Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía

Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía

José Luis Garrot Garrot

Revista Asamblea Diguital

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Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (VI) Cristóbal Recuerda, Luis Redondo, Jerónimo Redondo, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron
RECUERDA JIMÉNEZ, Cristóbal. Era el comandante del puesto de la Guardia Civil de Fernán Núñez (Córdoba). Ya antes de la guerra Recuerda había cometido todo tipo de desmanes en la localidad cordobesa. Tal es así que en el pleno del Ayuntamiento celebrado el día 24 de julio de 1931, se pidió al alcalde Antonio Romero que solicitara su traslado; gestión que llevó a cabo ante el ministerio de la Gobernación: pidiendo traslado de esta línea de la Guardia Civil del Alférez jefe de la misma D. Cristóbal Recuerda Jiménez, por creerlo incompatible con este vecindario, con el que más de cuatro veces ha tenido enfrentamientos violentos que, de repetirse, pueden costar un día de luto, al pueblo. Le falta a este Alférez prudencia y amor al pueblo necesarios, y únicamente despliega celo cuando hay que defender a la clase adinerada, pero, cuando se encomiendan servicios para hacer que los patronos, cumplan con las bases, todo son dificultades para servir a la autoridad, y por esto la odiosidad del pueblo [1].

Recuerda lideró la sublevación en Fernán Núñez, deteniendo ese mismo día a 22 personas. Poco duró el triunfo de los sublevados porque los republicanos del pueblo volvieron a hacerse con el control de este obligando a los guardias civiles a atrincherarse en su cuartel.

El día 25 el Comité Local hizo llegar una nota al cuartel, la llevaron dos mujeres: Dorotea García Cuesta María Antonia Jiménez Alcaide «La Fina», en la nota se les pedía que salieran desarmados del cuartel, garantizándoles que se respetarían sus vidas. Posteriormente el haber sido portadora de la nota le costó la vida a María Antonia y a la sirvienta del cuartel, Antonia Núñez.

El mismo día 25 tomó el pueblo una columna facciosa dirigida por el comandante Aguilar tomando el pueblo y liberando a los guardias civiles atrincherados en el cuartel. Antes de salir de la población los milicianos dieron muerte a 13 derechistas que tenían prisioneros en la Escuela de Vilches. Recuerda salió del cuartel disparando y matando gente mientras gritaba ¡Canallas, ahora piden auxilio! [2] Recuerda, buen conocedor del pueblo dirigió la represión, el mismo día 25 se asesinó a 74 personas. En total en Fernán Núñez hubo 150 víctimas.

Entre las víctimas ya hemos citado a María Antonia Jiménez, por haber actuado de emisaria, también fue asesinado su esposo Fernando Valle; a Antonia Núñez y a su esposo Nicolás Blázquez se les fusiló por no haber llevado agua al cuartel mientras este estaba asediado. No fueron las únicas mujeres asesinadas, también ordenó ejecutar a Dulce Nombre Sánchez y a una de sus hijas.

Al día siguiente Recuerda, que parece ser que aún no había saciado su sed de sangre, entró en Montilla al mando de un grupo de falangistas y guardias civiles. Recuerda y el falangista León Torrellas Calzadilla, son los máximos responsables de la muerte de al menos 33 personas en este pueblo cordobés. El mayor número de asesinados se produjo el 16 de agosto, cuando doce personas fueron ejecutadas en la Fuente de la Higuera.

En él también pueblo cordobés de Rute, actuando domo delegado gubernativo, se asesinó a 51 personas; en esta ocasión contó con la ayuda de otro sanguinario asesino, Francisco Roldán Espejo.

El historiador Francisco Moreno[3] ofrece una fidedigna imagen de este cruel verdugo: En Montilla fusilaban a bastantes de Fernán Núñez, y el artífice de aquellas redadas y matanzas era el teniente Cristóbal Recuerda, que deambulaba, deteniendo y matando gente, no sólo en el término de Fernán Núñez, sino por todos los entornos. Fue uno de los típicos matarifes del franquismo, de los que el odio y el furor se mezclaban con la enajenación mental.

REDONDO GARCÍA, Luis. Cuando estalló el golpe era comandante retirado[4]. Reconocido monárquico participó en la Sanjurjada como jefe de las milicias carlistas sevillanas. Tras el fallido golpe de Sanjurjo, Redondo fue encarcelado, compartiendo prisión con el general Varela[5]. Queipo le encargó que organizara una columna que tendría como objetivo llevar a cabo la represión en los pueblos situados al sudeste de la capital hispalense, y de tomar los pueblos situados al norte y al este de Huelva. Por donde pasó Redondo dejó un reguero de sangre, destrucción y terror.

Redondo estuvo al mando de los tercios de Requetés, Virgen de los Reyes de Sevilla, Virgen del Rocío de Huelva, Virgen de la Merced de Jerez, y San Rafael de Córdoba.

Repasemos algunas de las poblaciones que asoló Luis Redondo. En Nerva (Huelva) asesinaron a 288 personas, en El Saucejo (Sevilla) hubo 75 víctimas. Cuando entró en Riotinto, al ver que el pueblo estaba prácticamente desahitado porque la población había huido al monte, ordenó que se prendiera fuego a toda la población. Participó en la toma y posterior represión en muchos pueblos andaluces, cabe citar Utrera, Lora del Río, Osuna, Puente Genil, Ronda, El Cerro de Andévalo.

El 28 de agosto tomó Aroche, pueblo de la serranía onubense. En esta población se había ejecutado a diez derechistas; la represión, como se pueden imaginar, fue feroz; se asesinó a 143 personas, entre ellas diez mujeres, asimismo se cometieron numerosas violaciones, saqueos, vejaciones…El párroco de la población fue anotando meticulosamente los asesinatos que se estaban llevando a cabo: El día 10 de agosto al detener a uno que estaba en combinación con los rojos, e cual cuando fue conducido quiso escaparse fue preciso aplicarle el bando de guerra [ejecutado sin juicio]; poco después se le aplicaba a otro que se escapó de la cárcel. El día 21 del mismo mes, a la una de la madrugada, se le aplicó también el bando de guerra a 28 hombres, que según se dice estaban complicados en un complot para facilitarle a los rojos la entrada en el pueblo. El día 29 se aplicó a cuatro hombres y cuatro mujeres, el día 13 de septiembre a dos hombres, el día 20 a un hombre, el 27 de octubre a dos hombres y tres mujeres y el día 14 de diciembre de 1938 a un hombre. A partir de ese momento comenzó a mejorar la situación, pues los rojos tuvieron un encuentro con las fuerzas nacionales a los que hicieron muchas bajas y se vieron precisados a abandonar la tierra y los pocos del pueblo que se quedaron fueron cazados poco a poco, hasta que quedó completamente limpio y así renació la calma […][6]. El meticuloso sacerdote no debía andar muy bien en matemáticas, porque fueron muchos más de los que él anotó los que fueron asesinados.

De las «hazañas» de Redondo tenemos cumplida cuenta gracias a las memorias del jesuita Bernabé Copado, que acompañaba a la columna Redondo, eso sí siempre con una pistola al cinto, por si había que echar una mano. Sus memorias las tituló Con la columna Redondo, combates y conquistas.

RIVERO SÁNCHEZ, Jerónimo.  Sargento de la Guardia Civil y comandante de puesto de Iznájar (Córdoba). El día 19 de julio se unió a la sublevación haciéndose rápidamente con el control del pueblo. Desde el primer momento se dedicó a la detención de aquellos vecinos que entendía eran desafectos, ejecutando a 50 de ellos.

No contento con la masacre llevada a cabo en Iznájar, marchó a El Remolino, junto a los guardias civiles bajo su mando y algunos falangistas, a estos se unieron un grupo de guardias civiles y falangistas de Rute. En El Remolino cometieron atrocidades difíciles de calificar. A Francisco Guerrero, un guarda de campo jubilado, después de fusilarlo le cortaron los testículos y las orejas. A Antonio Hinojosa le cortaron los testículos y se los entregaron a su padre diciéndole: aquí tiene usted los testículos de su hijo[7].

Por el asesinato de tres vecinos de El Remolino fueron juzgados el guardia civil de Iznájar, Benjamín Trigo Díaz y el falangista Rodrigo Salas Bote. El hecho de que fueran detenidos y juzgados, algo prácticamente insólito, se debió a que uno de los asesinados era el tío del jefe de Falange de Iznájar, Salvador Luque García. Ambos fueron condenados a muerte, pero el auditor Bohórquez y Queipo de Llano evitaron que se llevara a efecto la máxima pena, Finalmente solamente estuvieron en prisión un año y ocho meses[8].

ROMÁN ÉCIJA, Francisco. Teniente de la Guardia Civil, fue el responsable de la muerte de decenas de personas en varias poblaciones cordobesas. El 3 de agosto de 1936 entró en Priego formando parte de la columna que dirigía José Tomás Valverde Castilla. Una vez tomado el pueblo, Roldán fue nombrado comandante militar de la plaza, sustituyendo al anterior al que se consideraba «demasiado blando». El día 4 comenzaron los asesinatos en Priego, se calcula que el número total asciende a unas cien personas.

