Jimena de la Frontera (Cádiz), 1923
Alfonso Sánchez Gómez «El potaje», Natural y vecino de Jimena de la Frontera, nació el 16 de agosto de 1923 y tenía su domicilio en la calle Quirós nº 13, aunque la familia también vivió en otras direcciones del mismo pueblo. De estado soltero, hijo de Alfonso Sánchez y Catalina Gómez Márquez y de profesión del campo, sus rasgos personales eran: estatura de 1,55 metros, pelo castaño, cejas al pelo, ojos castaños, nariz y boca regulares y color sano. Marchó a la sierra el 3 de marzo de 1948. En el momento de su detención contaba con 24 años de edad.
Alfonso fue tallado el 15 de mayo de 1943 para su incorporación al ejército, lo que era la mili obligatoria, para engrosar el reemplazo de 1944. Dio una talla de 1,54 centímetros y un perímetro de 89 cm. La notificación fue firmada por José Pineda Fernández, y fue destinado a la parte del norte de España, a los Pirineos, concretamente a Puigcercós. Una vez licenciado volvió a su pueblo natal, Jimena de la Frontera, siguiendo con su trabajo habitual de carbonero, lo que no impedía que hiciera otros trabajos como el de cuidar animales, desbrozar, etc., tareas éstas relacionadas con el monte.
Se encontraba trabajando «El Potaje», junto a sus hermanos, Francisco y José, y un tío suyo en el lugar conocido como «Mojeda Alta», del término de Cortes de la Frontera, y cerca de la Estación de Gaucín, sobre el mes de enero o febrero de 1947, cuando hallándose en la faena del carboneo aparecieron cuatro guerrilleros, de los cuales tres portaban escopetas y uno un fusil, y los cuatro llevaban pistola.
Los guerrilleros le pidieron Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje» que se llegara a Jimena de la Frontera para que entregara dos cartas, Alfonso consintió en hacer el encargo.
La partida de guerrilleros antes mencionada estuvo por aquellos alrededores sobre unos ocho días, sirviéndoles Alfonso pan, aceite y cuanto necesitaban. También en esa misma ocasión los hermanos «Charra» le hicieron un encargo algo complicado, consistente en buscar y traerles dos bombas «Lafitte», de las reglamentarias en el ejército, las cuales había dejado el guerrillero «El Claudio» escondidas antes de marchar a Tánger.
Al mes aproximadamente se volvieron a presentar los guerrilleros en el mismo lugar. Esta vez la partida estaba compuesta de seis guerrilleros y volvieron a encargarle a «El Potaje» otra misión, que consistía en que les entregara las dos bombas «Lafitte» (reglamentarias en el ejército) que habían sido escondidas por el guerrillero «El Claudio» en los tajos. Fueron recogidas por «El Potaje» y entregadas a los guerrilleros, quienes le compensaron con 400 pesetas.
La detención
La Guardia Civil comenzó a tener sospechas de Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje» y empezó a vigilar sus movimientos, observando sus compras y cuantos actividades efectuaba éste en sus idas y venidas a Jimena de la Frontera, hasta que al parecer supieron de su relación con las partidas de guerrilleros y procedieron a detenerle.
Según testimonios orales, se encontraba «El Potaje» trabajando junto a sus hermanos, en labores del carboneo y de lo que salía, en la parte de la Estación de Gaucín, donde además paraban, dado que tenían familia por aquel lugar, cuando se presentó la Guardia Civil y se lo llevó detenido, poniéndolo a disposición del gobernador militar del Campo de Gibraltar.
Contaba «El Potaje» 24 años de edad cuando fue detenido y en el momento de su primera declaración, que se realizó el 12 de agosto de 1947. Cuando la Guardia Civil lo acusó de colaborar con los guerrilleros de la Sierra, en un principio lo negó, pero más tarde reconoció haber colaborado con ellos, en determinadas ocasiones.
La fuga de «El Potaje» del hospital de San Roque
Desde la cárcel tuvo que ser trasladado «El Potaje» al hospital de Algeciras por cuestiones de salud y con posterioridad también al hospital de San Roque, donde protagonizaría una de esas huidas espectaculares, como la que organizó también, en su momento, el guerrillero Ramón Vías, y que por la similitud con la protagonizada por «El Potaje» merece la pena que sea relatada.
