Un juzgado de Madrid ha dado la razón a la Administración en el litigio que mantenía con los herederos de Francisco Franco sobre todo tipo de bienes y documentos hallados en el interior del inmueble.
Esos 564 bienes en disputa, por los que el Estado ha reclamado protección a los juzgados, son los restos del monumento a las aspiraciones aristocráticas que fue el Pazo de Meirás: las voluminosas figuras —de los profetas del antiguo testamento Abraham e Isaac— que formaban parte del pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago; objetos de otros pazos, los recuerdos de pasados caprichos que se trasladaron sin demasiadas explicaciones allí. Los elementos en las balaustradas que fueron llevados por orden de Carmen Polo desde el Pazo de Bendaña, en Dodro, la torre de ese mismo pazo que fue reconstruida en la villa de los Franco, los tres hórreos que aparecieron paulatinamente para decorar los jardines de Meirás o las pilas bautismales procedentes de la iglesia de Moraime, en Muxía.