Continuó Roldán con sus correrías por pueblos cercanos. El 10 de agosto llegó a Fuente Tójar, al mando de un grupo de guardias civiles y falangistas, en esta población fueron asesinadas diez personas. En Almenidilla, fueron asesinadas, que hayan sido identificadas, 16 personas, aunque el número total se cree que ascendió a veinte. En Rute, localidad de la que era originario, asesinó a cuatro personas en el kilómetro 3 de a carretera Lucena- Jauja. En total se calcula que entre Priego y los pueblos cercanos fueron asesinadas en torno a las ochenta personas[9].

Una vez finalizada la guerra Roldán continuó con sus actividades mortales. Entre 1947 y 1949 –ya como comandante- fue encargado de la represión de la guerrilla del Levante. En Morella aún se recuerda su paso por esta localidad castellonense. Sus palizas y torturas a detenidos, las ejecuciones llevadas a cabo aplicando la ley de fugas –al menos 84 personas perdieron la vida por esta práctica-; otras tantas murieron a causa de las torturas recibidas en el cuartel de la Guardia Civil de Morella. Moreno Gómez calificó este cuartel de «centro de exterminio»[10].

Bibliografía reseñada en el capítulo.

BÉDMAR GONZÁLEZ, Arcángel (2007): El Remolino, una historia de la represión (I y II), en Cuadernos para el Diálogo, no 20 y 21, pp. 38-47 y 18-29.

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.


[1] Tomado de Moreno, 2009: 226-227.

[2] Tomado de Moreno, 2009: 229-230.

[3] Ver Moreno, 2009: 236.

[4] Tras finalizar la guerra fue ascendido a general de Brigada y posteriormente a teniente general.

[5] Según P. Preston (2011: 59), fue el que convirtió a Varela en carlista.

[6] Tomado de Solé i Sabaté: 197-198.

[7] Testimonio de Antonio Montilla, testigo de los hechos, recogido por Bedmar.

[8] Para más detalles ver Bedmar, 2007.

[9] Ver Moreno, 2009: 292-294.

[10] Ver Moreno, 2009: 293-294.

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Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (V) Medina y Villalonga, Pedro Parias, Manuel Mora-Figueroa, Mariano Pelayo, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron.
José Luis Garrot Garrot
12.10.2022

MEDINA Y VILLALONGA, Rafael  (duque de Alcalá de los Gazules, y duque consorte de Medinaceli[1].

Falangista, fue miembro de la Guardia Cívica que se creó en Sevilla al mando de Alfredo Erquicia, unidad especializada en llevar a cabo la represión. Compañero de Ramón de Carranza en sus correrías por los pueblos del Aljarafe sevillano. Estaba al frente de un grupo de quince o veinte falangistas conocidos como la Escuadra Negra, que sembraron el terror por la campiña sevillana y onubense. Fue tal el número de asesinados por la Escuadra Negra que el enterrador del cementerio dejó su trabajo y acabó siendo ingresado en un psiquiátrico. Se le considera autor material de múltiples asesinatos. Fuel alcalde de Sevilla de 1943 a 1947.

MORA-FIGUEROA GÓMEZ IMAZ, Manuel. Falangista –llegó a ser vicesecretario de Falange, y capitán de navío. Fue el organizador de la Guardia Cívica de Jerez de la Frontera. Junto a su hermano José[2] formó la columna conocida como Tercio Mora-Figueroa. Esta columna participó en la «limpieza» de varios pueblos gaditanos, como Algodonales, Olivera, Ubrique, Alcalá del Valle. También llevaron a cabo esta tarea en pueblos de Málaga, Córdoba y Badajoz.

El 12 de agosto partió de Jerez rumbo a Villamartín, en esta población gaditana llevó a cabo una auténtica matanza. El delito  cometido por los habitantes del pueblo era haber alquilado coches a socialistas y republicanos. Con la ayuda de la columna dirigida por el capitán Mariano Gómez de Zamalloa, entre julio de 1936 y febrero de 1937 se fusiló a 120 hombres y 9 mujeres.

En Rota el Tercio Mora-Figueroa asesinó a sesenta personas; en Arcos de la Frontera, a 86; en Alcalá del Valle, con el apoyo de veinte guardias civiles, fusilaron a 20 hombres y cuatro mujeres, previamente torturados.

El Tercio Mora Figueroa acompañó a una columna de Regulares dirigida por el capitán Mariano Gómez de Zamalloa y Quince en la toma de Arcos de la Frontera –población en la que los Mora Figueroa tenían propiedades-. En esta población se asesinó a 86 personas.

Ya en la provincia de Málaga los hermanos Mora Figueroa instalaron su cuartel general en Ronda, desde donde organizaban batidas por los pueblos cercanos para apresar a personas que no habían apoyado la sublevación. Estos prisioneros de los pueblos limítrofes eran conducidos a Ronda donde serán asesinados sin más dilación. En estos asesinatos en la población malagueña destacó Pedro Barbadillo Rodríguez, al frente de un grupo de señoritos llegados desde Sanlúcar.

Ferviente admirador de los nazis –formó parte de la comitiva que visitó Berlín en septiembre de 1940-, se incorporó a la División, actuando de ayudante personas de Muñoz Grandes. Fue condecorado con la Cruz de Hierro por haber sido herido en combate.

PARIAS GONZÁLEZ, Pedro.  Había sido compañero de Queipo en la academia militar, esta amistad hizo que Queipo le nombrara gobernador civil de Sevilla, cargo que ostentó hasta su muerte en febrero de 1938. Miembro de la Guardia Cívica sevillana – participó en la represión de los obreros sevillanos en la huelga de 1931-; y muy amigo de Ramón de Carranza y José García Carranza «El Algabeño». Afiliado al partido Acción Popular, fue presidente de la Diputación de Sevilla durante la dictadura de Primo de Rivera. Durante un tiempo estuvo encarcelado por su participación en la Sanjurjada. Fue un personaje clave en la represión que se llevó a cabo en Sevilla.

Parias era tío de la esposa de Blas Infante, Angustias García Parias. Al parecer Parias tenía una especial animadversión contra el líder del andalucismo, al parecer se debía a que Blas Infante había sido el abogado de la parte contraria a Parias en un juicio que se celebró por motivos económicos y que Parias perdió.

Blas Infante le dijo a su esposa, posiblemente las últimas palabras que le dirigió: Sé que no tengo nada de lo que arrepentirme; lo que me condena es el pleito que gané contra tus tíos; cuida por favor de los niños, diles que están bien y que yo me acuerdo de ellos[3].

Su hermana Angustias Parias le dijo: Siempre me dijiste que me dabas el favor que yo te pidiera y lo que me has dado al final de todo es que han matado a mi yerno por tu culpa.

La hija de Blas Infante, Alegría Infante en una entrevista que concedió a Confidencial Andaluz, habló de la actitud de Parias respecto a su padre: No sé con quiénes llegó a hablar [su madre] por intentar salvar la vida de mi padre, pero sí se dé su sufrimiento por cómo no había podido sacar nada de Pedro Parias[4]. Según parece Angustias Parias llegó a arrodillarse ante su tío pidiendo clemencia para su esposo, negándose éste a prestarle la ayuda que le rogaba. Pedro Parias se justificó por la muerte de Blas Infante diciendo que la orden de su fusilamiento venía directamente de mandos superiores; es decir de Queipo de Llano.

PELAYO NAVARRO, Mariano. Teniente de la Guardia Civil al indicarse la guerra –posteriormente ascendido a capitán-, participó en la organización del golpe de estado  a espaldas de su jefe el teniente coronel Fernando Vidal Pagán, por entonces comandante de la Guardia Civil en Granada, y que se mantuvo fiel a la República. Delegado de Orden Público y jefe del Servicio de Espionaje Militar (SIPM).

El general López Prieto confesó al historiador Miguel López Corral que un capitán de la Guardia Civil, que era el comandante de la Comandancia de Granada: el día que no mataba a alguien estaba malo, y que su mayor disfrute era descerrajar la cabeza de un tiro a un detenido, para lo cual los mandaba colocar en el asiento delantero del Land Rover, disparándoles por sorpresa desde atrás, igual que habían hecho con Calvo Sotelo sus asesinos.

El 6 de junio de 1938 sufrió un atentado de resultas del cual perdió la mano izquierda y un ojo, y le quedó destrozada la mandíbula. Por este atentado fueron condenadas a muerte y ejecutadas 37 personas, entre ellas ocho mujeres.

QUERO GOLDONI, Eduardo. Al iniciarse la guerra era teniente coronel retirado. Fue el coordinador del golpe de estado en Córdoba. Organizaba las reuniones conspiratorias en su casa o en la de su hijo Manuel Quero Morente Nada más triunfar el golpe fue nombrado presidente de la Diputación de Córdoba.

Eduardo Quero Goldoni

El historiador Francisco Moreno divide la represión en Córdoba en tres fases. La primera sería la dirigida por Quero Goldoni finalizando el 22 de septiembre de 1936, en esta fase se asesinó en Córdoba a 400 personas. La segunda la dirigiría el comandante Zurdo, y la tercera Bruño Ibáñez.

De su implicación en la trama golpista dio relación en una carta que escribió a Rafael Cruz Conde en febrero de 1939, con motivo de la muerte del hermano del terrateniente cordobés: Varias veces celebré diversas conferencias en mi casa. Vibrante, enérgico, duro, inteligente. Me parece verlo en mi despacho departiendo con el heroico coronel Cascajo, con «nuestro general», valiente entre los valientes, a quién deparó el inmarcesible honor de salvar a Córdoba de la bestia roja[5].

