“Lo matan por recoger la chatarra de la Iglesia”.
Había nacido el 21 de enero de 1888, estaba casado con Felisa Falcón, tenía 7 hijos (Felisa, Asunción, Josefa, Marina, Rosario, Manuel y Teodomiro) y vivía en la calle Castelar 11, actual Calle Alcores en El Viso del Alcor (Sevilla). Todos los testimonios recogidos afirman que no tenía vinculación política alguna. Era chatarrero y su “delito” fue recoger hierros quemados de la Iglesia y algún que otro cáliz. Según su hija Felisa, Teodomiro no tenía intención de coger los restos de la quema, pero uno muy relacionado con la Iglesia (Ch…) le indujo a que lo hiciera, diciéndole que los recogiera que no le pasaría nada. Fue a vender la chatarra a Sevilla. Como las chatarrerías ya estaban avisadas de la desaparición de útiles religiosos y tenían la orden de comunicarlo al cuartel de la guardia civil, el chatarrero dio el chivatazo y lo detuvieron en El Viso al día siguiente.
Una nieta suya, aunque no nos puede asegurar si fue la última vez que lo vieron antes de su fusilamiento o desaparición, recuerda que su madre y su abuela Felisa contaban que “lo vieron salir de una prisión totalmente abatido, con muy mala carita, junto con otros presos”.
Pasado un tiempo después de asesinado, requetés visueños -entre los que iba D…- irrumpieron violentamente en su vivienda y echaron a sus hijos a la calle. Sus hijas, entonces unas chiquillas, no han logrado borrar de su memoria la imagen de este innombrable “señor”, las palabras hirientes, los empujones y las miradas cargadas de desprecio de quienes le acompañaban. Mientras interrogaban a Felisa, la mujer de Teodomiro, destrozaron los muebles, lo pusieron todo patas arriba. Iban buscando cosas de la Iglesia, pero no encontraron nada.
No encontraron nada, porque no tenían nada, pero lograron añadir más dolor a Felisa y a sus hijos, cuya infancia estuvo presidida por el miedo y las ausencias, forjada a base de penalidades.