En el 50 Aniversario de la Muerte de Aurelio Fernández Sánchez, Oviedo,1897- México 21-7-1974, Aurelio y los primeros pasos del Comité de Milicias Antifascistas,

Aurelio Fernández Sánchez, forma parte de la leyenda revolucionaria de este país, aquel 19 de julio de 1936, era uno de los anarquistas, que esperaba la consigna del momento para salir a la calle y frenar el fascismo que despertaba en España.

Artículo publicado en la Revista Orto 213, (7-7-2024).

Aquel día, cuando apenas asomaba el sol de un nuevo día las tropas empezaron a salir de su acuartelamiento, y al percibir el movimiento de las tropas, los obreros que ya permanecían atentos, hicieron sonar las sirenas de la mayor parte de las fábricas de la ciudad de Barcelona.

Aurelio como otros muchos esperaba en los alrededores de Pueblo Nuevo y en el campo de Futbol del Júpiter,  esperaban varios camiones, que  Aurelio Fernández Sánchez vistió con una ametralladora Hotchkiss que los compañeros asturianos le había donado después de la lucha en Asturias de Octubre de 1934, y que Aurelio había guardado con mucho celo.

Ahora era el momento de la Hotchkiss en Barcelona, así que montada en un camión Aurelio Fernández Sánchez salía con otros  compañeros del campo del Júpiter con traje gris , corbata, camisa blanca y un pañuelo blanco en el bolsillo delantero de la chaqueta, Al terminar aquella contienda, Aurelio siempre frente con la Hotchkiss en las manos, ya no tenía la chaqueta, tampoco, la corbata, del pañuelo nada hemos sabido,  de la camisa, estaba  completamente amarillenta y los pantalones de gris ya no tenían nada, no pudimos fijarnos en otras prendas de vestir,  pero seguro que no guardaban su color natural al atardecer de día siguiente en Atarazanas.

Manel Aisa Pàmpols

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Aurelio Fernández Sánchez, Oviedo 1897, Puebla 21 de julio de 1974. Cincuenta años más tarde, sigue vivo en el recuerdo.

El primer Bando del Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña recoge los siguientes puntos:

“1º Se establece un orden revolucionario, para el mantenimiento del cual se comprometen todas las organizaciones integrantes del Comité.

2º Para el control y la vigilancia, el Comité ha nombrado los equipos necesarios para hacer cumplir rigurosamente todas las órdenes que de éste emanen. Con tal motivo, los equipos llevarán la credencial correspondiente, que atestiguará su personalidad.

3º Estos equipos serán los únicos acreditados por el Comité. Todo aquel que actúe al margen, será considerado faccioso y sufrirá las sanciones que el comité determine.

4º Los equipos nocturnos serán rigurosos contra los que alteren el orden revolucionario.

5ºDesde la una a las cinco de la madrugada, la circulación quedará limitada a los siguientes elementos:

A todos los que acrediten pertenecer a cualquiera de las organizaciones que constituyen el Comité de Milicias.

A las personas que vayan acompañadas por alguno de estos elementos y que acrediten su solvencia moral.

A los que justifiquen el caso de fuerza mayor que les obligue a salir.

6º A fin de reclutar elementos para las Milicias Antifascistas, las organizaciones que constituyen el comité quedan autorizadas para abrir los correspondientes centros de alistamiento y de adiestramiento.

Las condiciones de este reclutamiento serán detalladas en un Reglamento interior.

7º El Comité espera que, dada la necesidad de constituir un orden revolucionario para hacer frente a los núcleos fascistas, no tendrá necesidad, para hacerse obedecer, de recurrir a medidas disciplinarias”.

El documento lo firman Buenaventura Durruti, Juan García Oliver, José Asens, Diego Abad de Santillán y Aurelio Fernández (1).

Una vez el Comité de Milicias Antifascistas está en marcha y han empezado a salir columnas de milicianos hacia el frente, otro de los temas importantes será el control del orden revolucionario en Barcelona, en extensión en toda Cataluña. Sobre este aspecto, Ricardo Sanz nos dice: “El trabajo de las Patrullas de Control, su labor depuradora, fue digna de toda clase de respetos y elogios por parte de los elementos que veían en el movimiento subversivo de España algo más hondo que una simple cuestión de carácter político o sindical, de partido, que nos hubiera dejado en un terreno tan falso como el que se vivía antes del movimiento.