Castejón recordaba a Quero: [… Quero se convirtió en un represor furibundo e implacable[6]. ¡Y esto lo decía Castejón!

Según parece estuvo implicado directamente en el asesinato de algunas personas, por ejemplo en el del doctor Lorenzo Isla. Como señala el doctor J. Sama Naharro: el doctor Lorenzo Isla fue eliminado por exigencia de Quero, […] un hermano de Isla que era militar en Salamanca, vino a Córdoba a intentar exigir responsabilidades.[7]. Curiosamente el doctor Isla era el director del Dispensario Antituberculoso –también fusilaron a su enfermera-, tras ser asesinado fue sustituido, ¡Qué casualidad!, por el hijo de Quero.

REBOLLO MONTIEL, José. Alférez de la Guardia Civil, era un hombre muy próximo a Díaz Criado. Dirigía la Brigadilla de Información de la Guardia Civil. También formaba parte del Comité de Salud Pública; este comité tenía su sede en la trágicamente conocida comisaría de la calle Jesús del Gran Poder de Sevilla. En la puerta de las dependencias que ocupaba tenían una calavera y dos tibias con un cartel que decía Por mal español, así me veo. Entre la gente de derechas Rebollo tenía fama de «justiciero». Dentro de su Brigadilla de Información había algunos elementos que tenían fama de sádicos, como José Ponce Fernández «El Soldadito», y el capitán Andrés Portabella. Rebollo era al que Díaz Criado había dejado encargado de supervisar las torturas y los interrogatorios a los detenidos.

Las «andanzas» de Rebollo ya eran conocidas desde antes de la guerra. El 18 de junio de 1934, las Federaciones del PSOE y de la UGT, le denunciaron ante el gobernador civil de Sevilla y el ministro de la Gobernación, por los abusos que se estaban cometiendo por parte de guardias civiles en pueblos de la provincia. El Socialista, daba noticias de la actuación de Rebollo en Puebla de Cazalla: La brigadilla de Rebollo, extralimitándose en sus funciones […], visita los pueblos de la provincia, como si se tratara de un policía secreta, vistiendo de paisanos igual suboficial como los números de la Guardia Civil. El pasado día 11, después de haberles visitado varias veces, se personó dicha brigadilla en Puebla de Cazalla, a pesar de existir en el pueblo guardia civil. Allí detuvieron a los obreros Antonio Sánchez Reina, Francisco Santos Moreno, José Cordero, Juan Fernández y varios más. Asimismo detuvieron a la mujer Isabel Espejo, esposa de un obrero pero con anterioridad a la amedrentaron. A todos los obreros detenidos les encerraron en el Ayuntamiento en un cuarto estrechísimo, donde los golpearon y maltrataron […]

Una vez iniciada la guerra la brigadilla de Rebollo volvió a Puebla de Cazalla; los brigadas de la Guardia Civil Ambrosio Santos VelascoÁngel Fuentes Fuerte, junto al jefe de milicias Juan Rayo Mármol, y del presidente de la gestora municipal, José Coto Romero, se encargaron de llevar a cabo una verdadera masacre. En Puebla de Cazalla se asesinó a 244 personas y aún se mantienen 55 desaparecidos[8].

En noviembre de 1936, Rebollo le dijo a Garrigós: Mi comandante, llevamos fusilados, entre Sevilla y provincia, más de cuarenta mil y estos hijos de puta siguen pensando lo mismo.

Bibliografía reseñada en el capítulo

DELMÁS INFANTE, Alejandro (2020): Blas Infante se rebeló contra “contra el mando legítimo” según una sentencia de 1940, en https://confidencialandaluz.com/blas-infante-se-rebelo-contra-el-mando-legitimo-segun-una-sentencia-de-1940/

GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2007): La represión militar en la Puebla de Cazalla (1936-1943), disponible en https://www.centrodeestudiosandaluces.es/datos/publicaciones/ediciond_cazalla.pdf

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.


[1] Por su matrimonio con la duquesa de Alcalá.

[2] Marqués de Tamarón.

[3] Ver Delmás.

[4] Ver Delmás.

[5] Tomado de Moreno, 2009: 43.

[6] Tomado de Moreno, 2009: 527.

[7] Tomado de Moreno, 2009: 527.

[8] Ver García Márquez, 2007: 71.

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Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (IV) González Espinosa, González Narbona, Haro Lumbreras, Hidalgo Ambros y,etc…José Luis Garrot Garrot

GONZÁLEZ ESPINOSA, Antonio. Coronel del Ejército. El 29 de julio de 1936 fue nombrado por Queipo de Llano, gobernador militar de Granada en sustitución de Basilio León Maestre, del que se consideraba que estaba siendo demasiado blando en la represión. De él escribió Arrarás en su Historia de la Cruzada Española: Es el hombre al que no le temblaran las manos antes de firmar las penas de muerte.

GONZÁLEZ NARBONA, Francisco. Teniente de la Guardia Civil. Nombrado comandante militar de Carmona el 22 de julio de 1936, cargo en el que se mantuvo hasta el 18 de noviembre del mismo año. En este período en Carmona se ejecutó a 201 hombres, entre ellos ancianos y niños de apenas diez años, y 16 mujeres. Durante su mandato se llevaron a cabo 23 sacas de prisioneros trasladados hasta la tapia del cementerio para ser fusilados.

González Narbona ya tenía experiencia en la represión. El 8 de enero de 1933 dirigió al ataque contra unos obreros anarquistas, con el resultado de cuatro sindicalistas muertos. Por esta acción fue felicitado públicamente en febrero del mismo año en el número 276 de la Revista Técnica de la Guardia Civil.

Era tal la magnitud de la represión que estaba llevando a cabo González Narbona en la localidad sevillana, que el párroco del pueblo fue a protestar por las ejecuciones masivas que se estaban llevando a cabo; le contestaron que los ejecutados habían sido previamente condenados en un consejo de guerra cuyo tribunal lo formaban los terratenientes de la zona; al responder el párroco que esos juicios eran ilegales fue despedido con amenazas[1].

HARO LUMBRERAS, Gregorio. Comandante de la Guardia Civil; ya había actuado antes de 1936 contra la República, uniéndose a Sanjurjo en el intento de golpe de estado que dirigió este general en 1932.

La mayor proeza de Haro Lumbreras la protagonizó nada más iniciarse la sublevación. En Riotinto se organizó una columna de mineros que tenían como objetivo reconquistar Huelva. Se debían de unir en La Palma del Condado a un grupo de guardias civiles dirigida por Haro Lumbreras, que previamente había jurado lealtad a la República. El 19 de julio, a la altura de La Pañoleta –en el municipio de Camas-; los mineros fueron emboscados por las tropas de Haro Lumbreras, tras una auténtica carnicería que costó la vida a varios mineros, apresó a 71 de estos[2], que fueron llevados a Sevilla.

Como apunta el historiador Francisco Espinosa [3], es incompresible que se le diera el mando de una columna militar, conociendo los antecedentes antirrepublicanos de Haro Lumbreras.

Para colgarse medallas, Haro Lumbreras no dudó en testificar contra el que había sido su inmediato superior, el teniente coronel Orts Flor. En su declaración dijo que Orts había organizado la columna de mineros y que le había dado la orden –que a su vez había recibido del general Pozas- de que volase Sevilla y jodiera a las mujeres de los fascistas; con esta burda mentira quería aparecer como el héroe que había salvado Sevilla.

Nombrado por Queipo de Llano gobernador civil de Huelva, en lo seis meses que se mantuvo en el cargo se asesinó en Huelva capital y provincia, entre 2.000 y 4.000 personas[4]. Especialmente cruel fue la represión que se llevó a cabo en la zona de Riotinto, más acentuada, si cabe, contra los mineros. Para intentar ocultar el genocidio cometido en el territorio onubense, se cavó una gran fosa en donde fueron enterrados gran parte de los asesinados, echándoles cal viva para hacer desaparecer los cadáveres.

En Palos de la Frontera ningún derechista había sufrido daño alguno, a pesar de eso, Haro Lumbreras dijo: El enemigo que quema vivas a familias enteras […], que abre el vientre de mujeres embarazadas […], no puede ni debe pedir clemencia a quienes serían sus primeras víctimas si la ocasión se presentase. Quizás Haro Lumbreras tuvo un lapsus mental y cuando pronunció estas palabras estaba pensando en lo que estaban haciendo ellos. En esta población se asesinó a 146 personas, incluyendo mujeres y un niño de tan sólo doce años.

Haro Lumbreras tenía una especial obsesión por los masones; sistemáticamente reprimió con una dureza bestial todo lo que tuviera la más mínima relación, real o inventada, con la masonería. Esta actuación en contra de los masones llegó a oídos del general Cabanellas. Que ordenó su cese, que se hizo efectivo el 6 de febrero de 1937, a pesar de que Queipo de Llano intentó impedirlo por todos los medios.

En relación a su cese, algunas fuentes afirman que este se debió, además de a la protesta de Cabanellas, a que Haro Lumbreras se había quedado con parte de lo que se recaudaba para ayuda del Ejército. Al parecer también estuvo implicado en un turbio asunto relacionado con el pago con monedas y artículos de oro, obtenidas de las suscripciones populares, a varias prostitutas.

