La hoja de servicios del torturador «Billy el Niño»

LA HOJA DE SERVICIOS DEL TORTURADOR «BILLY EL NIÑO»

► El policía franquista Antonio González Pacheco cobró “premios” en metálico por la represión de los movimientos antifranquistas

► eldiario.es ha tenido acceso en exclusiva al expediente, hasta ahora secreto, en el que se detallan las felicitaciones y retribuciones económicas

► Entre los méritos está la “represión de incidentes callejeros producidos por grupos de estudiantes revoltosos” o detenciones de miembros del Partido Comunista tras la muerte de Franco

► El 25 de septiembre de 1975, este agente denunciado por torturas adelantó “500 puestos en el escalafón que le han sido concedidos por méritos”

ELDIARIO.ES | RAQUEL EJERIQUE / LAURA GALAUP | 18-12-2018

“Felicitación pública, con otros, y premio de 2.000 pts. por eficiente labor llevada a cabo en actividades estudiantiles”. Es el primer mérito del historial de Antonio González Pacheco, alias ‘Billy el Niño’, nada más ingresar en el Cuerpo General de Policía en plena dictadura. eldiario.es ha conseguido acceder a la hoja de servicios del agente más temido del franquismo. Un expediente hasta ahora secreto y que revela que el Estado gratificaba con reconocimientos públicos y premios en metálico la detención y represión de estudiantes y comunistas.

Consiguió ser funcionario en prácticas por oposición el 1 de septiembre de 1969. Tres meses después era subinspector segundo y, a partir de ahí, empieza una escalada de méritos basados en detenciones, desarticulación de grupos comunistas o represión de estudiantes en los años más intensos de las protestas callejeras en España. Su labor, además de ser premiada con felicitaciones públicas y muchas veces con dinero en metálico, le llevó a ascender “500 puestos” de golpe dos meses antes de la muerte de Franco. Es el 25 de septiembre de 1975 cuando su expediente, al que ha tenido acceso en exclusiva eldiario.es, refleja que “adelanta 500 puestos en el escalafón que le han sido reconocidos por méritos”. Además, desde 1972 a 1982  ha sido galardonado con cuatro medallas policiales que incrementaron su pensión un 50%.

El dinero extra que recibe durante la dictadura por sus servicios va desde 2.000 pesetas de los años 70 por la “detención de 25 miembros de la Comisión Coordinadora Estudiantil cuando celebraba una reunión ilegal y otros servicios importantes”, a las 20.000 pesetas por “desarticular el aparato de propaganda del FRAP”, el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota.

Otra detención que le fue reconocida, en 1971: “Premio de 3.000 ptas al lograr detener a varios agitadores juveniles, mezclándose entre ellos, siéndole ocupado a uno de ellos explosivos y barras de hierro así como propaganda subversiva”.

“Eso de los explosivos y barras puede ser que tenga poco o nada que ver con la realidad”, cuenta Chato Galante, estudiante antifranquista, torturado por Billy el Niño, querellante contra el agente y detenido cuatro veces: “Los estudiantes actuábamos abiertamente en asambleas sabiendo que había chivatos e incluso policías metidos dentro, a veces decían que llevabas ese material, pero igual solo llevabas panfletos”.

La segunda detención de Chato fue la peor, en febrero de 1971. Sufrió las tácticas predilectas del policía Pacheco, como el ‘pasillo’, el ‘repasito’, el colgamiento de una barra, el ‘saco de golpes’ o la ‘bañera’. Esa ocasión fue “extremadamente violenta”, relata. Era febrero del 71, tenía 22 años. “Imaginar que en la sala de interrogatorios estaba sentada mi familia era la única forma de aguantar los golpes de Billy el Niño. Pero la imagen de los míos se difuminaba y perdía la conciencia del tiempo que llevaba allí. Fueron 14 días que a mí me parecieron 14 meses”. 

“En Madrid había una represión muy fuerte” por la concentración de fuerzas y esa “radicalización de la juventud” que tiraba del carro, recuerda Galante. “Y porque el cuadro de Madrid gira más alrededor de Billy el Niño, que estaba especializado en los movimientos de izquierda o de extrema izquierda”. Los caminos del Chato y Billy se volvieron a cruzar y es probable que la felicitación pública que recibe el agente en enero de 1974 por la “detención de los componentes Comité Técnico de la Liga Comunista Revolucionaria” se refiera a Chato, que un mes antes había sido detenido: “Yo estaba en la dirección de este movimiento contra la dictadura, era a lo que se dedicaba Billy el Niño, a eso y a las organizaciones parapoliciales”.