Y gracias a estas Patrullas Control –tan criticadas después por elementos fascistas- se descubrió el paradero de hombres funestos para el régimen republicano y también se pudieron hacer abortar verdaderas conspiraciones contra la República. Y la labor de los Tribunales de Justicia pudo desarrollarse normalmente y con intensidad. Las Patrullas de Control, vigilantes y atentas, entregaban a los que, a pesar de todo, querían destrozar la República” (2).

Un dato, que podemos resaltar, nos lo señala el historiador Pastor Petit: “El 28 de julio de 1936, sólo hay 94 detenidos por parte de las fuerzas del orden público y estos detenidos están en las dependencias de la Comisaria General. Pocos días después empezarán a ser detenidos conocidos falangistas residentes en Cataluña, como por ejemplo Luís G. Santamarina, Pozo Blanco, etc” (3).

Siguiendo en la línea de Pastor Petit, cabe comentar el desprecio que en ese momento Frederic Escofet a quien representan el pueblo catalán, en temas de seguridad se ve claramente en el entramado de la detención del Conde de Montseny. Frederic Escofet -en la que considero una despreciable argumentación ridiculizando a los patrulleros- dice en la detención de Milà i Camps, Conde de Montseny: “¿Sabéis quién es éste? – feu Escofet a l’escamot anarquista tot assenyalant el comte de Montseny.

-No – respongueren amb una candidesa que afavoria els plans d’Escofet. –. Pues os felicito por haberme permitido echar la mano encima de un faccioso, del cual me encargo que sea castigado con la severidad que merece-. I girant-se vers el seu secretari afegi:

-Redacta inmediatamente una carta para el Comité de la CNT para que se recompense la actuación de estos muchachos” (4).

Y algo muy parecido ocurre en la detención del Cardenal Vidal i Barraquer, habla de manera despectiva de los hermanos murcianos de Hospitalet, que son quienes lo detienen. ¿Por qué los murcianos de Hospitalet no son cómo el resto de las personas? Además de la diferencia clasista que en el relato se hace obvia, sus palabras tienen muchas connotaciones desde tiempos lejanos y nos muestran que no es casual el anticlericalismo que profesa el pueblo obrero español (5).

Otro caso que resaltar lo encontramos en Benavides cuando nos dice: “La FAI detuvo a Alguer (profesor de Derecho) para descubrir el paradero de Blas Pérez. Una madrugada lo sacaron de la cárcel de San Elías y Alguer dio la dirección del domicilio en que se ocultaba su colega. Se le puso en libertad y se aprehendió a Blas Pérez.

-Me iré a América- prometió Alguer, quien juró por su honor no unirse a los rebeldes-. Tengo familia en Venezuela. El comandante retirado se marchó a la zona franquista, fue fiscal de Franco y sucedió a Serrano Suñer en el ministerio de la Gobernación como premio a unos comentarios a la Ley de Responsabilidades en que sentó la teoría de que España pertenecía a Franco por derecho de conquista” (6).

Sin duda, este militar retirado y sedicioso, dejó bien claro que poco honor tenía si se trataba de salvar su pellejo. Manuel Benavides continúa con este mismo discurso y nos dice que había un clima de terror más teatral que efectivo y nos asegura que todas las autoridades con cargos públicos anteriores -ya fuese en dictadura, monarquía o en los tiempos de Gil Robles- pudieron salir sin ningún contratiempo por la frontera catalana hacia Francia en los primeros días de la revolución de 1936; y Manuel Benavides no puede ser considerado sospechoso de manipular la información (7).

En aquel momento, como bien define el libro de Los antifascistas alemanes en Barcelona 1933-1939, el Departamento de Investigación que empezó a dirigir Aurelio Fernández se convirtió en una especie de policía secreta y cuyo brazo armado eran las patrullas de control (8).

Otros historiadores han criticado abiertamente a Aurelio Fernández Sánchez por dar cobertura e introducir en las Patrullas de Control a algunos de los compañeros de la CNT, que eran hombres bregados y de largo historial en los grupos de acción de los años 20, cómo por ejemplo a Joaquín Aubí o Josep Recasens (9).

