José Palanco Romero nació en 1887 en Talavera de la Reina (Toledo) y fue fusilado por los golpistas en Granada en agosto de 1936. Catedrático de Historia de España en la Universidad de Granada desde 1911, en la institución académica granadina ocupó también los cargos de vicerrector (1922-1924) y fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras (1930-1934).
En el despacho del Decanato de la Facultad de Filosofía y Letras había un pergamino con la lista de los decanos. Uno de ellos, José Palanco Romero. Pero de este catedrático de Historia de España no se conocía prácticamente nada, ni sus investigaciones ni su papel en la Universidad de Granada… Sobre él había caído la «losa del olvido».
Lo explica en una conversación con El Independiente de Granada el profesor emérito catedrático de Historia Contemporánea en la UGR Miguel Gómez Oliver, que se decidió a profundizar en la figura de Palanco Romero a través de sus dos facetas, la vinculada al ámbito académico y la política. «Podía y debía hacer su biografía política e intelectual», resalta el profesor, que plasmó sus investigaciones en el libro José Palanco Romero. La pasión por la Res Pública, editado por la Editorial Universidad de Granada.
Como destaca Miguel Gómez Oliver, Palanco Romero perteneció a una de las primeras generaciones de historiadores que «lucharon por dignificar la profesión». La máxima que defendía era que «sin documentación no había Historia posible», y era un gran conocedor del Archivo Histórico Nacional, del Archivo de la UGR y del de la Real Chancillería.
Fue un profesional «muy entregado» que también destacó en su faceta de gestión, participando en el Claustro de manera activa y formando parte de la elaboración de los primeros Estatutos de la UGR en 1919.
Al mismo tiempo, como destaca Gómez Oliver, fue «un gran agitador cultural». Tomó parte en la fundación del primer Ateneo de Granada y perteneció también al Centro Artístico. En el primer tercio del siglo XX tomó de alguna manera parte en «todas las iniciativas culturales» de Granada, incluida la puesta en marcha del Albergue Universitario, en cuya inauguración acompañó a Manuel Azaña.
Concejal, alcalde y diputado a Cortes
Su compromiso político comienza como «ferviente» militante del Catolicismo Social, perteneciendo al Círculo de Obreros Católicos. Las investigaciones profesor emérito Miguel Gómez Oliver apuntan a que llegó a impulsar, con López Dóriga, el movimiento Scout en Granada.
Pero a finales de la Dictadura de Primo de Rivera se produce «un cambio importante en su ideología y en su vida». «Se va a plantar como muchos otros intelectuales». Así, en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 irá por la Conjunción Republicano Socialista. De un claustro de 45 catedráticos, se presentan 10, en parte, como explica Gómez Oliver, por la oposición al Plan Callejo —educativo—.
Así, participó del movimiento prorrepublicano y de diversas opciones, convirtiéndose en el presidente de Acción Republicana en Granada. Fue, resume Gómez Oliver, «el hombre de Azaña en Granada».
Así, en esta etapa de compromiso político, resultaría elegido concejal, y fue durante unos meses, en 1932, alcalde de Granada. Fue elegido diputado a Cortes Constituyentes, junto a Fernando de los Ríos, y tuvo «una proyección importante» en la Ley de Bases de la Reforma Agraria. Después, en febrero de 1936, irá en las listas del Frente Popular. «Fernando de los Ríos y él se niegan a tomar el acta si no se reconoce el pucherazo». Finalmente las elecciones se repiten y vuelve a ser elegido. Ya solo podrá ejercer unos meses, hasta el golpe de estado.
Fue detenido en su casa; conducido a la prisión; y pasó por el Hospital Real. Fue fusilado el 16 de agosto de 1936, junto a otras 17 personas, en las tapias del Cementerio de Granada.
«Perdimos a los mejores. Una generación de intelectuales»
En 1936 el Claustro de la Universidad de Granada estaba compuesto por 45 catedráticos. En 1939 se reabre con 19. Condenados al exilio, separados de sus Cátedras por la depuración o fusilados, como Palanco Romero. El dato que reseña Gómez Oliver resume a la perfección la tragedia vivida en el seno de la Universidad de Granada, donde no solo fueron represaliados y asesinados en el ámbito docente, también entre el Personal de Administración y Servicios.
La Universidad de Granada, por acuerdo de su Consejo de Gobierno, honró la memoria de todos ellos y pidió su reparación, al amparo de la Ley de Memoria Histórica.
Para la dictadura solo hubo una parte reconocida, «los caídos por Dios y la patria. Los demás fueron arrojados al olvido». Cita el profesor emérito las palabras del rector Antonio Marín Ocete al pasar lista en el claustro y no encontrarse los represaliados y ejecutados: «Este profesor no se presentó». «Hay que ser cínico», resume Gómez Oliver, que hace hincapié en que la Universidad de Granada se ha convertido en «la primera y hasta ahora la única» en reparar la memoria de sus represaliados. «Eso honra a la Universidad».
«Perdimos a los mejores. Toda una generación de intelectuales. Solo en la UGR, intelectuales, científicos y humanistas como no había habido antes ni después hasta la década de los setenta-ochenta. No fue la Edad de Plata, sino la Edad de Oro la que cercenaron», resume.
Fuente: https://www.elindependientedegranada.es/blog/jose-palanco-romero-hombre-azana-granada, 21-5-2022.