Luis Suárez-Carreño, miembro en aquella época de ese colectivo comunista, también coincidió con González Pacheco. Asegura que fue torturado a principios de julio de 1973 por Billy el Niño. Esa no era su primera detención, ya que tres años antes ya había sido retenido. “Su sadismo y su crueldad eran vocacionales”, relató en una entrevista con eldiario.es “Intentaba dominarte psicológicamente, transmitir que sabía mucho, en el plano personal, sobre la organización… Billy el Niño mostraba una pasión y un interés perverso y morboso sobre ciertos aspectos. Era su clave diferencial”. Pasó tres días en la Dirección General de Seguridad (DGS) de la madrileña Puerta del Sol y fue condenado a tres años de cárcel en Carabanchel por asociación ilícita y propaganda ilegal. Este activista fue el primer militante antifranquista que denunció estos hechos ante un tribunal español.

Durante el periodo en el que Suárez-Carreño asegura que fue torturado no figuran felicitaciones públicas a Billy el Niño. Meses después, en noviembre de 1973 su historial sí incluye un mérito por “detención [de] dirigentes Liga Comunista Revolucionaria”, en la que participaba este militante.

Suárez Carreño recuerda que una de sus detenciones coincidió con un miembro de la U.H.P., la Unión de Hermanos Proletarios. “[En el franquismo] era un grupo pequeño. No tenía mucha presencia en la Universidad, pertenecía a un entorno más sindical y de barrio”, apunta. Contra este colectivo también actuó González Pacheco. Según la documentación a la que ha accedido esta redacción, recibió en febrero de 1972 una recompensa de 2.500 pesetas por detener a sus componentes y “conseguir la desarticulación”.

Las 18 felicitaciones públicas por represión comunista y estudiantil en la hoja de servicios de este agente, denunciado por sus víctimas por las torturas que sufrieron y llamado a declarar por la jueza argentina que mantiene abierta la causa del franquismo en aquel país, suman 83.500 pesetas.

Durante el franquismo, el movimiento estudiantil consiguió grandes movilizaciones las semanas previas y posteriores al proceso de Burgos y tras la muerte de Franco, según relata la historiadora Javiera Errázuriz, que centró su tesis en el movimiento estudiantil en la década de los 70. González Pacheco actuó durante esa etapa contra el movimiento universitario. El mismo mes en el que se produjo el juicio de Burgos, la Dirección General de Seguridad felicitó al policía franquista por detener a una veintena de miembros de l a  Comi sión Coordinadora Estudiantil. Ninguna de las fuentes consultadas por esta redacción ubica a este colectivo, y Pastor asegura que desde los órganos de la dictadura “a veces se inventaban los nombres” de los colectivos, algo que confirma también Galante. 

Errázuriz destaca que el movimiento estudiantil tenía mayor vinculación con los asuntos políticos que con los universitarios. Asimismo, reseña la importancia que tuvieron estos activistas en organizaciones de izquierdas. “El Partido Comunista siempre cuidó su relación con estos activistas porque le daban identidad a su organización”, incide. Esa relación se fue deteriorando durante la transición –según el relato de esta investigadora – “cuando el PCE apostó por posiciones más moderadas” que las defendidas desde la universidad. 

En la hoja de méritos de Billy el Niño aparecen mayoritariamente sus actuaciones contra estudiantes y contra grupos comunistas, con especial actividad contra la “Joven Guardia Roja”, el FRAP o la mencionada Liga Comunista Revolucionaria. También obtuvo 5.000 pesetas por “desarticulación Grupos de la Sindical Obrera O.S.O.” en 1975.

Represión tras la muerte de Franco

Pese a la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, el expediente del policía revela que la actividad represora continuaba. “El final de los 70 fueron años de muchas detenciones, manifestaciones por la amnistía, movimiento estudiantil… Solo en 1977 hubo 4.394 detenciones. En esa década seguía la represión y la detención de activistas”, cuenta el historiador Mariano Sánchez Soler.