Eran militantes que se habían enfrentado a la policía de Martínez Anido y Primo de Rivera y no por eso tiene sentido catalogarlos de asesinos, sino todo lo contrario; eran hombres que plantaron cara a la oligarquía y a la burguesía más poderosa en tiempos de resistencia obrera (10).

También creo, que hay que tomar en consideración las memorias de Enrique Martín, militante del movimiento libertario del barrio de Sants, que nos cuenta un enfrentamiento, en una torre de San Gervasio, donde fueron recibidos a tiros por los quintacolumnistas y dos compañeros de las patrullas fueron heridos. Según Martín, tuvieron que rodear el chalé y se produjo un largo enfrentamiento donde murió alguno de los falangistas. Finalmente, detuvieron a 18 personas -todas ellas armadas-, que, según parece, se dedicaban a pasear por la noche con un automóvil de la Cruz Roja disparando indiscriminadamente para sembrar el miedo entre la población, crear alarma y fomentar la psicosis del miedo. Enrique, miembro de las patrullas, hace hincapié en que nunca se maltrató a ningún detenido (11).

También Enrique Martín, nos cuenta una anécdota, que creemos ejemplar. Ocurrió entre las patrullas de control y los jóvenes que acudían al Liceo: “En el teatro del Liceo había un gran salón de baile. […] A las ocho de la noche, el local se llenaba de putas y gentes diversas, para las que la guerra no tenía ninguna importancia. Sin embargo, cuando en el frente de batalla había miles de jóvenes voluntarios ofreciendo sus vidas para vencer al fascismo, no tenía por qué permitirse en la retaguardia la existencia de indiferentes a quienes les importaba un comino que se ganara o se perdiese la guerra. Una noche, se presentaron las Patrullas de Control en el baile y obligaron a todos los hombres a agruparse. […] A los hombres se les condujo al puerto, donde había dos barcos con carbón por descargar. Obligándoles a trabajar hasta las dos de la mañana. Después se les sirvió un sándwich y una cerveza. Y se les retornó al salón de baile donde la música volvió a sonar. Se les invitó a buscar de nuevo a las mujeres y a seguir bailando, pero con el rostro, los trajes y las camisas tiznados de polvo carbonífero” (12).

Cuando en Cataluña las patrullas de Control están ya definidas, el Servicio de Investigación se convierte en responsable de las oficinas de pasaportes y es el organismo de control de fronteras, tanto de mercancías cómo de personas. Así, en ese momento, Aurelio Fernández amplía su responsabilidad. En ese contexto, nos encontramos con el caso de La Pasionaria, quien, desde Madrid, viaja a Barcelona con el objetivo de pasar a Francia por la frontera de Cataluña, pero, muy herida en su orgullo comunista, tiene que esperar en el Hotel Colón, Plaza Cataluña, a que un anarquista como Aurelio Fernández la autorice a salir del país. El relato de ese momento lo podemos leer en sus memorias, tituladas El único camino, donde Dolores Ibárruri dedica buena parte de uno de los capítulos a echar sandeces en contra de los anarquistas que tratan de organizar un estado revolucionario. No tiene desperdicio el menosprecio a una persona como Manuel Escorza, sólo por el hecho de haber tenido una grave enfermedad en su niñez, o la arrogancia con que trata a Aurelio Fernández. Dice Dolores Ibárruri:

“En la Cataluña de 1936, la diplomacia no tenía nada que hacer, los pasaportes eran papeles mojados.

Allá no mandaba nadie más que las milicias de la FAI dirigidas por el anarquista Escorza, que físicamente era una ruina. Jorobado y paralítico, sólo vivía en él la llama de su odio a los hombres normales. Él hubiera querido que a su imagen y semejanza toda la humanidad fuese paralítica y jorobada.

Un lugarteniente suyo, Aurelio Fernández, era el encargado de visar los pasaportes.

Trabal, un médico y diputado catalán, que zascandileaba de la derecha a la izquierda y viceversa, llegó a darnos la noticia.

–Tienen que enviar sus pasaportes a las milicias de la FAI para que se los visen.

