De conservar en sus calles vestigios franquistas a ser epicentro de la memoria democrática, Manzanares ante su encrucijada
La ciudad manchega de Manzanares quiere convertirse en “punto cero” de la memoria democrática de Castilla-La Mancha y se ha propuesto convertir su antigua cárcel franquista en un museo a la lucha por la democracia, la libertad, la justicia y la memoria. Una iniciativa ante la que este municipio, conocido por ser cruce de caminos, se enfrenta a una encrucijada, la de querer ser referente con un espacio de fraternidad e igualdad, y a la vez mantener en sus calles vestigios de exaltación franquista, algunos de ellos a tan solo unos metros del emblemático edificio en el que pretende ubicarse el museo.
Una paradójica situación sobre la que ha llamado la atención la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que ha dirigido un escrito de protesta al Ayuntamiento de Manzanares, presidido por el socialista Julián Nieva, denunciando el incumplimiento de las leyes de memoria (2007 y 2022) que obligan a retirar de las calles estos elementos de exaltación franquista.
Consideran que hablar de defender la memoria democrática “en un municipio repleto de exaltaciones franquistas” refleja que “no tiene verdadera voluntad política” y que “está jugando a hacer partidismo”.
Lo ha señalado así el presidente de la ARMH, Emilio Silva, quien afea que tras el anuncio, realizado en presencia de la directora general de Memoria Democrática del Gobierno de España, Zoraida Hijosa -“quien se supone que tiene el deber de hacer cumplir la ley” al haber sido “nombrada y cobra un sueldo” por ello-, la que reclamara el cumplimiento de las leyes de memoria histórica y memoria democrática en Manzanares.
Una protesta que se produce después de que el pasado jueves se avanzara la intención del ayuntamiento de la localidad ciudadrealeña de convertir el actual centro de salud Manzanares II en museo de la memoria democrática de Castilla-La Mancha, para lo cual contará con el apoyo del Gobierno regional, tal y como confirmaba su vicepresidente segundo, José Manuel Caballero.
Y es que, insisten, “una institución que mantiene homenajes a los verdugos que causaron tanto daño y tanto terror, no puede estar legitimada para hacer un museo de la memoria democrática”.
Vestigios entre los que se sitúa una placa de piedra, muestra de la maquinaria propagandística del franquismo, colocada en la fachada de unas viviendas situadas en la carretera de La Solana, a apenas unos metros de la antigua cárcel que hoy se quiere convertir en museo de la memoria democrática de la región.
Como también a escasos metros, aunque por la parte posterior del edificio que se asoma a la plaza Don Quijote. Allí se conserva, también en la fachada de unas viviendas de la época, una pequeña placa donde figura el nombre de la plaza ‘escoltado’ por estos mismos símbolos falangistas.
Elementos que, junto a otros que también se conservan aún en las calles de la localidad, deslegitiman al gobierno municipal para plantear un museo de la memoria democrática.
Un contexto en el que desde la ARMH denuncian que el alcalde “ni siquiera ha consentido a los familiares de las personas asesinadas por los franquistas poner una placa en el cementerio que recuerde toda la violencia que sufrieron quienes defendieron la democracia y los crímenes que cometieron quienes dieron un golpe de Estado para destruirla”.
Represaliados que fueron enterrados en las fosas comunes del camposanto manzanareño y a los que, a lo largo de los últimos años, a través de varias campañas de exhumaciones impulsadas desde el consistorio, se ha tratado de poner nombre y devolver la dignidad.
Pese a ello, todavía se mantienen en la vía pública estos elementos discordantes, para los que desde la ARMH se exige su retirada. Y es que mientras continúan allí, “en las calles de Manzanares ya hay un museo del olvido de las víctimas del franquismo y otro del recuerdo de los verdugos franquistas“.