Cada vez que nos visita nuestro amigo y compañero Manuel Almisas Albéndiz lo celebramos porque sabemos que la memoria histórica andaluza, y el antifascismo en general, se han visto beneficiados con una nueva investigación. Ayer fue ese día. De la conversación surgida al calor de un vino dulce, en la que por razones obvias afloró el genocidio en Gaza y el deber y el derecho de resistencia y lucha de los pueblos oprimidos, nos presentó su última publicación, una edición facsímil del libro Poesías de guerra de Gabriel Baldrich Gil, quien de ahora en adelante abandonará el anonimato para la inmensa mayoría, empezando por el que esto escribe.
Aunque nacido en Melilla (1915), Gabriel Baldrich se crió y educó en La Línea (Cádiz), ciudad de la que es hijo adoptivo y en la que sobre todo se le conoce, además de por poeta y dramaturgo, por su oficio de periodista y su faceta de letrista de reconocidas canciones que han sonado hasta en el Carnegie Hall de Nueva York. Pero pocos campogibraltareños conocerán su etapa de juventud y su compromiso antifascista tras el golpe de Estado de julio de 1936, cuando impelido por las circunstancias abandona sus estudios de medicina en Madrid y pasa a ser teniente de milicias en el Batallón México en los frentes de Ronda y Marbella. De ahí en adelante, y hasta el fin de la guerra que le hará pasar por el campo de concentración de Albatera, Baldrich compartirá la lucha y la palabra con poetas de la talla de Leopoldo de Luis y Miguel Hernández.
Esta es la contribución de Manuel Almisas con respecto a Gabriel Baldrich, darnos la posibilidad de conocer y reivindicar su figura de poeta combatiente, de trinchera. La edición de la obra ha sido posible gracias a la donación en nombre de la familia de Santiago García García, el «majo» de Cieza (Murcia), quien guardó el poemario hasta su fallecimiento. No duden por estas razones y muchas más leer su artículo en Kaos en la Red, donde se desarrolla con gran interés y amplitud lo apuntado someramente aquí:
Reivindicando a los poetas combatientes: El caso de Gabriel Baldrich
En el siguiente enlace se puede acceder a la 2ª Edición ampliada de «Romances de la guerra civil. Desde las trincheras», con 22 poemas de Baldrich y textos en prosa, prologado y editado por Manuel Almisas Albéndiz: https://romancesguerracivilgabrielbaldrich.blogspot.com/2025/09/nueva-edicion-de-romances-de-la-guerra.html
En el siguiente enlace se puede acceder al poemario de Baldrich recién descubierto y digitalizado por cortesía de la familia del obrero ferroviario, ya fallecido, Santiago García García, «El majo», quien fuera vecino de Cieza (Murcia): https://romancesguerracivilgabrielbaldrich.blogspot.com/2025/09/poesias-de-guerra-de-gabriel-baldrich.html
Texto artículo
Reivindicando a los poetas combatientes: El caso de Gabriel Baldrich
Si España quiere mi sangre,
mi sangre será de España.
…
Yo canto para el pueblo que vibra en las trincheras:
yo canto a la juventud, canto a la vida.
Durante la guerra civil (1936-1939), muchos poetas se implicaron activamente en la misma (Alberti, Bergamín o Altolaguirre, por poner solo tres ejemplos), pero solo algunos de ellos estuvieron en el frente combatiendo. Algunos pertenecían a la Generación del 27, como Pedro Garfías (Salamanca, 1901), miliciano y pronto comisario político en el «Batallón Villafranca» que luchó en la Sierra de Madrid; otros a la Generación del 36 o «Escuela de Vallecas», como Gabriel Celaya (Hernani, 1911), oficial de un Batallón de ametralladoras en el Frente de Bilbao, o José Herrera Petere (Guadalajara, 1909), alistado en el Quinto Regimiento en los primeros días del golpe militar franquista; y no digamos del bien conocido ejemplo de Miguel Hernández (Orihuela, 1910), a caballo entre ambas Generaciones de escritores y artistas, comenzando su labor en el Ejército Popular de la República como Comisario cultural en el Quinto Regimiento y estando presente después en varios frentes de guerra.