-¿Visar los pasaportes diplomáticos las milicias de la FAI? -pregunté asombrada- ¿por qué?, ¿no tiene la Generalitat sus agentes?, ¿no existe un gobierno catalán?, ¿no se dan ustedes cuenta de este absurdo?. Vamos a París a decir al mundo que en España hay un gobierno legítimo, en pleno ejercicio de sus prerrogativas, y la negación de esto la hacemos nosotros mismos, llevando en nuestros pasaportes la autorización de salida de las milicias de la FAI. Yo quiero consultar antes con los camaradas del PSUC.

A mis compañeros de viaje no les llegaba la camisa al cuerpo. Ellos querían salir, costase lo que costase, aunque el precio fuese una humillación.

Los dejé solos. Estaban muy nerviosos. Fui a consultar con los compañeros del PSUC y estos me aconsejaron que entregase el pasaporte para evitar complicaciones, ante la necesidad de salir al extranjero a hacer propaganda sobre el significado de nuestra lucha.

Se lo di a ellos: un policía se encargó de hacerlo llegar, junto con otros, al departamento diplomático, de la FAI.

Al cabo de una hora, aproximadamente, llegó al hotel Aurelio Fernández, encargado de la Sección de investigación de las milicias, acompañado de su guardia pretoriana.

Entró en el pequeño saloncito donde esperábamos los pasaportes para tomar el tren de la frontera como si fuera su casa.

Nos miró con gesto de perdonavidas.

-Con qué a París, eh?- Pregunto con sorna.

Mis compañeros callaron. Yo respondí por ellos.

-Sí, a París y ¿qué?

-Nada… pero me parece que habrá algunas dificultades…

-¿Pero, saldremos, sí o no?

-No sé –respondió por fin-. Sólo sé que en la frontera hay una vigilancia muy estrecha y se hacen registros muy minuciosos de equipaje.

-¿A todo el que sale?- Dije yo.

-A todos -respondió él.

-¿También a los que van por ciertos caminos? – Insistí.

-Que quieres decir con eso? – Preguntó con un tono nada tranquilizador.

-¡Tú sabes bien lo que quiero decir! – Contesté.

A todo esto, nadie más que nosotros hablábamos y nuestro diálogo saturado de contenida violencia sonaba un poco trágico en los oídos de mis compañeros de delegación.

Aurelio Fernández dejó sobre una mesita con cierta displicencia un abultado sobre.

-Ahí tenéis vuestros pasaportes y yo espero, amiga Pasionaria – dijo despacio y dejando caer amenazador las palabras- que, a la vuelta, podremos discutir sobre eso que has dicho” (13).

Queda muy claro en sus memorias que, a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, no le gustó en absoluto que el control revolucionario de una ciudad como Barcelona estuviera en las manos de los hombres de la CNT-FAI. Se olvidaba por completo que la CNT y los hombres de la FAI eran los que habían plantado cara al fascismo.

Respecto a los pasaportes, será unos días más tarde -en la reunión del Comité de Milicias Antifascistas del día 3 de agosto de 1936- cuando se acuerda que, por el momento, sea la Federación Local de los Sindicatos -tanto de la CNT como o de la UGT- y sus comités ejecutivos, quienes avalen los nuevos pasaportes. Posteriormente, a finales de aquel mes de agosto, se forma una columna de milicianos destinada específicamente al control de las fronteras (14).

El Comité de Milicias Antifascistas tenía contactos que pretendían firmar un pacto con grupos marroquíes, para que éstos, a través de las cabilas del Rif, iniciaran una rebelión en Ceuta y Melilla.

Si este hecho se producía, existía la oportunidad de abrir un frente en la retaguardia de las tropas fascistas de Franco, en África, que, sin duda, podría dar nuevas perspectivas a la contienda.

Por este motivo, varios componentes del Comité de Milicias Antifascistas viajaron a Madrid para que el Gobierno Republicano les facilitará armas para una posible sublevación en el norte de África. Con Aurelio Fernández (CNT-FAI) viajaron Rafael Vidiella (UGT-PSUC), Jaume Miravitlles (ERC) y Julián Gorkin (POUM). En caso de convencer al gobierno, el Comité de Milicias Antifascistas sería el encargado de provocar el alzamiento en Marruecos.

