(Benamargosa, Málaga, 1906 – Gusen, 1941)
Juan crece en el seno de una familia pequeño campesina de un pueblo de apenas mil habitantes que había sufrido una profunda crisis en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX. Como consecuencia de la epidemia de la filoxera que acabó prácticamente con el cultivo de la vid, se produce un acelerado declive social y poblacional en una zona excesivamente dependiente de la economía vinícola. Multitud de benamargoseños y de toda la Axarquía emigran hacia centros urbanos con mayor capacidad económica y hacia América Latina diezmando estas poblaciones malagueñas considerablemente. Uno de los cuatro hermanos de Juan emigra siendo muy joven hacia la Argentina, perdiendo la familia, definitivamente, su rastro.
La crisis económica y el malestar social llevan aparejado el afianzamiento de las organizaciones republicanas e izquierdistas que se nutren fundamentalmente de trabajadores precarios. Juan Gutiérrez pertenece al sindicato de oficios varios “Fraternidad” de la UGT y al Partido Socialista. La memoria familiar lo sitúa como un militante comprometido que asistía a las reuniones del partido y daba mítines. A la vez preparaba su ingreso en el cuerpo de Carabineros que no se llega a consumar hasta una vez iniciada la guerra civil. Abandona Benamargosa, antes de ser ocupada por las fuerzas sublevadas, en compañía de un numeroso grupo de personas que se incorpora a la célebre, por trágica, huida, hacia Almería durante el invierno de 1937. En el pueblo queda su mujer Mariana Alarcón Marín embarazada y con un hijo pequeño, sufriendo los escarnios públicos y la represión franquista.
La vida de las mujeres como Mariana Alarcón, no deja de ser, de igual modo, arquetípica de la depravación consumada, de manera cobarde, contra personas indefensas cuya culpa fue exclusivamente, en muchos casos, estar emparentada con una persona de ideas izquierdistas. Mariana será el otro exponente físico de la represión y la inquina fascista, siendo pelada, obligada a tomar purgantes y sufriendo el escarnio y la humillación pública. Por si las hostilidades fueran pocas, sobrellevando la suerte de su marido huido y desaparecido, su padre y dos hermanos son asesinados en Málaga en 1937 y sus tierras y pertenencias arrebatadas. No le queda más remedio que huir de su pueblo para instalarse en Vélez y buscar nuevos horizontes para sus hijos:
De Juan se sabe que una vez que ingresó en el Instituto de Carabineros, fue ascendido al poco tiempo a cabo, encuadrándose en los mandos de las nuevas unidades de choque organizadas en la base de Castellón de la Plana en el verano de 1937 para después combatir, seguramente, en alguna Brigada Mixta de Carabineros.
El paso hacia el exilio francés es una incógnita. La única carta que conserva la familia de él lo sitúa el 16 de febrero de 1940 en la 101 Compañía de Trabajadores Extranjeros en el norte de Francia. Desde esos instantes hasta la deportación a Mauthausen, coincidió con el superviviente Ramiro Santisteban, presidente en la actualidad (2006) de la asociación que opera en Francia: Federación Española de Deportados e Internados Políticos, y ha tenido la oportunidad de transmitir su experiencia a los descendientes de Juan Gutiérrez:
“El día 22 de diciembre salía del campo enrolado en la 101 CTE (…), destinada a la construcción de una trinchera antitanque, durante cinco meses. Después de cuatro días de retirada muy desordenada, el día 20 de mayo de 1940 fuimos capturados como prisioneros de guerra por el ejército alemán, en las cercanías de Amiens. Nos condujeron andando hacia la frontera de Luxemburgo sin ninguna comida. La marcha duró más o menos una semana. Una vez allí nos hicieron subir a un tren de mercancías, mezclados con soldados franceses, ingleses, belgas… Llegamos a la ciudad alemana de Trier. Aquí existía un campo de selección para prisioneros de guerra. Pasamos más de una semana.
En la primera quincena de junio nos trasladaron al Stalag XIII-A, situado en Nüremberg, donde nos dieron una placa con el número de prisionero de guerra. Cuando llegamos a este campo fuimos controlados por la Gestapo y cacheados como si se tratara de bandidos peligrosos. Desde este momento nos emplazaron en tres barracas completamente aislados del resto del campo. En el mes de julio fuimos de nuevo trasladados a otro campo de prisioneros de guerra situado cerca de Moosburg [Stalag VII-A]
El día cuatro de agosto nos formaron y se nos anunció que marchábamos para España. Subimos a un tren de mercancías y dos días después llegamos a la estación del pueblo de Mauthausen donde nos esperaban los soldados S.S. El día 6 de agosto de 1940 atravesé la puerta de la entrada principal del campo de concentración de Mauthausen.”
El viaje en tren durante dos días fue una tortura: es pleno verano, los prisioneros viajan hacinados en los vagones, sin agua ni comida, y obligados a orinar y defecar en esos recintos cerrados. Es el primer contingente de españoles que arriba cuando el campo no era aún una fortaleza y unos alambres electrificados señalan la extensión del mismo. En el momento de la llegada de los primeros republicanos españoles ya se encontraban en el campo austriacos, alemanes, polacos y checos.
El 24 de enero de 1941 es trasladado al campo de Gusen con el número de matrícula 9329, donde muere nueve meses después, el 15 de octubre de 1941, cuando contaba con 35 años de dad.