En la ficha policial que le hicieron cuando llegó procedente de Alcalá de Guadaíra anotaron: “Detenido por fuerzas de la Guardia Civil de dicho pueblo y a disposición del Capitán Sr. Díaz Criado, según relación que se acompaña. Sevilla, 2 de Agosto de 1936”. Como puede comprobarse, el dato confirma lo dicho por el Cuni al comienzo de su copla: El segundo día de agosto, domingo era, por cierto, nos llevaron a Sevilla… La lástima es que no esté la relación de la gente que ese día se puso a disposición de semejante individuo. A cuyo sustituto, el comandante del Puesto de la guardia civil de Alcalá, Manuel Espinosa del Pino, le remitió cuatro meses después el siguiente informe: En cumplimiento de su orden telefónica, recibida sobre las 13,30 del día de hoy, para que se informe sobre la actuación del sujeto José Regateiro Bozada en los sucesos del mes julio pasado, tengo el honor de participar a la superior autoridad de V.S. que dicho individuo, de 16 años de edad, y vecino de esta población, no estaba afiliado a partido alguno, y observó buena conducta antes de tales sucesos; pero sí tuvo participación en ellos porque “no sólo se le encontró con una escopeta”, en una casa donde se ocultaba en unión de varios más, después de entrar las fuerzas salvadoras en esta localidad, “sino que sabiendo su actuación se le amenazó para que dijese donde había más armas y trajo otras tres escopetas”.
Interrogado por la policía el día 3 de diciembre, Regateiro negó que hubiera tenido armas, como decía el guardia civil Espinosa del Pino; y que hubiese intervenido durante los días del Movimiento. Manifestó que cuando entró la tropa no le dio tiempo a marcharse a su domicilio y se refugió en una casa de la calle Sevilla, donde fue detenido junto a varios individuos más que estaban allí escondidos y que sí tenían armas; siendo él mismo el que hizo saber a la fuerza del ejército donde estaban dichas armas. Agregó que no estaba sindicado y que nunca tuvo ideas comunistas. Ya a finales de enero de 1937, también enviaron los informes que el delegado de orden público, Santiago Garrigós Bernabeu, les había solicitado: los jefes de la Falange y del Requeté de Alcalá, y el llamado gestor presidente de su Ayuntamiento.
Mesa, el falangista, comunicó que Regateiro, antes del Movimiento, no era conocido en el pueblo por ideas políticas de ninguna clase, pero que mientras duró, y hasta que entraron las tropas, fue visto con una escopeta por diferentes sitios de Alcalá.
Romero, el carlista, declaró que Regateiro, durante los días del Movimiento, había estado con una escopeta por las calles “de esta ciudad”. Y José María Ibarra, el presidente de la Comisión gestora: que José Regateiro Bozada “estaba afiliado al partido comunista y se le vio durante los días del movimiento revolucionario unido a las turbas llevando una escopeta”. Como dato más o menos curioso de estos tres informes, consigno que cada uno de ellos llevaba incorporado dos invocaciones, que eran las mismas en el primero y el tercero: Viva España y Arriba España; mientras que esta última no estaba en el informe del jefe del Requeté, que en su lugar había puesto, entre signos de exclamación reforzados, la de ¡¡Viva el Ejército!!
José, hijo de Francisco Regateiro Morillo y Trinidad Bozada de la Cruz, nació en Alcalá el 4 de marzo de 1920 y tenía cinco hermanos: Francisco, nacido en octubre de 1911; Antonio, en agosto de 1915; Concepción, en mayo de 1918; Manuel, en enero de 1924; y Mercedes, en marzo de 1926. Vivía con sus padres en la calle Rubio, número 1, cerca, pues, de la casa de José Sánchez Mingorance, el Cuni. Imberbe, de estatura regular, color cetrino, pelo castaño, no sabía leer ni escribir. Y era albañil.
Casi ocho meses después de su detención, y ya en la cárcel de Sevilla, le tomó declaración Antonio Camoyán Pascual, un habilitado como capitán juez para el ejercicio de funciones jurídico militares, al cual dijo: Yo no he pertenecido nunca al partido comunista ni a ningún otro; y nadie ha podido verme por la calle con escopeta ni con arma alguna, como no fuera trasportando las que la guardia civil recogía y me encargó que llevara, lo mismo que llevé municiones de distintas clases. En cuanto a la casa en que me cogieron, fue la primera que encontré donde poder meterme para refugiarme con motivo de los sucesos que se estaban produciendo precisamente en el momento en que yo llegaba del campo. La misma guardia civil y el jefe de Falange me dijeron que no tuviera cuidado y que podía estar tranquilo: que nadie me detendría ni me pasaría nada. Incluso el teniente de la guardia civil estuvo en mi casa para decirme que me fuera a trabajar al almacén del Doce. Y por colaborar con la guardia civil indicándole donde había armas, porque yo me había fijado donde las había, unos guardias civiles, contentos con mi actuación, me emborracharon, me regalaron una bicicleta y me pusieron en libertad. Sólo a mí, de todos los que fuimos detenidos en Alcalá, no me han aplicado el bando de guerra.
A continuación, Camoyán les tomó declaración al comandante del Puesto de la guardia civil de Alcalá, al guardia Juan Reyes Guerrero, y a Francisco Mesa Santos, Vicente Romero Escacena y José María Ibarra.