En un principio, el gobierno republicano en Madrid vio con buenos ojos el proyecto, pero, las amenazas de sus homólogos de París y Londres le llevaron a rechazar el plan para no molestar a los gobiernos demócratas y su “no intervención” (15).

Enterados todos los anarquistas del Comité de Milicias Antifascistas de que Lluís Companys intenta formar gobierno, se reúnen en el edificio de Gobierno Militar -sede del Comité de Milicias-. El objetivo es discutir qué hacer frente a la estrategia de la Generalitat que, a las primeras de cambio, ya pretende eliminar el Comité de Milicias Antifascistas.

Así, el 1 de agosto, Aurelio Fernández junto a Juan García Oliver se presentan en el despacho de Companys y Casanovas para advertirle que no aceptarán ningún gobierno con tres consejeros comunistas (Joaquim Comorera, Estanislau Ruiz Ponseti y Rafael Vidiella (16).

Aurelio Fernández, conjuntamente con todos los compañeros anarquistas del CMA, se encargarán de organizar y apoyar todas las iniciativas de colectivización o socialización de los sectores específicos de la producción. Por ejemplo, la energía eléctrica -vital para el funcionamiento de todas las fábricas y de la normalidad de la vida cotidiana-, la alimentación -que tendrá su secretaria de Abastos-, o el sector de la construcción -que se mostró muy dinámico en aquel momento, tomando la iniciativa en muchos proyectos de construcción en toda la ciudad-, etc.

Otra de las tareas donde Aurelio Fernández tiene que poner algún tipo de orden revolucionario, desde su posición en el Comité de Milicias Antifascistas y desde su responsabilidad en la Junta de Seguridad, será en el hecho de que cada partido o sindicato tiene su servicio de información y seguridad circulando por la ciudad con el beneplácito de Lluís Companys.

A principios de agosto, cuando ya hay una relativa calma y las cosas de la vida vuelven a cierta normalidad, en el periódico Solidaridad Obrera saldrá una larga lista de matrículas de coche que deben de volver a su propietario (17).

A pesar de que ya hemos dicho antes que Eduardo Barriobero se puso al frente de los tribunales populares en septiembre, lo cierto es que ya el 17 de agosto se creaba la oficina Jurídica en el Palacio de Justicia de Barcelona. Allí se hicieron los primeros pasos de lo que sería el Tribunal Popular Revolucionario de Justicia de Barcelona. Pocos días después de la creación de este organismo, el ayuntamiento de Barcelona expulsaba a 151 funcionarios por desafectos al régimen (18).

Aquel agosto de 1936, la Federación Local de Sindicatos Únicos de la CNT de Barcelona lanzará un bando a la opinión pública. El primer apartado se titulará “Sentido de responsabilidad y valoración de nuestros cuadros” y, en él, la organización trata de precisar su posición: “El valor personal, el desinterés absoluto, la bravura demostrada, el entusiasmo puesto en la lucha, nos han dado tal influencia popular, que toda la vida de Barcelona y de Cataluña ha caído en nuestras manos.[…] La CNT aspira a controlar lo mejor, lo más consciente, lo más capaz del proletariado para que, en ningún momento, la Organización Confederal deje de estar a la altura de las circunstancias, por falta de moral revolucionaria. […] Es la hora de edificar sobre ruinas. Y para esta labor, aunque se estime en lo que vale la ayuda de los peones, son necesarios los albañiles”. El siguiente punto del Bando se llama “La posición de la Organización barcelonesa ante las cuarenta horas y el 15 por ciento de aumento en los salarios”, el sindicato cenetista se encuentra en el primer compás de la reivindicación del momento y, por acuerdo asambleario, espera impaciente, nuevas y revolucionarias medidas liberalizadoras: “Al levantarnos contra el fascismo no nos movía ningún propósito previo. Asumíamos la responsabilidad de una actitud decisiva, conscientes tan sólo de la responsabilidad histórica que nos alcanzaba por igual. […] Pues bien, reconstruyamos la economía sobre bases nuevas, la primera y más elemental de las cuales es la socialización de las riquezas y de los instrumentos de trabajo, considerando como tales los campos, las fábricas, las minas y los talleres. […] “Hasta tanto el Consejo de Economía no trace las líneas generales de la obra de reconstrucción social que le ha sido encomendada, aceptamos las cuarenta horas, el 15 por ciento de aumento en los jornales y la rebaja en un 50 por ciento de los alquileres. Estos han sido los acuerdos del Pleno de Sindicatos celebrado el día 8 y que la Federación Local hace saber a todos los trabajadores”. Otro de los puntos a tratar con fuerza en este momento revolucionario es el problema de las subsistencias y, ante la evidencia de que algunos están encareciendo los precios de los productos básicos, la CNT responde: “Declaramos que estamos dispuestos a intervenir implacablemente en lo que se refiere a los abusos que en la venta de alimentos y objetos de imprescindible necesidad a la vida del pueblo se viene cometiendo. Mandaremos delegados a todos los mercados y efectuaremos investigaciones en los establecimientos, dispuestos a imponer el castigo que se merezcan, a los arribistas y a los inescrupulosos”. Para terminar, la Federación Local deja la impronta del momento en el punto “Las grandes consignas de la hora” afirmando: “La revolución ha comenzado, y la clase trabajadora, colocada por la historia a la cabeza de ella, debe actuar sin desmayos, sin precipitaciones, pero también con firmeza y energía ejemplares. ¿Hasta dónde llegaremos? Las circunstancias, la voluntad popular, las posibilidades y también nuestra capacidad creadora lo dirán: El mundo entero tiene la vista fija en España y particularmente en Barcelona. Que ello centuplique el entusiasmo y nos dé el pleno sentido de responsabilidad indispensable para llevar a cabo la revolución comenzada” (19).

