Francisco Cabral Oliveiros

Trebujena
Cádiz
Caro Cancela, Diego

El arraigo de las ideas progresistas entre los trebujeneros tenía una larga tradición en la historia del pueblo y arrancaba en las primeras décadas del siglo XX, cuando los trabajadores locales crearon el Centro Instructivo de Obreros del Campo (CIOC), una organización que no sólo servirá para luchar por los derechos laborales de sus asociados, sino que —al mismo tiempo— se convertirá en la plataforma política de los republicanos locales para hacer frente a los manejos caciquiles de los grandes terratenientes y bodegueros jerezanos en  esta circunscripción electoral. El resultado de este activismo político es que en el primer tercio del siglo XX, Trebujena se convirtió en un auténtico “islote republicano” en la España monárquica de Alfonso XIII.

De este modo, desde primeros de enero de 1910 el Ayuntamiento trebujenero será uno de los pocos de Andalucía y de España que de manera ininterrumpida se ve gobernado por los antidinásticos hasta que llega la Dictadura de Primo de Rivera en 1923. Y pasada ésta, cuando se convocaron las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que trajeron la Segunda República, otra vez Trebujena fue el único pueblo de la provincia de Cádiz y uno de los pocos de Andalucía en donde la coalición republicano-socialista consiguió todos los puestos en disputa, dejando a los monárquicos locales sin ninguna representación en el Ayuntamiento.

Este núcleo político se había consolidado en el pueblo por el proselitismo de los veteranos de los tiempos del Sexenio y por las campañas propagandísticas que desde la vecina Jerez realizaban personajes como Manuel Moreno Mendoza. Se creó así en Trebujena un foco antidinástico, formado mayoritariamente de viticultores —trabajadores especializados de la viña—, dentro del cual no tardó en destacar José Cabral Beato, conocido en el pueblo como “Joselillo el Vazque”.

Nacido en 1888, en el seno de una familia campesina, y de formación autodidacta, desde muy joven empezó a colaborar con la prensa obrera y republicana, publicando sus artículos en periódicos como La Idea, El Martillo, Adelante, incluso en El Socialista, lo que le permitió mantener contactos con otros destacados políticos y líderes obreros de la época y conseguir una notable proyección en el movimiento obrero de todo el Marco de Jerez. Por este motivo, José Cabral no sólo sería concejal republicano en el Ayuntamiento trebujenero, sino que además en dos ocasiones que sepamos —en 1914 y 1920— fue elegido presidente del CIOC, tuvo una activa participación en los congresos comarcales que en 1919 y 1920 celebró la asociación que agrupaba a todos los viticultores de la comarca y, finalmente, en 1922 ya actuaba como delegado de la UGT para las provincias de Andalucía occidental.

La brutal represión que siguió en el pueblo al golpe militar de 1936 cortó de raíz esta hegemonía republicana y obrera porque entre el centenar de asesinados que hubo en el municipio estaban los principales dirigentes del anarcosindicalismo, el ugetismo y el republicanismo local. José Cabral y su hermano optaron por arrojarse a un pozo, a finales de agosto, cuando conocieron los primeros asesinatos cometidos por los fascistas locales.

El PC EN TREBUJENA. Como otros pueblos andaluces, Trebujena también padeció una dura posguerra en la “larga noche” del franquismo, con sus organizaciones obreras aniquiladas y la miseria y el miedo instalados en las humildes viviendas de sus vecinos. Habría que esperar a principios de los años sesenta para que la oposición a la dictadura empezara a organizarse en el municipio de la mano del Partido Comunista de España (PCE). Fue a principios de la década de los sesenta cuando dos trabajadores, José Cordero Marchena y Miguel Campos, El Maestrito, constituían con sus mujeres la primera célula comunista del pueblo, a la que se incorporaron otros militantes que no tardaron en captar. Uno de éstos, en 1966, sería Francisco Cabral Oliveros, el hijo de “Joselillo el Vazque”, por entonces presidente de la sección social de la Hermandad de Labradores y Ganaderos de Trebujena.