Efectivamente, en la hoja de servicios del agente querellado por torturas se ve otro pago de 6.000 pesetas el 1 de diciembre de 1976 por la “detención de militantes del Partido Comunista de España”. Cuatro meses después de estas detenciones, en la Semana Santa del 77, se legalizó el partido.

Pero no todos los casos de premio tienen un origen claro. Por ejemplo, el expediente recoge un “premio de 3.000 pts., por su destacada actuación en el cumplimiento de una misión específica encomendada”. Sin más explicación.

El último apunte es del 14 de febrero de 1977, un premio sin asignación de dinero asociado a “su actuación en los hechos acaecidos el día 27 de septiembre pasado”, sin especificar a qué hechos se refiere. ¿Qué pasó ese día? Una huelga política en el País Vasco, una huelga de Correos en toda España y una explosión en la estatua de Franco instalada en la plaza del Ayuntamiento de Valencia (entonces, plaza del Caudillo). Aunque el documento público no especifica por qué motivo se le reconoce la labor, el historiador Antonio Camarero, que también fue retenido por el agente González Pacheco, ve probable que la mención oficial se haga por las huelgas en Euskadi, una zona de especial interés para las fuerzas y cuerpos de seguridad y con la que Billy el Niño estaba familiarizado. 

Camarero explica que el contexto en el que actúa el agente y que recoge su expediente responde a un “estado de excepción que fue decretado en el País Vasco y que se extendió a toda España cuando se empiezan a reproducir movilizaciones en las universidades tras el asesinato de Enrique Ruano, el estudiante fallecido tras caer por una ventana mientras estaba detenido por la policía secreta franquista. En aquel momento las detenciones eran masivas”, comenta, así como las protestas en la calle. “Billy el Niño era uno de los policías de a pie de entonces, pero ha pasado a ser el icono vivo y emblemático de un sistema de tortura general que estableció la dictadura”.

https://www.eldiario.es/sociedad/expediente-Billy-Nino-represion-estudiantes_0_847615577.html

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‘BILLY EL NIÑO’: UN POLICÍA “SÁDICO” QUE “DISFRUTABA” TORTURANDO

► El inspector de policía Antonio González Pacheco es la cara más conocida del aparato represor del franquismo y está acusado de prácticas de tortura

► El miembro de la Brigada Político Social quería ser el referente en el combate de los movimientos contra la dictadura y por las libertades

► Billy el Niño aplicaba duras técnicas de castigo a los detenidos durante sus interrogatorios y mantiene en su poder cuatro medallas policiales pensionadas

ELDIARIO.ES | JUAN MIGUEL BAQUERO | 18-12-2018

“¿Sabes quién soy? ‘Billy el Niño”. El inspector Antonio González Pacheco disfrutaba con su trabajo, según las víctimas: detener y torturar. El policía franquista tenía el mando en los calabozos de la Puerta del Sol de Madrid. No dudaba en aplicar variadas técnicas de castigo durante sus interrogatorios. Quería atemorizar a sus detenidos. Ser el referente de la represión del franquismo. Todo ese terror queda reflejado en nueve querellas de víctimas de sus torturas. Algunas ya han sido archivadas porque los delitos han prescrito.

Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, nació el 10 de octubre de 1946 en Aldea del Cano (Cáceres). Le gustaba su apodo. Es la cara más visible de la Brigada Político Social (BPS) y el aparato represor de los últimos años de la dictadura de Francisco Franco.

Y tiene un objetivo: vestir sobre su figura una leyenda negra, de tipo duro, sin escrúpulos. Pretende estar en boca de los miembros de las organizaciones antifranquistas, que le conozcan y sepan de qué es capaz. Que le tengan miedo. Por eso acercaba el rostro a los reos y decía: “¿Sabes quién soy? Billy el Niño”.

El policía construye para sí, durante su carrera, el perfil de un agente duro e imprevisible que convierte los calabozos de la Dirección General de Seguridad (DGS) en una trampa infernal para los activistas contra la dictadura. Por sus “méritos” acumulados en años de servicio recibió varias medallas pensionadas que siguen en su poder.