Sobre su salida de Huelva, Manuel Burgos Mazo [5] cuenta: […] el equipaje que el gobernador preparó para su marcha, según supe por diversos conductos y todos ellos de personas muy fidedignas, ascendía a noventa y tres bultos que ocupaban tres camiones [6]Burgos del Mazo calificaba a Haro Lumbreras cómo el Vernes [7] moderno. No era la primera vez que Haro Lumbreras estuvo envuelto en actividades sospechosas. Antes de la guerra, cuando estaba destinado en la Comandancia de Albacete, se le relacionó con la desaparición de existencias de los almacenes militares.

En marzo de 1938, el alcalde de Riotinto, José María de la Casa, escribía una carta al resto de alcaldes de la provincia; en dicha carta hacía alusión a Haro Lumbreras: El primer elemento [refiriéndose a Haro Lumbreras como gobernador civil y militar] cumplió con exceso de celo su elevada misión al frente de los gobiernos civil y militar [8]. Por esta misma época, muchos pueblos que habían puesto su nombre a calles del municipio, las fueron cambiando por otras nominaciones. El 29 de septiembre de 2018 le fue retirado el título de hijo adoptivo de Huelva.

No fue el único miembro de la familia implicado en la represión, su hermano Benito; teniente coronel y jefe de Carabineros en La Coruña, fue uno de los encargados de la represión en la capital gallega. Al igual que su hermano se cebó especialmente con los masones; participando personalmente en las torturas que se practicaban con los prisioneros en los interrogatorios. Llegó a tener un enfrentamiento con el gobernador civil, González Vallés, al que acusaba de ser demasiado blando.

Con Haro Lumbreras se cumplió una justicia que podíamos calificar de profética. El 26 de febrero de 1941, caía asesinado a manos de un guardia civil a las puertas de la Comandancia de León.

HIDALGO AMBROSY, Fermín. Teniente coronel y conocido bodeguero de Sanlúcar de Barrameda. Queipo le encargó, en agosto de 1937, que se ocupara de la represión de la guerrilla y la captura de los huidos. Su jurisdicción abarcaba toda provincia de Huelva[9].

Se hizo famoso por las represalias que llevaba a cabo contra los familiares de los huidos; por ejemplo el asesinato de las conocidas como 17 Rosas de Guillema[10]. Desde que ocupó el cargo se duplicó el número de consejos de guerra, pasando de 314 a 714. En no pocas ocasiones dio la orden de ejecución personalmente. En Zufre (Huelva), el cabo de la Guardia Civil, Eduardo Novoa Viadero, detuvo a numerosas personas, cinco hombres y dieciséis mujeres fueron asesinados por orden de Hidalgo[11]. José Ramón de la Torre era el dentista de Aracena (Huelva), fue asesinado por orden directa de Hidalgo, así lo testimonia el certificado expedido por Diego Mora Romero, teniente de la Guardia Civil y comandante militar de la plaza: CERTIFICO: Que en virtud de orden verbal del señor Teniente Coronel Don Fermín Hidalgo, Jefe de Operaciones de la Sierra de Huelva, Sevilla y Badajoz, en las primeras horas del día quince del mes de agosto del año en curso, le fue aplicado el Bando de Guerra al reo detenido en la cárcel púbica de esta ciudad y vecino de la misma, José Román de la Torre[12].

LÓPEZ-PINTO Y BERIZO, José. Ascendido a general de Brigada en 1932, fue nombrado gobernador militar de Cádiz, tras haber prestado juramento de lealtad a la República. Sin duda el nombramiento de López-Pinto ayudó a que triunfara el golpe en Cádiz. López-Pinto fue el que proclamó el bando de guerra en Cádiz; asimismo fue el que liberó al general Varela del castillo de Santa Catalina.

Junto a Varela, los hermanos Mora-Figueroa y Ramón de Carranza, fue el que organizó la represión en la capital gaditana. En primer lugar cerraron las Puerta de Tierra, evitando que nadie pudiera salir de la ciudad; posteriormente se dedicaron a la detención masiva de personas, a unos los asesinaban en plena calle, a otros los trasladaban a la sede de Falange, situada en el Casino, donde les sometían a las más crueles torturas; por ejemplo dándoles a beber aceite de ricino mezclado con aceite industrial, serrín y miga de pan; esta mezcla producía unos terribles dolores abdominales, llevando en algunos casos a la muerte. Establecieron el llamado Tribunal de Sangre que diariamente elegía a 25 personas para ser ejecutadas. Según Preston, en los primeros cinco meses se fusiló a 600 personas.

Según el historiador Pedro Angosto [13]López Pinto fue un aventajado alumno de Queipo de Llano que no escatimó crueldad para ejecutar con éxito la política de exterminio que habían planificado.

Simpatizante significado de los nazis, en el verano de 1940 recibió a un gripo de alemanes, tras una juerga fraternal acabaron gritando ¡Viva Hitler! En octubre de 1940, recibió en Irún, junto a José Finat, a uno de los principales líderes nazis, Heinrich Himmler.

MARTÍNEZ GALIÁNEZ, José. Este miembro de la Guardia Civil fue el que dirigió la feroz represión que se llevó a cabo en La Carlota (Córdoba)[14]. Las víctimas de este cruel asesino ascendieron a 110 personas, entre ellas varias mujeres, como Carmen García y su hijo de 16 años.

Todo lo contrario a este verdugo inmisericorde, en el pueblo aún se recuerda al también guardia civil Manuel Folk Helst, que se dedicaba a avisar a las personas que estaban en las listas para que pudieran huir. Gracias a la actuación de Fol Helst muchas personas lograron escapar de las garras asesinas de Martínez Galiánez.

Bibliografía reseñada en el capítulo

ANGOSTO, Pedro L. (2017): Diccionario del franquismo. Protagonistas y cómplices, Granada.

ESPINOSA MAESTRE, Francisco (2018): La guerra civil en Huelva, Huelva.

ESPINOSA MAESTRE, Francisco y GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2013): La represión judicial militar en Huelva (1936-1945), en Mirta Núñez Díaz-Ballart (coord.), La gran represión. Los años de plomo de la posguerra, Barcelona.

PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.

[1] Ver Preston, 2011: 225.

[2] 67 fueron fusilados en varios puntos de Sevilla, tres murieron en prisión, y uno logró salvar la vida al ser menor de edad.

[3] Espinosa, 2018:94

[4] Según Preston (2011:220) en 75 de 78 municipios onubenses se asesinó a 6.019 personas.

[5] Fue ministro de Gracia y Justicia con Alfonso XIII.

[6] Burgos del Mazo, Obras Completas, tomo I, Cap. VIII, p. 164, citado Espinosa, 2018: 164.

[7] Pretor de Sicilia en 78 a.C., a causa de sus desmanes fue llamado a Roma, juzgado por un tribunal presidido por Marco Tulio Cicerón, fue condenado al exilio.

[8] Tomado de Espinosa, 2018: 412.

[9] Ver Espinosa, 2018: 282-283.

[10] Población de Sevilla.

[11] Ver Espinosa/ García Márquez, 2013.

[12] Tomado de Espinosa/García Márquez, 2013: 282-283.

[13] Angosto: 251-252.

[14] Para ampliar el conocimiento de la represión en La Carlota, ver Preston, 2009: 186-188 y 820-824.

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Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (III) Díaz Criado, Corrales Romero, Cuesta Monereo, etc…

En la mayoría de los trabajos relacionados con la represión franquista se ha incidido en las víctimas, estos artículos ponen nombres y caras a los responsables directos de las atrocidades que cometieron

CORRALES ROMERO, Rafael. Comandante del Ejército, miembro de la columna comandada por Castejón. Fue el designado por Castejón para que llevara a cabo la «limpieza» de Puente Genil. Antes de entrar en la población cordobesa recibió una orden del jefe del Estado Mayor de Queipo, con instrucciones de lo que debía hacer una vez entrara en Puente Genil: […] Cuando el comandante Castejón haya entrado en el pueblo (en la plaza), la columna que va de Sevilla [la de Corrales] invadirá el pueblo por su parte norte. Terminada la limpieza de Puente Genil se pondrá en comunicación con este Cuartel General, de donde recibirá órdenes […] Procure a toda costa evitar los saqueos de los domicilios de familias de derechas y gente de orden. Sevilla, 31 de julio de 1936. De orden de S.E el Jefe del E.M de servicio[1].

Una anécdota demuestra el carácter de Corrales. Teniendo a un grupo de prisioneros en la Venta de las Flores –a las afueras de Puente Genil-, se presentó el comandante Castejón preguntando a los prisioneros quién era don Fernando Cámara; al identificarse este, Castejón le dijo que quedaba libre y que se marchara a su casa. Una vez que Castejón se había marchado de la ciudad, por la noche se presentaron en su domicilio diciéndole antes de asesinarlo: Ya no está aquí Castejón. Ahora estamos nosotros.

En el periódico sevillano La Unión, se publicó el 6 de agosto noticia de la labor llevada a cabo por Corrales: […] dio las órdenes oportunas para la rápida pacificación de Puente Genil, cosa que logró en veinticuatro horas. Y se cumplió sin piedad la justicia militar[2].

Puente Genil fue uno de los pueblos andaluces en los que más personas fueron asesinadas; según datos aportados por el historiador Francisco Moreno, en la ciudad cordobesa hubo 995 víctimas; fuentes del PSOE aumentan esta cifra hasta los 1.500, y del PCE a 1.700.

