Eliane Ortega: Muchas sombras sobre el exilio republicano en el Magreb: “A mi abuelo le quitaron su identidad y su libertad”

Eliane Ortega, hija y nieta de exiliados del franquismo, lleva dos décadas investigando el destino y las calamidades pasadas por quienes huyeron al norte de África para evitar la represión franquista

Francisco Romero / 

Todo empieza con el diario de su abuelo

Eliane Ortega (Orán, Argelia, 1954) nació en el continente africano cuando, en condiciones normales, debería haberlo hecho en España. Pero sus abuelos huyeron del país con el estallido de la Guerra Civil, para evitar la represión franquista. Sus padres se conocieron en Argelia, donde nació ella, que residió en esta ciudad hasta 1972, en la que la mezcla era la norma. Españoles, franceses y magrebíes convivían.

Entre exiliados se desarrolló la infancia de Ortega Bernabéu, nieta de Gerardo Bernabéu, perteneciente a las Industrias Metalúrgicas Socializadas Alicantina, una cooperativa del metal con gran presencia de la CNT, llegó a Argelia en el buque Ronwyn, para ingresar en un campo de concentración.

Nada de eso contaba a la familia, pero Eliane Ortega supo de las calamidades que pasó su abuelo materno —procedente de Alcoy— cuando su diario cayó en sus manos. Un tío suyo se lo dio. Y desde entonces se obsesionó con una investigación que dura más de 20 años, y que continuará mientras viva.

En el norte de África hubo tres tipos de campos de concentración en los que se recluyó a exiliados españoles. Los primeros son los llamados campos “de acogida y clasificación”, hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Luego están los campos de trabajo forzosos, a partir del régimen colaboracionista de Vichy. Y por último, los campos de castigo y penitenciarios, que duraron hasta su liberación en la primavera de 1943. Una clasificación establecida por el profesor Juan Martínez Leal, de la Universidad de Alicante.

Ortega Bernabéu analiza, y pone el foco, en el exilio de numerosos republicanos, sobre todo desde Alicante en 1939, en lo que se conoció como la desbandada final, trasladados muchos de ellos en barcos hasta Orán, donde entraron en campos de concentración. Entre 12.000 y 20.000 republicanos españoles buscaron refugio en el Magreb, que entonces pertenecía a Francia. La investigadora no cesa en su trabajo, que se va alimentando día a día. A familiares de exiliados les pide que le faciliten información (a través del email ortega_bernabeu_eliane@hotmail.com), para ir abriendo puertas, encendiendo luces y descubriendo detalles de un episodio sobre el que hay muchas sombras.

A la provincia de Cádiz, la investigadora viene con asiduidad. En la última ocasión, para participar en las Jornadas de Memoria Democrática de Sanlúcar, para tener un encuentro con la CNT de Jerez o invitada por el Ateneo Juan Galán El Zarandaó de Trebujena. El año anterior ya estuvo en Cádiz en una conferencia organizada por el Ayuntamiento.

¿Ha encontrado interés por estos temas?

Ha sido muy bonito. La gente está muy interesada, porque no tiene mucho conocimiento sobre el exilio en el norte de África, y aún menos en Argelia. Era como una anécdota, como el que ve un culebrón o una película interesante para pasar un ratito. Para mí no es eso, para mí es un drama. Primero, porque soy una consecuencia de ese exilio y porque sigo siendo yo misma una exiliada.

¿Por qué cree que hay tanto desconocimiento de este episodio concreto? 

Durante muchísimos años gobernó el señor Francisco Franco e impuso su versión, la versión de los vencedores. No dejó que los vencidos hablaran. Los mataba, los fusilaba, o los echaba a una cuneta. Como gobernó con el terror, y eso nadie lo puede discutir, a base de fusilamientos, de campos de concentración, pues el terror hizo que la gente se callara y viviera en el silencio.

Incluso mucho después de su muerte… 

Hubo que esperar que muriese para que la gente empezara a abrir la boca, pero no a contar. Cuando empezaron otras generaciones, como la mía, a hablar y no nos pegaban un tiro, la gente empezó a atreverse a abrir sus cajones, porque no todo está en los archivos. Hay muchas cosas en los cajones de las familias, algunas se han perdido y otras se han tirado. Pero hay muchas que guardan como recuerdo que no saben el valor histórico que tienen.

¿Cómo recuerda su infancia en Orán? ¿Cuándo fue la primera vez que escuchó hablar de la guerra y los exiliados?

Nací en un país muy rico. Como niña, vivía feliz, sin ninguna preocupación, conviviendo con mis abuelos muy humildemente. Y también tuve una infancia muy rica en emociones y vivencias. Después vino la guerra de Argelia, cuando tenía ocho años, que se te queda clavada en la retina. Pero no supe nada. Mi abuelo, con quien más estaba, no contaban las penas que habían vivido en España. No me iba a contar que había estado en campos de concentración, que estaba lleno de sarna y que le quitaron su identidad, su libertad y que vivía asustado.

“Mi abuelo no me contó que le quitaron su identidad, su libertad y que vivía asustado”

Pero llegó a sus manos el diario de su abuelo…

Me lo dio mi tío, que era hijo de mi abuelo y se llamaba Gerardo Bernabéu, como él. Desde pequeña siempre me ha interesado mucho la historia, siempre había tenido conversaciones intensas hablando con mi tío. Cuando me lo da ya tenía casi 40 años, sabía lo que era la política, una guerra… ahí empiezas a saber de dónde provienes. Me empiezo a interesar por las vivencias de mi familia, las penas que ha pasado… Hubo 6.000 prisioneros en los campos de concentración de Argelia. Voy por 3.000 expedientes, después de 20 años investigando.