Sin embargo, hubo dos jóvenes poetas que se alistaron voluntarios en las milicias populares antifascistas en julio de 1936, y estuvieron toda la guerra en las trincheras, obteniendo ascensos por méritos de guerra y desarrollando su poesía en las duras condiciones del combate diario, sangre, hambre, frío y muerte: Leopoldo Urrutia de Luis (Córdoba, 1918; aunque criado y educado en Valladolid) y Gabriel Baldrich Gil (Melilla, 1915; aunque criado y educado en La Línea-Cádiz). Si el primero tuvo a su padre Alejandro Urrutia -abogado, poeta, escritor y responsable de teatro del «Altavoz del Frente» de Alicante- como mentor y guía de su producción poética durante los años de guerra, y sí es conocido que publicó en Gandía (Valencia) en abril de 1938 su poemario «Romances de un combatiente», de cuidada factura y con ilustraciones, cuando era teniente en el Frente Sur del Tajo (Toledo); por el contrario, Gabriel Baldrich, huérfano de padre desde los 4 años de edad, no tuvo ningún mentor y solo recibió durante la guerra el aprecio y apoyo de sus camaradas milicianos, entre los que se puede contar al propio Urrutia, con quien coincidió en el Hospital de Sangre del Socorro Rojo Internacional de Alicante, cuando ambos eran teniente de milicias y habían sido heridos en combate, y donde juntos escribieron el romance escenificado «La madre espera su vuelta» (Romance de ciego), que se estrenó el 14 de abril de 1937, sexto año de la República, en el Teatro Principal de Alicante; Urrutia, que le presentó a Miguel Hernández cuando éste dio una conferencia en el Ateneo de Alicante el 21 agosto de 1937, momento en el que se fraguó la publicación del poemario «Versos en la guerra», de los tres jóvenes poetas -el «hermano mayor y maestro» Miguel Hernández, y ellos dos-, que vería la luz un año después.
Hace medio año prologué y edité el trabajo «Romances de la guerra civil: desde las trincheras», recopilando poemas y algunos textos en prosa de Baldrich, en un primer intento de reivindicar al poeta combatiente, linense de adopción, al que conocía por su participación en los frentes de Málaga con el «glorioso y heroico» Batallón México de milicias populares antifascistas. Sin embargo, a este primer paso emprendido, ha venido a darle un verdadero aldabonazo la aparición de su poemario en solitario «Poesías de guerra», editado en el mes de diciembre de 1937 por el «Altavoz del Frente» de Almería. Este folleto se anunció en la prensa almeriense de la época, pero no se había encontrado en ninguna biblioteca y parecía como si nunca hubiese visto la luz. Pero no fue así. El obrero ferroviario de Cieza (Murcia), Santiago García García, conocido por todos como «El majo», ya fallecido a la edad de 99 años, que seguramente combatió en los frentes Sur o de Levante, guardó durante casi 75 años un ejemplar, y solo el azar -o no, quien sabe- hizo que una de sus nietas lo encontrara recientemente entre sus viejos libros (como una edición de 1937 del «Romancero gitano» de García Lorca o unos relatos de Iván Turguenev), y se prendara de él tras su lectura. Después de contactar conmigo a través de la web de Memoria Histórica «Todos los nombres», donde leyó mi artículo sobre la edición de «Romances de la guerra civil: desde las trincheras», que incluía una biografía inédita de Gabriel Baldrich, hemos organizado conjuntamente la forma de dar a conocer la nueva obra poética descubierta, y que sitúa a Baldrich en un nuevo escalón dentro de los jóvenes poetas de aquella peculiar y admirable generación de los años de guerra.
Ahora sabemos que el poemario «Poesías de guerra» fue posible gracias a una figura importante para Baldrich, y que desconocíamos por completo: Urbano Carrasco Hernández, quien precisamente firmaba una breve biografía del autor como Prólogo. En ese momento, Urbano Carrasco era el Secretario general del «Altavoz del Frente» de Almería, el Secretario de Agit-Prop del Comité provincial del PCE, y director del Diario de Almería desde que el 1 de diciembre de 1937 se había convertido en «órgano del Comité Provincial del Partido Comunista» almeriense.
Urbano Carrasco y Gabriel Baldrich se habían conocido en «Málaga la Roja» durante los seis meses que había durado la guerra en esa capital andaluza, donde Urbano entró a formar parte del Comité Permanente de Enlace, que ostentaba la máxima autoridad civil junto al Gobierno Civil de Málaga, desde el 19 de julio de 1936, cuyo presidente era Rodrigo Lara Vallejo, secretario general del PCE de Málaga. Urbano, en calidad de Secretario de Propaganda del Comité Provincial del Partido Comunista de Málaga dirigió la publicación de su órgano de expresión Vanguardia desde el mes de agosto, donde él mismo colaboró con frecuencia, y en el que publicaron también algunos trabajos los comunistas del «Batallón México» José Buerles Haro y Gabriel Baldrich. Urbano -personaje curioso y desconocido, donde los haya- y Gabriel, huyeron de Málaga el fatídico día 8 de febrero de 1937, y volvieron a encontrarse en Almería. La fotografía que le envió Baldrich para ilustrar el poemario, se la dedicó personalmente a Urbano Carrasco, a quien llamaba «fundador y nervio del Altavoz del Frente», y de quien decía ser «su buen camarada».
