Cruces, placas y monumentos a los caídos: la Iglesia como refugio de la memoria franquista

Cruces, placas y monumentos a los caídos: la Iglesia como refugio de la memoria franquista

Inés García Rábade

Cruces, placas y monumentos a los caídos: la Iglesia como refugio de la memoria franquista | Público

Corría el 3 de agosto de 1936. Un caluroso día de verano. Todavía de madrugada, el zumbido de un avión que sobrevolaba la ciudad a baja altura despertó a los zaragozanos. Al aproximarse a la zona de la Basílica del Pilar, dejó caer hasta cuatro proyectiles. Cuatro bombas que, sin embargo, nunca explotaron. Una cayó sobre el Ebro; otra en mitad de la plaza. Las dos últimas hicieron diana en la iglesia, provocando algunos daños menores. La anécdota -cuya veracidad continúa discutiéndose- no pasaría desapercibida. El bando sublevado, acantonado en la ciudad, la convirtió enseguida en su munición moral. La virgen del Pilar les había salvado. Dios estaba de su parte. Con los buenos, la España católica.

“Son elementos que llevan ahí décadas. La gente ha vivido más con que sin ellos y muchas veces desconoce su significado”, reflexiona el sociólogo Óscar Rodríguez

Más allá de las cruces

¿Y los colegios?

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