CUESTA MONEREO, José. Desde su puesto como comandante de Estado Mayor de Sevilla, fue el verdadero cerebro de la sublevación en Sevilla. A partir de diciembre de 1936, ya como teniente coronel, fue designado por Queipo Jefe del Estado Mayor del Ejército del Sur.

Para el historiador Francisco Espinosa, Cuesta Monereo, junto a Francisco Bohórquez, fue el que diseñó como debía ser llevada a cabo la represión en Andalucía. Para Paul Preston[3], fue la pieza más importante en la represión ordenada por Queipo.

Para encubrir las matanzas que estaba dirigiendo ordenó a la prensa que los asesinatos se disfrazaran con eufemismos como se cumplió la justiciase llevaron el castigo merecido, o se cumplió la ley También fue el que ordenó que en la prensa se «suavizaran» las proclamas que daba Queipo desde la radio.

CUEVAS RODRÍGUEZ, Francisco. Sargento de la Guardia Civil. Cuando en marzo de 1936 llegó destinado a Brenes (Sevilla) se iba jactando por el pueblo de haber participado en la represión de Asturias en 1934. Pronto empezó a hacer de las suyas en la localidad sevillana. En las manifestaciones del 1 de mayo, Cuevas ordenó cargar sin miramientos; él mismo relató la hazaña: […], actué con toda energía contra los marxistas como se demuestra por el hecho de que los primeros días de mayo del año mil novecientos treinta y seis, disolviera a tiros una multitud que daba mueras a la Guardia Civil, causándole más de treinta bajas[4]

Cuevas, mujeriego empedernido, cuando estuvo destinado en Real de la Jara (Sevilla), a pesar de estar casado, tuvo como amante a Francisco Álvarez Hoyo “La Pura”, con la que tuvo dos hijos, y a la que llevó con él cuando fue trasladado a Brenes.

Tal era la violencia de este individuo que hasta sus propios correligionarios presentaron denuncias contra su actuación. La primera la hizo el capitán Cervera, sin que tuviese consecuencia alguna. La segunda la presentó el industrial, y presidente de la Junta Gestora del Ayuntamiento, José Gispert; acusó a Cuevas de acosar a su esposa y de quedarse con dinero recaudado para el Ejército. En las diligencias efectuadas contra él, no se le inculpó por la terrible represión que llevó a cabo contra decenas de vecinos de Brenes. El terror que infundía a sus convecinos provocó que nadie declarase en su contra, por lo que la sentencia le exculpó aduciendo que Gispert había actuado por rencor personal.

Cuando fue trasladado y ascendido a brigada, el Jefe de la Brigada Especial de la Guardia Civil, ordenó investigar las actuaciones de Cuevas en Brenes. Ahora si hablaron los vecinos; fue acusado de quedarse con parte de las recaudaciones que se hacían para el Ejército, y de abusar de tres muchachas a las que obligaba a mantener relaciones sexuales con él amenazándolas con fusilarlas si se negaban (finalmente la amenaza se llevó a cabo). Fue condenado a dos años de prisión por actitud indecorosa y quedarse con dinero, lo que ensuciaba la imagen de la Guardia Civil; pero en la condena se puso que era por Auxilio a la Rebelión. Ver para creer.

DÍAZ CRIADO, Manuel. Este capitán de la Legión era conocido como «Criadillas». La actuación de este despiadado individuo comenzó muy pronto, en concreto con el asesinato de cuatro obreros que se llevó a cabo en el Parque de María Luisa de Sevilla, el 23 de julio de 1931, a los que se aplicó la «ley de fugas». Por aquel entonces estaba al mando de la Guardia Civil de Sevilla, cargo al que había accedido por la presión ejercida por varios terratenientes.

En mayo de 1936 fue acusado de atentar contra Manuel Azaña junto a otros sicarios a las órdenes de Mauricio Carlavilla[5]. Desde los primeros momentos del golpe estuvo acompañando a Queipo, procediendo el mismo a la detención del general Fernández de Villa-Abrile.

Díaz Criado, con fama de borracho y putero, no admitía recibir a personas que fueran a pedir clemencia para algún familiar excepto si se trataba de mujeres jóvenes; fue nombrado por Queipo, delegado militar de Orden Público de Sevilla.

Díaz Criado se instaló en un despacho de la Comisaría de Investigación y Vigilancia, situada en la calle Jesús del Gran Poder nº 40[6]. Desde este lugar diseñaba como se debía llevar a cabo la represión y el trato que había que dispensarles a los detenidos.

La comisaría de la calle de Jesús del Gran Poder se convirtió en uno de los lugares más sórdidos y terroríficos de toda Sevilla. El patio número 3 era el elegido para torturar a los presos, para muchos aquí pasaron sus últimas horas antes de ser asesinados: […] la última morada de los condenados a muerte. Siempre lleno de gente y siempre diferente, puesto que los que entraban por la mañana habían de ser fusilados por la noche[7]

En este patio se encontraba el cuarto del piano. El cuarto de torturas llamado cuarto del piano, que es donde se interrogaban a los presos. Era la antigua clase de Filosofía. En la antigua tarima del profesor hay un esqueleto de mujer, al que habían puesto un gorro de cuartel y un puro en la boca; hay también un piano y un cencerro muy grande; la misión de los cuales es que no se oigan los interrogatorios […]. Las víctimas, llenas de varas de acebuche y de vergajos[8].

Desde estas instalaciones Díaz Criado creó la conocida como Brigadilla de Ejecuciones. Esta brigadilla destacó por el gran número de detenciones, el brigada Ángel Macua, que asesinó a varias personas cuando iban a ser detenidas, como al bombero sevillano, afiliado a la UGT, Rafael Roldán Díaz, o a Prudencio Garrido Salomón.

Las listas elaboradas por Díaz Criado de las personas que debían ser asesinadas –camufladas como orden de traslado- eran enviadas a la Brigadilla de Ejecuciones, dirigida por el maestro de obras Pablo Fernández Gómez[9]. Otros «insignes» colaboradores de Díaz Criado fueron el alférez de la Guardia Civil José Rebollo, al mando de la Brigada de Información de la Guardia Civil; y el cabo José María Plaza, antiguo guardia de asalto.

Su impiedad no tenía límites. En una ocasión fueron a visitarle dos frailes, que se dedicaban a confesar a los condenados a muerte, para pedirle que parara la carnicería que estaba llevando a cabo. Díaz Criado les despidió sin dejarles hablar. Tras esta visita frustrada fueron a visitar a Queipo de Llano, que les prometió que serían tomadas medidas. Las medidas fueron trasladar a los frailes a no se sabe dónde[10]. Para evitar que se intercediese por los presos el 12 de agosto de 1936 envió una nota para su publicación en la prensa en la que hacía una seria advertencia: Serán considerados como enemigos beligerantes no sólo aquellos que se opongan a la causa, sino los que los amparen o recomienden[11].

Entre el 25 de julio de 1936 y el 12 de noviembre del mismo año; Díaz Criado instauró un régimen de terror, difícilmente igualable, en Sevilla.

Díaz Criado era uno de los que marcaba con la fatídica nota X-2 los expedientes de las personas que debían ser ejecutadas. Firmada unas sesenta al día, en la mayoría de las ocasiones de forma arbitraria; este sí, este no. Con frecuencia las resolvía mientras estaba de juerga con sus amigos. De su afición a las fiestas y de su macabra personalidad nos dejó testimonio Edmundo Barbero[12] en su obra El infierno azul (seis meses en el feudo de Queipo[13]Cuenta Barbero que una noche estaban Díaz Criado, Rebollo y Doña Margarita, decidiendo que ofertas sexuales y económicas eran válidas para salvar prisioneros. En un momento dado Díaz decidió que sus acompañantes fueran a ver una ejecución. Montó en cólera al ver que cuando llegaron ya habían sido fusilados los condenados de esa noche; el jefe del pelotón, para aplacarlo, ofreció que las mujeres que le acompañaban dieran el tiro de gracia a las víctimas; acto seguido un sargento de Regulares se dedicó a sacarles los dientes de oro a los cadáveres, machacándoles la cabeza con una piedra.

Hasta el 5 de septiembre de 1936, sólo en Sevilla capital, había firmado oficialmente 11.000 penas de muerte. Según Antonio Bahamonde[14], Díaz Criado, es el responsable directo de la muerte de 20.000 personas. En una hora y a veces en menos tiempo, despachaba los expedientes; firmaba las sentencias –unas sesenta diarias- […] Para acallar su conciencia, o lo que fuera, estaba siempre borracho […] Él decía que puesto en el tobogán le daba lo mismo firmar cien sentencias que trescientas, que lo interesante era ·limpiar” bien a España de marxistas […] No admitía visitas, sólo mujeres jóvenes eran recibidas en su despacho. Se da casos de mujeres que salvaron a sus deudos sometiéndose a sus exigencias […][15]

Gonzábez Ruiz que fue gobernador civil franquista de Murcia también dejó sus impresiones sobre Díaz Criado: A altas horas de la noche, rodeado de prostitutas, después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo, con la fatídica fórmula “X2”, los expedientes de los que, con este simplísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución[16]

Tras un incidente que tuvo con el vicecónsul portugués Franco ordenó su cese inmediato en noviembre de 1936 siendo enviado a la V Bandera de la Legión entonces en Talavera de la Reina.

Este despiadado asesino que en una ocasión dijo la frase: aquí en treinta años no hay quién se mueva, y causante de miles de asesinatos, falleció el 7 de julio de 1947 tras haber recibido la bendición apostólica del papa Pío XII.


