y mantuvieron vivo su recuerdo durante generaciones. ¿El resto? El resto silencio.
Silencio y olvido.
Silencio, silencio, silencio.
El blog se presenta como “un cuaderno de apuntes” donde cualquiera puede aportar información. Para participar, invitan a difundir la iniciativa, compartir fotos y biografías de personas desaparecidas, presas o represaliadas; sumar datos y, lo que más me gusta a mí, invitan a hablar con las personas mayores para reconstruir la memoria de quienes fueron silenciados. Lo hacen, además, aportando una propuesta metodológica sencilla. Eso sí, carece completamente de perspectiva de género. El guion para la recogida de testimonios orales que proponen es una herramienta metodológica muy interesante para que cualquiera pueda ir tirando del hilo de la memoria de su familia o su pueblo. Qué importante, de verdad.
Las preguntas son concretas, casi cinematográficas: ¿qué oficios había?, ¿cómo era la escuela?, ¿qué fiestas se celebraban?, ¿qué se cultivaba y quién lo cultivaba?, ¿qué pasó en la plaza el día que entraron las tropas?, ¿qué vecinos desaparecieron? El guion es, sobre todo, una invitación a escuchar, dejar que la conversación fluya, apuntar con paciencia, no dejar pasar ningún detalle. Ahí reside su fuerza: si se aplica bien, rescata voces que jamás habrían llegado a un archivo. El guion pregunta por la división de tareas entre hombres y mujeres, pero no se detiene en las humillaciones públicas, en las rapadas, en las prisiones femeninas, en la educación segregada, en el peso de la crianza, en el exilio femenino. No se nombra la represión sexual ni la violencia obstétrica. La mitad de la historia, por tanto, se queda en la sombra.
Pero insisto: qué importante es. El guion de Las Merindades en la Memoria y el libro Del arrebol a las tinieblas, de José Álvarez Gutiérrez, son pequeños actos de justicia. Necesitamos más herramientas para que rompan el cerco del olvido y devuelvan al presente las voces de quienes fueron masacrados por la dictadura. Este blog me ha gustado especialmente porque, de alguna manera, democratiza la investigación: cualquiera puede, siguiendo su guion, sentarse a reconstruir fragmentos de la historia local. Ojalá esta herramienta se aplicase en otras comarcas, generando un mapa vivo de la memoria reciente, tejido con voces reales y datos contrastados. Sería un antídoto contra el olvido, una reconciliación generosa con nuestro pasado desde la empatía, la justicia y la verdad. Y lo mejor: está al alcance de cualquiera que quiera escuchar.