Este martes, familiares de republicanos deportados a los campos de concentración nazis presentan hasta ocho denuncias en la Embajada de Argentina en Madrid para unirse a la ‘querella argentina. Se suman así a las ya presentadas en Galicia
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El republicano español Juan García Acero fue asesinado en el subcampo nazi de Gusen, a solo cinco kilómetros de Mauthausen. Quedaban dos días para la Navidad de 1941. Llevaba el número 4.811. Antes de que terminasen aquellas fiestas navideñas también sería asesinado en el mismo lugar José Fernández Pacheco, vecino de Manzanares (Ciudad Real). Su número era 14.298. En ese mismo subcampo, en Gusen, también sería asesinado el español Gregorio Rebollo García, con número 5.176, que llegó en diciembre de 1940 junto con otros 846 españoles que portaban números del 4.473 al 5.391. Entre ellos, estaba José Esteban Moreno, de Montejícar (Granada), con el número 5.502. Moriría el 27 de enero de 1942.
“Solo en el campo de Mauthausen, que incluye otros subcampos como el de Gusen, estuvieron más de 7.000 españoles. De ellos, fallecerían dos terceras partes en apenas dos años. El 6 de agosto de 1940 llegaron los primeros 350 prisioneros españoles. Después llegarían muchos más”, explica Benito Bermejo, historiador, investigador y profesor de historia, especializado en el estudio de los deportados españoles a campos de concentración nazis. Otro grupo de más de 2.000 españoles y españolas pasaron por otros campos como el de Ravensbrück, donde estuvieron las republicanas españolas. En total, alrededor de 9.300 españoles estuvieron presos en los campos nazis con el conocimiento y abstención de las autoridades franquistas.
Este martes, alrededor de 80 años después de su llegada a los campos nazis, descendientes de varios republicanos que fueron asesinados en los campos nazis acuden a la Embajada de Argentina en Madrid para presentar varias denuncias ante la Justicia del país sudamericano, que mantiene abierta la única causa judicial que investiga los crímenes de la dictadura y de la Guerra Civil.
Estas denuncias se suman a las otras cinco que fueron presentadas recientemente en Galicia, en el consulado de Argentina en Vigo. Sin embargo, no serán las únicas. La abogada Ana Messuti advierte de que en las próximas fechas vendrán más denuncias que buscan ser incorporadas a la causa judicial que mantiene abierta la Justicia de Argentina.
“No parece oportuno”
Pruebas de que la dictadura pudo haber hecho mucho más para proteger a sus ciudadanos no faltan. En 1940, por ejemplo, las autoridades nazis pidieron indicaciones a España sobre cómo actuar con los miles de prisioneros españoles que tenían. La única respuesta del franquismo fue el silencio. De hecho, indica Bermejo, hay constancia de que las autoridades españolas intercedieron para que algunos presos (no más de una docena) fueran liberados. “Eso no deja de hacer patente que lo no hicieron con el resto y era su deber, puesto que en el resto de los casos es evidente la abstención de una labor de protección por parte de las mismas autoridades españolas”, prosigue Bermejo.
La responsabilidad de las autoridades franquistas en el destino de miles de republicanos en los campos nazis se demuestra también a través del estudio de los documentos y relaciones entre las autoridades de uno y otro país. El día después de que finalizara la visita a la Alemania nazi de Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco y ministro de la Gobernación, las autoridades alemanas emitieron una circular en las que se especificaba que los españoles que hasta ese momento estuvieron en campos de prisioneros de guerra debían ser transferidos a un campo de concentración. Era el 25 de septiembre de 1940.
Así comenzaron a ser transportados a Mauthausen y los subcampos de alrededor, como Gusen, miles de españoles. “El ingreso en Mauthausen conllevaba entrar en un régimen de trabajos forzados llevados al extremo y que la propia administración nazi denominó como de “exterminio por el trabajo” y que tuvo como consecuencia la muerte de dos tercios de los republicanos que por allí pasaron en menos de años”, señala Bermejo.
Unos meses después, en abril de 1941, otra nota firmada por el entonces Director General de Europa en el Ministerio de Asuntos Exteriores señalaba que “no parece oportuno” hacer nada para salvar a los republicanos que ya estaban presos en los campos nazis, por lo que pedía que se archivara una nota de las autoridades alemanas que informaba de que los prisioneros españoles estaban siendo enviados a Alemania en un tren especial porque “eran rojos”, “habían tomado parte activa en la lucha contra el Gobierno Nacional Español” y habían tenido que ser “internados” porque “a causa de su pasado político” eran “un peligro para la seguridad pública”.
Una historia prácticamente desconocida
La prácticamente desconocida historia de estos españoles está siendo recuperada pasito a pasito por descendientes, sociedad civil y, también, aunque todavía de manera tibia, por el Gobierno, que recientemente inauguró un monolito en recuerdo de los españoles que fueron asesinados en los campos nazis. Así, historias como las de Calcerrada Guijarro, Neus Catalá, Vicente García o Pascual López están siendo recuperadas por sus familiares del olvido al que el franquismo y la posterior transición les había enviado.
“No daba crédito. ¿Cómo es posible que haya estado allí y que a nadie le importe? Es una especie de shock. Pasas por distintas fases. Primero te culpas a ti por no tener ni idea, pero después te das cuenta de que todo está construido para que no nos enteremos de nuestro pasado”, señaló a Público Esther cuando consiguió que el Ayuntamiento de Madrid y el artista Gunter Demmig instalará un Stolpersteine en el lugar donde había vivido Enrique. “Hay demasiadas historias olvidadas de manera intencionada. Por más años que pasen… no lo podemos permitir. Y menos ahora, con los tiempos que vienen”, zanja Esther Calcerrada.