Bibliografía reseñada en el capítulo

BAHAMONDE, Antonio (2005): Un año con Queipo, Sevilla.

GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2010): El triunfo del golpe militar: el terror en la zona ocupada, en Francisco Espinosa (coord.): Violencia roja y azul. España, 1936-1939, Barcelona, pp. 81-151.

GARCÍA MÁRQUEZ, José Mª (2014): El centro del terror: la comisaria de la calle Jesús del Gran Poder, en López Fernández, Rafael y Sánchez-Boniga, (coord.)Lugares de la memoria. Golpe militar, resistencia y rebelión en Sevilla, Sevilla, pp. 145-149.

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.

PRESTON, Paul (2011): El holocausto español, Barcelona.

[1] Tomado de Moreno, 2009: 424.

[2] Tomado de Moreno, 2009: 433.

[3] Ver Preston, 2011: 58.

[4] Ver García Márquez, 2010.

[5] Se escapó gracias a que le busco un escondite una prostituta sevillana conocida como doña Margarita.

[6] En la actualidad el edificio es propiedad de la Compañía de Jesús.

[7] Ver García Márquez, 2014: 149.

[8] Ver García Márquez, 2014: 147.

[9] Pablo Fernández Gómez dirigió el asesinato de unas 800 personas. Por su cuenta asesinó a otras tres personas, a una de ellas por encargo; esto es lo que provocó que años después fuera procesado y condenado a muerte. Ya no era útil y había que eliminar a los testigos de las atrocidades que se habían llevado a cabo (ver García Márquez, 2010).

[10] Ver Bahamonde: 111.

[11] Tomado de Preston, 2011: 208.

[12] Actor de la compañía de Margarita Xingú y director teatral.

[13] Publicado en Madrid en 1937; ver la página 28.

[14] Era delegado de propaganda con Queipo de Llano, estuvo un año en el cargo tras el que se exilió de España.

[15] Ver Bahamonde: 166.

[16] Tomado de Preston, 2011: 208.

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Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (II) Ramón de Carranza, Baturone, Bohórquez, Cañero, Buiza ,etc…

BATURONE COLOMBO, Manuel; actuó en el frente de Andalucía, como comandante, en 1939 ascendido a coronel, en 1942 a general de brigada, y en 1954 a teniente general. El historiador Francisco Moreno Gómez le califica como el genocida de Palma del Río. Esta población cordobesa fue tomada el 27 de agosto de 1936.

El mismo día en que fue tomado el pueblo se asesinó a 350 personas, lo que representaba casi el 10% de la población; en los meses siguientes se ejecutó a 32 personas más. Palma del Río había intentado resistir a las tropas franquistas, y lo pagó caro. En la plaza del pueblo fueron reunidos los jornaleros y los terratenientes iban señalando los que debían ser ejecutados. Uno de estos fue Félix Moreno Ardanuy que iba gritando ¡Voy a matar a diez jornaleros por cada toro muerto!

En vista de lo eficaz que había sido en la represión; en 1945 fue enviado al Ampurdán para acabar con el maquis antifranquista. Su actuación en la comarca catalana dejo un rastro de muertes, violaciones y torturas.

BOHÓRQUEZ VECINA, Francisco; su principal labor fue actuar como auditor de de Queipo de Llano, es decir era el que señalaba en última instancia quienes debían ser fusilados. Sin temor a equivocarse se podría decir que era el principal lugarteniente de Queipo de Llano para la represión. Su firma rubricaba las sentencias de muerte.

Según el historiador Francisco EspinosaBohórquez llegó a dar instrucciones a la Fiscalía de las Audiencias Provinciales sobre el porcentaje de las penas que debían dictarse. Bohórquez ordenó que todos los milicianos rojos debían ser  procesados y fusilados, así como a sus familiares más próximos.

Tal era su arbitrariedad en el cumplimiento de sus funciones que el fiscal de la Audiencia Provincial de Cádiz, Felipe Rodríguez Franco [1], envió una carta el 28 de mayo de 1937, documentando la monstruosidad jurídica que se estaba llevando a cabo con las órdenes que estaba dando el auditor Francisco Bohórquez.

Rodríguez Franco aceptaba las repercusiones que pudieran traerle sus manifestaciones: cualquier responsabilidad que pudiera derivarse del contenido del presente escrito en homenaje a la idea que lo inspira, que no es otra que comunicar confidencialmente a la Autoridad actuaciones que estimamos perjudiciales en grado sumo para la buena marcha de nuestro movimiento [2].

Una de las instrucciones de Bohórquez era especialmente surrealista: Todos los apoderados e interventores del Frente Popular en las llamadas elecciones de 1936, tendrán que ser procesados determinándose en el acto del juicio oral, por la impresión que en el Tribunal produjese la cara de los procesados, quiénes debían ser condenados y quienes absueltos.

En su misiva Rodríguez Franco continuaba: Ya es de por si grave que en los momentos presentes […], haya personas que, imitando los métodos representativos del funesto Frente Popular, se crean con facultades para remover a los miembros de un Tribunal de Justicia que no han cometido otro delito que aplicar la ley en toda su pureza no aceptando sugestiones de nadie; pero mucho más grave resulta que se quebranten los más elementales principios de derecho.[3]

Como en otros tantos casos aún existe un ignominioso recuerdo de este despiadado verdugo. Amén de que también está enterrado en la iglesia de la Macarena, junto a su querido jefe Queipo de Llano; un retrato suyo continúa presidiendo una de la salas del Archivo Militar de Sevilla.

BUIZA FERNÁNDEZ PALACIOS, Francisco; comandante del Ejército; sustituyó a Castejón cuándo este se incorporó a la Columna Madrid (Columna de la Muerte), continuando con la labor represiva que había llevado a cabo éste, y contando con la inestimable colaboración de Ramón de Carranza, cuando se incorporó a su columna.

Comandando una columna junto al comandante Rafael Corrales Romero, participó en la toma de La Algaba, Alcalá del Río, Constantina y Cazorla de la Sierra. Murió en combate el 27 de abril de 1937.

Era hermano del almirante Miguel Buiza, que se mantuvo fiel a la República, llegando a ser el jefe de la Armada republicana; fue el que entregó la flota a los franquistas tras el golpe del coronel Casado.

CAÑERO BAENA, Antonio; no fueron pocos los que provenientes del mundo taurino se incorporaron a las filas franquistas. Uno de ellos fue el rejoneador Antonio Cañero. Generalmente estos individuos formaban escuadrones de caballistas que tenían como principal misión «limpiar de rojos» los campos andaluces. A tal efecto Cañero organizó en Córdoba un grupo conocido como Escuadrón de Cañero; otro nombre con el que era conocido este escuadrón era Columna del Amanecer, porque era este momento del día el que solían elegir para salir de «cacería».

Con su escuadrón se integró en el Batallón Gran Capitán –formado por falangistas, jóvenes de Acción Popular y terratenientes, llevando a cabo operaciones de exterminio en los alrededores de Córdoba, y en poblaciones como Espejo, Castro del Río, Montemayor, Nueva Carteya y Baena;  la mayor masacre la llevó a cabo en la segunda toma de Almodóvar del Río por los sublevados; en donde entró el 20 de agosto de 1936 integrado en el Batallón Gran Capitán que comandaba con el coronel retirado Pedro Luengo Benítez.

El día 30 de agosto de 1936 en el órgano de las milicias jienenses se publicó una parodia sobre un poema que se había escrito en honor del rejoneador-verdugo; lo firmaba PEPE TITO, uno de Caballería: Cañero/ Ya que has caído tan bajo,/ponle una moña a Cascajo,/en lo alto del lucero./Entre los cuernos fascistas,/Cañero rejonea./ Entre cornudos de pista,/ la jaca caracolea./Capitán de chulería./Señorito picador,/si afino la puntería,/no habría rejoneador./Llena las calles de Córdoba,/con regodeos de los finos;/fascistas de a caballo,/entre escuadrón de asesinos./Matador de cuatro patas,/caballista de tronío,/comandante de las ratas,/traidor de mucho sonío./Todo los debes al pueblo; hasta la noche Cañero,/prepárate a devolverle/nombre y vida, majadero. [4]

En 2015 el político socialista Juan Pablo Durán se refirió a él como un ser humano despreciable, responsable del genocidio franquista en Córdoba. Es vergonzoso que por decisión de un juez se haya tenido que volver a poner su nombre a una calle de Córdoba.

CARRANZA GÓMEZ-PABLOS, Ramón de (marqués de Soto Hermoso). Este terrateniente [5], capitán de navío y militante de Renovación Española [6], fue nombrado alcalde de Sevilla por Queipo de Llano, cargo que ocupó entre 1936 y 1938 [7]. Amén de sus labores al frente de la alcaldía sevillana, dirigió una cuadrilla que participó activamente en la represión de los barrios obreros sevillanos como Triana, Nervión o Macarena. Recorrió el barrio de Triana con un megáfono ordenando que se limpiaran de las paredes todas las pintadas a favor de la República, dio diez minutos para llevar a cabo la limpieza, tras los cuales los que aún tuvieran pintadas en sus casas serían fusilados. En este mismo barrio ordenó fusilar a un cabo por desobedecer una orden suya, aunque él no tenía ninguna autoridad alguna para dar esa orden.

