Ceuta. Paco Sánchez Montoya prepara la presentación de su nuevo libro ‘Mujeres Ceutíes Olvidadas, recuperación de memorias silenciadas’

Las historias de más de cien historias de mujeres ceutíes que sufrieron encarcelamiento en la prisión de del Sarchal entre 1936 y 1958 serán presentadas en la Biblioteca Adolfo Suárez el venidero noviembre.

Carlos Aguirre Weffer / Lunes, 26 de Septiembre de 2022
FOTO CEDIDA / ARCHIVO FERNANDO RODRÍGUEZ PERAL

Recopiladas en un libro de unas 500 páginas, con unas 200 imágenes de documentos relativo a consejos de guerra y fotografías, las historias de más de cien historias de mujeres ceutíes que sufrieron su encarcelamiento en la prisión de mujeres del Sarchal serán presentadas en Ceuta el próximo día 17 de noviembre en la biblioteca pública del estado.

‘Mujeres Ceutíes Olvidadas, recuperación de memorias silenciadas. Represión, cárceles y fusilamientos (1936-1958)”, es la más reciente obra del escritor e historiador Paco Sánchez Montoya con la que pretende “realizar un modesto homenaje a nuestras abuelas, que lucharon contra la dictadura y sufrieron una dura represión, y lo más doloroso que nada de esto nunca ha salido a la luz. Espero con estas investigaciones, que han durado más de tres años, contribuya a dar a conocer esas historias”, según ha comentado en una entrevista concedida a EL PUEBLO.

Sánchez Montoya añade que “ya es hora que estos datos salgan a la luz y aunque lo suyo hubiera sido, hacerlo hace muchas décadas, cuando estaban entre nosotros, pero bueno, nunca es tarde para recordarlas. Seguramente, cuando salga el libro y de a conocer los nombres de estas valientes ceutíes, muchos nietos verán por primera vez las historias de sus abuelas que desconocían”.

Explica el autor que estas mujeres ceutíes que sufrieron prisión por oponerse al golpe de estado del 36 fueron “olvidadas entre los olvidados y la verdad que nada se ha escrito. En el libro, profundizare en las circunstancias que se vieron obligadas a vivir, hostigadas y humilladas por el régimen franquista a través de la jurisdicción castrense. A nadie escapa que, habitualmente, el hombre suele tener el protagonismo en los libros de historia en detrimento de las féminas, y que, por tanto, la memoria de hechos en no pocas ocasiones violentos ejercidos sobre las mismas haya sido silenciada y/o ignorada”.

Para Sánchez Montoya “tenemos que seguir profundizando en este episodio tan doloroso, mediante lo investigado para este libro. Tenemos que visibilizar lo acontecido con las mujeres ceutíes, como víctimas de la represión durante todo el franquismo. Formar parte de las peticiones de verdad, justicia y reparación integral para todas ellas y sus familiares. Lo que pasó a estas y a tantas otras mujeres víctimas del franquismo nos concierne. La memoria puede ser un revulsivo frente a la impunidad. Sin embargo, la indiferencia sobre nuestro pasado representa una seria amenaza sobre el presente, las libertades y los derechos de que disfrutamos”.

Desafectas, republicanas o “rojas”

Para el historiador “las personas pertenecientes a ese sector de la población durante la época que nos ocupa, padecieron una doble represión: primero, por desafectas, republicanas o “rojas”; segundo, por el simple hecho de ser mujeres y haberse atrevido a mostrar sus deseos de libertad y pretender escapar a su papel habitual de sumisión”.

En ese sentido, y el sentir del autor de ‘Mujeres Ceutíes Olvidadas, recuperación de memorias silencias. Represión, cárceles y fusilamientos (1936-1958)’, dicha obra “pretende realizar un ejercicio de justicia al considerar que las vivencias de todas estas ceutíes específicamente han permanecido escondidas durante demasiado tiempo, restringidas al ámbito familiar en el mejor de los casos. Es el momento, pues, de arrojar luz sobre tales hechos, de acabar con su rol de sumisión, recuperar su memoria mediante la reconstrucción del pasado y de enfrentarse a unos hechos que, no por menos dolorosos, dejaron de ser reales para, finalmente, reflexionar sobre ellos y proceder a su divulgación. Todo ello, en el contexto de lo que se ha venido a llamar Recuperación de la Memoria Histórica”.

