Aracena (Huelva), 1906 – Gusen, 1942.
Nace en la sierra de Huelva en el seno de una familia trabajadora y pronto emigra a Nerva buscando las posibilidades de trabajo que daba la cuenca minera. Las referencias orales hablan de Francisco como un hombre de fuertes convicciones, un “rojo” que ya sería detenido y apresado en Nerva en los tiempos de la República por su actividad política. Su nombre aparece en el “Fichero de Mr. Taylor” donde figuran las personas conflictivas para la británica Compañía Minera. Tiene cinco hijos con su compañera, Aurora Muñoz Valle, aunque una hija muere con apenas tres años.
El golpe fascista de julio de 1936 origina en la comarca un importante movimiento de resistencia en defensa de la República sin parangón en el resto de Andalucía. Se organiza de inmediato una columna minera compuesta por varios centenares de hombres que se dirige a Sevilla para combatir a las fuerzas sublevadas. La traición de la parte militar de la columna, que se pone en manos de Queipo de Llano, supone un desastre y el principio del fin. La cuenca minera es tomada, como último reducto onubense, por los fascistas el 26 de agosto iniciándose una terrible represión que deja un saldo espeluznante con varios centenares de muertos y miles de huidos y desaparecidos, según los estudios minuciosos del historiador Francisco Espinosa en sus libros guerra civil en Huelva y La Justicia de Queipo. Francisco López, según los testimonios, estuvo refugiado por las sierras cercanas. Se veía algunas veces con su familia llegando incluso a tener una hija en 1940. La presencia de huidos en la provincia de Huelva durante los años de la guerra fue muy numerosa, debido a que la combativa cuenca minera, una vez tomada, quedó constreñida en un territorio controlado por los rebeldes que dejaba pocas y peligrosas opciones de poder escapar hacia zona republicana, iniciándose de este modo la actividad guerrillera de manera temprana.
El rastro se le pierde, definitivamente, para saber por la documentación que Francisco es prisionero de guerra en el Stalag VII en Moosburg, cerca de Munich (Baviera) y que el 31 de agosto de 1941 es deportado a Mauthausen con el número de matrícula 4444. Posteriormente, es destinado al llamado kommando César, conocido así por estar controlado por el jefe de los kapos César Orquín i Serra, un valenciano con formación universitaria y musical que había pertenecido a la CNT y hablaba perfectamente el alemán. Este hombre de contradictorias consideraciones —unos le acusan de déspota y otros de bienhechor— y con cierta capacidad persuasiva con los SS, sugirió, con la promesa de obtener mayor capacidad productiva, la formación de un kommando especial nutrido por republicanos españoles con mejores condiciones de alimentación para trabajar en fábricas e infraestructuras en localidades próximas a Mauthausen. Desde allí, en abril de 1942, protagoniza junto con tres compañeros una espectacular fuga con destino a Suiza a la que poco faltó para consumarse con éxito. Ha quedado el testimonio de uno de los supervivientes de la hazaña, el extremeño de El Gordo (Cáceres) Agustín Santos Fernández que está recogida en el libro de Eduardo Pons Prades y Mariano Constante “Los cerdos del comandante. Españoles en los campos de exterminio nazis” (Argos Vergara, 1979). Una vez detenido y recluido en el campo central, es finalmente trasladado a Gusen el 21 de octubre de 1942 para morir con el número de identificación 3073 el día 30 de diciembre de 1942 cuando contaba con 36 años de edad.