Perfil de un torturador

Antonio González Pacheco vive en Madrid, en el mismo barrio que algunas de sus víctimas. Obsesionado con su seguridad, calcula con extremo cuidado cada salida a la calle. Un taxi en la puerta, miradas tras las cortinas desde las ventanas de un primer piso. Y una fugaz carrera desde el portal a la puerta abierta del vehículo.

Aficionado al atletismo, Billy el Niño ha llegado a correr maratones como los de Madrid o Nueva York. En una de estas competiciones fue identificado y la fotografía del torturador franquista con gorra, ropa deportiva, gesto sufrido y un dorsal con el número 4191 dieron la vuelta al país.

Como policía franquista llegó a ser número dos de la BPS bajo el mando del comisario Roberto Conesa (implicado en la represión tras la guerra civil y encargado de la lucha antiterrorista contra ETA y los GRAPO). Acumuló fama con rapidez por las palizas con las que sometía a los arrestados.

Desde 1977 fue inspector del Cuerpo Superior de Policía. Quedó integrado en la Brigada Central de Información, la policía secreta que sustituyó a la Brigada Político Social. En el 81 acusó un traslado a la Comisaría General de Policía Judicial y abandonó el servicio un año después para pasar a trabajar como jefe de seguridad en empresas privadas.

Dinero por detenciones y torturas

González Pacheco fue relacionado con el asesinato de Enrique Ruano, estudiante de Derecho y militante del Frente de Liberación Popular. Ruano muere cuando está bajo custodia de la policía secreta franquista. El 20 de enero de 1969 cae desde un séptimo piso. La dictadura vende el suceso como un suicidio y en la estrategia participa el ministro Manuel Fraga. El movimiento antifranquista lo considera un crimen político y se incendia la indignación en las universidades españolas.

Incluso un juez condenó a Billy el Niño en 1974 por “malos tratos” al periodista Paco Lobatón. La pena fue de un día sin empleo y sueldo.

Billy el Niño llegaba a cobrar premios especiales en metálico por sus actuaciones. Como la “desarticulación de aparato de propaganda FRAP”, 20.000 pesetas en el 75. Y “detención de militante del Partido Comunista”, 6.000 pesetas en el 76.

Y medallas pensionadas

Billy el Niño tiene  cuatro medallas que aumentan su pensión un 50%. El policía franquista acusado de torturas acumula condecoraciones en la dictadura y también en democracia, según desvelaba el informe solicitado sobre el caso por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

La primera medalla de distintivo rojo la recibe del Gobierno de Franco en 1972. Está pensionada con un aumento del 10% en el sueldo. El siguiente premio es la Medalla de Plata al Mérito Policial concedida por el ministro Rodolfo Martín Villa en 1977, que aumenta su pensión en un 15%.

En 1980 obtiene otra más, de las mismas características. Y en 1982 recibe la Medalla de Oro, que supone un plus del 20% en su atribución. González Pacheco reclamó por vía judicial los beneficios económicos asociados a esta condecoración porque no los cobraba. La justicia reconoció este derecho en 2010.

El Gobierno de España encargó este informe a través de Interior para estudiar la retirada de estas condecoraciones pensionadas. Es la “intención” del Ejecutivo de Pedro Sánchez finiquitar estos premios y privilegios. Grande-Marlaska, entiende que este tipo de condecoraciones son una manifestación de una conducta ejemplar y excepcional hacia la sociedad que, “a día de hoy”, cree que “no existe” en el caso de Billy el Niño.

Las torturas

El policía franquista está  acusado de torturas continuadas en los calabozos de la Dirección General de Seguridad en Madrid. Actuaba con extrema violencia, según sus víctimas. Empleó técnicas de castigo como colgar al detenido en una barra para provocar una posición de extrema vulnerabilidad y ensayaba movimientos copiados de las artes marciales.

Una de las torturas era el ‘pasillo’: el detenido pasa entre dos filas de agentes policiales que golpean con porras, vergajos, puños americanos, patadas y puñetazos. O el ‘repasito’: propinar fuertes golpes, sin dejar marcas en el cuerpo, con guías telefónicas y porras de goma. Táctica empleada entre interrogatorios.

La ‘bañera’ consistía en la introducción de la cabeza en aguas “extremadamente sucias y nauseabundas” hasta el práctico ahogamiento del detenido. Cuando la víctima llega a perder el conocimiento siente la sensación de que va a morir.