Frustración vencida

Sánchez Montoya deseaba hacer públicas estas historias desde mucho antes de que este libro viera la luz y “el hecho de no haber podido divulgar en la obra que precede a la presente, ’Ceuta y el norte de África, República, guerra y represión’ (…) me produjo cierto sentimiento de frustración y que aborda la Guerra Civil en Ceuta, las historias de cientos de mujeres víctimas de la represión en la Cárcel de Mujeres del Sarchal, o Prisión del Partido, según su denominación oficial. Ello obedeció simplemente a la escasez de datos recopilados hasta ese momento, que paulatinamente fueron incrementándose y enriqueciéndose tras diversas conferencias y congresos hasta que, finalmente, han podido ser expuestos en el presente volumen”.

Añade el autor que “este libro se centra en el período de tiempo comprendido entre 1936, año de la sublevación, y 1958, cuando la prisión del Sarchal fue clausurada. Además de los ya mencionados testimonios orales, su preparación ha requerido la consulta de fuentes documentales, principalmente consistentes en el voluminoso Archivo Intermedio Militar de Ceuta, AIMCE, y los libros de defunciones del cementerio municipal de Santa Catalina y del Juzgado Civil, que permitieron recabar información sobre algunas ceutíes procesadas y condenadas durante el período que nos ocupa: perfil de las presas, motivo por el que fueron encarceladas, características de la prisión que las albergó durante su confinamiento, condiciones de vida, etc”.

Consecuencias imborrables

Explica el historiador que “por lo general, estas mujeres -solteras, casadas, con hijos o viudas después de que sus maridos o compañeros fueran fusilados- pasaban un breve período de internamiento entre los muros de la Prisión de Mujeres del Sarchal, una vez dictado fallo por el correspondiente consejo de guerra, para después ser trasladadas a la Cárcel de Mujeres de Málaga y, finalmente, a distintos penales repartidos por el país. La historiadora Encarnación Barranquero  afirma en su libro sobre la represión a la mujer que: “Las consecuencias para ellas y sus familias, en una sociedad que las marginaba y las tenía en continua vigilancia, no se borraron con las conmutaciones, destierros o toda la amplia gama de puesta en libertad que ideó el régimen, sino que el estigma las acompañó el resto de sus vidas”.

Sobre las fuentes

Sobre las fuentes documentales utilizadas en su investigación histórica, Sánchez Montoya expone que “los fondos documentales creados por la justicia militar en Ceuta y Protectorado Occidental que se conservan en el AIMCE, dependiente del Ministerio de Defensa, tienen un carácter territorial y reúnen una valiosa, abundante y variada información referente a los procedimientos sumarísimos instruidos tras el golpe de Estado. Con el nombre ‘Archivo Regional Militar de Ceuta’, cumple una dignísima función reuniendo y poniendo en valor toda la documentación procedente del extinguido Ejército del Norte de África (E.N.A.), de la Alta Comisaría de España en Marruecos y de la Comandancia Militar de Ceuta”.

El autor refiere que “la investigación y consulta durante muchos años, decenios, de los miles de tales legajos nos permitió comprobar la extensión y dimensión de la represión, que se prolongó desde el mismo 17 de julio de 1936 hasta finales de la década de 1940 e incluso parte de la de 1950, si bien, en este caso, más atenuada. A medida que dicha investigación iba avanzando, la brutalidad de los acontecimientos que se narran a continuación fue manifestándose con toda su crudeza. Era un deber ineludible dar a conocer estos hechos y analizarlos ahora con la suficiente lejanía desde su momento histórico”.

“Los legajos examinados en el AIMCE comprenden numerosos documentos, lo cual obedece no tanto a su dificultad jurídica como al número de encausados en cada uno de ellos. Una confidencia de algún vecino incondicional con los sublevados o una actuación de la Falange o Policía eran motivos más que suficientes para que la maquinaria judicial se pusiera en marcha. Así, se nombraba a un juez instructor, siempre militar, que tomaba declaración a los denunciantes y a los testigos, estos siempre acusando a los encausados. Las ocasiones en que tales testigos se pronunciaron a favor de los acusados fueron contadísimas, tan solo un grupo de mujeres de la barriada de la Almadraba en la documentación consultada para este trabajo.

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