La Universidad de Barcelona recopila ADN de familiares de víctimas de la Guerra Civil

La iniciativa comparará las muestras con los restos de las fosas comunes

 
 

 “Yo tenía cinco años [cuando se fue] y ahora tengo 83 y todavía no lo he encontrado”. Roser Guinau busca a su padre, desaparecido en la Guerra Civil. Es una de las participantes del documental que promociona un banco de ADN que la Universidad de Barcelona (UB) ha presentado este martes y que recopila muestras de familiares de víctimas de la contienda y el franquismo. Bajo el nombre de El ADN de la memoria, el banco pretende comparar esas muestras con los restos que hay en las 433 fosas comunes que están repartidas por Cataluña y conseguir identificar a los familiares de unas 4.600 familias que buscan parientes muertos o desaparecidos hace más de 75 años.

El laboratorio de genética forense de la Facultad de Medicina se encarga de extraer las muestras de ADN y congelarlas a 75 grados bajo cero. La responsable, Carme Barrot, ha explicado en la presentación que lo ideal es que sean de los hijos de desaparecidos porque la fiabilidad es del 100%. En el resto de parientes, el banco pide además a los familiares que aporten todo el material posible: cartas, fotos, o cualquier testimonio documental. “Siempre soy partidaria de actuar en grupo, con historiadores, documentalistas, informáticos y estadistas. No nos gustaría equivocarnos en las identificaciones”, explica Barrot. El coste para los familiares que quieran sumarse es de 150 euros. Según sus cálculos, en un año podrían tener recopiladas todas las muestras de las familias que en Cataluña buscan parientes muertos en la Guerra Civil.

Pero para eso “hace falta mucho trabajo”, ha reivindicado Roger Heredia, de 31 años, uno de los impulsores del banco. Este mosso d’esquadra de la policía científica busca a su bisabuelo Jaume, un republicano que murió en la batalla del Ebro. En su intervención en el acto de presentación, ante varias decenas de asistentes, Heredia ha pedido a las administraciones mayor implicación en la difusión. “Hay familias que, después de tantos años, desisten de buscar a sus parientes porque no tienen información suficiente”, explica. Los datos que conserve el banco no sirven si no se comparan con los restos de las fosas. Por eso, Heredia también ha criticado la ley de fosas de Cataluña por “inoperativa”, y ha pedido reformarla para “superar el agravio que arrastran muchas generaciones”.

La mayor parte de las 71 muestras que ya ha recopilado el banco han llegado después de diciembre de 2013. El Parlamento de Cataluña aprobó entonces una moción sobre el cumplimiento de las recomendaciones del informe del Comité contra las Desapariciones Forzadas de la ONU y apoyó la creación de esta iniciativa. Según los organizadores, han recibido peticiones de personas desde EE UU y Argentina.

En el proyecto también participan la Fundación Bosch i Gimpera, la entidad Solidaridad UB, que coordina el Observatorio Europeo de Memorias y el Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona. El rector del centro, Dídac Ramírez, ha cerrado el acto defendiendo que identificar a las víctimas es una “cuestión de justicia”.