Que siempre fue una persona afectuosa, trabajadora y llena de dignidad, a pesar de una experiencia tan dura como esta, que marca casi toda una vida.
Esta microbiografía corresponde a Manuel López Guzmán, alias «Pajuelas», combatiente antifranquista de la provincia de Jaén. Paradójicamente, al buscar documentación en los archivos sobre la guerra civil, aparecía otra persona con el mismo nombre y apellidos (sin mencionar otros datos personales, lugar de nacimiento, etc.). Nacido este otro, el 2.4.1910, fue teniente y capitán de artillería, en cota, nº3, según documentos del Archivo de Salamanca.
Mi abuelo, el Pajuelas, nace en Mancha Real (Jaén), el día 16 de septiembre de 1907. Tenía estudios, supongo que básicos. Residía en Torres, de donde era su esposa. Parece ser que se dedicaba a transportar yeso en carros, por lo que figura como oficio «carrero» en el procedimiento sumarísimo de urgencia Nº 44713, por el delito de «Rebelión militar», incoado en su contra.
El 17 de enero de 1939, durante su movilización en el frente, consta ingresado en un hospital por neumonía, es dado de alta el 25 de febrero. Fue hecho prisionero en el frente de Madrid, sector de Navalagamella el 28 de marzo de 1939. Tiene, en ese momento, 32 años, está casado, con cuatro hijos, no constan antecedentes, ingresa por primera vez en prisión.
Interrogado en «qué unidades del ejército rojo había servido y empleo que obtuvo en ellas, dijo ser llamado a reemplazo en mayo de 1938, destinado a la 108 brigada, 430 batallón y tercera compañía».
Había estado afiliado a la UGT desde 1931 y posteriormente al Partido Comunista, no se le conoce cargo de responsabilidad en esta época, según declara al ingresar en el campo de prisioneros de Zamora el 22-5-39.
En el interrogatorio, se menciona un telegrama del alcalde y de la falange de Mancha Real, en el que se le acusa de propagandista de extrema izquierda y elemento peligrosísimo, sin aportar ningún dato o acusación.
El 7 de julio de 1939, ingresa en el campo de concentración de Toro. Interrogado sobre su participación en dos asesinatos ocurridos en el pueblo, dice no haber tenido la menor participación por haber estado fuera del pueblo en esa fecha. En declaraciones sobre la quema de imágenes de la iglesia, también niega su participación, sin embargo se le acusa de ello. En visitas que realicé al Archivo Histórico Nacional, miré uno por uno todos los documentos existentes en las cajas de la Causa General, sección pueblos, sin encontrar nada que le implique en actos delictivos. En la caja 1006, legajo 9.040-109 no aparece en la lista de personas sospechosas de los hechos ocurridos en la iglesia parroquial (11-2-1941). Tampoco figura en los legajos 9.036-196 del Ayuntamiento de Mancha Real, con una relación de sospechosos de desapariciones.
Durante el franquismo, como coinciden en afirmar historiadores de reconocido prestigio, más aún en la primera época, se delataba a cualquiera; por enemistad personal, manifestar la adhesión al régimen limpiando la propia imagen, incluso por aspiración a la propiedad ajena, etc. Lo que sí es seguro, es que tras el golpe militar, fue un destacado activista, para impedir el triunfo del mismo. Tampoco los juicios, que se realizaban por la jurisdicción militar, como ya sabemos tenían ningún tipo de garantías, ni en la práctica derecho a defensa, las sentencias normalmente estaban establecidas de antemano por el tribunal militar. Era una parodia de legalidad, por lo que todos los juicios sumarísimos deberían anularse.
Las siguientes referencias y confinamiento están selladas por la guardia civil, provincia de Jaén puesto de Torres. Son difíciles de descifrar. Según lo explicado por testigos de la época, estuvo preso y sometido a malos tratos durante meses en Torres.
