Cádiz, 1911 – Castillo de Hartheim, 1941.
Nació el 13 de octubre de 1911, en Cádiz, en el seno de una familia de clase media. Fue muy influido por su padre, José Luis Almozara Ibáñez, maquinista de la Compañía Trasatlántica y masón de las logias Hiram y España Democrática, partícipe del pensamiento socialista de su época y distante de cualquier clase de creencia religiosa. Tras la muerte de su madre y de su hermano menor, a los dos años de edad, su padre contrajo nuevas nupcias que depararon cuatro hermanos más. En 1926 la familia se trasladó a Barcelona para evitar las prolongadas ausencias del padre producto de las estadías por desembarco y de sus navegaciones. José Luis fue matriculado en la academia Cots, muy próxima a su domicilio de la calle Merced. Su carácter díscolo e indisciplinado, llevó a su progenitor a ingresarlo como alumno interno en las Escuelas Pías de Mataró, donde cursó estudios de Comercio y se inició en la práctica de la natación y del fútbol. Al poco tiempo tuvo ficha en el Club Deportivo Saprissa, equipo cantera del Español Club de Fútbol integrado en su mayor parte por estudiantes. Fueron años de gran efervescencia política y, alentado por su padre, no tardó en afiliarse a las Juventudes Socialistas. Cuando los ingresos familiares disminuyeron como consecuencia de la enfermedad de su padre, que le obligó a solicitar destino en tierra, José Luis trabajó en los Talleres Vasco-Catalanes. La crisis de Wall Street, que aumentó notoriamente el precio de los combustibles, había afectado gravemente a la Trasatlántica.
Con el golpe militar de julio de 1936 y el inicio de la guerra, José Luis Almozara comenzó un periplo por distintos frentes como combatiente republicano: en el Alto Aragón, primero como miliciano en la Columna Pirenaica y, después, en la 43 División. Vivió en primera línea el episodio conocido como “Bolsa de Bielsa”, en el que la 43, entre abril y junio de 1938, resistió el asedio de las tropas franquistas a ese valle, último reducto oscense. De allí pasó a Francia con su División para, más tarde, regresar por la frontera catalana a una España republicana que ya agonizaba; después de unos días de permiso en Barcelona, donde se reencontró con su familia, volvió al frente y fue herido en la batalla del Ebro. Tras su breve estancia en el hospital de Reus, y ante la persistencia de los bombardeos, emprendió, aún convaleciente, el camino del exilio a pie, acompañado de una multitud de desesperados que huían del avance fascista. Al pasar por Barcelona camino de la frontera, tuvo tiempo de ver por última vez a su familia, que le comunicó la reciente muerte de su padre en el Hospital Clinic.
En Francia los refugiados republicanos fueron retenidos en campos de concentración. José Luis recaló en Argéles-Sur-Mer, donde encontró a su hermano Rosendo, quien también combatió en el Frente del Ebro con la “Quinta del biberón”. José Luis no quiso regresar a España por temor a las represalias, pero Rosendo sí lo hizo y en la frontera fue apresado y enviado al campo franquista de concentración del Seminario de Corban, junto a Santander, del que consiguió liberarse gracias al aval que procuró por la madre. Como otros republicanos, José Luis se enroló en una Compañía de Trabajadores Extranjeros que lo llevó hasta la pequeña localidad del noroeste francés de Astillé, en el Pays de la Loire.
La rápida ocupación alemana de Francia en los meses de mayo y junio de 1940 supuso su detención y traslado, en condición de prisionero de guerra, al Stalag V-D de Estrasburgo en donde trabajó en una fábrica de armas para el ejército nazi; desde allí se comunicó por última vez con su familia a través de un complicado sistema en el que las cartas eran enviadas a parientes que residían en Cienfuegos (Cuba) para, burlando la censura franquista, ser reenviadas a Cádiz, a donde habían regresado su madrastra y sus hermanas. El 11de diciembre de 1940 es deportado a Mauthausen en un contingente de 845 republicanos españoles entre los que iba José Jornet Navarro, un superviviente que podrá testimoniar aquél infame viaje y la llegada al campo del horror: “Los de la Gestapo nos metieron en vagones de carga. Fueron tres días y tres noches encerrados, sin agua ni comida, haciendo nuestras necesidades en un rincón del vagón, que estaba precintado, con vómitos, diarreas y sin saber a dónde íbamos. Llegamos a la una y media de la madrugada del 13 de diciembre de 1940. Había una nevada espectacular. Conforme descendíamos de los vagones nos molían a palos, los perros nos mordían y así seguimos hasta la cima de un monte. En el camino se quedaron tres o cuatro muertos. Si te esperabas a ayudar a algún camarada, te pegaban con palos y los fusiles en la cabeza. Te la rompían, porque el que caía al suelo ya no se levantaba. Lo remataban allí mismo” (ABC 4-8-2001). Apenas pasada la cuarentena, el 24 de enero de 1941, con temperaturas por debajo de los -25º, José Luis formó parte del primer contingente compuesto por 822 españoles que es trasladado al campo de Gusen, en donde logra sobrevivir casi siete meses realizando trabajos forzados. El 15 de agosto realiza su último viaje, al Castillo de Hartheim, tal vez pensando que iba a un sanatorio, cuando su destino fatal era la cámara de gas. Aunque en el registro aparece como fecha de defunción el 25 de septiembre de 1941, todo parece indicar que su muerte se produce el mismo día 15 en el que llegó a Hartheim, puesto que la función del Castillo era meramente exterminadora.