Billy el Niño bautizó como el ‘saco de golpes’ a los puñetazos y patadas repetidas en el cuerpo de sus víctimas que descargaba con movimientos y gritos copiados del kárate y las artes marciales. Le “encantaba” propinar estas palizas pronunciando los nombres de las técnicas empleadas para mostrar su pericia en la materia, según el relato de las víctimas, algunos de los cuales han quedado recogidos en querellas.

Colgamiento de una barra: esposado por la muñeca delante de los tobillos, el detenido queda suspendido por la articulación de las rodillas. La postura deja expuestos los glúteos, genitales y plantas de los pies para ser golpeados. El dolor es muy intenso. Provocaba abundantes hemorragias y presencia de sangre y coágulos en la orina durante meses. Una de las prácticas más usadas por los agentes de la BPS por la extrema posición de vulnerabilidad y la nula posibilidad de defensa.

También era capaz de apagar cigarrillos en la cara y de dar golpes en la cabeza con una guía telefónica para no dejar marcas. Una práctica que origina intensas cefaleas. O esposar al preso a un radiador, sometido al calor que acaba provocando aturdimiento, mareo y fatiga.

La violencia psicológica y la humillación al detenido eran una constante. Con amenazas, coacciones indicando posibles daños a familiares y compañeros, o despojando de la ropa para mantener desnuda a la víctima. Y el aislamiento, los incesantes interrogatorios y el debilitamiento, negando agua o comida durante días.

Relatos de las víctimas del “sádico” torturador

Billy el Niño era un “sádico” que actuaba con el objetivo de “imponiendo el terror”, dice Felisa Echegoyen, alias Kutxi. Ella fue detenida en varias ocasiones, la primera el día 5 de octubre de 1974. Por esas fechas, González Pacheco recibe “premio en metálico de 5.000 pesetas por detención de individuos de la Liga Comunista Revolucionaria”.

Aquel día solo fichan a Kutxi. Días después derriban la puerta de su casa. “Me sacan tirando del pelo, con puñetazos, patadas… y me sacan por la ventana. Creyendo que me iban a tirar pido auxilio gritando. Billy el Niño me metió un pañuelo en la boca, hasta la garganta”, relata a eldiario.es.

Al rato está tirada en una celda de la DGS. “Aterrorizada”. Vive “subidas y bajadas continuas” de calabozos a salas de interrogatorio. “Billy el Niño era un sádico terrorista de la tortura, disfrutaba muchísimo, se le veía en la expresión”, apunta. Y certifica el tratamiento especial con las mujeres: “Se acercaba a tu cara y te echaba el aliento, que era repulsivo porque olía a alcohol. Esto a las mujeres nos lo hacía bastante. Quería hacernos más pequeñas todavía, como si él fuera un monstruo grandioso a tu lado”.

https://www.eldiario.es/sociedad/Billy-Nino-policia-disfrutaba-torturando_0_847616048.html

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Rosa García Alcón, represaliada

«”BILLY EL NIÑO” ME CAMBIÓ LA VIDA, TUVE QUE DEJAR MI CASA Y LOS ESTUDIOS»

► Rosa García Alcón era una joven estudiante de Medicina cuando fue detenida en 1975 por la Brigada Político Social y torturada en los calabozos de la Puerta del Sol

► Acabó fuera de Madrid ante el acoso del aparato represor del franquismo: “Estaba expuesta a que la Policía viniera a buscarme cada vez que quisiera”

► Sufrió seis días de duro castigo físico y cárcel, en Yeserías: “Billy el Niño me pegaba como un loco, me gritaba ‘puta, guarra’, yo era una niña de 18 años”

ELDIARIO.ES | JUAN MIGUEL BAQUERO | 18-12-2018

Metro de Aluche, Madrid. Un grupo de estudiantes deja una pintada. ‘Libertad para los presos políticos’. Mayo de 1975. El equipo policial de Billy el Niño tira de manual: detenciones, torturas, encarcelamientos. La universidad española crece antifranquista y la dictadura de Franco arremete contra el movimiento estudiantil.