Otra de las victorias de este CMA lo encontramos en el proyecto pedagógico del CENU (Comité de la Escuela Nueva Unificada) que, bajo el lema “ni un niño sin escuela, ni una escuela sin maestros”, se presentó a partir de un decreto del 27 de julio de 1936 en el cual participó activamente el movimiento libertario con Joan Puig Elías como máximo responsable. En el equipo de Puig participaban también Ester Antich, Juan Fabregues, Josep Calvet, Albert Carsí, Jacinto Toryho, Miguel Escorihuela, Josep Xena y otros muchos profesores entre los cuales queremos destacar a nuestra estimada Violeta Fernández Saavedra, una joven pedagoga libertaria.

El decreto publicado en el Butlletí Oficial de la Generalitat de Catalunya dice: “La voluntat revolucionària del poble ha suprimit l’escola de tendència confessional. Es l’hora d’una nova escola, inspirada en els principis racionalistes del treball i de la fraternitat humana. Cal estructurar aquesta escola nova unificada i que no solament substitueixi el règim escolar que acaba d’enderrocar el poble, sinó que creï una vida escolar inspirada en el sentiment universal de solidaritat i d’acord amb totes les inquietuds de la societat humana i a base de la supressió de tota mena de privilegis” (20).

Aprovechando este inciso del CENU comentar que, durante el período de la revolución, Violeta Fernández Saavedra trabajaba en una escuela en la calle Pau Claris 9, donde estaba ubicado el comité del CENU. Una vez más, hay que destacar la capacidad organizativa de Violeta, que será hecha pública por el propio Joan Puig Elías (21).

Como pedagoga del CENU, Violeta estuvo en 1936 en la sede de Pau Claris 90 y después, ya en 1938, estuvo en un colegio muy cerca del Palacio de Justicia -probablemente en el Institut Escola Pere Vila-. En aquellos últimos meses de la guerra, Violeta Fernández se puso a las órdenes de Facundo Oca, quien dirigía el Comité de Francia para la Evacuada.

Sin embargo, ante los continuos bombardeos de la ciudad, recibió la orden del Ministerio de educación para marchar a Francia con un grupo de unos 50 niños con el objetivo de protegerles y alejarles de la guerra. Ya nunca más volvió Violeta a su estimada Barcelona y, por lo tanto, creemos que ni tan siquiera pudo asistir al entierro de su abuelo Abelardo Saavedra del Toro, que cómo hemos mencionado antes murió a finales de 1938 (22).