Francisco Cabral había nacido a principios de diciembre de 1921. No tardó en aprender el oficio de viticultor y pasar algunas temporadas en la emigración en Francia, cuando ya casado y padre de familia se le proponía para un primer cargo público, en la primavera del año 1964, paradójicamente en un acto organizado por las jerarquías franquistas del pueblo y presidido por el subjefe provincial del Movimiento. Convocados todos los vecinos en el cine para constituir una especie de Asociación de Cabezas de Familia, los presentes —pese a las reticencias de las autoridades— no dudaron en elegir una primera junta directiva bajo la presidencia de Paco Cabral. Cuando los políticos locales de la dictadura conocieron el resultado de la votación, en la copa de vino que se dio al final del acto, uno de éstos diría a media voz: “Ya tenemos aquí el comunismo”, de manera que al final los elegidos ni siquiera llegarían a tomar posesión de sus puestos.

Y es que en poco tiempo, Miguel Campos y Francisco Cabral se convirtieron en los dos principales líderes del movimiento obrero del pueblo, gracias al protagonismo que van a tener en los principales conflictos laborales que se plantearon, promovidos por las pioneras Comisiones Obreras del Campo que se formaron en Trebujena, Sanlúcar, El Puerto de Santa María y Jerez.

Practicando la táctica del “entrismo” en la estructura del Sindicato Vertical, estando presente en todas las iniciativas que se tomaban en el pueblo y gracias al prestigio que “heredaba” de la figura de su padre, Paco Cabral, ya conocido como “Paco el Vazque” no tardó en convertirse en una de las figuras más conocidas del movimiento campesino de la comarca. No obstante, la auténtica prueba de fuego de su liderazgo fue el papel que desempeñó en la huelga de la poda de las viñas convocada a principios de diciembre de 1969.

GRAN VICTORIA Y CÁRCEL. Aunque el convenio colectivo del trabajo en la vid se había firmado un año antes, el incumplimiento de algunos de sus artículos por parte de los patronos y el importante incremento que había tenido el coste de la vida desde entonces, hizo que los representantes de los trabajadores plantearan a la parte empresarial, como reivindicación mínima, un salario de trescientas pesetas por una jornada de siete horas. Como la patronal se negó a aceptar esta propuesta, el 9 de diciembre comenzaba una huelga que se extendía por todo el Marco de Jerez, afectando a más de diez mil trabajadores.

Tenían los viticultores la ventaja de que el tipo específico de poda que se practicaba en estas viñas —“de vara y pulgar”— era una labor especializada que dificultaba la contratación de esquiroles. En sentido contrario, había un notable inconveniente: que el paro no debía alargarse en el tiempo por la escasez de recursos económicos que tenían la mayoría de estas familias trabajadoras.

Sin embargo, esta última dificultad fue prontamente superada por la oleada de solidaridad que encontraron los viticultores trebujeneros entre sus vecinos, entre la que no faltó la prestada por el cura del pueblo, y la que vino de fuera por las colectas realizadas en fábricas y otros centros de trabajo del resto del país, como se llegaría a publicar en el Mundo Obrero clandestino. Varios miles de pesetas que sirvieron para mantener un paro que se alargaba bajo la consigna de resistir a toda costa.

En este ambiente, cuando ya la huelga duraba casi un mes, el 2 de enero de 1970 se producía en Trebujena un suceso que ha quedado marcado en la memoria colectiva del lugar. Anochecía, cuando el capitán de la Guardia Civil de Jerez se presentaba en la localidad y exigía que Francisco Cabral acudiera al cuartel para que declarara sobre la procedencia de los fondos que se les estaban repartiendo a los huelguistas. Pero Cabral no iba a ir solo porque espontáneamente le acompañaban varios centenares de trabajadores y vecinos, temerosos de lo que le pudiera suceder. Concentrados todos a las puertas del edificio, el oficial de la Benemérita tuvo que salir a la calle para tranquilizar a los presentes, comprometiéndose a poner en libertad al líder obrero inmediatamente después de que se le tomara declaración.

La huelga siguió, pero ya el tiempo corría contra los patronos porque la poda no podía demorarse más por razones estrictamente biológicas y porque no había esquiroles dispuestos a realizarla. A tal extremo llegó la situación que el periódico ABC aseguraba que si en el mes de febrero las viñas seguían sin podar los daños podrían ascender a quinientos millones de pesetas. Con este panorama por delante, a mediados de enero el propio ministro de Trabajo de la dictadura recibía en su despacho en Madrid a una representación de los viticultores del Marco para ofrecerles su mediación. Después de una serie de largas reuniones en los días siguientes, el acuerdo llegaba el 21 de enero, después de cuarenta días de huelga, con una victoria de los trabajadores.

