Lo que le decían cuando preguntaba por su abuelo “que no tenía tumba”: “De esto no se habla fuera de casa”

El abuelo de Emilio Silva fue el primero en ser exhumado con metodología científica en España

Lo que le decían cuando preguntaba por su abuelo “que no tenía tumba”: “De esto no se habla fuera de casa”

Cuando Emilio Silva preguntaba por su abuelo, Emilio Silva Faba, fusilado en octubre de 1936 por un grupo de falangistas en Priaranza del Bierzo (León), la respuesta era siempre la misma: “De esto no se habla fuera de casa”. Su abuelo, como decenas de miles de víctimas del franquismo, no tenía tumba. Solo una fosa común sin nombre y sin lápida.

Silva, sociólogo y periodista, convirtió esa duda infantil en una causa vital. En el año 2000, impulsó la exhumación de los restos de su abuelo junto a otros doce republicanos. Aquella excavación fue el germen de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que desde entonces ha localizado más de 700 fosas comunes y ha recuperado los restos de más de 2.000 personas.

“La historia de mi abuelo me llevó a entender que había miles de familias que vivían con el mismo silencio, con la misma herida. Y que había que hacer algo para romperlo”, explica Silva en el Faro de la SER. “La memoria histórica no es solo una cuestión del pasado, es una forma de construir una democracia más justa en el presente.”

La ARMH trabaja con voluntarios, arqueólogos, forenses y familiares, en un esfuerzo colectivo por devolver dignidad a quienes fueron asesinados y enterrados sin nombre. Pero también por desafiar el pacto de silencio que se impuso durante la Transición. “Nos dijeron que había que mirar hacia adelante, pero ¿cómo se puede avanzar si hay miles de cuerpos bajo tierra sin identificar?”, se pregunta Silva.

El caso de su abuelo fue el primero en ser exhumado con metodología científica en España. Desde entonces, la asociación ha documentado testimonios, impulsado investigaciones judiciales y denunciado la falta de apoyo institucional. “El Estado ha sido lento y tímido. La Ley de Memoria Democrática es un paso, pero aún hay mucho por hacer”, afirma.

En El Faro, Silva compartió cómo ese silencio familiar se convirtió en motor de acción. “Mi abuela decía que no se podía hablar. Tenía miedo. Pero yo decidí que sí, que había que hablar. Y que había que hacerlo fuera de casa.”

Hoy, más de dos décadas después, Emilio Silva sigue acompañando a familias que buscan a sus desaparecidos. En cada fosa, en cada hueso, en cada nombre recuperado, hay una historia que vuelve a la luz. Y una sociedad que, poco a poco, aprende a mirar de frente su pasado.

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