Somos memoria… cuando conviene
Las instituciones públicas, Gobierno de Cantabria y Ayuntamiento de Santander, después de ejecutar y aplaudir la derogación de la Ley de Memoria Histórica en Cantabria, sorprendieron el otro día al salirse del guion y convocar un acto bajo el eslogan ‘Somos memoria’. Con el sarpullido que les provoca el término.
Las instituciones públicas, Gobierno de Cantabria y Ayuntamiento de Santander, después de ejecutar y aplaudir la derogación de la Ley de Memoria Histórica en Cantabria, sorprendieron el otro día al salirse del guion y convocar un acto bajo el eslogan ‘Somos memoria’. Con el sarpullido que les provoca el término.
“No vamos a olvidar los hechos”, proclamó la alcaldesa. Añadió que es necesario “compartir la memoria de las víctimas” y “aprender de lo vivido y surido” y llegó a decir que los jóvenes “tienen derecho a conocer esta parte de la historia de su país”. Su compañera y también presunta rival -al decir de los malpensantes locales- la presidenta Buruaga alcanzó el éxtasis de la reivindicación de la memoria democrática cuando propuso llevar a los colegios un programa de testimonios de víctimas. De paso, también podían proteger a los niños de la propia autoridad municipal, la señora Igual que promociona entre los niños -otra de sus virtudes- el álbum coleccionable de los ‘Taurocromos’ de arena y sangre“.
En realidad, todo fue un espejismo. Cuando hablaban de memoria se referían solo a una parte de la infamia. La excepción de reivindicarla fue solo porque la víctima era Miguel Ángel Blanco, a quien asesinó hace 28 años el terrorismo de ETA. No el propio estado.
La derecha nunca participa en ningún acto de memoria democrática que reivindique víctimas entre la Guerra Civil y el final de la dictadura. No se asoman a ese gigantesco agujero negro. La justicia, la memoria y la historia en las escuelas solo se receta para las víctimas que a ellos les conviene mostrar. Defienden una paradoja de proporciones colosales.
El otro día estaban en la plaza pública predicando la memoria y la lucha contra el olvido que niegan a otras víctimas. Como la izquierda, en eso, es más desacomplejada y revindica y se manifiesta por la memoria de todos los muertos, allí estaba también una concejala socialista del Ayuntamiento de Santander Rosa Pereda, acompañada de otra militante del PSOE.
Pero la alcaldesa acabó boicoteando el propio acto acusando al PSOE de gobernar España con los testaferros de la banda. Un estribillo clásico en el manual de ficciones del PP. Las representantes socialistas se marcharon del acto. “Han venido solo para irse”, reprochó la alcaldesa desde el micrófono. Había que neutralizar de alguna manera la presencia de izquierdistas homenajeando a una víctima con carné del PP.
Habían ido porque comparten, con toda la sociedad, el rechazo al terrorismo. Hay una diferencia que no pueden soportar: que la izquierda-con todos sus defectos e imperfecciones- está en contra del terrorismo de la dictadura, de ETA o de Netanyahu. La derecha en cambio es condescendiente con algunos verdugos. Tampoco aplican mucha energía en condenar el genocidio en Gaza.
La derecha del país se apropió hace décadas del papel de víctima del terrorismo etarra, encontraron en ello un filón electoral. Ellos eran los buenos, el resto era ETA. Hasta los socialistas que tantos muertos lloraron empezando por el propio Ernest Lluch. Al parecer en el PP todavía necesitan que ETA siga viva. Poco importa que se hayan vencido esos demonios, ellos siguen empeñados en resucitar un fantasma. Pero cuando pronuncian tres veces su nombre, con euforia y rabia desde una tribuna, ya solo resucita el esperpento de Bitelchús para ridiculizar su hiponcondría.
‘Somos memoria’. Tiene gracia. Un eslogan que ellos mismos hubiesen repudiado en cualquier otro contexto.