OPOSICIÓN A LA DICTADURA DESDE LA UNIVERSIDAD
La leonesa Albina Pérez será homenajeada por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática en marzo

Albina Pérez el martes 25 de febrero, día en que cumplió 100 años.ángelopez
Dice que son «demasiados años» y de lo que más satisfacción siente es «poder ver los cambios que ha habido en España» después de la larga y cruenta dictadura. «Franco empezó matando a un legionario y terminó firmando otras cinco sentencias de muerte. Así era Franco y no sólo él, sino muchos que estaban a su alrededor», precisa.
Albina Pérez será reconocida por el sufrimiento padecido y su aportación a la democracia en un acto que prepara la Secretaría de Estado de Memoria Democrática para finales de marzo. Ella insiste en que debe ser un homenaje a todos los miembros de la FUE y está ilusionada de poder volver a Nicolás Sánchez-Albornoz, con quien mantiene el contacto desde que éste volvió del exilio.
Albina y Nicolás son los dos únicos supervivientes de entre las 16 personas detenidas entre abril y mayo de 1947 por su pertenencia a la FUE a raíz de la pintada en la fachada de la facultad cuyas huellas permanecen en este edificio del campus.
La Federación Universitaria Escolar (FUE) había sido creada en los años 20 para modernizar la academia. Ilustres como Ortega y Gasset, María Zambrano, o Gregorio Marañón militaron en sus filas. Con la dictadura franquista, la FUE quedó ilegalizada y prácticamente desaparecida. En los años 40, un grupo de jóvenes la resucitaron.
Albina Pérez formó parte de aquel grupo de pioneros de la lucha antifranquista en la universidad española. Gracias a que podía alojarse en casa de su tía pudo matricularse en la Universidad Central de Madrid (hoy Universidad Complutense de Madrid), en Filosofía y Letras. En la facultad conoció a Nicolás Sánchez-Albornoz y entró en la FUE. El 8 de abril de 1947, cuando regresaba del Ateneo con su hermana Carmen, fue sorprendida por la policía en el portal de casa. Pudo subir al piso y recuerda que su hermano Esteban, que hacía la mili en Madrid, estaba cenando. «La verdad, no me pegaron, aunque sí me hicieron vejaciones», señala Albina sobre su permanencia en los calabozos de la siniestra Gobernación en la Puerta del Sol. Pegaron a algunos compañeros, pero sobre todo oyeron los gritos de los obreros detenidos allí. «A los estudiantes nos tenían un poco de respeto».
La causa acabó en manos del Juzgado Militar Especial para los Delitos del Espionaje, Masonería y Comunismo, con el militar Enrique Eymar al frente, que años después después se haría cargo del Tribunal de Orden Público. «Me dio una palmadita que era para haberle dado un tortazo, pero cualquiera se atrevía».
Albina Pérez fue condenada a dos años de cárcel y cumplió 14 meses, porque «en los años de más hambre redimí condena por hacer cursos de cocina». Recetas de lujo que no degustaban en la cárcel de Ventas, donde el hambre y el frío eran parte de la vida de las presas.
Albina salió de la cárcel en 1948 y pudo reanudar y acabar sus estudios. Algún profesor se sorprendió: «¿Republicana? Imposible. Si lleva medias», le contaron cuando salió de la cárcel. «Franco no se dio cuenta, porque después ya no te dejaban seguir estudiando».
En Ventas estuvo también Mercedes Vega, la química del grupo que fijó la pintada con nitrato de plata, y acabó trabajando en el laboratorio de Antibióticos en León hasta que se casó en 1958: «Con Franco a las mujeres nos trataban como memas». Albina trabajó primero en el instituto femenino y desde 1953 en la biblioteca de la fábrica hasta que tuvo al primer hijo, Luis.
Tuvo otros dos hijos y cuando se reincorporó a la vida laboral volvió a la enseñanza hasta su jubilación. En el León de aquellos años grises estuvo vinculada al grupo de intelectuales que, bajo la protección de González de Lama, mantenían la llama de la libertad encendida entre las rejas de la dictadura. Recuerda bien a Eloy Terrón y a Antonio Gamoneda.
Albina ve necesario que se conozca lo que fue la dictadura. Y, sobre todo, no olvida lo que le hicieron a su padre. «Mi padre era de izquierdas, pero sin destacarse en nada. Bastante tenían con trabajar», añade. Esteban Pérez perdió el bar Aterrizaje (actualmente locales de Cascanueces y Cuervo), que regentaba desde poco después de nacer Albina, y la familia tuvo que irse a vivir a las afueras. A los pocos años logró abrir, enfrente, el popular bar Esteban.
Una alfombra de presos en San Marcos
«Yo al menos hice algo (por lo que sabía el riesgo que corría), pero mi padre no había hecho absolutamente nada», afirma al recordar que fue prisionero del campo de concentración de San Marcos. Esteban Pérez, que regentaba el café Aterrizaje en la calle La Paloma, fue apresado a los pocos días del golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y encerrado en San Marcos. Con 11 años, Albina al penal para llevarle un bocadillo. «No se me olvidará nunca ver, como vi, todo el suelo cubierto de hombres tumbados en el suelo, una alfombra de presos, y arriba el artesonado. No se me olvida», afirma.



