José Redondo. Mensaje en una botella: ¡Sacadnos de aquí y dadnos una sepultura digna!

Algunas viudas e hijas se encargaron de que los fusilados en el “Terrer” y enterrados en las fosas comunes del Cementerio de Paterna no fuesen unos sin nombre y cayeran en el olvido, para ello tuvieron la idea de dejar dentro de unas pequeñas botellas de cristal al lado del cadáver o en su bolsillo un escueto mensaje con su nombre, origen y poco más, clara evidencia de que existía la intencionalidad desde el instante que fueron asesinados y enterrados de que fuesen identificados y facilitar la recuperación de los cuerpos. Una forma de decir ¡sacadnos de aquí y dadnos una digna sepultura!.

06.03.2023

En otra publicación ya hablamos de Leoncio Badía, “condenado” a ser sepulturero en el cementerio de Paterna (“ ¿Quieres trabajo rojo? Pues ves a enterrar a los tuyos” le dijeron), quien se encargó de asear los cadáveres, arreglarlos, prepararlos y avisar a las familias para que a escondidas y con la sola luz de la luna les diesen ese “hasta luego”.
Ahora después de 80 años, se están abriendo las fosas y los familiares se aferran a objetos encontrados al lado de los cuerpos para conservar los recuerdos, esos objetos vuelven a traer a la memoria las historias que intentaron ser borradas, pero que han pervivido en sus casas a través de las familias. Las fosas para los familiares es sinónimo de muerte, la memoria por lo contrario es de vida, por eso el proceso de exhumación se convierte en una práctica reparadora para las familias.
Parte de la Memoria se reconstruye a partir de lo que cuenta la fosa, las fosas hablan y a veces gritan a través de los objetos encontrados en ellas y relacionan actividades dentro y fuera de la cárcel: Las cuerdas de esparto e hilos de alambre demuestran que fueron maniatados para ser asesinados. Los restos de tela llenos de sangre sirvieron de vendajes y cabestrillos, para heridas y traumatismos lo que indica que antes de ser fusilados sufrieron la violencia física y las torturas. Y los proyectiles de fusil con el que fueron fusilados y otros diferentes correspondientes con el tiro de gracia.
Pipas, Petacas, mecheros, gafas, relojes, colgantes y brazaletes, hablan de conocer las costumbres. Pastilleros, restos de cepillos de dientes, peines, botes de pasta dentífrica, incluso botes de insulina eran evidencias de hábitos como el aseo diario y farmacológico.
La socialización en prisión y una forma de evadirse de la cruenta realidad de la cárcel mediante el ocio y el juego, lo demuestra el descubrimiento de fichas de dominó, dados, recorte de sopa de letras y crucigramas.
Cantidad de lápices, sacapuntas, plumillas, gomas de borrar describen la extendida cultura existente en la República y se asocia a la capacidad de leer y escribir. Independientemente de la alfabetización entre compañeros que era práctica habitual incluso dentro de las cárceles.
Muy paradójico es el encuentro de objetos religiosos de Culto y Fe encontrados: medallas, escapularios, rosarios, alianzas de boda… que confirman el amplio espectro de las víctimas, desmintiendo la generalización simplista del franquismo que tildaba a todos los republicanos de anticlericales y contrarios a la fe cristiana y la religión.
También quisieron dejar regalos a sus familiares en forma de objetos artesanos hechos manualmente en la cárcel a partir por ejemplo de huesos de fruta tallados.
Objetos y más objetos, normales y cotidianos en los que la ciencia demuestra la pluralidad de los fusilados, sus militancias, orígenes, capa social, credos… y no la deshumanización que pretendió Franco diciendo que había que acabar en los paredones de fusilamiento con las hordas rojas a las cuales culpabilizaba de fanáticos, subversivos y antipatrióticos, que lo único que conseguirían sería el ocaso del linaje y la España tradicionalista.
No se cerraron duelos, estaba prohibido el velatorio y las manifestaciones públicas por los fusilados, “no existe lo que no se ve”. Privar a una persona de una sepultura digna es en nuestra sociedad un verdadero castigo para la víctima que es despojada de humanidad y para la familia que es estigmatizada de por vida por la sociedad.
Salud
José Redondo
…. Muchas gracias Eloy Ariza por las fotos