La ‘Cárcel Vieja’ de Cáceres, un espacio para la Memoria

GUILLERMO ÁLVAREZ  30/06/2021

Hay que impedir que se repita lo que sucedió con la cárcel de Carabanchel, cuando el 23 de octubre de 2008 fue demolida por orden del gobierno socialista. Este podría ser el resumen de la lucha emprendida por AMECECA (Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres) que lleva varios años peleando por diferentes vías para que se cree un espacio de memoria relacionado con la represión franquista, los derechos humanos y la paz en el edificio de la antigua prisión provincial de Cáceres.

Ya ha pasado más de una década desde que la cárcel vieja de Cáceres se quedó sin uso y sus instalaciones, pese a estar incluidas en el catálogo de bienes protegidos del 2010, según consta en el Plan General de Urbanismo, han sido abandonadas tanto por Instituciones Penitenciarias, dependientes del gobierno central, como por el propio ayuntamiento de Cáceres y la Junta de Extremadura. Cada día que pasa el deterioro del edificio aumenta como consecuencia del abandono que sufre. Una cuestión dolorosa, pues tras sus muros se encierran cientos de historias de luchas y resistencias de presos y presas antifranquistas.

Ya se han recogido 8.400 firmas en poco más de un mes. De manera paralela a la campaña online, desde AMECECA están recogiendo firmas en formato presencial y preparando acciones para que la administración materialice esta propuesta.

HISTORIA

La conocida como cárcel vieja de Cáceres comenzó a construirse en 1934. Eran los tiempos de la II República y el gobierno pretendía humanizar los centros penitenciarios. La cárcel con la que contaba la ciudad no reunía las condiciones de salubridad e higiene básicas, por lo que el alcalde socialista Antonio Canales comenzó las gestiones que se materializaron en un nuevo edificio.

El complejo se construyó siguiendo las tendencias arquitectónicas de la II República. Se encontraba compuesto por seis higiénicos y ventilados edificios, además contaba con luz y agua corriente, lo que supuso un importante cambio de vida para los presos y presas. Pero todo se torció. En julio de 1936 unos generales fascistas se sublevan, siendo la provincia de Cáceres uno de los lugares en donde el golpe de Estado triunfa.

La cárcel, que aún estaba por terminar, fue llenada de personas honradas y demócratas que cuestionaban el régimen sanguinario que estaba naciendo. Según el historiador Pepe Hinojosa, vicepresidente de AMECECA, “durante toda la guerra de esa cárcel salieron más de 300 personas para ser fusiladas, decenas fallecieron por las malas condiciones y después de terminar la guerra civil había 2.516 en una cárcel para 150”. En los años 90 fue el lugar de reclusión de algunos insumisos extremeños que se negaron a cumplir el servicio militar.

OTROS TRISTES EJEMPLOS

Pese a lo que pueda parecer, los 40 años de gobierno del PSOE en Extremadura no se han traducido en la conservación de la memoria histórica de una tierra que sufrió tanto. La Plaza de Toros de Badajoz, referencia clave en el holocausto extremeño que perpetraron las tropas fascistas, fue demolida gracias a que Juan Carlos Rodríguez Ibarra alentó que se borrara este símbolo.

En palabras del historiador Francisco Espinosa, “aquel lugar, uno de los símbolos más reconocidos, dentro y fuera de nuestro país, de la resistencia democrática y del terror fascista fue sustituido por un palacio de congresos de esos que abundan en España con o sin sentido, solo en Extremadura hay cinco”. “Todo parece indicar que la plaza fue destruida por una cuestión ideológica: se trataba simplemente de un símbolo que había que arrasar, de un elemento negativo que convenía que desapareciera de la ciudad, llevándose de paso consigo los recuerdos que concitaba. Al presidente Ibarra no le gustaba ver aquello allí y, teniendo por base su idea de lo que era la superación del pasado y la reconciliación, y sintiéndose el intérprete de todos los extremeños y de todos los españoles, decidió su destrucción.”

Pero no es el único caso sangrante. De punta a punta se puede recorrer la región viendo como tras el franquismo lugares que deberían ser conservados para recordar lo que pasó han sido abandonados y apenas queda rastro, como en los casos del campo de concentración de Castuera o las colonias penitenciarias de Montijo.

Nada de esto es casual, el abandono sistemático por parte del PSOE extremeño a las víctimas del franquismo tiene como propósito borrar de la memoria colectiva extremeña a todos aquellos héroes y heroínas que dieron su vida defendiendo la democracia y unos valores que no pueden estar más alejados de los dirigentes socialistas que llevan 40 años sumiendo a nuestra tierra en la miseria.

Alzar la voz contra esta desmemoria premeditada debería ocupar un papel importante en la agenda de la izquierda transformadora. Contar su historia y sobre todo seguir luchando, ese es el mejor homenaje.

https://www.mundoobrero.es/pl.php?id=11441

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