Cuando se hallaba Ramón Vías en África, concretamente en Orán, después de ser detenido, el 16 de agosto de 1941, llevó a cabo su segunda fuga saltando desde una ventana al patio y de allí a la calle. Perseguido por la Policía, se arrojó por un terraplén, derribando a cuantos se encontró a su paso, y cuando llegó al final creía tener las dos piernas rotas. Se escondió en una alcantarilla, desde donde escuchó las carreras y las voces de la Policía tratando de encontrarlo. Cuando por fin pasó el peligro, quedó en cama durante cuatro días.
Conozcamos ahora la fuga protagonizada por Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje», de características muy parecidas y que tuvo lugar siete años más tarde, en 1948, en la ciudad de San Roque.
El día 9 de enero de 1948 causaba alta en el hospital militar de Algeciras, volviendo a la prisión de San Roque. Había permanecido 10 días en el hospital. Cuando apenas habían transcurrido 45 días, Alfonso Sánchez Gómez volvía a recaer enfermo, en la prisión, esta vez, según los facultativos del servicio sanitario de la cárcel, aquejado de fiebres infecciosas, lo que aconsejaba que fuera internado en el hospital de la Caridad de la ciudad de San Roque, donde quedó ingresado el 24 de febrero de 1948.
El día 3 de marzo de 1948 habían sido nombrados para el servicio de guardia en el hospital de la Caridad un cabo y dos soldados de la misma unidad. Cuando se produjo el relevo, el cabo saliente y sus compañeros entregaron a los compañeros entrantes, la vigilancia de cuatro hombres y dos mujeres, los cuales estaban hospitalizados y detenidos en el mencionado hospital, dependiente de la prisión de San Roque.
Las dos mujeres detenidas se encontraban en una de las salas de la planta baja y los cuatro hombres, entre los que se encontraba Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje», se hallaban en una sala del primer piso.
Llegado el momento, el cabo ordenó al soldado que vigilaba el cuarto de los hombres que fuese a por la comida al cuartel. Hacía poco tiempo que había salido este soldado al cuartel cuando vio el cabo que de las salas salía uno de los detenidos y entraba en el wáter. El detenido en cuestión era Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje», quien salió a los pocos minutos del servicio, lo que no era sospechoso, dado que lo hacía con frecuencia, por padecer diarreas.
Serían aproximadamente las 23 horas cuando volvió a salir el mismo detenido del cuarto y se metió en el servicio, lo que no extrañó a su vigilante, pero lo que sí le pareció sospechoso es que habían transcurrido aproximadamente entre 10 y 15 minutos y el recluso no salía del cuarto del retrete, lo que hizo que el cabo se acercara hacia esta dependencia, que estaba a unos 20 metros, y fue entonces cuando observó que una de las ventanas, que daba al patio, se encontraba abierta. Este hecho le extrañó, ya que todas las ventanas estaban cerradas debido al día tan crudo que hacía. Así pues, empujó la puerta del wáter y no vio a nadie y entonces empezó a mirar por la ventana abierta y vio cómo «El Potaje» iba corriendo por la azotea hacia los corrales de las casas. El cabo le dio el alto y le hizo tres disparos, que no hicieron blanco.
El sargento de la Guardia Civil fue el encargado junto a los guardias a su cargo y 12 soldados, de registrar las casas y patios, sin resultado alguno. Además mandó tres grupos de las fuerzas hacia la parte de la sierra del Arca y Albarracín, donde podría haberse escondido «El Potaje».
Al no haber conseguido ningún resultado positivo, a las dos de la mañana fueron relevados por otros suboficiales y tropas, que quedaron acordonando todo el contorno hasta la mañana siguiente, en que se volvieron a hacer registros, los cuales dieron los mismos resultados negativos.
Esta fue la única vez que fue detenido Alfonso Sánchez Gómez y que terminó con esta evasión, pero fueron muchas las veces que «El Potaje» se le escapó a la Guardia Civil, sin haber sido jamás apresado.
En la sierra como guerrillero
Días después de la fuga hizo su aparición solo y deteriorado por los montes de la demarcación de Jimena de la Frontera, sin armamento de ninguna clase, logrando unirse a los compañeros de la Sierra, los que le facilitaron una escopeta, que se la dio uno de los guerrilleros. Comenzaba de esta forma la vida como guerrillero de Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje». Mientras Alfonso estuvo en el monte, respetó cuantas normas se aprobaron dentro de las partidas, como más tarde en la Agrupación Fermín Galán, a la cual perteneció. Fue, al decir de la propia Guardia Civil, un hombre muy escurridizo, dada la agilidad que poseía. También se le consideraba, según los comentarios de quienes fueron secuestrados, muy cortés con las damas y quien se encargaba en cierto modo de estar pendiente y consolando al secuestrado.