El 3 de junio de 1940, ingresa en la prisión de Jaén, a disposición del juzgado militar nº17, en concepto de «fuerzas del ejército». Debido al hacinamiento de las cárceles habilitan como prisión el monasterio de Santa Clara, a donde es trasladado el 24 de octubre de 1940, dependiendo del juzgado militar eventual nº 5.
Condenado a muerte en Consejo de Guerra y en previsión de una inmediata ejecución, se fuga de la cárcel el 17 de enero de 1942, junto a Antonio Catena, originario de Torres, según consta en documentación del Archivo Histórico Provincial de Jaén. Fueron a esconderse en la abrupta Sierra Mágina, que él conocía como la palma de su mano, donde hay cuevas y cortijos de familiares y conocidos.
Nada más llegar a la sierra, se unieron a la partida de los «Chaparros», único grupo de guerrilleros hasta ese momento en Sierra Mágina. En 1943 se separan de ellos, posiblemente por desacuerdo con su forma de actuar.
Pasan a formar partida, creciendo enormemente el número de enlaces y son muchos los labriegos, pastores, etc. que colaboran con ellos tanto económicamente, como informándoles de las patrullas y contrapartidas de la guardia civil. También sobrevivieron con robos de supervivencia en haciendas. No obstante algunos patronos y latifundistas colaboraron con ellos sin denunciarles, ante la incertidumbre por el giro político que podía darse con el final de la segunda guerra mundial, esperándose en cualquier momento, con un resultado para el pueblo español muy distinto al sucedido. Las numerosas guerrillas del estado español, pensaban que el final del fascismo sería también el final del franquismo.
Dieron a sus acciones una dimensión ideológica y política e impulsaron la organización comunista en la comarca, creando comités locales del PCE.
En el 44, Catena deja la vida de huido en la sierra, escondiéndose durante un tiempo en el cortijo de su amigo «Iniesto», emigrando posteriormente a Valencia. Pajuelas forma una nueva partida junto a un grupo de enlaces, teniendo como escondite el molino del Bonoso, a las afueras de Torres, a escasa distancia del pueblo y desde el que se tiene una vista excepcional de éste, así como del camino que va de Torres a la sierra y pasa a tocar del molino, por donde patrullaba diariamente la guardia civil. Según explicaciones de un vecino del pueblo.
Según me explica, también iba al pueblo a comprar tabaco y decía al estanquero, que cuando él llegara a la esquina de la calle, fuera al cuartelillo a dar parte de que Pajuelas, había estado allí. Si no denunciaban, se arriesgaban a detenciones.
Mi abuela fue a vivir con sus hijos a la casa de sus padres, una casona grande en el centro de Torres, donde a menudo iban los guardias a hacer registro y hostigamiento. Pero Manuel nunca se escondió allí. No creo que a excepción de mi padre que ya andaba trabajando en los cortijos, guardando ganado, etc. ni su mujer, ni el resto de hijos lo viera.
El 31 de enero de 1946, junto con otros enlaces, realizan un golpe económico fuera de la sierra, disfrazados de guardia civiles, con ropas que había confeccionado la hija del molinero. Un campesino que los vio, encontró al poco rato a una pareja de la guardia civil y le preguntó que pasaba que había tantos guardias, que acababa de encontrarse con otros, pero que aquellos iban en alpargatas. Con lo que empezó la búsqueda. Los localizaron sobre las dos del medio día en un olivar, entre el cortijo «Las Monteras» y el de «Vinches», en el sitio «Arroyo Lumbar», del término de Baeza; iniciándose la persecución y tiroteo. El no pudo huir. Se ocultó en unas grietas de un barranco. En el intercambio de disparos fue mortalmente herido (según la autopsia realizada al día siguiente) y al verse perdido se disparó un tiro en la sien derecha, muriendo de inmediato.
García Andujar, un guardia de Jimena, hace el relato de la persecución y muerte. El cadáver permanece 24 horas expuesto, según el procedimiento sumarísimo 154/46. «Encartados: autores desconocidos».