El 28 de agosto la “Soli” pública que, unos días antes, los miembros del Comité de Milicias habían firmado la sentencia del general Goded y Buriel y ahora tocaba la de los subalternos. En el acta del acuerdo del CMA sobre los fusilamientos en el castillo de Montjuïc de López Varela, López Belda, López Amor y Lizcano de la Rosa encontramos la firma de Juan Pons Gallardi, Ramón Fábregas, Diego Abad de Santillán, Aurelio Fernández, S. González, José Torrens, Carlos Caballero, Miguel Albert, Manuel Díaz, Rafael Grau y Jaume Miravitlles (23).

Este artículo es la historia condensada en unos pocos días de un revolucionario anarquista que, en julio de 1936, tuvo que  bailar con la más fea de las tareas que jamás se hubiera imaginado, pero lo hizo como siempre, como mejor supo, y sobre todo sabiendo que enfrente tenía el fascismo, que no se lo iba a poner fácil, de todos modos, seguro que se ilusionó y luchó por un mundo mejor, hecho que siempre vale la pena intentar, con las contradicciones del momento, pero, lo intentaron, y  llegaron a construir algo distinto a como siempre había sido.  Era el momento, como dijo Aurelio Fernández, ¡de los piojosos, de los que no tiene nombre!

Notas

1.- Abel Paz. Durruti: el proletariado en armas. Bruguera, Barcelona 1978 Pp,387-389.

2.- Ricardo Sanz, Los que fuimos a Madrid. Columna Durruti 26 división. Imprenta Dularier, Touluose, 1969. p.74.

3.- Pastor Petit, La cinquena columna a Catalunya 1936-1939. Galba edicions, Barcelona, 1978. p.44.

4.- Xavier Febrés, Frederic Escofet l’últim exiliat. Pòrtic, Barcelona, 1979. pp. 183-184.

5.- Ramon Muntanyola, Vidal i Barraquer Cardenal de la Pau.  Estela, 1970. p.524.

6.- Manuel Benavides, Guerra y revolución en Cataluña. Roca, México, 1978. p.193.

7.- Benavides, idem.. Roca, México, 1978. p.201.

8.- AAVV (N.Nelles, H.Piotrowski, U.Linse y C.García),  Antifascistas alemanes en Barcelona 1933 -1939. Sintra, Barcelona, 2010. p.212.

9.- Joaquín Aubí Casals de Badalona, el Gordo, participó, por ejemplo, en actos de gimnasia revolucionaria como el asalto al Banco Urquijo en 1933. Josep Recasens Oliva, El sec de la matinada, del sindicato de la Construcción, participó, el 1 de septiembre de 1922, en el atraco a un tren en San Andrés que transportaba la nómina de la empresa de Ferrocarriles MZA. El botín fue de 140.000 pesetas, que se entregaron íntegramente al Comité Pro-presos. Vivía en la calle Botella de Barcelona, en el Distrito V.

10.- Paul Preston, El Holocausto español. Base, Barcelona, 2011. p.386.

11.- Enrique Martín, Recuerdos de un militante de la CNT. Picazo, Barcelona, 1979. p. 12.- E. Martín ídem. P.113.

13.- Dolores Ibarruri La Pasionaria, Mi único camino. Editions socials, París, 1965. pp.308-309.

14.- Comitè de Mílicies Antifeixistes i Generalitat de Catalunya, Ordre públic i violència a Catalunya (1936-1937). DAU, Barcelona, 2011. p. 59.

15.- Abel Paz, Durruti: el proletariado en armas. Bruguera, Barcelona, 1978. p.441.

16.- Martínez Lorenzo, César. Los anarquistas españoles y el poder. Ruedo Ibérico, 1972. p.94.

17.- Solidaridad Obrera, 1 de agosto de 1936.

18.- Pastor Petit, La cinquena columna a Catalunya 1936-1939. Galba edicions, Barcelona, 1978. p.45.

19.- Federación Local de Sindicatos Únicos Barcelona. El Comité, agosto 1936.

20.- Butlletí Oficial de la Generalitat Catalunya del 29 de juliol de 1936.

21.- Solidaridad Obrera, 20 de agosto de 1936.

22.- Entrevista del periodista Juan Sebastián Gatti a Violeta en La Jornada de Oriente, 27 de mayo de 2003. 23.-. Solidaridad Obrera, 28 de agosto de 1936.

Manel Aisa Pàmpols