“¿QUÉ RAZÓN HUBO PARA MORIR?
ENRIQUE PÉREZ DOBLADO – VALVERDE DEL CAMINO
Nuestro tío ENRIQUE tenía 25 años cuando lo asesinan, su mayor ilusión desde muy joven fue ser conductor de coches y camiones, cosa que logró al sacar el carné de conducir, algo impensable para una familia humilde y numerosa; gracias a ello, consiguió la plaza de chófer en una famosa Fábrica de Muebles en su pueblo, Valverde del Camino.
El día fatídico en el que los “sublevados” toman Valverde, nuestro tío Enrique no estaba trabajando, se encontraba descansando en su casa. El compañero que estaba de guardia con el camión, enterado de los acontecimientos le oculta lo que está sucediendo y le pide el “favor de que lleve a Riotinto a los del Comité”. Por el camino le dan la noticia, la recibe con sorpresa, incertidumbre y estupor. Por miedo, siempre el miedo, permanece en Riotinto a la espera de nuevos acontecimientos.
La familia no sabe nada de él y lo que le cuentan son meras conjeturas de unos y de otros. Posteriormente saben que lleva unos meses escondido por la Rivera y la zona de los Pinos, dónde toma contacto con sus familiares que le procuran alimentos y otras necesidades.
Próximo a llegar el invierno, algunas vecinas y conocidas de su madre convencen a ésta para que hable con él, a fin de que se entregue a las “autoridades” pues no había cometido ningún delito y que, por lo tanto, nada le iba a suceder.
Su madre, no muy convencida, le pide que comparezca ante el Comandante Militar y, una tarde nuestro tío Enrique cruza el pueblo y se presenta en su casa, en la calle del Duque. Le tenían preparada una palangana con agua para que se lavara y se pusiera ropa limpia pero… no le dieron tiempo ni para eso. Se presentaron TRES SICARIOS, conocidos de la familia y se lo llevaron sin ninguna consideración.
Estuvo en la cárcel varios días, no permitiendo que lo visitara ningún familiar que conseguían llevarle comida a escondidas o suplicando y mendigando favores.
Una mañana, su madre fue a visitarlo pero ya no se encontraba allí. Nadie dio explicaciones a la familia de adónde lo habían llevado y qué habían hecho con él, mas no había que investigar mucho, esa madrugada fusilaron en Beas, a varios jóvenes entre los que parece se encontraba el tío Enrique. Y decimos parece, porque, a día de hoy, más allá de algún testimonio oral no tenemos certeza de que esté allí.
La DESAPARICIÓN inesperada y traumática de nuestro tío y su posterior AUSENCIA supuso un peso emocional de tal calado que no sólo afectó, en su momento, la vida de su madre y hermanos, sino que lo hemos heredado sus descendientes.
Es difícil imaginar cómo la familia pudo asumir una pérdida tan grande y preguntarse, cada día, interna y silenciosamente la razón de su asesinato.
Para su madre y hermanos fue, así lo contaron con el paso de los años, no exentos de miedo y temor, un hecho muy doloroso, que cambió el rumbo y la estructura familiar. Su madre murió al poco tiempo, su corazón no resistió la pena y, sus hermanos tuvieron que sobreponerse y sobrevivir con el silencio y el estigma de que “algo habría hecho”.
Somos nosotros, tus sobrinos y nuestros hijos/as, quienes intentamos recomponer tu vida, puzzle inacabado e incompleto que por tabú, miedos o no querer hacer llorar, tantas veces nos robó poder hablar de ti.
Han PASADO YA MAS DE 80 AÑOS… nada más y nada menos, pero tu recuerdo nos ha impregnado de tal manera que sin ni siquiera haberte podido conocer VIVES EN NUESTRAS MEMORIAS, Y VIVIRÁS generación tras generación.
¡¡ Memoria, dignidad y justicia!! Para ti, tío ENRIQUE.
Tu familía”