Como, según se narra en dicho sumario, nadie había reconocido el cadáver, se traslada el cuerpo al depósito judicial del cementerio de Baeza, el día 2 de febrero.
Se le hacen dos fotografías, se certifica el acta de defunción como «desconocido varón» (Así consta actualmente en la relación de víctimas en la provincia de Jaén, del Archivo histórico Provincial, en el Censo de víctimas sin identificar, en vez de en el de víctimas republicanas. Es fácilmente reconocible, por la fecha de la muerte y el sitio. Todo ello puede consultarse claramente en el sumarísimo referenciado).
También se realiza la autopsia por un forense del partido judicial y otro de la beneficencia. En ella se hace una descripción minuciosa de la ropa que lleva, incluidos los zapatos.
Se describen cuatro disparos «en vida», a consecuencia de los cuales hay fuertes hemorragias internas. También describe «como dato anatómico patológico» en el pulmón derecho, tanto en el lóbulo superior como inferior, la presencia de lesiones por tuberculosis, con fuerte reacción pleural.
Además de la ropa, hay una descripción detallada de objetos personales: una pipa, tabaco, una fotografía de su esposa, otra de una niña en un caballo de cartón, un reloj de bolsillo, una cartera, en uno de sus repliegues hay una foto de un hombre y una nota en papel de barba, con el nombre de varios pueblos de la comarca y una cantidad de dinero anotada al lado de cada uno. No figura en esta nota ningún nombre de persona. También dicen haber hallado una libreta.
Según consta en el mismo proceso, el día 2 de febrero de 1946, se procede al entierro del cadáver, aún sin identificar, en el cementerio municipal de Baeza, fosa nº 29, profundidad un metro, dejando la ropa con una fotografía por si era posible la identificación posterior, y por lo tanto desnudo.
Al día siguiente, 3 de febrero, ante la sospecha de que el cadáver enterrado pudiera ser Pajuelas, dos guardias van a buscar a mi abuela a Torres y la llevan andando al cementerio de Baeza, donde exhuman el cadáver, para su reconocimiento. Finalmente mi abuela reconoce el cadáver desnudo después de una autopsia, –supongo bajo un fortísimo impacto–, del hombre con el que se había casado por lo civil, matrimonios anulados en aquel momento por el régimen franquista.
Como en todos los casos, resulta imposible aclarar los cargos de los que le acusaron para condenarlo a pena de muerte. También, en lo que hay de verdad en la versión que se difundió de que entre las ropas del cadáver de Pajuelas se halló una libreta, en la que figuraban los nombres de enlaces y simpatizantes de varios pueblos de la comarca, sobre todo de Torres, a los que se detuvo acto seguido y cuyas declaraciones, bajo tortura, dieron lugar, desgraciadamente, a nuevas detenciones. Entre éstas los otros dos componentes de la partida, «Sargento» y «Leonardo», ejecutados el 20 de Marzo de 1947, junto con «Catena», detenido en Valencia, donde vivía en ese momento.
Fue una tragedia, dentro de la gran tragedia, que marcó a mi familia y su vida en el pueblo durante muchos años. En el caso de mi abuela y sus hijos hasta que pudieron emigrar a Madrid, una década después y tener un proyecto de vida.
He buscado dicha libreta, o referencias más concretas, sin haber hallado nada en los expedientes sumarísimos y otra documentación estudiada, hasta el momento. Me sorprende que haya existido, máxime cuando la guardia civil detalla que encontró roto a trozos, en el suelo, la etiqueta del casquete que llevaba puesto, para que no se pudiera identificar la tienda.
Tampoco existe otra versión, si bien, seguro que los afines al régimen, debían de tener bien repasados y «fichados» a todos los habitantes de dicha comarca.
No descarto, saber algo más concreto algún día, si puedo consultar el procedimiento 17/1946, por el que detienen e ingresan en prisión a más de 50 vecinos de la comarca