Rosa García Alcón es alumna de la Facultad de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Cae en una de las redadas de la Brigada Político Social (BPS). Pudo ser una de las detenidas que refiere el proceso abierto en 1977 para conceder la Medalla de Plata al Mérito Policial al inspector Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño. Es plausible, aunque no está confirmado, porque a ella la detienen el 24 de agosto de 1975 y un mes después, Billy el Niño recoge una “felicitación pública, con otros, y premio de 20.000 pesetas por desarticulación de aparato de propaganda F.R.A.P.”. Ella era de la Federación Universitaria Democrática Española, enmarcada en el FRAP. Rosa tiene 18 años. Va a ser torturada durante varios días. El episodio trastoca todos los planes de futuro. Rosa abandona su ciudad, sus estudios, su vida.

¿Billy el Niño le cambia la vida?

Sí, me cambió la vida. Desde la detención ya no podía estar en casa de mis padres porque estaba expuesta a que la Policía viniera a buscarme cada vez que quisiera. Y me tuve que ir de casa de mis padres, de Madrid… me fui a la clandestinidad. Tuve que dejar los estudios.

Me detienen a finales de agosto, el día 24, y tenía pendientes exámenes de septiembre que no pude realizar. Era el año 75 y la situación se puso muy complicada para volver a la facultad.

¿Cómo acaba en manos de la Brigada Político Social?

Fue un día en un ‘salto’, que es como les decíamos a las manifestaciones más o menos espontáneas. Había concentraciones que sí se convocaban de forma abierta a través de carteles o panfletos, como sucedía con el 1º de Mayo, y los ‘saltos’ eran a nivel más controlado. Los militantes y poco más.

¿Cómo recuerda su detención?

Aparecen dos policías de paisano y me detienen. Era de noche. Yo era una joven estudiante de 18 años. Iba con un vestido de verano, corto. Y los policías me llevan a la Puerta del Sol.

¿Y qué ocurre en los calabozos de la DGS?

Me recibe Billy el Niño. A puñetazos. A golpes. Me decía puta, guarra. Era muy despectivo con las mujeres, muy machista. Y disfrutaba imponiendo el terror. Se le veía en los ojos.

¿Qué aspecto tenía Billy el Niño?

Lo que más recuerdo era su boca, muy grande, cómo la acercaba a mi cara y me gritaba… Más que temor me producía asco. Olía muy mal, era muy desagradable. No recuerdo que me preguntara nada, solo que me pegaba como un loco. Así durante seis días. Cuando me tiraban al suelo en los interrogatorios, como iba con un vestido, decían “mira, que nos lo enseña todo la guarra”, esas cosas.

Una noche me sacaron en un coche. Iba Billy el Niño y tres policías más. Decían que me iban a enseñar un piso franco que habían localizado. En el trayecto me amenazaron diciendo que me iban a llevar a la Casa de Campo, me iban a violar y me dejarían por ahí. Que mi familia nunca más sabría de mí. Imagínate, con 18 años recién cumplidos, esposada en un coche con cuatro hombres… Era una niña.

¿Llegaron al supuesto piso franco?

Al llegar me usaron como escudo humano. Billy el Niño me puso la pistola en la cabeza. Recordar es duro. Una vez a uno le daría un ataque de locura porque entró gritando (en la sala de torturas de la DGS) y me dio con una silla en la cabeza, por la espalda. Caí al suelo medio inconsciente. Le dijeron “que la vas a matar”. Todos (los agentes de la BPS) eran muy salvajes.

Después de sufrir violencia policial en la Puerta del Sol, ¿estuvo en la cárcel?

Sí, en Yeserías. Estuve desde el 30 de agosto hasta el 3 de diciembre de 1975. Era la cárcel de mujeres que estaban aún sin juzgar, o sea, ‘preventivas’. Ahora aquello es el centro de reinserción social Victoria Kent.

Y, a partir de ahí, su vida cambia.

Claro, estudiaba Medicina en la Complutense, en Madrid, y me vi obligada a abandonar. Mis compañeras me matricularon otra vez porque yo no salía en un tiempo de la cárcel y siempre creí que el juez militar me había impedido hacer los exámenes de aquellas fechas, pero al recoger los papeles para poner la denuncia (en la Querella Argentina), comprobé que sí está la autorización del juez. No sé quién se negó, pero el caso es que no pude hacer los exámenes. Así que me tuve que ir y ponerme a trabajar. Y pasó la vida.

