Familiares de dos víctimas exhumadas del Barranco de Víznar reciben sus restos
Desde el inicio de los trabajos, coordinados por la UGR, se han recuperado más de un centenar de cuerpos
Este sábado se ha hecho la entrega a sus familiares de los primeros restos identificados genéticamente pertenecientes a Juan de Dios Adarve y Antonio Rosales.
En concreto, Adarve era vecino de El Fargue y gozaba de una posición acomodada gracias a su empleo como escribiente en la Fábrica de Pólvoras y Explosivos. Afiliado al PSOE, ocupó puestos en la directiva de la Sociedad de Obreros de la fábrica afecta a la UGT así como en la sociedad benéfica existente en la barriada.
Como testimonia su nieta María del Rosario Adarve, su casa era lugar de encuentro y discusión política. A pesar del control que los militares ejercieron sobre el municipio desde el 20 de julio de 1936, Adarve intentó mantener una resistencia velada al golpe procurando la movilización de sus compañeros llegado el momento preciso, en espera de una ofensiva republicana que nunca llegó a concretarse.
Su convencimiento de estar libre de cualquier delito evitó su huida a tiempo, siendo detenido el día 1 de agosto de 1936 e internado en la Prisión Provincial. En la madrugada del 24 al 25 de agosto fue trasladado al Barranco de Víznar, como testimonió Antonio Mendoza –uno de sus enterradores–, donde fue asesinado con 41 años dejando esposa y un hijo.
Asimismo, Rosales, natural de Guadix y vecino de Granada, se desempeñó como enfermero en el Hospital de San Juan de Dios de la capital. Miembro de la directiva del sindicato de enfermeros, fue detenido junto a otros compañeros el día 29 de julio de 1936 acusado de haber abierto fuego desde el tejado del hospital contra las fuerzas sublevadas, además de haber colaborado con Virgilio Castilla, presidente de la Diputación, en el reparto de armas al pueblo.
Detenido en la Comisaría de la calle Duquesa, fue internado en la Prisión Provincial durante la instrucción de un proceso sumarísimo con el número 101/36 cuyo resultado fue su supuesta puesta en libertad. La realidad es que fue trasladado al Barranco de Víznar en la madrugada del 24 al 25 de agosto, lugar en el que fue asesinado.
Su cuerpo fue visto entre un grupo de cinco cadáveres “en un pequeño barranco próximo a la carretera” por María Alcalá en la mañana del día 25, como hace constar en su declaración con motivo del expediente instruido para la inscripción fuera de plazo de su “defunción” en el Registro Civil. Asesinado con tan solo 35 años, Rosales dejaba mujer y dos hijos, que se vieron avocados al exilio, marchando a Argentina.
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