El sargento Manuel Espinosa del Pino, natural de Cantillana y de 43 años de edad, dijo que la primera arma se la recogió a José Regateiro un guardia llamado Juan Guerrero Moreno, “que se encuentra concentrado en Málaga”, pero que las otras que se le recogieron después las intervino el guardia Juan Reyes. Añadió que él sólo llevaba unos cuatro meses en Alcalá, pero que sabía, por referencias directas de los guardias que estaban entonces en el pueblo, que Regateiro estuvo, sin duda, en la casa de donde procedían las armas, pues de allí lo vio salir el guardia Juan Reyes; aunque no podía precisar el propósito o la intención con que allí estuviera, sobre todo teniendo en cuenta su poca edad y la falta de antecedentes desfavorables. Circunstancias éstas que le hacían suponer que si Regateiro estuvo en disposición de intervenir en el Movimiento sería porque estuviese coaccionado.
Juan Reyes Guerrero, natural de Medina de las Torres, provincia de Badajoz, de 40 años, le explicó a Antonio Camoyán que “el día veinte y dos de Julio por la noche” vio salir de “una casa del pueblo” a José Regateiro corriendo “como en actitud de escapar”; le dio el alto y le preguntó de donde era el arma “que debía haber tenido”, a lo que respondió que él no había tenido ningún arma. Y como el declarante insistiese para que le dijera donde había armas, José Regateiro le hizo saber que en la casa de la que había salido quedaban algunas, de unos individuos a los que no conocía, que habían estado en la casa y en ella las dejaron antes de marcharse. Reyes añadió que entró en la casa y encontró tres armas, y que encargó a Regateiro que las trasportara al cuartel de la guardia civil, donde efectivamente éste las llevó. Después se le dejó en libertad, para ver si captaba alguna información que hubiera podido aportar, y a la mañana siguiente se le utilizó de nuevo para transportar más armas de las que se estaban recogiendo. El guardia civil Reyes terminó su declaración diciendo que a Regateiro no lo vio por las calles ni en ningún sitio durante “los sucesos”, y que los antecedentes que tenía de él no eran desfavorables, “por no tener ninguno”.
Francisco Mesa manifestó que no tenía noticias directas de la intervención de José Regateiro Bozada en el Movimiento, y que el informe que dio sobre él al delegado de orden público estaba basado en una referencia que recibió de un falangista que se encontraba en el frente en ese momento de su declaración.
Vicente Romero, “natural de Sanlúcar de Barrameda, vecino de Sevilla y accidentalmente de Alcalá de Guadaíra donde es Jefe Local del Requeté, casado, Procurador y de 42 años de edad”, declaró que él personalmente no había visto realizar acto alguno contra el Movimiento a José Regateiro, pero que, en la información que practicó para averiguar su actuación en aquellos días, los vecinos de la casa en que habitaba le manifestaron que era un individuo de ideas exaltadas, al que todos temían dentro de la casa por los escándalos que formaba. También aclaró Romero que, al referirse en su anterior informe a la actuación de Regateiro, lo hizo en base a los informes que, a su vez, le dio a él el comandante militar de Alcalá.
Y, por último, José María Ibarra, que un mes y medio antes había informado que Regateiro, “según las diligencias practicadas”, estuvo afiliado al partido comunista y fue visto con las turbas llevando una escopeta, ahora declaró que no le constaba “nada” contra él.
A Regateiro lo procesó el juez Camoyán como presunto autor de un delito de rebelión militar, y el 31 de marzo de 1937 lo juzgó un Consejo de guerra, que se celebró en el local de la Audiencia territorial de Sevilla, y en el que el fiscal Francisco Fernández Fernández, un teniente auditor de segunda habilitado, pidió que lo condenaran a muerte.
El Tribunal declaró probado que José Regateiro Bozada, “a la entrada de las fuerzas del Ejército en el pueblo de Alcalá de Guadaíra, fue detenido por la Guardia Civil al verlo salir de una de las casas en actitud de huida; interrogado en aquel momento manifestó que en el citado edificio había otros individuos, por lo que se practicó seguidamente un registro en el que pudo comprobarse que estos últimos habían huido dejando tres escopetas que fueron transportadas a la Casa Cuartel”. Y considerando que no existía prueba alguna de que interviniese de una manera voluntaria “en el movimiento marxista acaecido en el pueblo de Alcalá de Guadaíra de esta provincia”, el Consejo de guerra, teniendo en cuenta además sus antecedentes “totalmente favorables” y el hecho de no haber estado afiliado a partido político alguno, absolvió a Regateiro con todos los pronunciamientos favorables.
Decretada su libertad el 8 de mayo siguiente, así se comunicó al delegado de orden público, que se limitó a acusar recibo de tal comunicación y a decir que Regateiro se encontraba “detenido” en la cárcel de Sevilla. Pero en vez de ponerlo en libertad, Santiago Garrigós Bernabeu lo mandó, el 25 de julio de 1937, a un campo de concentración que había en Guillena y que se llamaba el cortijo del Caballero, propiedad de Agustín Vázquez Armero. Donde el 29 de septiembre, con 17 años, aún continuaba “detenido” y realizando trabajos forzados José Regateiro Bozada.
Fuentes:
Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo: Causa nº 5/37. Legajo 18-327.
Archivo Municipal de Alcalá de Guadaíra: Libros 257 y 258.