Pero las autoridades franquistas no iban a permanecer impasibles ante esta realidad y su respuesta llegaría dos semanas después a través de varias redadas policiales en las poblaciones del Marco de Jerez, que desarticulaban a todo el comité provincial del Partido Comunista. En Trebujena fueron cinco los detenidos en la madrugada del 18 de febrero. Los dos primeros trasladados a la comisaria de la policía jerezana eran Miguel Campos y Francisco Cabral y poco después le seguían otros tres militantes comunistas.

Dos eran puestos en libertad a los pocos días, mientras que Campos, Cabral y José Cordero quedaban encarcelados, pendientes de ser juzgados por el Tribunal de Orden Público acusados de asociación ilegal. Cabral tuvo más suerte que sus compañeros, porque mientras que Miguel Campos y José Cordero eran condenados a un año y nueve meses de prisión respectivamente, él saldría absuelto al no poder acreditar la fiscalía su pertenencia al Partido Comunista después que testificaran a su favor, el cura del pueblo, Antonio Mesa Jarén, Francisco Luza, el presidente de la Asociación de Padres y Colaboradores de la Escuela —de la que Cabral era vicepresidente— y, a través de un escrito, el entonces secretario de la jefatura local del Movimiento, que no dudó en calificar al dirigente campesino de “persona de excelente conducta moral, pública y privada, cariñoso padre en su numerosa familia” y que estaba “muy bien considerado entre todos los vecinos en las diferentes clases sociales”.

Con esta absolución recuperaba el cargo de presidente de la Sección Social de la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos de la localidad, del que había sido provisionalmente desposeído durante su detención, lo que le permitió seguir representando a los trabajadores y participando en las siguientes luchas laborales que se plantearon en la comarca, como otra importante huelga de la poda en el invierno de 1974 y que terminaba con un laudo después de casi dos meses de paro.

DIPUTADO. Cuando murió Franco y comenzó la transición, el Partido Comunista era la única fuerza política organizada que había en Trebujena. Por este motivo, al producirse su legalización el Sábado Santo de 1977 su hegemonía era total, como se demostraría en las primeras elecciones de la democracia. En una candidatura para el conjunto de la provincia de Cádiz que lideraba el poeta Rafael Alberti, Paco Cabral ocupaba el segundo puesto. En Trebujena esta lista conseguía el 67 % de todos los votos emitidos, el mejor resultado del Partido Comunista en toda Andalucía y probablemente también en España.

En principio, el único diputado electo fue Rafael Alberti, pero apenas se habían constituido las nuevas Cortes, éste decidía presentar su dimisión, a principios de septiembre, lo que convertía a Francisco Cabral en el nuevo parlamentario comunista por Cádiz. Según explicaba el conocido poeta a la prensa, daba este paso para que llegara al Congreso “un auténtico representante de la clase trabajadora andaluza (…) un líder campesino”. Este liderazgo se ratificaba poco después con su elección como miembro del Comité Central del Partido Comunista en el congreso del año 1978 y también con el primer puesto en la candidatura del PCE por Cádiz un año después, saliendo otra vez elegido diputado por la provincia.  Volvía a lograr más del 60 % de los votos de su pueblo. No podían tener mejor reconocimiento sus años de luchas obreras.

Para saber más

  • Arenas Posadas, Carlos: “Mercados y relaciones laborales en el Marco de Jerez durante la segunda mitad del siglo XX” en Sociología del Trabajo, nº 55 (2005), pp. 93-121.
  • Caro Cancela, Diego: Republicanismo y movimiento obrero. Trebujena (1914-M1936). Universidad de Cádiz, 1991.
  • Martínez Foronda, Alfonso (coord.): La conquista de la libertad. Historia de las Comisiones Obreras de Andalucía (1962-2000). Fundación de Estudios Sindicales, Sevilla, 2003.
  • Mesa Jarén, Antonio: Trebujena. Aproximación a su Historia. Ayuntamiento de Trebujena, 1991.
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