A lo largo de sus 14 poemas, la mayor parte de ellos escritos en forma de romances y romancillos (Romance de la Unidad proletaria, Romance del canto en Sierra Nevada, Romance del Aniversario heroico, Romancillo de las dos ciudades, Romancillo de la campesina…), el rosario de sus versos solo demuestran y confirman todo lo que dijeron de Baldrich sus contemporáneos en la prensa de Almería y Alicante: que era el «Poeta del Sur», el «gran combatiente e inspirado poeta del pueblo», el «Poeta de la España Heroica», o que fuera citado entre los «eminentes» poetas revolucionarios de la España en armas, junto a Pedro Garfias y Pascual Pla y Beltrán. No solo ganó primeros premios en concursos literarios sobre temas de guerra, sino que formó parte de los jurados de otros, destacando el que formó junto a Germán Bleiberg y Pla y Beltrán en el «formidable Concurso de Poesías» que Vanguardia (Valencia), «Diario del Ejército de Levante», organizó en 1938 para conmemorar el segundo aniversario del 7 de noviembre o Día de la Defensa del Madrid del «No Pasarán». Bleiberg, de la misma edad que Baldrich, y él sí considerado poeta de la Generación del 36, consiguió ese año un «Accésit» en el Concurso Nacional de Literatura con su trabajo «La Huida», al igual que lo hicieron Miguel Hernández, Herrera Petera o Pedro Garfias. Como vemos, todos ellos poetas relacionados con Baldrich, y a quienes se le equiparaba. Pero, ¡ay!, eso es lo que tenía ser un poeta combatiente: no siempre podía estar presente en los círculos de intelectuales y escritores antifascistas ni mucho menos viajar a Moscú, como sí hicieron otros, y cuando el Jurado se reunió el 8 de noviembre en Valencia para emitir su fallo, la nota de prensa del mismo advertía que «el teniente del Ejército Popular y poeta Gabriel Baldrich», no pudo asistir «por impedírselo sus deberes militares». Eso mismo le ocurrió en otros actos donde se anunciaba su presencia para recitar sus versos o dar una charla. No tengo duda de que con Baldrich se ha cometido una tremenda injusticia, y por ello estoy seguro de que la difusión de su obra «Poesías de guerra» ayudará a situarlo en el lugar que le corresponde dentro del panorama literario del periodo de guerra. ¡No tenía ni la menor idea el murciano Santiago García «el majo» lo que su celo y perseverancia guardando esa obra y ocultándola de la represión y del franquismo, conseguiría tantas décadas después!
La primera vez que se recitó el poema «Me voy otra vez al frente» fue en mayo de 1937 y lo hizo su amigo y camarada Leopoldo Urrutia en el Teatro Principal de Alicante -pues Baldrich ya había partido con su nueva Brigada Mixta- siendo acogido con estruendosos aplausos. Unos días antes, en un acto organizado por la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura de Alicante en homenaje al pueblo de Madrid, donde se reunió a Ramón Gayá, Manuel Altolaguirre, Juan Gil-Albert y Leopoldo Urrutia, el propio Baldrich recitó su romance «Qué suerte ser miliciano», quedando patente con ambos romances qué nuevo tipo de poeta se estaba forjando en aquella España en armas contra el fascismo internacional.
Ahí te quedas, retaguardia,
que yo me voy al frente.
…
Ya me voy. Me voy al campo,
me voy a burlar la muerte
otra vez, a cazar tanques
o a morir entre sus dientes.
…
Me voy a los parapetos.
Si me matan, que me entierren
en mi chabola cubierta
con ramas de pino verde.
…
Me voy… me voy al campo
cantando, cantando alegre.
¡Salud, hermanos de clase!
¡Salud, que me voy al frente!
NOTA 1: En el siguiente enlace se puede acceder a la 2ª Edición ampliada de «Romances de la guerra civil. Desde las trincheras», con 22 poemas de Baldrich y textos en prosa, prologado y editado por Manuel Almisas Albéndiz: https://romancesguerracivilgabrielbaldrich.blogspot.com/2025/09/nueva-edicion-de-romances-de-la-guerra.html
NOTA 2: En el siguiente enlace se puede acceder al poemario de Baldrich recién descubierto y digitalizado por cortesía de la familia del obrero ferroviario, ya fallecido, Santiago García García, «El majo», quien fuera vecino de Cieza (Murcia): https://romancesguerracivilgabrielbaldrich.blogspot.com/2025/09/poesias-de-guerra-de-gabriel-baldrich.html
Reivindicando a los poetas combatientes: El caso de Gabriel Baldrich