Guerra Civil y justicia militar de guerra en Córdoba (1936-1945)
Antonio Barragán Moriana
Catedrático de Historia Contemporánea
La dictadura franquista, desde sus inicios intentó justificar la sublevación militar de julio de 1936 y la subsiguiente Guerra Civil como algo inevitable y que respondía a las insostenibles circunstancias que vivía la sociedad española en aquellos momentos; ahí están algunos de los textos de los principales ideólogos y del propio aparato de propaganda del franquismo para demostrarlo (Dictamen de la Comisión sobre la ilegitimidad de los poderes actuantes en 18 de julio de 1936, Los intelectuales ante la tragedia española, Las responsabilidades civiles y políticas, los diversos “Avances” de los Informes Oficiales sobre los asesinatos, violaciones y demás depredaciones y violencias cometidos en pueblos del centro y mediodía de España por hordas marxistas al servicio del llamado Gobierno de Madrid y, desde luego, el más pretencioso y grandilocuente de todos ellos, la Causa General: la dominación roja en España, editado en 1943 por el franquista Ministerio de Justicia) texto en el que, al margen de intentar detallar cualquier tipo de violencia que fuera ejercida en los pueblos y ciudades de la retaguardia republicana durante la guerra y en aquellos otros que se iban “liberando” por el Glorioso Ejército Salvador, subsiste, en todos los que hemos citado y en muchos otros, ese intento no sólo de legitimación del nuevo sistema político nacido como consecuencia del triunfo de los sublevados contra el ordenamiento constitucional republicano sino, lo que es más grave aún, de justificar las políticas represivas que se vienen desarrollando en ese proyecto de eliminar, desde la raíz como se ha indicado por algún autor, cualquier atisbo de las políticas que los republicanos habían venido aplicando desde el 14 de abril de 1931, así como también a quiénes habían sido sus principales y más notorios valedores y apoyos sociales. Ciertamente, la represión ejercida por los sublevados se convertiría en una señal de identidad de primer orden en la configuración del nuevo régimen político franquista, explicando en alguna medida su extraordinaria duración a lo que, sin duda, hay que añadir la existencia de importantes apoyos sociales, en este caso, a la propia dictadura que ya se habían manifestado durante la guerra e, incluso previamente, a lo largo de la II República.