El almirante Rubén Franco, hoy condenado por robo de bebés, recibió una alta distinción en septiembre de 1983. Ese año, el Ejecutivo del PSOE intercambió apoyos diplomáticos con el régimen militar de Videla
publico.es | Danilo Albin | Bilbao | 2-12-2014
Si alguna vez se elaborase un ranking de torturadores, los miembros de la Marina argentina tendrían reservado un lugar de distinción. Entre 1976 y 1983, sus verdugos sometieron a miles de detenidos a vejámenes tan horribles como insoportables. Para Rubén Oscar Franco, jefe de la Armada en los últimos años del régimen militar, aquellas gravísimas violaciones de los derechos humanos eran parte de una “guerra contra una agresión que venía de fuera”. Así lo declaró en junio de 1983, durante una visita oficial a Ecuador. Lejos de ganarse la repulsa de la comunidad internacional, el militar obtuvo un premio: el 26 de septiembre de ese mismo año, el Gobierno de Felipe González le otorgó la “Gran Cruz de la Orden del Mérito Aeronáutico”.
El ex almirante Franco tiene hoy 87 años. En mayo pasado, un tribunal le condenó a 25 años de cárcel por su participación en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos. Entre otras cosas, la Justicia determinó que este militar ordenó la quema de documentos que contenían información sobre casos de niños robados. Anteriormente, este siniestro marino había estado involucrado en el contrabando de armas a Croacia durante la guerra de los Balcanes, uno de los episodios de corrupción que marcaron al Gobierno de Carlos Menem (1989-1999). Su nombre también figuró en la solicitud de extradición formulado en 1999 por Baltasar Garzón, quien por entonces investigaba los crímenes de la dictadura argentina. Según estableció el juez, Rubén Franco había tenido responsabilidades en el plan de aniquilamiento que dejó un saldo de 30.000 desaparecidos.
En el otoño de 1983, su nombre ya aparecía en las denuncias internacionales contra el régimen militar. Esas mismas denuncias también solían llegar a las oficinas del PSOE, que antes del verano se había manifestado en contra de la autoamnistía que aplicarían los militares argentinos antes de abandonar el poder. A pesar de ello, el ministro de Defensa del gobierno de Felipe González, Narcís Serra, no tuvo ningún inconveniente en firmar la condecoración para el Franco argentino. Al igual que las otras condecoraciones reveladas esta misma semana por Público, el decreto en cuestión también llevaba la rúbrica del Rey Juan Carlos.
Algunos días antes, la Monarquía y el gobierno de González habían otorgado la Gran Cruz de la Orden del Mérito Naval con Distintivo Blanco al contralmirante argentino Ciro García, quien en 1978 había sido elegido por Videla para defender sus intereses ante la Organización Consultiva Marítima Intergubernamental (OCMI) en Europa. De acuerdo a determinadas informaciones, este militar también habría estado ligado a tareas de Inteligencia.
Según ha podido confirmar Público, los marinos Franco y García no fueron los únicos argentinos condecorados por el ejecutivo del PSOE. El 8 de junio de 1984, el Estado español entregó una “Orden del Mérito Militar con Distintivo Blanco” a Juan Manuel Tito, por entonces jefe de la Casa Militar en el gobierno de Raúl Alfonsín. A pesar de su nuevo rol democrático, Tito había hecho carrera el ejército de Videla, llegando a ocupar la jefatura del Regimiento de Granaderos. Alcanzaba con leer su legajo para comprobarlo.
Apoyo represivo y diplomático
En cualquier caso, las relaciones entre el gobierno de Felipe González y la dictadura de aquel país no acabarían ahí. Además de otorgar estas condecoraciones, La Moncloa también permitió que militares españoles continuasen recibiendo cursos en instituciones argentinas, una práctica que había sido instaurada por su antecesor, Adolfo Suárez. Tal como figura en los listados que aún conserva el ministerio de Defensa, en 1983 el teniente coronel Julián Soutullo Pérez fue enviado a la Escuela de Inteligencia del ejército argentino para realizar uno de los cursos que ofrecían a extranjeros.
Durante ese mismo año, España y Argentina también mantuvieron un fluido intercambio de apoyos oficiales en organismos internacionales. Al igual que había ocurrido en el período de Suárez, Madrid y Buenos Aires volvieron a practicar el “te voto si me votas”. En este sentido, distintos documentos a los que ha accedido Público revelan que el gobierno del PSOE pidió el respaldo de la dictadura en organismos como la Organización Meteorológica Internacional y la Organización Marítima Internacional. Si Argentina votaba a los candidatos españoles, el ejecutivo de Felipe González prometía valorar ese gesto “en alto grado”.
De acuerdo a otros archivos secretos, el Estado español también intentó valerse del apoyo argentino para convertirse en sede del Centro Internacional de Ingeniería Genética y Biotecnología. Por su parte, el régimen militar mostró su decidido respaldo a la candidatura española en la Organización de Aviación Civil Internacional. A cambio, los representantes de este país debían votar a los postulantes argentinos. Estas gestiones siempre estaban a cargo de los mismos protagonistas: el ministerio de Asuntos Exteriores español y la diplomacia de la dictadura, que se dedicaba a tramitar las solicitudes ante sus jefes en Buenos Aires. Muchos de ellos están hoy en la cárcel.