Posteriormente con el grupo de voluntarios que dirigía, formado por aristócratas [8], terratenientes, señoritos y caballistas principalmente, se dedicó a llevar a cabo razzias por diversas provincias andaluzas. La primera de sus salidas la llevó a cabo el 24 de julio de 1936, partiendo de Sevilla en dirección a Huelva. En Huelva le pusieron el nombre de Servicio de Saneamiento de Campos a su grupo.

Muy diligente en sus actividades represoras fue elogiado por Queipo de Llano en una de sus alocuciones radiofónicas: He de notificar que el alcalde, D. Ramón de Carranza, más guerrillero que marino y que alcalde, con una columna de Falange y de Guardia Civil, está desarrollando una brillantísima labor. Es un bravo que manda un grupo de bravos […].

Fue en cargado de tomar diversos pueblos sevillanos y onubenses: Cazalla, Constantina (en donde se llevó a cabo una masacre), La Campana, El Coronil, todos ellos de Sevilla; de Huelva se encargó de tomar Hinojos, Rociana, La Palma del Conde, Bonares, Lucena del Puerto, Almonte, Lepe, Isla Cristina y Ayamonte [9]. El 1 de agosto se incorporó a la columna Castejón, llevando a cabo la matanza de Puente Genil (Córdoba).

En todos los pueblos por los que pasaba seguía el mismo procedimiento; detenía a las autoridades republicanas, nombraba sus sustitutos elegidos entre la «gente de orden», cerraba los locales obreros, metía a los prisioneros en un camión y los enviaba a Sevilla para ser ejecutados, excepto a los que eran asesinados en el mismo momento.

Repasemos algunas de sus siniestras actuaciones. En El Pedroso (Sevilla), entró Carranza al mando de un grupo de 120 hombres. En esta población no había habido ninguna víctima de derechas; a pesar de eso inmediatamente comenzaron los saqueos y las ejecuciones. Al día siguiente salió de la población dejando encargado al comandante Francisco Buiza que continuara la represión. Entre 1936 y 1945 se ejecutó en El Pedroso a 120 personas, entre ellas ocho mujeres.

El capitán Mencos López, fue testigo de la actuación de Carranza en Lora del Río, dijo de Carranza: en él se sumaba a sus pretensiones nobiliarias una ignorancia y una brutalidad desmedida. En Lora del Río fueron asesinadas entre 600 y 1000 personas, varias de ellas mujeres, dos de ellas embarazadas.

Su afán de protagonismo le llevó a tener algún enfrentamiento con militares, como el que tuvo con Castejón, que le recriminó haber entrado en Palma del Condado antes que él. Al parecer se disputaban quién empezaba antes a asesinar.

CASCAJO RUIZ, Ciriaco. Coronel del Ejército [10]; fue la máxima autoridad militar de Córdoba durante toda la guerra. Cascajo fue el organizador del golpe en la capital califal, y pronto comenzó con su labor represiva. A los pocos días de haberse producido el golpe ordenó fusilar al alcalde republicano de la ciudad Manuel Sánchez Badajoz. No le importó que el día 24 de mayo hubiera estado con él en la inauguración de unas salas del museo Julio Romero de Torres. Otra de sus víctimas más conocidas fue Gregorio Azaña Cuevas, fiscal de la Audiencia Provincial y sobrino del presidente de la República Manuel Azaña.

El 20 de julio publicó un bando recordando a los empresarios que tenían que presentar: relación de los trabajadores o empleados de sus casas, que no se han presentado hoy al trabajo, con los nombres y apellidos de los mismos. Aquellos dueños o encargados que no lo hagan, serán pasados por las armas antes de las seis de la mañana... Se pueden imaginar los lectores para que querría tener Cascajo estas listas.

El 2 de agosto de 1936 publicó un bando, tras un bombardeo realizado sobre Córdoba por la aviación republicana, en el que anunciaba que por cada víctima que causaran los aviones serían fusilados diez marxistas. Al perecer cumplió su promesa, porque ese mismo día se fusiló a 100 personas. Según algunas fuentes en Córdoba se asesinó a unas 4.000 personas, y a unas 11.000 en toda la provincia.

Guillermo Cabanellas, hijo del general Cabanellas, y nada sospechoso de ser un izquierdista redomado, escribió sobre el personaje que nos ocupa en su obra La guerra de los mil días: [era] hábil y sanguinario en la represión, pero tímido, vacilante y falto de condiciones militares para la guerra […] Desde la primera hora sumerge a Córdoba en un baño de sangre que habría de durar largos días e interminables noches. El suyo es un raro problema de clínica mental. En otro párrafo continúa hablando de Cascajo: En Córdoba como ya dijimos, se destacó por su actuación sanguinaria el coronel Cascajo Ruiz […] A su orden directa, con facultades absolutas de jefe de policía, actuaba el teniente coronel de la Guardia civil Bruno Ibáñez. Entre ambos vaciaron la ciudad, pues fusilaron a varios millares de personas [11].

Con Cascajo Ruiz se ha producido otro de los muchos insultos a las víctimas del franquismo. En Córdoba se llevó a cabo una «colecta popular» para construirle un chalet en agradecimiento por su labor. El chalet se encuentra en pleno centro de Córdoba, en la Avenida de la República Argentina.

CASTRO SAMANIEGO, Luis (teniente Polvorilla). Teniente de la Guardia Civil, fue decisivo en el golpe en Lucena (Córdoba), que dirigió el comandante militar de la plaza, el teniente coronel Juan Tormo Revelo. El mismo día 18 se hizo con el control del Ayuntamiento y de la Casa del Pueblo, ordenando la detención de unas cuarenta personas.

Ya antes de la guerra había tenido algunos enfrentamientos con vecinos del pueblo. Ordenó el asesinato de varias personas; también era muy amigo de simular fusilamientos. En Lucena se asesinó a 90 personas. Participó en la toma represión de localidades como las Navas del Selpillas, llevada a cabo el 20 de julio, asesinando a una docena de personas; también participó en la masacre de Puente Genil y en otros pueblos cordobeses y malagueños.

Nombrado comandante militar de Montilla en agosto de 1937, continuó con su labor de insaciable represión. En esta ciudad organizó el Escuadrón de Caballistas Aracetilanos, formado por unos cincuenta caballistas que tenían como misión perseguir a las personas que hubieran huido al campo. Este grupo era conocido como el Escuadrón de la Muerte, por la cantidad de personas que asesinó.


Bibliografía reseñada en el capítulo

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.

NÚÑEZ CALVO, Jesús (2005): La represión y sus directrices sevillanas en la provincia de Cádiz, en Almajar. Revista de Historia, arqueología y Patrimonio de Villamartín y la Sierra de Cádiz, nº 2, pp. 195-208, disponible en https://todoslosnombres.org/content/materiales/la-represion-sus-directrices-sevillanas-en-la-provincia-cadiz



[1] Que como no podía ser de otra manera fue destituido de su cargo tras la queja presentada contra Bohórquez.

[2] Tomado de Núñez Calvo, 2005.

[3] Tomado de Núñez Calvo, 2005.

[4] Tomado de Moreno, 2009: 191.

[5] Era propietario de 2.300 hectáreas en los términos de Chiclana y Los Barrios.

[6] El partido creado por José Calvo Sotelo.

[7] En noviembre de 1938 fue destituido por orden de Serrano Suñer.

[8] Como Rafael Medina Villalonga, duque de Medinaceli, que plasmó sus hazañas en el libro Tiempo pasado, publicado en 1971.

[9] No es casualidad que en la mayoría de estos pueblos tuvieran propiedades los miembros de su cuadrilla.

[10] Posteriormente ocupó el cargo de gobernador civil de Sevilla. Al finalizar la guerra fue ascendido a general de brigada.

[11] Tomado de Moreno, 2009: 568.

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Los verdugos de Franco en la Guerra Civil. Los verdugos de Andalucía (I) Arias Navarro, Aguilar, Arizón, etc…

Andalucía se había distinguido por las luchas campesinas que se habían desarrollado, prácticamente durante toda la República. El querer acabar con la esclavitud que tenían que soportar los trabajadores del campo, no fue olvidado por los terratenientes, que les hicieron pagar caro su rebeldía.  En este capítulo conoceremos a algunos de los que asolaron los campos y ciudades andaluzas, sembrando el terror, asesinando indiscriminadamente a la población, violando, saqueando. Regaron con sangre los campos de Andalucía; con la sangre de personas que había cometido el «tremendo delito» de ser fieles a la República, y desear tener una sociedad más libre y más justa.

AGUILAR DOMÍNGUEZ, Manuel. Comandante de Artillería, fue protagonista en la sublevación en Córdoba sacando a la calle una batería de artillería. El informa oficial del cuartel de artillería de Córdoba decía: […] se levanta el asedio que sufría el cuartel de la Guardia Civil, se practican numerosas detenciones y se hacen a los rebeldes 60 muertos y varios heridos[1]Los republicanos muertos aparecen como caídos en combate, cuando la gran mayoría fueron asesinados vilmente.

Participó en salvajes matanzas, como la llevada a cabo en Pedro Abad, donde se fusiló a catorce personas como escarmiento, tras ser asesinadas se las roció con gasolina y se les prendió fuego. Pero por el hecho que es más conocido es por los asesinados el 25 de julio de 1936 en Fernán Núñez, donde se practicó una verdadera masacre, que costó la vida a sesenta campesinos que iban siendo cogidos arbitrariamente por la calle. Los condujeron a la venta de Las Trimeras, en la carretera de Córdoba, lugar en el que fueron abatidos.