Cuentan que un día fue a agacharse para tomar agua y se le disparó la pistola, quedando herido. Fue curado por Antonio Razza. Alfonso escribió una carta a Sebastián Sánchez Jiménez (a) «El Calero» a Tánger en la que le manifestaba sus deseos de salir de España, y le pedía que le tuviera preparado alojamiento, pero dicha carta nunca llegó a las manos de su destinatario y sí a las de otros guerrilleros compañeros de éste que se encontraban huidos en Tánger.
La carta en cuestión fue intervenida por la Guardia Civil, que le preguntó «El Ciruelo» al ser detenido sobre el significado de dicha misiva. En dicha carta se explica la forma en que «El Potaje» podía llegar a Tánger, donde lo esperaban los dos guerrilleros y amigos, quienes ya habían hablado con un individuo que vivía en Tánger llamado «Mario», el cual se comprometió a llevar a esta ciudad a Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje» y a José Vilches Ruiz (a) «El Vilches». Añadió que el tal «Mario» había de verlo en San Fernando o en Jerez de la Frontera, por dedicarse éste a pasar guerrilleros a Tánger.
Quizás si la Guardia Civil no hubiera intervenido esta carta y las instrucciones dadas en ella habría llegado a «El Potaje» si hubiera pasado a Tánger, pero también este suceso queda en la gran incógnita de qué fue del guerrillero «El Potaje».
Pero desde la fuga en 1948 del Hospital de San Roque, había pasado un año y nueve meses, cuando en el mes de diciembre de 1949, Cuando las fuerzas de la guardia civil de los puestos de Cádiz, Medina Sidonia y San Fernando al mando del sostuvieron un encuentro con una partida de guerrilleros en el lugar conocido por la «Garganta de la Dehesa del Jurado» del término municipal de Medina Sidonia (Cádiz) resultando muertos en la refriega los guerrilleros Juan Ruiz Huercano (a) «Capitán» y Bernabé López Calle (a) «Comandante Abril» y huyendo Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje» y Miguel López García (a) «Darío», hijo del «Comandante Abril».
Habían pasado tan solo once meses cuando tras la delación de un compañero, en una en una redada de la guardia civil, en Zahara de la Sierra (Cádiz), moría Miguel López García (a) «Darío» volviendo a escapar de nuevo, Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje».
El día 5 de diciembre de 1950, sobre las 20:00 horas, se presento en el chozo de Isabel Delgado le dio 100 pesetas, diciéndole que eran para que tomara café, y le encargó al hijo de ésta que le hiciera algunas compras, y cuando regresó el hijo de Isabel con las compras se marchó de nuevo hacia la sierra. Ésta, al parecer, fue la última vez que la familia vio a Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje».
Desde el año 1923, en que nació, hasta el año en que fue tallado para hacer la mili obligatoria, en 1943, se crió y vivió en Jimena de la Frontera. Desde el año 1944 hasta 1946 residió en Puchercós (los Pirineos) cumpliendo la mili, y volvió a Jimena de la Frontera una vez licenciado.
Comenzó su relación con el movimiento guerrillero como enlace y fue detenido en 1947. En marzo de 1948 se fugó y marchó a la sierra, ya como guerrillero, participando activamente en diferentes actuaciones, hasta finales de 1950 y comienzos de 1951, en que desapareció y jamás se volvió a tener noticia alguna de él.
Pero tanto quienes conocieron a Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje» como quienes hemos investigado sobre él no estamos conformes con esa leyenda de que se escapó y que pasó al extranjero, a pesar de que su paradero aún es una incógnita, dado que aún no ha habido ni documento ni testimonios orales que la sostengan.
La verdad es que jamás aprecio Alfonso Sánchez Gómez (a) «El Potaje», ni dio señal alguna que se sepa a sus familiares, como tampoco se tiene constancia de que hubiera caído muerto en ningún enfrentamiento, por lo que seguirá siendo un enigma qué fue de él.
Fuentes y bibliografía
García Bravo, Luis Antonio: Cuadernos de la Guerrilla Antifascista – I Jimena de la Frontera 1939-1954. Editorial Tréveris, 2011.