¿Recuperó los estudios en algún momento?

Después de muchos años. Recuperé los estudios con 47 años e hice otra carrera, Nutrición Humana y Dietética. Me gustaba mucho y fui a la misma facultad donde hacía Medicina.

¿Y cómo vivió entrar años después en ese mismo edificio?

Entrar por esos mismos pasillos fue muy emocionante. Estar en ese mismo edificio después de tantos años… Estudiar esa carrera, esa segunda vez, fueron de los mejores de mis últimos años. Hice muy buenas amigas, muy jóvenes, de 18 años.

La misma edad que cuando acaba detenida en el 75 por luchar contra la dictadura de Franco. ¿Sabían algo de su historia?

Nunca les conté nada a las chicas de la facultad. Muchas se han enterado ahora. Y se han puesto en contacto conmigo y me han dicho “¡Esa eres tú!”, muy contentas y muy orgullosas de mí. Entonces solo les dije que no había podido seguir y que la vida me había llevado por otros derroteros. Me integré muy bien con ellas aunque a veces parecía un bicho raro porque era una señora en medio de tanta gente joven. Pero aprendí mucho. Terminé la carrera y de eso vivo.

¿A qué organización pertenecía en 1975?

Militaba en la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE), que pertenecía al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).

¿Cómo era la resistencia estudiantil antifranquista?

Lo que hacíamos era propaganda, luchar contra la dictadura haciendo propaganda. Poniendo carteles, denunciando torturas, los presos políticos, la situación política. O mítines relámpago, jornadas de lucha que preparábamos con otras organizaciones y esos ‘saltos’, como llamábamos a las manifestaciones espontáneas.

Hacíamos pintadas, como una que recuerdo que hicimos en el metro de Aluche, porque se había convocado una concentración ante la cárcel de Carabanchel. Era mayo de 1975. La pintada decía ‘Libertad para los presos políticos’. Un chivato nos denunció a un policía que estaba vigilando en las inmediaciones, ya él nos había visto, y nos dio el alto y comenzó a disparar. Oí el silbido de las balas. Salimos huyendo a todo correr.

Y los ‘saltos’… ¿cómo eran?

Estaban organizados: dónde se hacían, la hora, el recorrido y los sitios por los que escapar. Se llevaba un piquete de ‘salto’, los que comenzaban a gritar y cortaban la calle, y un piquete de defensa, los más fuertes y atrevidos que se encargaban de proteger a los demás. Eran los últimos en quitarse de en medio. Para hacer los ‘saltos’ se buscaban recorridos céntricos y salidas contra la dirección de los coches, en dirección prohibida, para dificultar la persecución policial.

¿Qué sucedía en una jornada de lucha en la universidad?

Se hacían piquetes. Éramos bastantes organizaciones. El FRAP, La Liga, el PC… todas las de la izquierda. La idea era llenar la avenida Complutense, que es grande y atraviesa todo el recinto universitario. Se iba atrayendo a la gente, de algunas facultades salían muchos y de otras casi nadie.

¿Cuántos estudiantes participaban en la lucha contra la dictadura?

La universidad era antifranquista. Pero era muy peligroso y la participación no era masiva. Calculo que podíamos ser entre el 15 o el 20% de los estudiantes. Dependía de las facultades. En las ingenierías había poco, en filosofía más, en periodismo era tremendo, en políticas había bastante movimiento… Entré en la universidad en un año de muchísima conflictividad. El decano permitía que la policía entrara todas las tardes para que se nos desalojara y evitar que hiciéramos asambleas. El franquismo tenía policías infiltrados como alumnos e incluso un plantel de chivatos que les permitía tener controlada a la población. Conserjes, taxistas, incluso policías infiltrados como alumnos… se sabía quiénes eran. Con esta gente que vivía de chivato pudieron mantener ese nivel de represión.

Y el régimen de Franco activaba el aparato represor contra el movimiento estudiantil…

Aparecían los grises en tromba. A caballo. Cuando aparecía la policía tocaba correr y quitarse de en medio. Estamos hablando de la dictadura, tiempos muy peligrosos. Todo se planteaba como una lucha contra la dictadura y por las libertades democráticas.

https://www.eldiario.es/sociedad/Billy-Nino-cambio-dejar-estudios_0_847615841.html