Según Cristóbal García, testigo de los hechos, en un día fusilaron a 74 personas, entre ellas una mujer[2]. Actor principal en la matanza llevada a cabo por las fuerzas comandadas por Aguilar, fue el teniente de la Guardia Civil Cristóbal Recuerda, que asesinó a varios detenidos al grito de ¡Canallas, ahora pedir auxilio!

Aguilar Galindo fue nombrado hijo predilecto de Carmona e hijo adoptivo de Córdoba, ambos títulos le fueron retirados hace algunos años.

ANGULO MONTES, Francisco. Fue el juez que dirigió la preparación de las listas de los que debían ser detenidos y fusilados en Granada en los primeros días de la sublevación. Contaba con la inestimable ayuda de un sargento de la Guardia Civil, apellidado Romacho. Cuñado de Ruiz Alonso y colaborador íntimo del carnicero José Valdés Guzmán, gobernador civil de Granada. Ostentó también los cargos de jefe de la Audiencia de Valencia, Burgos y Jaén.

ARIAS NAVARRO, Carlos. Conocido como el «Carnicerito de Málaga» apodo que le fue puesto por su actuación como fiscal para toda la región. Según algunas fuentes participó, desde su puesto, en la muerte de 4.300 personas. Según el historiador británico Anthony Beevor –tomando los datos de un informe del cónsul británico-, del 8 al 14 de febrero de 1937 se ejecutó en Málaga a 3.500 personas sin juicio previo, y a otras 16.952 hasta 1944.

C

Antes de estallar la contienda era fiscal de la Audiencia de Málaga, cargo del que fue destituido el mismo 18 de julio. Creyendo que iba a ser detenido se escondió en la casa de Pelayo Varea –hijo del juez Felipe Varea-; este refugio lo obtuvo gracias a la intervención del presidente de la Audiencia de Málaga, Atilano Lorente González. Cuando Málaga fue tomada por los sublevados, las tres personas mencionadas fueron detenidas; sus familiares le pidieron que intercediera, no atendiendo sus peticiones. En el juicio celebrado el 27 de febrero de 1937, los Varea pidieron que testificara Arias Navarro, a lo que este se negó en rotundo. Lorente González fue condenado a 30 años, Felipe Varea y su hijo fueron condenados a muerte y ejecutados. Esta acción, negándose a interceder por la vida de las personas que posiblemente habían salvado la suya, demuestra la catadura moral del personaje que nos ocupa.

Los juicios en los que participaba Arias Navarro duraban apenas unos pocos minutos; su frase favorita era los hechos probados y sometidos sólo merecen pena de muerte. Dictaba las sentencias de muerte de diez en diez.

Cuando la matanza que se estaba llevando a cabo en Málaga llegó a oídos del conde Ciano, éste ordenó al embajador italiano Roberto Cantalupo que marchase a la capital de la Costa del Sol. Cantalupo elevó una protesta ante Franco por lo que estaba ocurriendo, aduciendo que esto suponía un desprestigio para las tropas italianas; protesta que no sirvió absolutamente de nada, El informe que envió a Mussolini fue demoledor: He considerado y sigo considerando todavía peligro para Italia comprometerse a fondo con Franco, con la Falange o con los tradicionalistas; considero peligroso aliarse con los unos o con los otros, puesto que ello significaría, en cualquier caso, ganarse la enemistad de la mitad de los contendientes[3]

Según un estudio de los historiadores Josep Mª Solé i Sabaté y Joan VillaroyaEn Málaga los pelotones de fusilamiento conocieron durante las primeras semanas una actividad como quizás en ninguna otra parte de España. Sirva como ejemplo que solo entre el1 y el 23 de marzo fueron fusiladas más de 700 personas en las tapias del cementerio de San Rafael[4].

Su actuación en Málaga fue largamente recompensada por Franco. En 1942 es nombrado fiscal de la Audiencia de Madrid; obteniendo poco después una plaza de notario en Madrid. En 1957 ocupó el cargo de director general de Seguridad, puesto en el que se mantuvo hasta 1966. Todos sabemos lo que ocurría con los antifranquistas que eran detenidos; torturas, vejaciones, muerte. En 1973 es nombrado ministro de la Gobernación, cargo que ocupaba cuando se llevaron a cabo las últimas ejecuciones del franquismo. Como se sabe fue el último presidente de Gobierno de Franco, y el primero de Juan Carlos I, lo que honra bien poco a este último.

ARIZÓN MEJIAS, Salvador (marqués de Casa Arizón). Comandante del Ejército, el 7 de agosto de 1937 el ABC de Sevilla la catalogaba como «el salvador de Jerez», el pueblo, sin embargo, le conocía como «el verdugo de Jerez». En el momento del golpe era el jefe del Depósito de Recría y Doma de Jerez.

Arizón Mejía fue el organizador de la represión tanto en Jerez, como en los pueblos próximos; por ejemplo, el 19 de julio ordenó el envío de tropas para tomar Sanlúcar de Barrameda, el día 21 cayó la población en manos de los sublevados tras vencer la resistencia de los leales a la República, nada más entrar en el pueblo los Regulares mataron a doce vecinos, nueve de ellos dentro de sus propias casas. En el curso de los cinco meses siguientes se ejecutó a más de 80 personas.

José García Cabrera y Cristóbal Orellana González, han identificado a 390 de los asesinados en Jerez de la Frontera, constatando que desde el primer momento comenzaron las ejecuciones en la ciudad: Efectivamente, desde los primeros días del golpe, todo Jerez quedó convertido en un fusiladero[5]

Una de las primeras víctimas en Jerez fue su alcalde Antonio Miguel Oliver Villanueva; Arizón le acusó de haber querido ponerse en contacto con el gobierno de la República; el día 24 fue sacado de su casa y fusilado en la tapia del cementerio de Santo Domingo. Según el estudio de la APRMH en Jerez se asesinó entre 800 y 1200 personas.

En el bando de guerra que proclamó Arizón el 14 de agosto de 1936 dio noticia de que había ordenado fusilar a Salvador Rasero López, practicante del Hospital de Santa Isabel, por hacer una manifestación contra el «movimiento salvador» y a Rafael Fernández Romero, que estaba pavimentando las calles, declarar una huelga que siguieron siete personas. Inmediatamente comenzaron a aparecer cadáveres en el campo, las cunetas y los solares de la ciudad.

El 7 de marzo de 1961, al serle concedida la medalla de oro de la ciudad, Arizón demostró no tener el más mínimo remordimiento de lo que había hecho; entre otras «lindezas» dijo: decidido a que las fieras marxistas no ya levanten cabeza, pero ni siquiera muevan la zarpa. Y que, si fuera preciso, mis manos se conviertan en manos de hierro que exterminen sean cuantos sean y quienes sean, a todos los enemigos de España; a los que se resistieron al golpe los calificó de turba, Mano Negra, borrachos, asesinos, chusma, idiotas criminales satélites de Moscú. Esto 22 años después de terminar la guerra.

Como en muchos otros casos los descendientes de las víctimas jerezanas tienen que soportar que continúe a nombre de sus descendientes el chalet que el ayuntamiento de Jerez le regaló, situado en la calle Taxdist, nº 28. Asimismo tienen que sentir la humillación de ver como en la placa de su lápida se enumeran sus «méritos de guerra», en los que, por supuesto no están el ser responsable la muerte de cientos de jerezanos y de habitantes de pueblos cercanos.

ARRESE Y MAGRA, José Luis. Camisa vieja de Falange, en 1935 fue designado jefe de Falange de Granada. Detenido en Madrid en 1936 por su apoyo a los sublevados consiguió huir pasándose a la zona controlada por los franquistas.

Condenado junto a Hedilla por oponerse al Decreto de Unificación, fue posteriormente rehabilitado y nombrado gobernador civil de Málaga, cargo que ocupó desde 1939 hasta 1941, en este período se llevó a cabo una feroz represión en toda la provincia de Málaga.

Consejero nacional del Movimiento y procurador en Cortes, en 1956 fue nombrado ministro de la Vivienda; con Arrese en el cargo se aprobó una ley del suelo que fue el inicio del urbanismo salvaje; José Banús siempre le estuvo agradecido.

Imputado por el juez Garzón en el sumario que abrió en contra de los crímenes del franquismo.


Bibliografía reseñada en el capítulo

ANGOSTO, Pedro L. (2017): Diccionario del franquismo. Protagonistas y cómplices, Granada.

GARCÍA CABRERA, José y ORELLANA GONZÁLEZ, Cristóbal (2011): La represión franquista en Jerez de la Frontera, en J. García y C. Orellana (Coords.), Represión franquista y memoria histórica en la provincia de Cádiz, pp. 67-145, Cádiz.

MORENO GÓMEZ, Francisco (2009): 1936: el genocidio franquista en Córdoba, Barcelona.

SOLÉ I SABATÉ, Josep Mª y VILLARROYA, Joan (2006): Mayo 1937-abril 1939, en Santos Juliá (ed.), Víctimas de la guerra civil, Madrid, pp. 179-273.


[1] Ver Moreno, 2009: 233.

[2] Ver Moreno, 2009: 229.

[3] Tomado de Angosto: 39.

[4] Solé/Villaroya: 201

[5] García Cabrera/Orellana: 71.