El histórico director de fotografía Juan Mariné, Goya de Honor 2024.

La Academia de Cine reconoce al restaurador e investigador de 102 años, una figura claves de nuestro cine que trabajó con Neville, Sáenz de Heredia, Antonio del Amo, José María Forqué, Pedro Lazaga o Pedro Masó.

Pasó por el campo de concentración franquista de “La Azucarera” de La Rinconada (Sevilla)

“Es toda la vida, es un mundo, he sido muy feliz, mucho”, decía Juan Mariné hace dos años en una entrevista en la Cadena SER sobre su carrera y su pasión por un oficio al que le ha regalado la vida. Histórico director de fotografía, restaturador e investigador, Juan Mariné es una de las figuras clave del cine español. Empezó de adolescente en Barcelona y filmó el entierro del anarquista Buenaventura Durruti en 1936, un documento histórico de primer orden. Mariné ha participado en más de 140 películas a lo largo de su trayectoria y fue el encargo de fotografiar la primera película española en color, La gata. “Por su entera dedicación al cine durante más de ochenta años de trayectoria que transitan por la historia del cine español, por sus esfuerzos en el trabajo de la conservación y la restauración fílmico, y por representar vivamente, a través de su oficio, la importancia de la luz en la historia de nuestro cine”, destaca la Academia de Cine de este reconocimiento que el director, a sus 102 años, recogerá el próximo 10 de febrero en Valladolid.

A lo largo de su vida ha sido galardonado con el Premio Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro de las Bellas Artes, el Premio Nacional de Fotografía, el Premio Segundo de Chomón, la Espiga de Honor de la Seminci de Valladolid, el Premio de Investigación Juan de la Cierva y la Medalla de Oro de la Academia. Juan Mariné tenía 15 años cuando empezó en el mundo del cine como meritorio y esos inicios se han ido desdibujando en su memoria. Recuerda que era su tío quien tenía relación con los estudios Orpfea en Barcelona, fue él quien lo llevó un día al plató porque necesitaba ayuda para transportar unas cámaras y Mariné se entretuvo leyendo el manual de instrucciones. Cuando en el rodaje hubo un problema para sincronizar el sonido y la imagen fue el único que supo encontrar la solución. El director, Arthur Porchet, le propuso que fuera todos los días al rodaje por si le necesitaban y así, de forma casual, empezó la relación de Mariné con el cine.

Juan Mariné guarda en su casa una carpetilla con un puñado de hojas mecanografiadas donde, bajo el año y el título de la película aparece el nombre del director, del productor, del operador y del ayudante de cámara. Es una herramienta perfecta para recordar algunos episodios que sucedieron hace más de ocho décadas. El primer título que aparece en el cuaderno es El octavo mandamiento, película dirigida por Porchet en 1936. Después haría Aurora de esperanza, la primera película de ficción realizada por el Sindicato de la Industria del Espectáculo de la CNT durante la Guerra Civil. Es un melodrama que narra los problemas de un obrero barcelonés para encontrar trabajo tras el cierre de su fábrica y su toma de conciencia social. Está considerada como una joya artística, una película histórica rodada en 1937 y en la que Mariné aparece en los créditos como segundo ayudante de fotografía.

No fue la única película de contenido político en la que intervino el adolescente Juan Mariné. Ese mismo año, 1937, participó en el rodaje de El entierro de Durruti, un documental recuperado por el Ministerio de Cultura hace unos años. “Mi trabajo fue muy importante”, explica, “tuve que recorrer España recogiendo todas las cámaras posibles para rodar el entierro. Las instalamos en camiones y camionetas y en puntos fijos lo que nos permitió reflejar fielmente la despedida que le dio Barcelona a Durruti”.

Juan Mariné fue enviado al frente con 17 años. Cuando terminó la guerra huyó a Francia. Allí estuvo recluido en dos campos de concentración. Logró escapar a nado del de Argelês sur Mer, dicen que fue uno de los pocos prisioneros que consiguió huir sin que lo apresaran de nuevo antes de cruzar la frontera. Ya en España acabó en un tercer campo de concentración, en el de La Rinconada de Sevilla, donde fue rescatado por su padre gracias a unos contactos.

Mariné fue el primer director de fotografía que ingresó en la Academia del Cine y su currículum es historia de nuestra cinematografía. Colaboró con cineastas como Edgar Neville, José Luis Sáenz de Heredia, Antonio del Amo, José María Forqué, Pedro Lazaga y Pedro Masó en las más de 150 películas que fotografió –la última fue La grieta, de Juan Piquer Simón–. Uno de sus grandes éxitos es La gran familia, película de Fernando Palacios declarada de interés nacional, un taquillazo que se estrenó en 1962. Es un título muy especial para Mariné, no ya por el éxito que consiguió, sino porque los personajes, dice, eran muy auténticos.

Cuando dejó la dirección de fotografía en 1990, fue director de restauración cinematografía en la ECAM (Escuela de Cine de la Comunidad de Madrid), donde acudió diariamente hasta 2020, año en que llegó la pandemia. En el sótano de la escuela tenía su despacho –varias salas llenas de máquinas y material fílmico–, el ‘sub-Mariné’, en palabras de los alumnos del centro, donde investigaba, limpiaba y restauraba el celuloide. Objeto de varios documentales, tiene pendiente el estreno de Juan Mariné. Un siglo de cine, película documental escrita y dirigida por María Luisa Pujol que servirá para celebrar a este explorador de la imagen que es historia del cine español.